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jueves, 21 de febrero de 2008

UN MITO PATAGONICO: DESDE LA MANO DE PIGAFETTA HASTA LA INSPIRACIÓN DE SHAKESPEARE


"SETEBOS” o UNA TRAZA PATAGONICA EN LA LITERATURA UNIVERSAL

Por Jorge E. Vives*


Es bien conocida, por haber sido tema para muchos autores, la “curiosidad” literaria que menciona el crítico español Astrana Marín en su introducción a una versión en castellano de las “Obras Completas” de William Shakespeare. En “La Tempestad”, última pieza escrita por el dramaturgo inglés, el personaje llamado Caliban hace referencia a Setebos, el poderoso dios de su madre Sycorax. Según explica Astrana Marín, esta deidad no es otra que aquella que mencionara Antonio Pigafetta en su “Relazione del primo viaggio intorno al mondo”, como perteneciente a la mitología de los patagones (nombre que Magallanes da a los tehuelches).
Shakespeare, de acuerdo a la versión más difundida, lo habría conocido a través de la obra “The History of Travayle”, del autor inglés Richard Eden, que incluye una reseña de la crónica de Pigafetta. Atento a las características del dios que da el italiano lo incorpora a su pieza teatral, escrita en 1611 y estrenada ese mismo año.

Sin embargo es menos conocido que, basado en “La Tempestad”, el poeta británico Robert Browning dedicó a la divinidad patagónica un poema titulado “Caliban sobre Setebos” o “La historia de la Religión Natural en la Isla”. Browning (1812 - 1889) dejó una gran obra poética, grande por lo intensa y por lo extensa. Se lo considera el inventor del “monólogo dramático”, subgénero en el que el escritor, asumiendo la personalidad de un personaje histórico o de ficción, le da voz en primera persona; del cual la creación que motiva este artículo es un claro ejemplo.

En “Caliban upon Setebos” (título original de la poesía, incluida en el volumen “Dramatis Personae” de 1864), el personaje shakespeariano filosofa sobre su dios Setebos. Al describir el Setebos patagón, Pigafetta comenta: “Parece que su religión se limita a adorar al diablo. Pretende que cuando uno de ellos está por espirar se aparecen de diez a doce demonios que bailan y cantan a su derredor. Uno de ellos, que hace más ruido que los demás, es el jefe o gran diablo, que llaman Setebos, los inferiores se llaman cheleule”.
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4 comentarios:

javier andrade dijo...

En todas las sociedades, desde el fondo de los tiempos, siempre aparecen las referencias a algún ser superior maligno, digno de temor. El arquetipo de lo "diabólico" ha asolado por igual a "bárbaros" y a "civilizados". Satán, Setebos, Caliban: monstruo poligloto y omnisciente, merodeando por las islas del sur y por los escenarios londinenses, siempre consigue tener su espacio de prensa. Muy buena la nota. Felicitaciones.

Don físico dijo...

Muy interesante este dato sobre la relación entre la obra de estos dos maestros y la patagonia. Creo que debemos perdonar que no hayan respetado la identidad de aoni kenk creando un arquetipo porque la creación de arquetipos y la fascinación por ellos es algo muy natural y atractivo para la humanidad.
Jung sabiamente entendió todo esto y formulo sus teorías psicologicas que tanto han servido.

Lucy in the sky dijo...

Más allá del inconsciente colectivo y de que el hombre necesite la figura divina en su vida, creo que la inspiración en este caso es lo que vale. Shakespeare se inspiró en la imagen de una cultura salvaje y desconocida. Browning se inspiró en la obra de Shakespeare, y el autor de este texto se inspiró en todos esos elementos para llegar a esta reflexión y despertar en los lectores las ganas de comentar. ¿No es maravilloso?

Analí Altoaguirre dijo...

Creer en el poder de ciertas criaturas o en supersticiones es y ha sido propio de todas las culturas, y material para la literatura de todos los tiempos. La Patagonia –más allá de las épocas- encierra en sí misma un misterio que los hombres aún siguen descifrando.Divinizar las anomalías humanas no ha quedado excluida de este acervo. Guardián de los templos, algo así como El Jorobado de Notre Dame, el Imbunche, creación de los indígenas patagónicos, habría sido condenado a la inmovilidad para que no pudiera salir de las Cuevas que también debía custodiar. Con una de sus extremidades atada a la espalda y emitiendo sonidos guturales que causaban pánico, sólo podía ser visto por los brujos.
Hasta hoy en día, ante la desaparición de un niño, o ante una anomalía física producto de alteraciones genéticas o enfermedades congénitas... algunos grupos sociales se las atribuyen al Imbunche.
¡Vaya monstruo que heredamos de nuestros antepasados!
Felicito a Jorge Vives por la excelencia de su artículo, y por ofrecernos, una vez más... su calidad expresiva.