google5b980c9aeebc919d.html

lunes, 19 de septiembre de 2011

EL POEMA DE HOY








             NEUQUEN

 

                                   Por Pura Gladys Serradilla (*)

 


          Tuve que andar y andar lejos
para añorar tus caminos
mirando bajo otros cielos
el despertar de mis hijos.
Quemar mi piel de otros soles
de  aquellos soles, distintos,
para sentirme más tuya
y amar tu suelo adoptivo

Tuve que echar a otros vientos
todos mis sueños dormidos
para sentir la nostalgia
de tu esplendor cisandino
y ahogar en llanto el recuerdo
tibio de albor y rocío.

Hube de hacer otras huellas
buscando en todas tu hechizo,
y en el frescor de las sombras
de aromos, sauces y tilos,
rememorar la del ñire,
la del coihué o la del pino,
para saber de la gloria
de haberlas todas vivido.
Y la de estarme en tus lagos
ebrios de paz y espejismos.

                                               Mirando morir la tarde
                                               me vuelvo a encontrar contigo.
                                               Torrente de luz y enigma
                                               cayendo sobre mi signo…


Grite el acervo distante
estremeciendo los nidos
¿Por qué tu vida es más vida?
¿Por qué te siento tan mío?
Si traje todas las obras
que por mujer me dio el sino,
Neuquén ¿ Por qué tanta angustia
y este dolor redivivo?
¿Qué me quedó en esos valles
mezcla de paz y de riscos?
¿ Qué me dejé entre tus bosques
de recogido mutismo?
¿ Qué me robaron los años
para saciarme de hastío?

                                               Mirando morir la tarde
                                               me vuelvo a encontrar contigo.
                                               Coloso de entraña fértil
                                               mineralmente abatido…


            Desde el pehuén hasta el monte
del amancay amarillo.
Desde el Lanín hasta el llano
de soledad aterido,
donde aventuran los jotes
sus carniceros instintos
mientras atisban la muerte
para llevársela en vilo.
Desde el audaz ventisquero
ciego de nieve y de frío
hasta el azul de las aguas
frescas de hilar tamariscos.

            Desde ese ayer en que anduve
hurgando tus escondrijos.
Hundiendo en todas tus horas
las ansias de mi destino
me llega, Neuquén, tu ausencia
hecha impotencia en un grito.
¿Qué juventud la que lloro
si tengo la de mis hijos?
¿Qué remembranzas me abaten
si con los tres edifico?

                                               Mirando morir la tarde
                                               me vuelvo a encontrar contigo.
                                               …Mirando morir la tarde
                                               se me va el alma en suspiros.





(*) Nació el 18 de Julio de 1925, en Bahía Blanca. En 1940 se traslada con su familia a Zapala, donde comienza a escribir colaboraciones para el Semanario Los Andes y distintos diarios de Neuquén y Rio Negro. En 1958, casada y con tres hijos, se traslada a Tandil, donde además de proseguir su obra literaria, se desempeña como Regente del Conservatorio Provincial de Música y como docente (de guitarra) en el mismo Instituto y en la Escuela Municipal de Artes Visuales. Colaboradora permanente de diarios y revistas literarias en Tandil y Neuquén. Fue seleccionada por el Fondo Editorial Bonaerense en las colecciones: Panorama Poético Bonaerense 2, Panorama Poético Argentino 2, Antología Hispano Americana 1, La Mujer En La Poesía Hispano Americana y El Soneto Hispanoamericano. Integra el Diccionario de Poetas Argentinos (recopilado por Oscar Abel Ligaluppi) Cuenta con numerosas distinciones provinciales y nacionales. Desde 1990 reside en Tres Arroyos, Buenos Aires.

Bookmark and Share

2 comentarios:

MARINA N. JONES dijo...

Hermoso poema! Muy precisas las palabras que utiliza la autora para confesarnos su amor por la tierra neuquina! Realmente me encantó y felicito a la poeta por tan bella creación!

Saludos,

MARINA N.JONES - TRELEW

Jorge Vives dijo...

Es un placer la lectura de este poema de Pura Gladys Serradilla. Las reminiscencias de esa tierra adoptiva, a la que la autora amaba y que tuvo que dejar; adquieren otra intensidad al ser hábilmente combinadas con su sentimiento y su amor de madre. Los recuerdos del Neuquen son como pinceladas con las que la escritora pinta un cuadro; que se ve con la luz de la nostalgia, difusa como la del atardecer. Es poesía con todas las letras.