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lunes, 12 de diciembre de 2011

EL POEMA DE HOY




 
COVARRUBIAS


Por Alicia Miguel de Castagnet




No bañaron los soles de Castilla
mi tarde de Covarrubias
ni vi brillar en los surcos
los oros de las espigas,
ni cantaron las campanas
su canto de bronce y siglos
ni los pájaros dijeron
sus silbos entre las ramas.
Madre… nada fue como contabas
esa tarde en Covarrubias.
Una llovizna muy fina
calaba tejas y calles
y los pies se me pegaban
al barro de tu terruño.
Las pobres casitas blancas
con techos de tejas viejas
eran presentes de olvido
clavados en las callejas.
La tierra roja sangraba
con el agua de la lluvia
y Covarrubias lloraba
sus ausencias con la tierra.
¿Cómo habría de haber sol, madre,
esa tarde en Covarrubias?
si tu recuerdo sombreaba
el solar de los abuelos.
Entré a la vieja casona
como quien entra a un santuario
y allí en la rústica estancia
de muros enmohecidos
sentí la nostalgia extraña
de cosas nunca vividas.
Añoré la lumbre aquella
que te había abrigado, madre,
y el olor a pan caliente
y el sabor a leche fresca
y los jamones colgados
desde las vigas del techo
y la sopa que humearía
sobre aquella mesa vieja.
La lluvia se iba filtrando
entre las tejas derruidas
y a mi alma también filtraba
su llanto la lluvia aquella.
Salí después a la calle
A mirar tu Covarrubias:
la lluvia se me hizo llanto
y yo corría llorando
las calles de tu aldehuela.
¡Bien está que haya llovido
esa tarde en Covarrubias!
¿Cómo habría de haber sol, madre?
Si Covarrubias lloraba
su muerte de pena y tiempo
y yo tu muerte lloraba
otra vez en el recuerdo.



Este poema mereció la corona del Eisteddfod del Chubut celebrado en el Salón de la Asociación San David de Trelew el 25 de octubre de 1975. Fue jurado para el otorgamiento de esta distinción el profesor Julio Crespo, autor de numerosos trabajos de crítica literaria, colaborador de la revista “Sur”, del diario “La Nación” y de prestigiosas publicaciones extranjeras.



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3 comentarios:

Salomé dijo...

¡Qué poemas, en esa época! ¡Y qué jurados...! Cómo han cambiado los tiempos...

Jorge Vives dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jorge Vives dijo...

Este es uno de los mejores poemas que he leído. Agradezco a Literasur que lo haya publicado, permitiéndome el placer de volver a leerlo; luego de mucho tiempo. La primera vez fue hace más de 35 años, en las páginas del diario Jornada; cuando el poema fue premiado en el Eisteddfod del Chubut. Desde aquella oportunidad sus versos “¿Cómo habría de haber sol, madre / esa tarde en Covarrubias?”, me quedaron grabados: releerlos ahora, además del recuerdo, me provocó la misma sensación de poesía bien hecha, sentida y profunda, que en ese entonces. La señora Alicia Miguel de Castagnet logró muy bien captar el ambiente de esa vuelta a sus raíces y transmitirlo a sus lectores. Se ve y se siente la lluvia en sus palabras, una llovizna fría, tenue, que forma arroyitos efímeros en las calles de tierra, apenumbra el día y hace desprender aromas a las plantas. También consigue evocar la sensación de quien ve por primera vez, en persona, un paisaje que antes ha recreado en su imaginación – por los recuerdos de otra persona, por una lectura - y le parece familiar. Y sobre todo reproduce, con una metáfora estupenda, las huellas que deja en el espíritu la pérdida de un ser querido.