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domingo, 1 de agosto de 2010

LA NOTA DE HOY




LA HUELLA QUE DEJAMOS


Por Kayra Wicz



El pasado martes 13 de julio varias agencias de noticias publicaron que en Jerusalén fue hallado un fragmento de arcilla del siglo XIV a.C. con un texto en acadio. El director de excavaciones Eilat Mazar, de la Universidad Hebrea, dijo que el fragmento de 2 centímetros de longitud contiene una muestra de escritura cuneiforme acadia. El texto incluye las palabras "tú", "ellos" y "más tarde". Es unos 600 años anterior a la muestra de escritura más antigua conocida previamente y se remonta a cuatro siglos antes del reinado del monarca bíblico David. Mazar dijo que el fragmento proviene probablemente de una corte real y que podría haber otras muestras enterradas en la parte más antigua de Jerusalén, situada en el sector oriental.
El desciframiento de las escrituras antiguas es una de las invenciones humanas más importantes. A través del conocimiento de la historia de los pueblos, hemos podido hacernos una idea precisa de la génesis de nuestra civilización. Los sistemas de escritura se originaron hace unos cinco mil años, tras la evolución de los dibujos hacia formas logográficas, en Asia Menor. Posteriormente, la escritura fue silábica, hasta Grecia, donde ya encontramos un verdadero alfabeto.
La escritura sólo es imaginable a través de los soportes empleados para albergarla, de los materiales usados para esgrafiarla, tallarla o pintarla. Básicamente la escritura se fija en el soporte por dos procedimientos: incisión (inscribir) o trazado (escribir). En el primero, se pueden utilizar diversos procedimientos: grabados, esculpidos, incisiones, etc., a veces con marcas tan débiles que son poco más que rasguños, a veces con rebajes profundos realizados a cincel, dependiendo de la dureza de los materiales. En el segundo, también hay distintas posibilidades: el dibujo, la pintura, la caligrafía, la impresión, etc. Dentro de éste, se hace una distinción entre los manuscritos, modalidad que se realiza con instrumentos tan diversos como son los pinceles, plumas, cálamos, lápices, rotuladores y la escritura realizada con aparatos que, desde su comienzo con la invención de la imprenta, se han ido desarrollando a medida que a evolucionado la técnica y, de este modo, usa linotipias, cajas, teclados, soportes magnéticos y cuantos procedimientos se han desarrollado desde la aparición de las máquinas de escribir y los ordenadores.
Según se ha indicado, frente al estilo o el cincel y demás objetos punzantes para la incisión en la escritura característica de los soportes denominados tradicionalmente duros, los usados por los copistas para escribir sobre papiro, pergamino o papel son básicamente el pincel, tallado a bisel, que exigía grandes dotes caligráficas; el cálamo, tallado en punta, de manejo más fácil y, especialmente a partir del siglo IV D.C., la pluma de ave, ganso u oca. Estos útiles se cortaban con un cortaplumas y se afilaban, especialmente la pluma, con piedra pómez o piedra de afilar. Para guardarlos se utilizaba un estuche denominado stilarium, graphiarium, theca libraria o calamarium. Fundamentales también, para la preparación del códice y para la escritura, eran otros instrumentos como: compás, punzón, regla, lápiz de plomo, raspador y esponja.



El uso de las tintas se remonta ya al milenio tercero A.C. Se usaba el negro de humo mezclado con goma para obtener una pasta que se solidificaba y que había que diluir para escribir. Había tintas de origen vegetal, fáciles de borrar con una esponja húmeda, y, en la Edad Media, comienzan a usarse otras obtenidas de elementos metálicos. Generalmente, se componía de elementos como vidrio, nuez de agallas, vitriolo, goma, cerveza o vinagre. Las tintas eran principalmente negras, aunque la civilización primitiva china las usaba también rojas. De este color se empezaron a usar en Occidente en la Edad Media. Para obtener estos tonos se recurría a otros productos, como la púrpura, extraída de las glándulas de moluscos gasterópodos, el cinabrio, el carmín o las tierras coloreadas, además del oro o la plata.

Así el hombre fue escribiendo su historia. Elige como hacerlo, y la inscribe en la historia universal, entonces talla, pule, marca, pincela, afila, suaviza. Marca su nombre en una firma, su nombre es su marca en la vida. En el trazo está toda su historia. Presiona desde tiempos inmemorables sobre diferentes materiales, buscando grabar su personalidad, su propiedad, su pensamiento. La tinta y los elementos en los que la usamos, no son sólo desarrollos técnicos y tecnológicos, son también esfuerzos para dejar a las próximas generaciones lo mejor de nosotros.



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1 comentario:

Jorge Vives dijo...

Esta nota de Kayra me hizo reflexionar sobre la importancia que tuvo la escritura en el desarrollo de la Literatura; importancia que por obvia y cotidiana, y por estar sumergidos en un mar de sonidos e imágenes, parecería que se está tendiendo a olvidar. Como también fue fundamental el paso anterior, la invención del lenguaje; y el paso posterior, la invención de la imprenta (aunque Borges tiene sus prevenciones en cuanto a esta última).

Parecería que un cuarto paso dado por la tecnología, que benefició a la Literatura, fue la digitalización de la información y la aparición de dispositivos que emplearon esa facilidad. La computadora y los procesadores de texto aliviaron el trabajo de escribir (aunque algunos autores prefieren seguir haciéndolo en forma manual). Las impresoras, en tanto, ayudaron a la edición de libros, permitiendo que incluso el mismo escritor, artesanalmente, hiciera conocer su obra. Por otro lado, un “gadget” (y déjenme emplear este anglicismo, cuyo significado supera su traducción literal), que guarda relación con la Literatura, es el “libro electrónico”. Sin embargo, su aceptación no está tan asegurada como parecía al principio. Incluso, hace poco tiempo el asunto mereció unas palabras en ese sentido por parte de Umberto Eco. Particularmente, tampoco me gusta la idea. Por muchas causas, prefiero tener en las manos un libro tradicional. Me parece que la diferencia entre leer un libro de papel o un libro electrónico, es la misma que existe entre acariciar un ser humano o un robot. Aunque el desarrollo informático que más contribuye a la Literatura, parecería ser Internet. Sus ventajas son muchas: desde permitirnos una humilde intervención en el mundo de las letras por medio de este blog; hasta disponer de excelentes bibliotecas virtuales, que aseguran acceder a un universo de libros (e, incluso, imprimirlos).

Pero de nada valen los desarrollos tecnológicos, sino existe el artista inspirado que entregue al mundo sus obras; ya sea que estas se transmitan oralmente o en forma escrita; impresas en papel o por medios electrónicos.