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sábado, 3 de abril de 2010

EL POEMA DE HOY




LA TEJEDORA DE MATRAS

por MARÍA JULIA ALEMÁN DE BRAND




Quiero darte mi canto, tejedora
manantial de paciencia inagotable,
al pie de tu telar, feliz y amable,
en tus manos el tiempo se demora.

Una herencia de siglos atesora
la ciencia primitiva y venerable
de trocar en color, lo transmutable
que en corteza y raíz, te da la flora.

El pardo de la tierra, lo has urdido
en el rústico poncho del tropero…
y en tus matras estalla el reverbero

que has copiado del campo florecido.
(…y el alma de tu raza la has tejido
Penélope del Sur, con todo esmero…)




María Alemán de Brand, eximia poeta esquelense, ganadora en cuatro oportunidades de la corona de plata del Eisteddfod del Chubut (1976, 1979, 1981 y 1982) y de otros numerosos reconocimientos, refleja en sus obras la más honda esencia patagónica. En el prólogo de su libro “Soy Poesía, búscame en el sur” (publicado por la Editorial Asociación de Escritores del Oeste del Chubut) se presenta de esta manera: “Puedo decir que soy sureña hasta el último hueso. Y vengo, orgullosamente, de un hogar campesino… En mi familia la lectura es casi un vicio, no es extraño, entonces, que comenzara a escribir versos desde muy joven”.

(Retrato: gentileza de Nadine Alemán)


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1 comentario:

jorge robert dijo...

Empiezo por agradecer a Nadine, nuestra amable conocida, por el retrato de María Julia Alemán. Con esa divina sonrisa de la autora, completa el contexto de la obra poética que nos regala con su poema y la ilustración correspondiente. El verso, lo podemos leer así nomás, y olvidarlo al instante pero los recuerdos que no tienen límites,
de las mujeres tejedoras, por lo menos a mi me obligan a ver a mi madre desde mi más tierna infancia,toda su vida, que fué muy poca, confeccionando prendas familiares con el "tejido" Y a mi esposa la noche entera, a la luz de una lámpara a kerosene, sentada en el cajón de leña, en pleno invierno, tejiendo dos perritos blancos que debía intercalar en una camperita de nuestro hijo primero, porque el médico nos esperaba a muchos kilómetros, todos los mese. Claro, ella tenía 16 años y vivíamos entre dos cerros patagonicos. Gracias, María Julia, un saludo a Nadine.
Jorge Gabriel