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jueves, 9 de septiembre de 2010

LA NOTA DE HOY






DESCUBRIENDO A GORRÁIZ BELOQUI
(Primera parte)


Por Jorge Eduardo Lenard VIVES






Por lo general, intento escribir mis artículos de tal manera que el lector pueda juzgar por sí mismo el asunto tratado, sin comprometerlo con mis opiniones. Pero en esta nota me veo obligado a modificar la costumbre, ya que su tema se convirtió en un desafío personal. Surgió a lo largo de ocasionales y dispersas lecturas; y rondó a mi alrededor, como reclamando mi atención. Finalmente lo logró: al presentarse como un enigma cuya solución requería interpretar las pistas que, una a una, iban apareciendo, azuzó mi curiosidad.

Todo empezó hace un par de años. Mientras reunía datos sobre la literatura regional tropecé con un trabajo de Leonor María Piñero, “Ensayo de Historia Literaria Patagónica”, publicado por la revista Argentina Austral. La documentada reseña mencionaba, entre otros escritores chubutenses, a “Ramón Gorráiz Beloqui, quien en 1914 actuaba como periodista en Comodoro Rivadavia, autor de simpáticas notas sobre el pasado patagónico”. El apellido Gorráiz Beloqui, de inmediato, me trajo un recuerdo. Alguna vez mi padre comentó que durante su niñez en Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires, había oficiado de ayudante en la sección infantil de la biblioteca del pueblo. Responsable de designarlo en ese puesto fue el bibliotecario, quien era, además, periodista en el diario local; allí redactaba artículos sobre distintos tópicos, más tarde reunidos en un libro llamado “Huroneadas”. El Zenódoto de Éfeso tresarroyense no era otro que Ramón Gorráiz Beloqui.

Fui entonces a la biblioteca familiar; y, rebuscando, hallé el ejemplar de “Huroneadas” que recordaba haber visto. Sin dudas, la pluma de Gorraiz Beloqui, como había descripto Leonor Piñero, era “simpática”. Y aguda. Sabía retratar personas y pintar paisajes con trazos nítidos, en los cuales aparecía un dejo de humor. El libro reunía muchas notas sobre Tres Arroyos y zonas aledañas. Pero los tres artículos finales tenían una temática diferente: versaban sobre la provincia de Neuquén. Y allí, un dato importante. Discutiendo sobre la etimología del topónimo “Zapala”, Gorráiz Beloqui manifestaba: “Yo me había basado en la explicación que me diera cierto tehuelche chubutense con quien conversé en el puerto de Comodoro Rivadavia, hace ya unos cuantos años”. Por boca del periodista se confirmaba su presencia en la Patagonia. De a poco iba aclarándose la figura borrosa del escritor; dejaba de ser un simple nombre escuchado al vuelo para transformarse en un actor de la literatura patagónica. Por el momento, inmerso en otras investigaciones, dejé de lado el tema; prometiéndome que alguna vez lo estudiaría en detalle.

Meses más tarde revolvía nuevamente los atiborrados estantes de mi biblioteca cuando, entre una pila de folletos de tapas grises, en su mayoría publicaciones del Museo de La Plata sobre temas de arqueología patagónica, encontré un librito que concitó mi atención. Se llamaba “Esquel y otros motivos sudoccidentales”. Su autor: Ramón Gorráiz Beloqui. Esta nueva muestra de la afición por la temática sureña del ubicuo autor, consistía en pintorescos bocetos de varias localidades chubutenses (Esquel, El Maitén, Cholila, Epuyen, Trevelín, Tecka, Gobernador Costa, Río Pico, José de San Martín, La Herrería), vistas a mitad del siglo pasado. El escritor definía así su obra: “De Esquel y otras localidades es este film periodístico, esta serie de motivos remanentes de otros más extensos ya empleados en diversas crónicas”.

El libro no informaba sobre el editor ni el año de publicación. Afortunadamente alguien había escrito a mano, en la portada, una previsora nota: “El Imparcial, Coronel Suárez, 1950”. Enseguida relacioné el nombre de esa próspera localidad bonaerense con una de mis primeras colaboraciones en este blog: “Intermezzo bonaerense”, una nota dedicada a describir la presencia de algunas familias galesas, provenientes de la colonia del Chubut, en su fundación. Estudiando aquel tema había conocido al autor de un exhaustivo libro sobre la historia de Coronel Suárez: Héctor Dos Santos. Durante muchos años el señor Dos Santos fue periodista en esa ciudad; precisamente, en el diario “El Imparcial”. Recordarlo y contactarme con don Héctor fue una sola cosa. Le pregunté entonces por Gorráiz Beloqui, con el temor de todo investigador de ver desbaratada su hipótesis. Pero la respuesta fue mejor que la esperada. “¿Gorráiz Beloqui? Trabajaba en el escritorio al lado del mío”.

Si el amable lector me sigue teniendo paciencia, esta nota continuará...


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