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martes, 30 de noviembre de 2010

EL RELATO DE HOY




PROHIBIDO


Por Ada Ortiz Ochoa (*)





La tarde a la hora de la siesta con tiempo disponible, me da la libertad necesaria.
Silenciosa como es mi costumbre, me encamino al encuentro con él.
Cumplo con todos los ritos previos al placer, mejor dicho, me dejo llevar por el hábito de hacerlo...siempre preparada para esta cita a la que me siento obligada.
Muchas veces intenté dejarlo, es dañino para mí.
Personas sensatas me previnieron en contra de él.
No hubo caso, a nadie quise escuchar.
Sacudo la cabeza, resignada, aceptando con una sonrisa este fatalismo y elijo para el excitante momento, un lugar en la semipenumbra.
Él y yo. Juntos.
Como un anticipo, siento en mi mano el calor de él.
El deleite fue sin igual y se prolongó durante un largo tiempo. Ya totalmente sometida, rememoré ¿cuántos años tenía cuando furtivamente me encontré con él, por primera vez a solas?
Porque había sido precoz.
Aprendí a gustarlo golosamente a la edad de ocho años. Espiaba los movimientos de mis padres y hermanos.
Hasta de mi abuela me cuidé. Fui astuta y nunca me sorprendieron.
Me encantó disfrutar de lo prohibido.
Sonrío. Ahora con muchos años a cuesta y con hijos casados... me he quedado sola.
Pero la presencia cálida de él, estuvo y está permanente, para hacerme menos duros los inviernos y más frescos los veranos, aunque nuestros encuentros sean esporádicos y fugaces.
Ahora, si la vejez me doblegara, seguiría siempre acudiendo a él.
Respondiendo a su llamado. Buscando el placer del mate.



(*) Escritora de Sierra Grande.



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1 comentario:

Jorge Vives dijo...

En la mayoría de los cuentos de Negrita el final es inesperado y, muchas veces, como en este caso, tiene un toque de humor que deja una sonrisa en los labios de los lectores. En la presentación de su último libro, “Después será un mañana”, realizada el 23 de octubre pasado en Sierra Grande, el grupo de teatro de la Casa de la Cultura a cargo Carolina Hueunulaf, teatralizó su cuento “Nada más que una mentira”. También en ese relato el final es inopinado y humorístico; la reacción del público fue inmediata y espontánea, aprobando con risas y comentarios lo acertado de la conclusión. ¡Qué mejor para quien escribe que poder comprobar personalmente la reacción que sus obras provocan! En esas situaciones no hay “críticos” por medio; es el lector quien se manifiesta y demuestra que la creación lo emociona. Y Negrita tuvo tal satisfacción ese día.

Respecto al tema del cuento… el mate fue compañero de muchos a lo largo del tiempo y de la geografía; en momento de tristeza o alegría, para compartir entre amigos o degustado en soledad. Una soledad que no es tan solitaria, porque está el mate de por medio. Pese a su origen norteño, caló hondo en la Patagonia, como en el resto del país; y unos buenos amargos siguen siendo, para muchos patagónicos, el preludio de un día de trabajo, un solaz para hacer más llevadera una tarea o la recompensa en un momento de sosiego al término de las labores. Creo que Negrita supo expresar con mucha calidad y sensibilidad la esencia de este sentimiento; esa sensación de compañía, que invoca la ceremonia de matear.