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lunes, 1 de octubre de 2007

UNA OBRA TESTIMONIAL




"PATAGONIA GRINGA"
y otros cuentos

de Iris Myfanwy Lloyd

(Edición de autor)

Iris Myfanwy Lloyd es nacida en Esquel, Chubut, pero vive en Buenos Aires desde hace muchos años. Según sus propias palabras, juntó algunos relatos y poesías de su autoría y los publicó en un pequeño libro titulado "Patagonia Gringa” para compartir sus vivencias de la Colonia 16 de Octubre, donde pasó su infancia y adolescencia, “en una crianza criolla/galesa sólo conocida en la Patagonia”.

Iris es la menor de siete hermanos y afirma que siempre le gustó leer y escribir. Se considera una autodidacta, pues por falta de oportunidad nunca asistió a reuniones literarias. En mayo del 2004 presentó su primera obra, afirmando que le ha dado muchas satisfacciones, “pese a ser simple y narrar lo cotidiano”, según expresa con auténtica modestia.

Cualquier chubutense que haya tenido contacto con la cultura galesa no puede leer estas páginas sin un dejo de nostalgia, o dicho quizás con más propiedad, con esa intraducible “hiraeth”, más cercana a la saudade o al spleen, vocablos sin equivalentes exactos en nuestro idioma, porque contienen los ingredientes del amor, de la memoria agradecida y una dulce e indescriptible melancolía.

En realidad, creemos que la dulzura espiritual de Iris es la que rezuma en todos sus textos. Porque en ellos aflora la tierna mirada evocativa de una niña que presenció aquel fenómeno sociocultural único en el mundo: la colonización de un territorio casi yermo por un puñado de “gringos” celtas, venidos de una geografía y un clima insólitamente diferentes.

El volumen –con prólogo del recordado profesor Virgilio González- contiene varios cuentos, poemas y relatos, y quizás su mayor mérito repose en las referencias de carácter testimonial. De los primeros, se destaca el que da título a la obra, donde cobra relieve el asombro inusitado de un joven cronista de “La Prensa”, quien al visitar por primera vez la colonia galesa, de pronto se ve envuelto en un clima festivo donde la música, el canto coral y la poesía lo confrontan con una cultura inesperada y exótica.

Luego están las semblanzas de algunos personajes de la vida real –Mrs. Freeman, Eluned Morgan, Tudur Evans- entremezclados con recuerdos y experiencias personales de la autora. Aquí es donde la pluma de Iris adquiere su máximo vigor, inspirada por las tiernas remembranzas de un pasado irrepetible. Dos o tres párrafos bastarán para ilustrarlo. La reflexión acerca de la tarea comunitaria de la trilla: “eran los días en que aún el reloj no se había adueñado de las cosas y se podía disfrutar del tiempo”. El paso de un arreo contemplado desde la casa rural: “Caballos, jinetes, ovejas y perros son una masa de cuerpos y tierra que se desplaza a lo largo del callejón. Los veo en su marcha lenta y penosa y agradezco el refugio cálido de mi cocina.” El orgullo de ser una argentina de origen “gringo”: “Ser descendiente de galeses era saber que sus padres y abuelos habían ganado para la Argentina un pedazo de tierra que hasta entonces nadie había querido. Significaba que los indios no habían sido perseguidos ni muertos, sino que su amistad había sido conquistada con amor y buenos tratos. Quería decir que uno sabía cantar, que ir a la capilla era hermoso, que llamarse Ceinwen en lugar de Irene o María era lindo también”.

Creemos que la autora todavía tiene muchas cosas más para contar acerca “de los días de oro de su infancia”. Por eso nos apropiamos de sus mismas palabras para expresarle desde aquí -con sincera gratitud- que no le decimos adiós, sino simplemente: “tan tro nesaf” (hasta la próxima vez).

Eber Girado.

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