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lunes, 27 de abril de 2009

LA POESÍA DE HOY

DOS POEMAS DE SANDRA PIEN*


SIN RASTRO DE SAL

Entre los surcos
de las espinas de calafate
confieso la aridez pueblerina.

Sólo el piño ovejero
renació
una y otra vez
en cada instante elegido.

No existe rastro de sal

en nuestra mirada.

Es cierto

sabíamos de las distancias

y lo imprevisto

pero las nieves montañeras

omitían el dibujo cruel

diario.
No hubo quien

recibiera el mensaje.

Sin concesión alguna

mi verso libre
callando vientos

dio con la clave.

No dejar huella
sin canto.


BOSQUE DE LENGAS


Aquel bosque

filigranado de ausencias

atrajo los recuerdos.
La pausa del color
despojó

las lejanías

de mis ojos

de un lento canto

en la discreta madera.

Inútil aferrarse

a la sombra

inútil confiarse

a una imagen.

Amé dócilmente
la huella

del regreso.






(*) Escritora y periodista de Capital Federal. Vivió en El Calafate, lugar donde quedó ligada definitivamente a la Patagonia. Estos poemas fueron publicados en su libro “Rumbo Sur”.

miércoles, 22 de abril de 2009

LA NOTA DE HOY

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Historia de la comunicación - De sumerios y patagones


Por Kayra Wicz




“El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.”(G. García Márquez, Cien años de soledad)




El lenguaje humano, tal como lo conocemos hoy, es un sistema de reglas de asociación de sonidos y significados. Su desarrollo comprende los siguientes factores:

La evolución del aparato fónico: la articulación de sonidos (“habla”) es un proceso de alta complejidad fisiológica, producto de una lenta transformación biológica. Es probable que el hombre de Neardenthal (75.000 a 35.000 años a. C.) dispusiera de un aparato fónico suficiente para emitir sonidos. Los órganos empleados para la alimentación se acomodaron a su nueva función: “el habla”.

La maduración cerebral: resultado de la evolución: Es diferente la “maduración” al “volumen” del cerebro, porque aun se ha podido establecer una correlación directa entre el volumen del cerebro y la capacidad lingüística, o intelectual en líneas generales. La maduración posibilita el discurso abstracto, es decir la producción de sonidos relacionados con situaciones que no están presentes.

La respuesta del medio: el lenguaje es un rasgo distintivo de la conducta humana que necesita el refuerzo del medio externo. El mero contacto con otra persona requiere un código para relacionarse.

Investigaciones neurofisiológicas recientes demuestran que el lenguaje y el manejo de herramientas son capacidades alojadas en la misma porción de cerebro. Al adoptar la posición erecta los primates liberan las manos; y pueden emplearlas en la caza y en otras actividades que antes requerían de la boca. Queda así mejor colocada para el lenguaje oral. En opinión de muchos investigadores, fue la mano el elemento clave a la hora de explicar cómo y cuándo apareció el lenguaje humano.

En nuestra larga historia dejamos huellas de todas nuestras actividades: utensilios, dibujos, cartas. A partir de la invención de la escritura aparecen los documentos escritos, que informan y transmiten sobre las costumbres, las formas de vida, las ideas, los pensamientos y sentimientos. Por sus características de presentación, interpretación y preservación a veces cuesta trabajo decodificarlos; pero nos permiten indagar la vida de nuestros ancestros. El estudio del pasado a través de ellos se divide en tiempos prehistóricos (desde la aparición del hombre en la tierra hasta la invención de la escritura) y tiempos históricos (desde la creación de la escritura, cerca de 4.000 a. C.).

En 1984 se descubrieron en Tell Brak, Siria, dos pequeñas tablas de arcilla rectangulares que representaban, con muescas, algo que parecen ser animales, tal vez ovejas o cabras, y su cantidad. ¿Es sólo la ilusión de ver eso, la ilusión de encontrar algo que a pesar de tener casi 6000 años nos muestre lo que éramos? Científicamente, nada lo refuta. Y en este mundo en que todo se ha trasformado en velocidad y ésta en sinónimo de calidad, aquel hombre que marcó sus 10 cabras en una tabla de arcilla hace 6 milenios nos enseña cómo empezamos la maravilla de comunicarnos.

Las “placas grabadas” de la Patagonia, estudiadas por Outes, Vignatti, Gradin y otros arqueólogos, aparentan ser similares a las tablillas de Tell Brak; pero difieren en tres aspectos. Uno de ellos es la antigüedad. Estas placas son del período posterior a la diferenciación en etnias de los pueblos patagónidos primigenios. Sin llegar a los 6.000 años de las tablillas de Siria, las placas patagónicas podrían tener más de un milenio de existencia. Otro aspecto es que no están realizadas sobre arcilla sino sobre materiales duros como esquisto y pizarra (las incisiones sumerias se hacían sobre greda húmeda que luego se cocía). Y por último, en las “placas líticas” los grabados no responden a un lenguaje escrito; tiene un carácter estético y mágico. Desde ese punto de vista estas placas podrían considerarse, en la línea evolutiva del lenguaje humano, las antecesoras de las tablillas de Tell Brak: un preludio al nacimiento de la escritura.











domingo, 19 de abril de 2009

LA NOTA DE HOY






UN "GALÉS-ARGENTINO"
El Sargento Weston Harris


Por Jorge Gabriel ROBERT*



El sargento Weston Harris era un soberbio exponente de su raza y cuando algún galés quería mostrar esa estirpe con orgullo, era al primero que nombraba. Sus ancestros habían llegado a esta tierra irredenta del Chubut allá por el año 1865 como colonizadores, conquistadores, por lo que ellos se decían, formadores de patria. Para eso prometían una sola cosa: trabajar.

Weston Harris quería abrirse camino en la vida, su padre había descendido del velero Mimosa en una playa de Puerto Madryn y era necesario empezar bien de abajo. Probó sembrando y cosechando. Para eso estaba en el valle fértil del río Chubut. Pero algo le decía que su destino no era ese. Así fue como enderezó con su vigorosa juventud hacia el centro de la provincia y se conchabó de peón rural en la estancia “La mimosa” (el mismo nombre que el barco velero había traído a los suyos desde Gales), pero la estancia estaba en venta y ni los antiguos dueños le pagaron su trabajo, ni los nuevos le quisieron pagar. Entonces, se dirigió a la comisaría de Tecka, una incipiente población cercana. Pero no a denunciar a nadie sino a pedir una vacante de “milico”. Poco tiempo tuvo para darse cuenta que había puesto su pie justo donde el destino le había marcado; también los pobladores de la zona se fueron amoldando a una nueva vida de solidaridad y orden, en cumplimiento de normas que el joven agente policial les fue inculcando con sobriedad y respeto.

A los dos años nomás con el ascenso, asumió la jefatura de Corcovado, otra población cercana con mayor índice de delincuencia, a la que el flamante Cabo Harris, "el galenso", como lo habían bautizado los criollos del lugar, fue imponiendo su personalidad inclinada a la persuasión y rectitud en el procedimiento. La delincuencia en aquellos años y en esos lugares se limitaba al robo de ganado, marcaciones ilegales y alguna que otra pelea a cuchillo en carreras cuadreras, jugadas de taba, dados o naipe. Aunque el contrabando de hacienda hacia Chile, les daba algún dolor de cabeza mayor.


Alerta, las autoridades policiales superiores consideraban que era necesario marcar presencia en lugares de mayor categoría y el “galenso” Harris fue a parar con su jineta de sargento a Gobernador Costa y de ahí una temporada en Nueva Luvecka, según las circunstancias fueran o no importantes o si la nieve excesiva lo requiriera para el salvataje de gente o animales. El sol se había tomado largas vacaciones ese invierno y el viento sur permanente, no dejaba de arrear nubes blancas en un volar de palomas por bajo un cielo muy azul que apenas asomaba por entre los cerros nevados.

Socorro de ovejas en la nieve

Cumplida su misión en zona cordillerana del Chubut, el sargento Weston Harris fue derivado a la zona costera, instalándose en Puerto Madryn, con algunas secuelas del frío soportado pero como lo veían igual muy dinámico, la Jefatura le confeccionó un traslado a Puerto Lobos, un poco más al norte, donde la jurisdicción, como destacamento, tenía un rancho a punto de derrumbarse. De manera que para el sargento Harris, eso no era problema. Con la aprobación de sus superiores, y aplicando además de su gran voluntad, la experiencia de anteriores situaciones similares, preparó en un amplio círculo de barro, yuyos y paja de coirón cortada a tijera, una tropilla de caballos en amanse que un puestero le prestó para el pisadero, fabricó ladrillos y construyó la vivienda y algún “refugio” para contraventores.

La municipalidad de Puerto Madryn colaboró con algunos muebles y la jefatura, con un técnico albañil. El agua era transportada en camión desde Río Negro hacia Madryn y a la pasada por la ruta 3 se detenía a proveer el vital elemento en la obra del sargento Harris. Luego de algunos años de lucha, su traslado fue a Gaiman, donde todavía se limaban diferencias entre los originarios tehuelches y el nuevo asentamiento galés. Solución?… El sargento Harris. Su esposa Rosalía, sus hijos Edmundo, Elvira, Eduina y Rodolfo, llenaban las horas de su intimidad.

Como premio a su fecunda labor en todos los terrenos, el sargento fue movido para su jubilación a Camarones, un lugar tranquilo, casi diría de descanso; aunque no tanto para los pobladores del campo, pues merodeaba esos lugares un astuto bandido ladrón de "semovientes” que el sargento debió perseguir a caballo, en soledad, durante varios días, hasta que el “escribiente” pudiera redactar el acta de detención en la comisaría de Camarones.


Su vida activa continuó después de su jubilación hasta el mes de noviembre de 1987, en que falleció un día después de asistir a la ceremonia provincial en el cementerio del Solar Histórico Moriah de Gaiman donde fueron depositados en acto público los restos de su padre, llegado a estas tierras desde Gales, como se dijo, en el velero Mimosa, en 1865.


*Nos complacemos hoy en publicar en Literasur la primera de una serie de notas del querido amigo Jorge Gabriel ("Rico") Robert, asiduo colaborador en publicaciones digitales como "Arcón del Recuerdo", "Pueblo a Pueblo" y habitual comentarista de temas regionales a través de cartas de lector en diversos medios periodísticos. "Rico" profesa un gran amor por los valores heredados de sus mayores, ha sido testigo y protagonista de la vida social, institucional y rural de su Camarones natal y al igual que su hermano Gerardo -también colaborador de esta página- tiene el privilegio de poder expresarlo con personalísimo estilo y galanura criolla.








domingo, 12 de abril de 2009

LA NOTA DE HOY


ESCRIBIR EN EL PARAISO

Por Jorge E. VIVES


La montaña se presta para sumirse en la literatura; ya sea en su faz creativa, la labor del escritor, como en su faz lúdica, el placer del lector. Las cumbres que enlazan el espíritu humano con la inmensidad del universo; los bosques umbríos con sus misterios insondables ocultos detrás de cada árbol; las largas noches de invierno cuando la luna congelada ilumina el suelo níveo; todo incita a la imaginación de quien se abisma en las páginas de un buen libro o se aboca a la tarea de transmutar sus sentimientos y pensamientos en palabras que otros disfrutarán luego.

Por eso no es extraño que El Bolsón, ese trozo de empíreo colocado en la tierra por error, descuido o a lo mejor premeditación, sea un pueblo de lectores y escritores. Podría decirse que la literatura mora allí, mentada permanentemente en los nombres de la tierra; algunos eufónicos y sonoros, como “cerro Piltriquitrón” o “río Quemquemtreu”; y otros de tonalidad poética, como “Agujas del Silencio” o “cerro Hielo Azul”.

La vasta producción literaria local es fiel testimonio de esta proximidad con el arte. Se puede mencionar, por ejemplo, a Juan Domingo Matamala, bolsonés de nacimiento, licenciado en letras, docente, actor y director teatral, periodista. Publicó numerosos artículos y libros sobre la zona; entre ellos “El Bolsón, historia y toponimia”, “El embrujo de El Bolsón”, “El Bolsón como yo lo conocí”, “Historia del lúpulo en El Bolsón” y “El periodismo en El Bolsón”. Su obra “El Bolsón, historias del paraíso”, es un anecdotario imprescindible para internarse íntimamente en la región, presentado en una cuidada edición artesanal de gran valor estético.

Nacida en Buenos Aires, Martha Perotto se radicó hace casi treinta años en El Bolsón, donde además de ejercer como docente en lengua y literatura, ha desarrollado una importante labor artística. Es autora de varios volúmenes de cuentos, como “El viaje y otros cuentos” y “Cuentos para un invierno largo”; y sus relatos han integrado diversas antologías. Escribió dos novelas, “De un castillo en Patagonia” y “Territorio: Waj Mapu. Patagonia secreta”; e incursionó en la dramaturgia con la pieza “La ceniza”.

En este blog ya se mencionó un par de veces, por su excelente calidad literaria, un cuento llamado “Gondwana”. Su autor, Jorge S. Honik, es un escritor porteño de origen que vive en El Bolsón desde hace tres décadas; lugar donde se asentó luego de peregrinar por diversas partes del mundo. Farmacéutico universitario y docente en artes y ciencias exactas de profesión, escritor por vocación, obtuvo diversos premios con sus creaciones. Se interesa tanto por la narrativa como por el teatro. Publicó, entre otras obras, un volumen de cuentos imaginativo e inquietante llamado “La selva iluminada” (que incluye el relato “Gondwana”).

Para cerrar este breve resumen se menciona a Jorge Sánchez. Aunque nació en Neuquen, es hijo de una familia de El Bolsón que volvió a radicarse en su lugar de origen hacia 1961. Estudioso de expresiones populares tales como el folklore regional, desde joven se dedicó a escribir poesías y canciones. Su primer obra en narrativa es un conjunto de “Doce relatos patagónicos” (tal el subtítulo) reunidos en el volumen llamado “Al sur del paralelo 40°”.

La lista es, sin dudas, asaz incompleta; ya que son muchos más los autores que, para escribir. aprovechan las bienaventuranzas de ese “paraíso terrenal”. Tal vez un lector desconocedor de la zona suponga que la comparación no es más que una impropia y retórica hipérbole, una exagerada figura metafórica. Pero quien alguna vez, sentado al atardecer en una altura dominante, por ejemplo, en la loma del Medio o en el cerro de la Cruz, haya contemplado el valle que se oscurece a medida que el sol cae detrás de las montañas cuyas puntas ilumina con sus rayos agónicos, en un esperanzado intento de aferrarse al lugar; sabe que el bucólico ambiente se colma de una paz beatífica, edénica, que se presta indudablemente para la meditación. Y que también invita a persistir en esas buenas costumbres de leer y escribir.


Nota: el autor quiere agradecer a la librería “Rincón de Libros" de El Bolsón, la excelente atención brindada; que permitió reunir el material para esta primera aproximación a la rica literatura local.





jueves, 9 de abril de 2009

UNA PÉRDIDA IRREPARABLE

El dolor es un sentimiento personal, subjetivo. Normalmente se manifiesta en el marco de la mayor intimidad. Por excepción, hay situaciones en que se justifica participarlo en forma pública, cuando está ligado a personas y quehaceres que tienen una notable repercusión a nivel comunitario.
Nuestra página digital está hermanada, desde hace mucho tiempo, con Vistas del Valle, un prestigioso espacio de difusión de los paisajes y de los quehaceres culturales de esta región del Chubut. Sus méritos no necesitan ninguna apología, simplemente porque resultan ostensibles con solo ingresar al sitio y disfrutar de sus contenidos.
Vistas del Valle es un logro de los esfuerzos mancomunados de Raúl Horacio Comes y de María A. Sáez, una pareja que, además de sus familiares y amistades, se ha ganado también el afecto y el respeto de toda la comunidad valletana.
Ayer nos tocó asistir a la despedida de María. Todavía nos cuesta creer que sea cierta su partida tan prematura, en la plenitud de una existencia rodeada del amor entrañable de sus seres cercanos y de quienes disfrutábamos del beneficio de su amistad.
Nos queda su recuerdo tan afable, su sonrisa, su dulzura, y la certeza de que en Raúl y en sus hijas ella ha dejado la posta segura para la continuación de sus sueños y desvelos.
Vistas del Valle y Literasur hoy están de duelo. Mañana, seguramente, seguiremos adelante, tal como ella lo hubiera deseado.
Hoy, desde este espacio, el equipo de Literasur hace una pausa silenciosa en homenaje a su memoria.

jueves, 2 de abril de 2009

REPORTAJE A COCA RODRÍGUEZ ( 2° PARTE)



Entrevista a:
Coca Rodríguez

Actriz
Trelew

- Segunda parte -

27 de Marzo – DÍA MUNDIAL DEL TEATRO

Por Olga Starzak





Hay en las palabras de Coca un agradecimiento que va más allá de las palabras. Una gratitud hacia esos hombres de la comunicación que entendían el arte como parte relevante de su pueblo.
En cada relato que nos hace, hay un todo entre el grupo al que ella pertenecía desde el teatro infantil, y “El Grillo” que representaba obras para adultos. Recuerda en él, además de los nombres de Myrtha García Moreno, Pocho Gutiérrez, Beltrán y Encarnación Mulhall, Horacio Guratti… a Olga Radice, Cora Garate, Beba Fredes, Alba Fredes, Emilse Pereyra, César Rago…

Y vos, Coca, ¿qué participación tenías allí, siendo tan jovencita cuando ese grupo nace y se consolida?

Traspunte, dice. Yo era transpunte en el teatro “El Grillo”. Porque yo tenía que estar donde se prendieran las luces, y hubiera alguien que se movía en un escenario. Ambos grupos colaboraban con el otro, no había competencias… ¡ni se nos ocurría competir! En las funciones de “La Rayuela” estaban ellos para ver que podíamos necesitar, y nosotros igual para con ellos.

¿Sos consciente de que ustedes, tanto los actores de “La Rayuela” como de “El Grillo”, marcaron en Trelew una época, cultural, social y artística que no volvió a repetirse?

No sé, no es tan así. La gente cambia, las condiciones cambian, los pueblos cambian. Creo que la dictadura militar fue como un trapo con nafta que causó como una cosa de agostamiento, de aridez, de tierra seca. De pronto por el miedo, la situación económica… un montón de cosas que se fueron complotando para que desapareciera ese Trelew que teníamos, para que el teatro desaparezca; y después –de a poquito- se fue rehabilitando la actividad, fue reflotando, desde “Metateatro”, desde “El árbol”, fuera del ámbito oficial van surgiendo alternativas muy importantes.
Yo soy integrante de “El árbol” que es una asociación cultural sin fines de lucro. Se sostuvo vendiendo empanadas. Después de unos cuantos años conseguimos del Instituto Nacional del Teatro un subsidio y recién ahora, después de 16 años, nos dieron un subsidio de Provincia. Empezamos de la nada: hay un video que lo demuestra: está Juan Arcuri, flaquito, con barba… abriendo la puerta de un galpón, un galpón que hoy es “El árbol” (cuando iniciamos teníamos que llevar un almohadón y una manta para no morirnos de frío). Hoy tiene a “Ampolla”, su propio elenco, taller para chicos, para adolescentes, para jóvenes, para adultos…


Cuando le pregunto sobre los recuerdos que le surgen de la década del sesenta, de sus compañeros, del teatro independiente, del público que convocaban, abre sus grandes ojos oscuros, y con tanta emoción como convicción, expresa:

Alegría. Éramos tan felices, éramos audaces. El público estaba siempre pendiente de una nueva puesta en escena. Se llenaban todas las funciones, era gente llena de ganas de ver, conocer, participar…

Y detiene su mente allí, en ese recuerdo que la llena, indiscutiblemente, de auténtica alegría.
Le recuerdo “La palangana de Poncio”, ese Café Concert que interpretó junto a Pocho Gutiérrez y que tuvo tanto éxito que aún hoy la gente lo anhela. Me interesa que nos cuente cómo surge, y lo hace así:

Myrtha García Moreno, que dirigía “El Grillo”, un día me dice: “vamos a hacer un café concert; vos y Pocho (Gutiérrez)”. Le dije que sí sin saber de qué se trataría (porque cuando se trataba de actuar yo decía siempre que sí). Trabajamos cuatro meses, cuatro meses de trabajo de mesa. Reunimos poemas, canciones, textos. Nos detuvimos en analizar por qué habíamos hecho esa elección, dónde estaba el hilo conductor; y resultó un espectáculo con un humor desopilante pero textos fuertes.
Tuvimos un éxito increíble y la dejé porque, embarazada de seis meses de mi primer hijo, ya no podía seguir. La gente nos mimaba con ese espectáculo; aplaudía de pie.

Coca actuó en más de 60 obras teatrales, y le pregunto en qué roles se sintió más cómoda, más identificada con su propio perfil…

No me llama un personaje porque se parezca a mí. Muy por el contrario, me atrae literariamente primero, qué le pasa a ese personaje, y cuanto más distante esté de mí más desafío representa.

Creés que el actor tiene que poder interpretar cualquier tipo de rol, o que cada uno nace o se hace para un determinado papel, sea este consecuente de la comedia, el drama, la tragedia o el humor?

Las dos cosas, creo. Como en todo lo artístico hay una vocación, algo te tiene que llamar a hacer eso, a sentir que eso es lo que te va a dar felicidad, pero después - si no tenés ese tesón, esas ganas de saber, de aprender, de estudiar- el talento natural queda ahí, tiene un techito. Eso es lo que tiene de maravilloso el teatro, no se termina nunca de aprender. El actor se hace sobre las tablas, se hace caminando el escenario.
El actor tiene que poder hacer todo, y a cada personaje tiene que amarlo aunque haga de un asesino serial. Eso, en la construcción del personaje, es fundamental, uno inconscientemente juzga al personaje, y ¡no se puede hacer eso! Así es imposible dar lo que ese papel exige.

Quiero saber qué hay de cierto en aquello de lo que tanto se habla: el pánico escénico. Y la invito a que nos cuente cuánto de realidad y cuánto de leyenda hay en eso.

A mí no me ha pasado pero lo he visto. Gente que se bloquea y directamente hay que bajar el telón, y volver a empezar. Yo utilizo aquello de las cuatro paredes de Stanislavsky. Este fue el primer pedagogo teatral que sistematizó toda una teoría sobre el actor y su mundo. Muchos lo han tomado al pie de la letra pero la realidad es que él se murió revisando su método.

Hablando de nuevas teorías, se refiere luego a Eugenio Barba. Nos dice:

Es el pedagogo de la actualidad, quien marca tendencias. A mi modo de ver, agrega, no existe un teatro absolutamente Stanislavskiano o Barbiano. Cada obra, cada personaje tiene su modo de acercamiento, de construirse, sirven cosas de allá, cosas de acá; depende muchísimo del director.

A propósito de los directores: una vida dedicada al teatro te ha llevado a tener un criterio claro respecto de directores y direcciones… ¿qué no le puede falta a una persona para dirigir una obra de teatro? ¿A quién admirás en lo regional, y en lo nacional en este sentido?

¡Pasión! Eso es lo que no les puede faltar...

Cuando le expreso que, a mi parecer, a los directores les gusta asumir una actitud a veces soberbia, a veces agresiva, apunta:

El director es alguien que tiene el mismo amor que los actores por el teatro. Si es déspota o autoritario, solo habla de sus propias inseguridades. Si un director tiene conocimiento y pasión por el teatro acepto que me dirija un actor que no ha tenido experiencia. La pasión es básica. La seguridad que te trasmite es fundamental.
En lo regional admiro a Luis Molina y Gustavo Rodríguez, porque sé lo que aman el teatro. Luis tiene toda su pasión y su corazón dedicado al teatro, y Gustavo es un ser más vulnerable, un artista. El es además buen escritor, fotógrafo, tiene el arte a flor de piel.
En lo nacional admiro a Pompeyo Aurivert. Tiene una mirada diferente, es un artista muy serio que investiga con muchas ganas y –puede gustar o no su teatro- pero es absolutamente respetable. No podemos hablar de teatro vanguardista porque esto implicaría una ruptura, y de hecho, todavía no la hay, pero sí de nuevos modos, de nuevas tendencias.

Ya has dado clases de teatro, has coordinado innumerables talleres, has enseñado u trasmitido toda tu capacidad y experiencia… ¿qué creés que, en este ámbito, te falta por hacer? Y es que hay algo que te falte, claro…

Ahora quiero actuar. Actuar y ¡seguir aprendiendo! Me gustaría hacer el teatro de actores, más intimista, de pocos, y de construir un personaje desde los cimientos y verlos crecer…
Y hacer Café Concert, ¡eso me divierte mucho!

Ese es el sentir de Coca. Alegría en el Hacer. Todo lo hizo así: hasta cuando pasó, de viaje por placer, por Chile, y terminó quedándose en Santiago cuatro meses tentada por una oferta de hacer en televisión, teatro para niños. O cuando, radicada en España, se dio el gusto, también, de hacer teatro para chicos.
Ella dice que el teatro es una pasión.
Y así lo trasmite.

Olga Starzak
Marzo de 2009