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martes, 4 de septiembre de 2007

UNA OBRA DE RECIENTE APARICIÓN



MIMOSA
- The life & times of the ship that sailed to Patagonia
Autora: Susan Wikinson
Editorial: Y Lolfa (Gales)


En mayo de 1865, una embarcación de los llamados clippers, utilizados por Gran Bretaña para transportar cargamentos en largas travesías a Oriente y a América, fue contratado para realizar una impensada expedición migratoria: su misión era traer a la Patagonia a un grupo de galeses que habían decidido establecer una colonia rural a orillas del río Chubut. Era el Mimosa, un barco de doce años de vida, diseñado por William Hall a pedido de dos prósperos comerciantes de Liverpool, R. Vining y W. Killey. Construido en 1853 en los astilleros de Alexander Hall&Sons en Aberdeen (Escocia), el clipper había realizado por entonces un ciclo de viajes de carga hacia distintos y lejanos puertos -Australia, China, Brasil- hasta que en 1865 le tocó en suerte este curioso destino. Como no estaba diseñado para transportar pasajeros, debió ser acondicionado a último momento por los mismos colonos a fin de permitir que viajaran en él unas ciento cincuenta personas: hombres, mujeres y niños de diversas edades. Fue un viaje de dos meses, lleno de vicisitudes, al cabo del cual los inmigrantes desembarcaron en el Golfo Nuevo para comenzar desde allí un capítulo fundamental de la colonización del territorio patagónico.

Susan Wilkinson ha realizado una extensa y pormenorizada investigación de la historia de este barco desde su construcción hasta el final de sus días, que tuvo lugar hacia comienzos de 1880, convertido por entonces en un pontón de depósito de aceite de palma en New Calabar, África.

Esta interesante obra escrita en inglés trae como anexo una reseña detallada de todos los viajes del Mimosa, sus listas de tripulación y sus distintos capitanes, con notas biográficas y anotaciones de bitácora, en una tarea de rescate histórico que lo convierte en un documento único e invalorable.

Nacida en la India, Susan Wilkinson creció en Irlanda y actualmente vive en Canadá. Es biznieta de Thomas Greene, el médico que acompañó la expedición del Mimosa hasta Bahía Nueva (hoy Puerto Madryn). Allí él permaneció durante unos meses, para luego radicarse sucesivamente en Buenos Aires, luego en Tuyú y más tarde en Montevideo, donde ejerció la medicina.

La autora ha escrito la novela Sebastian´s Pride, ambientada en la Argentina del siglo XIX y colabora en distintos medios periodísticos, además de visitar con frecuencia nuestro país para brindar charlas y conferencias.

El libro Mimosa acaba de ser presentado el 29 de agosto de 2007 en los altos de la Asociación San David de Trelew con la afluencia de un público numeroso, que recibió la obra con gran beneplácito.

E.G.

1 comentario:

mía sáez dijo...

Al Mimosa, porque más allá de las distancias a las que nos condena el idioma, hay un sentir que nos une y que tiene que ver con la fuerza del amor.

"Desde la eternidad navegantes invisibles vienen llevándome a través de atmósferas extrañas, surcando mares desconocidos. El espacio profundo ha cobijado mis viajes que nunca acaban. Mi quilla ha roto la masa movible de icebergs relumbrantes que intentaban cubrir las rutas con sus cuerpos polvorosos. Después navegué por mares de bruma que extendían sus nieblas entre otros astros más claros que la tierra. Después por mares blancos, por mares rojos que tiñeron mi casco con sus colores y sus brumas. A veces cruzamos la atmósfera pura, una atmósfera densa, luminosa que empapó mi velamen y lo hizo fulgente como el sol. Largo tiempo nos deteníamos en países domeñados por el agua o por el viento. Y un día -siempre inesperado- mis navegantes invisibles, levantaban mis anclas y el viento hinchaba mis velas fulgurantes. Y era otra vez el infinito sin caminos, las atmósferas astrales abiertas sobre llanuras inmensamente solitarias.
Llegué a la tierra, me anclaron en un mar, el más verde, bajo un cielo azul que yo no conocía. Acostumbradas al beso verde las olas, mis anclas descansan sobre la arena del oro del fondo del mar, jugando con la flora torcida de su hondura, sosteniendo las blancas sirenas que en los días largos vienen a cabalgar en ellas. Mis altos y derechos mástiles son amigos del sol, de la luna y del aire amoroso que los prueba. Pájaron que nunca han visto se detienen en ellos después de un vuelo de flechas, rayan el cielo, alejándose para siempre. Yo he empezado a mar este cielo, este mar. He empezado a amar estos hombres... Pero un día, el más inesperado, llegarán mis navegantes invisibles. Llevarán mis anclas arborecidas en las algas del agua profunda, llenarán de viento mis velas fulgurantes... Y será otra vez el infinito sin caminos, los mares rojos y blancos que se extienden entre otros astros eternamente solitarios"

El Barco de los adioses, de Pablo Neruda.