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miércoles, 10 de octubre de 2007

LA NOTA DE HOY



El interrogante planteado por el columnista ha espoleado frecuentes discusiones, no sólo en la región austral sino también en otros foros literarios, suscitando disímiles posturas. Jorge Vives pone aquí de manifiesto su criterio concreto sobre este tópico, desarrollando interesantes argumentos para sustentarlo. ¿Qué piensa el lector acerca del mismo tema? Háganos conocer su opinión a través del enlace al pie del artículo (“Comentarios”) a fin de enriquecer un debate que aún admite muy variadas respuestas.


¿EXISTE UNA LITERATURA PATAGÓNICA?

Por Jorge Eduardo Vives*

¿Puede hablarse de la existencia de una literatura auténticamente patagónica? Antes de opinar sobre el tema, y dado lo escueto que pretende ser este artículo, debemos acotarlo un poco. Es demasiado ambicioso desarrollar la temática de toda la “literatura patagónica” en estas escasas líneas. Será más cauto y prudente hablar sólo de un género: el de la “narrativa patagónica”, de la novela y el cuento; y dejar la poesía, el teatro y la ensayística para quien quiera, seguramente con más conocimientos, desarrollar esos asuntos en otra oportunidad.

Reducido entonces nuestro campo de estudio, deberíamos precisar que entendemos por “narrativa patagónica”. En principio, es una narrativa cuyas ficciones transcurren en la Patagonia. Luego, es una narrativa escrita por autores patagónicos, por “nacimiento o adopción”. En tercer lugar, es una narrativa que tiene temática patagónica; y recurre a elementos comunes que forman parte del acervo geográfico y humano de la región. Creo conveniente aclarar que cuando pongo como condición que los autores sean locales, no es por chauvinismo ni mucho menos. Pero entiendo que para reflejar adecuadamente la realidad patagónica, quien escriba deberá conocerla con cierta profundidad; conocimiento que sólo da el haberla vivido. Imaginemos un escritor argentino tratando de escribir un cuento ambientado en la Francia decimonónica; resultaría, probablemente, artificial, sin alma.

Teniendo en cuenta esos tres principios, ¿podemos decir que existe una narrativa patagónica, así como existe una narrativa rusa? En principio tendríamos que adelantar una respuesta afirmativa. Existen cuentos y novelas de temas decididamente patagónicos, desarrollados por escritores patagónicos, que revelan un estilo sobrio y realista matizado por elementos constitutivos del paisaje físico –el mar, la meseta, la cordillera, la nieve, el viento, los soles quemantes, los horizontes distantes, los espacios enormes, los cielos brillantes y coloridos–, y también del paisaje humano –los pobladores rurales, los colonos, los habitantes originales.

Sin embargo, en opinión de quien escribe estas discutibles líneas, aún no podemos hablar de una narrativa patagónica. Todavía los relatos están dispersos y sus autores son poco conocidos, aún no existen estudiosos que analicen y comenten los textos. Para hablar de una narrativa patagónica debe existir una cuarta condición: la exégesis; a cargo de críticos literarios que reúnan, sistematicen y comenten la obra existente; rescaten la producción de los autores antiguos y actuales, y la den a conocer, enriquecida con sus propias ideas.

Por eso la respuesta que estimo más correcta a la pregunta inicial es que la “narrativa patagónica” no existe... todavía. Pero va a existir a medida que se afiance a través de sus eventuales exegetas.

*Escritor y poeta chubutense.



6 comentarios:

Eber Girado dijo...

Este tema da para mucho y es difícil sintetizar una opinión. En países como U.S.A. está muy reconocida la existencia de las llamadas “literaturas regionales”, que se caracterizan por reflejar las inquietudes, los modos de vida y las tradiciones de los habitantes de las distintas regiones, y también la influencia del entorno (paisaje, clima, flora y fauna). Desde ese mismo punto de vista, creo que en nuestro país ya afloran con toda nitidez esas mismas características en los exponentes literarios de ciertas regiones (algunos “por adopción”, como bien lo expresa Jorge Vives). Por dar sólo algunos nombres: Tizón, Castilla, Dávalos, en el Noroeste. Juan L. Ortiz, Horacio Quiroga, J.J. Saer, Gudiño Kieffer, en el Litoral y Santa Fe; Di Benedetto, Braceli, Tejada Gómez, en Cuyo. Y así podríamos seguir con la lista en la llanura pampeano-bonaerense. En la Patagonia, sin duda hay una literatura con características propias. Quizás la diferencia radique en que todavía las editoriales no han rescatado las obras que eleven a sus autores a la “gran vidriera” nacional. ¿Será porque esas obras carecen de méritos suficientes? Dejo formulada la pregunta, aunque en mi fuero íntimo tengo mi propia respuesta.

Diana Visintini dijo...

disculpa que es exégesis?

Palabrasur dijo...

Un diccionario para Diana, urgente!!!!

Diana Visintini dijo...

si tienes razón...
tengo varios diccionarios en inglés... debería ....
alguno en castellano....
tb está wikipedia.
eh, me gusta el diálogo por sobre todo! ;-)

Olga Starzak dijo...

¿LITERATURA PATAGÓNICA?

No me parece que la Literatura de una región exista, como dice Jorge Vives, en la medida que haya analistas y críticos que la consideren digna de relevancia. Ni tampoco creo que el conocimiento o reconocimiento de un autor pase por una cuestión editorial, como dice Eber Girado; o en todo caso de la existencia real de talento. En mi opinión hay otros factores que tienen que ver más con políticas de “contacto”, de medios de comunicación, de posibilidades económicas... que determinan que un escritor, sea de la región que fuere, salga del anonimato y se ubique en el tan ansiado lugar de los reconocidos. Es claro que en todos los casos la condición debería ser el talento.
Creo superada la etapa en la que se consideraba “Literatura Patagónica” a aquella que invocaba “las bardas, la meseta, el río, el coirón, el viento, la aridez y el canto de la calandria...”. Es lógico que en las obras de los escritores nacidos y criados en esta bendita región asomen huellas indelebles, producto de la esencia de ese hombre o de esa mujer que su historia de vida, sin duda, ha dejado grabado en fino oro blanco las características de un escenario peculiar.
Pero quiero abrir además una nueva discusión, y es si quienes hacen literatura en la Patagonia se expresan –como muchos consideran- en un lenguaje indefectiblemente impregnado por el frío y el viento, la sequedad de la tierra o la nieve excesiva; y las consecuencias de esas rigurosidades climáticas derivarían en escritores de parquedad en el ánimo, opacidad en el texto y la acotada posibilidad de expresar con palabras los sentimientos.
¿Piensa, siente y por lo tanto crea similar un escritor nacido en Tierra del Fuego a otro, originario de Neuquen? ¿Qué tienen en común además de ser argentinos?
Prefiero no adherir a ninguna de las posturas interpeladas: quizás porque defiendo arduamente el concepto de que hacer Literatura es poder volar en el tiempo y las distancias, es imaginar y recorrer escenarios tan apartados de nuestras vivencias como espacios tan lejanos a nuestros días. Es permitirle a las emociones que sientan lo que nunca vivieron, y dejar de ser uno mismo para ser el personaje que creó, independientemente del lugar donde fue concebido.
Me permito proponer una mirada que tienda a sumar y no dividir; una mirada en donde los escritores ARGENTINOS tengan cada vez más el lugar que se merecen, dentro y fuera de los límites de su país.
Olga Starzak

héctor roldán dijo...

Indudablemente existe una relación entre el paisaje y el hombre, sea este escritor o no. Y ese paisaje contribuira a la formación de un espiritu, por supuesto que de una manera que no sea extraña totalmente a otros que no viven ese paisaje. Pero, ese espíritu no se manifiesta en una relación directa, sus manifestaciones pueden ser metafóricas, simbólicoas, y hasta expresarse en una metafisica que puede exudar un texto. Ser un escritor patagónico no es solo describir ese paisaje, sino desnudar el alma que el mismo ha provocado en el corazón del escritor. Lo que se debería demostrar si hay continuidades, repeticiones de esa alma en otros escritores. Y más importante aún, sí esa alma existe.

Héctor Roldán
Hec1917@hotmail.com