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sábado, 18 de junio de 2011

LA NOTA DE HOY





LA “ARQUITECTURA BLANCA” DE GAIMAN


Por Jorge Eduardo Lenard Vives



Adornan el paisaje de la región española de Guadalajara unas típicas construcciones de pizarra, cuyo color obscuro las reúne bajo el nombre de “arquitectura negra”. Bellas en su tosquedad, resultan una genuina manifestación de la cultura local; transformada también en atracción turística. Contemplar esos edificios trae de inmediato a la imaginación las viviendas levantadas por los primeros pobladores de Gaiman, utilizando rocas provenientes de la loma cercana; irregulares sillares de arenisca de tonalidad clara con las que se hicieron casas rústicas como las hispanas, en un estilo que bien podría llamarse “arquitectura blanca”.





Expresiones bien conservadas de esta mampostería son la primera vivienda de Gaiman y la casa de la familia Griffiths; ubicadas allí donde la calle 28 de Julio intenta trepar la loma, sin conseguirlo; y se obliga a hacer un recodo caprichoso en dirección al puente con el nombre de John C. Evans. También en el Cañadón de las Viudas y sus inmediaciones se pueden ver varios ejemplos, incluyendo la fachada del Colegio Camwy. Con seguridad, algún paseante atento descubrirá mucha otras obras de “arquitectura blanca” en la región.



Éste es uno de los dos estilos de arquitectura vernácula del Valle del Chubut que un simple “diletante”, como el autor de esta nota, puede identificar. El otro es el de las sobrias edificaciones de ladrillos a la vista, cocidos en los hornos de la zona y dispuestos en aparejo inglés (en general, alternando una o dos hiladas a soga y una a tizón), techo de chapa de zinc acanalada, sencilla carpintería de madera dónde sólo se destaca, como ocasional ornamento, las cenefas en el borde del tejado; y, habitualmente, arcos en puertas y ventanas. Tal tipo de albañilería se encuentra tanto en el radio urbano de Gaiman, como en la zona de chacras. Se advierte en galpones, viviendas y también en varias de las capillas, por ejemplo, la Bethel “Vieja”. Ambos estilos fueron inspirados en la arquitectura tradicional del norte europeo de fines del siglo XIX; sobre todo en aquella que se observa en las campiñas inglesa y galesa, como la presente en la región de los Costwolds.

Esta arquitectura peculiar es uno de los varios legados de la Colonia; junto con la tradición culinaria, el culto religioso y las expresiones artísticas (en particular, las relacionadas con las letras, en su variante lírica; y con la música, en especial la coral).

Ahora bien… ¿qué hace esta referencia arquitectónica, en una columna por lo habitual dedicada a la Literatura Patagónica? Además de pretender llamar la atención sobre un fenómeno cultural propio del Valle del Chubut, un tanto olvidado, el autor de esta nota encuentra cierta similitud en la forma en que se ponderan ambas demostraciones artísticas.




Si bien en la actualidad existe una valoración importante de la Literatura regional, con numerosos escritores que la cultivan y editoriales que los publican; no sucede lo mismo respecto a los autores del pasado. Las creaciones más tradicionales de la Literatura Patagónica, tan atractivas para el buen lector como la “arquitectura blanca” de Gaiman para el buen observador, están, al igual que ella, un poco olvidadas. E incluso, corren un riesgo similar: que nuevas obras, sin quererlo, las difuminen, las diluyan; si no son rescatadas del olvido para ser disfrutadas.

No se trata en este artículo de proponer una comparación forzada ni una mala metáfora. Sólo se pretende señalar que, en esencia, la aparente postergación de las dos manifestaciones culturales obedece a la misma causa: aún no están difundidas en forma adecuada entre el público que podría interesarse en ellas.



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2 comentarios:

Jorge Vives dijo...

Agrego este comentario para dirigirme, en principio, a aquellos eventuales lectores profesionales de la arquitectura o simples aficionados a esa disciplina. Además de disculparme por el atrevimiento de tocar un campo ajeno a mis conocimientos, quiero advertir que, pese a que ya se emplea el nombre de “arquitectura blanca” para designar ciertas construcciones hechas con cemento, preferí mantener por el momento esta denominación; con el agregado aclaratorio del lugar donde se encuentra. Me pareció rebuscado emplear sinónimos como “alba”, “nívea”, “lechosa”, “marfil”, “tiza”, etc. Tal vez hubiera podido invocar la tonalidad en ocasiones “amarillenta” de la arenisca de la loma de Gaiman para usar ese adjetivo. Sin embargo, no son tan amarillas como, por ejemplo, las rocas que sirvieron para construir viviendas en los Costwolds; cuyo color permite hablar de una arquitectura “miel” o “dorada” (así se la denomina). Este procedimiento de designar el tipo de construcción con la tonalidad de su material, es bastante común: en España, además de la “arquitectura negra”, se distinguen una “roja” y otra “amarilla”, ambas en la provincia de Segovia. Probablemente algún lector, bienvenido sea, encuentre una adjetivación más adecuada para nombrar la arquitectura gaimense. En ese caso, igualmente se habrá cumplido el objetivo de este artículo; que, como fue dicho, es el de despertar el interés sobre esta manifestación cultural característica del Valle, a la que a veces no se presta demasiada atención.

Jorge Vives dijo...

Otro agregado: buscando más ejemplos de “arquitectura blanca” de Gaiman, encontré dos antecedentes: uno, la primera capilla de esa localidad, llamada precisamente la “Capilla de Piedra”; construida en 1877. Otro, las oficinas de la firma comercial “Rock & Parry”. Casualmente, cuando la “Capilla de Piedra” fue desmantelada, y hasta que se terminó de construir la Capilla Bethel “Vieja”, los servicios religiosos se celebraron en el local de la firma “Rock & Parry”.