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sábado, 21 de abril de 2012

LIBROS DE AUTORES PATAGÓNICOS




“CARTA ENCONTRADA EN PLAZA IRLANDA” (*)



El 23 de septiembre del 2011 fue presentado en el Centro Cultural “El Mercado” de Puan, el libro de cuentos “Carta encontrada en Plaza Irlanda”, del escritor patagónico Fernando Nelson. Tarde llegó la noticia a nuestro blog; pero por varios motivos no queremos dejarla pasar sin hacer un comentario. En principio, porque el autor, pese a haber nacido en Tucumán y a residir actualmente en la provincia de Buenos Aires, desarrolló gran parte de su actividad literaria mientras se encontraba radicado en el Valle del Chubut; por lo que puede considéraselo un representante de las letras de la Patagonia. Hacia esa época obtuvo por sus relatos numerosos reconocimientos provinciales y nacionales; entre ellos el primer premio del concurso de la Universidad del Sur de 1980, los premios en la categoría correspondiente del Eisteddfod de los años 1981 y 1983; y varios premios en los certámenes provinciales de la Dirección de Cultura del Chubut. Una de sus narraciones, “El manuscrito de Sheffield”, figura en la antología “Cuentos de nuestra tierra”, publicada por el Consejo Federal de Inversiones en 1982. También en el Valle publicó su primer libro: “El retorno”, de 1984.
El volumen que presentó recientemente, dedicado a sus padres, es un recorrido por su obra que reúne algunos de sus creaciones iniciales, entre ellas la que da nombre a la recopilación; y otras de reciente composición, como “El último galope”, con el que obtuvo el segundo premio en el concurso de la Biblioteca Berwyn de Gaiman en el año 2010. A lo largo de un total de dieciocho historias cortas, Nelson desarrolla una serie de argumentos sólidos y eficaces, cuyos finales abruptos se desploman sin piedad sobre los protagonistas. El estilo particular del autor es el hilo conductor del texto, a lo largo del cual, sin embargo, desarrolla diversos géneros; desde relatos fantásticos (“La isla”) e intimistas (“La otra, la futura”), hasta policiales (“La última cita”) y costumbristas (“El indio”). También se vislumbran en el libro distintas corrientes literarias que han influido de alguna manera sobre el escritor. Por ejemplo, en “La noche de las alimañas” pinta un imaginativo bestiario que denota un cierto aire de realismo mágico.
Un párrafo aparte requiere el relato llamado “Nadieshda”, que describe la azarosa vida del coronel de Húsares Deriabin a través de una serie de variados y sorprendentes hechos; como los que ocurren a los protagonistas de las novelas rusas. Pero lo que en ellas se despliega morosamente a lo largo de varias páginas, Nelson lo hace en unos pocos párrafos; y genera un trepidante y atractivo ritmo de los sucesos referidos.
Un rasgo particular de la obra son sus cuentos apareados; como si uno de ellos fuera el objeto y el otro su imagen especular. Ello sucede, por ejemplo, con los relatos “Noches de insomnio” y “Tantos gatos”; y “Karen, mi amor” y “El perdón”. También se advierte una relación similar entre “Carta encontrada en Plaza Irlanda” y “El otro mendigo”. Buscar esas claves ocultas se agrega a los desafíos que el escritor plantea a quien lee sus palabras.
En la contratapa del libro se asegura que “los cuentos de Nelson son inconcebibles sin Poe, sin Hofffman, sin Kafka, sin Rulfo, sin Cortázar... sin Borges”. Indudablemente, la presencia de éste último es la más visible; y se hace explícita en el cuento “Una lápida para Aarón Loewenthal”, ingenioso colofón de “Emma Zunz”. Sin embargo, no por eso deja Nelson de mostrar una forma de escribir personal, reconocible, única; que adapta a las características de los ambientes que delinea en sus narraciones.
Delia Martí de D´Andres, la prologuista, manifiesta que en los cuentos “está presente lo fantástico para evocar la inseguridad o inquietud que se produce en lo real”. Y al hablar de los personajes, dice que “insisten en una visión de hombres grises, enfrentados a situaciones que los superan: muertes violentas, desconocimientos de identidad, mundos caóticos, soledad, pesadillas, conductas instintivas, persecuciones, desengaños”. Sus aserciones se confirman con la lectura de la obra de Nelson. Sin dudas, la fantasía es un escape de la realidad para quienes pueblan sus páginas; que son seres que deberían preguntarse continuamente “¿por qué me pasa esto a mí?”. Pero no lo hacen, sino que sufren en forma estoica – o resignada - su destino de incertidumbre, desamparo y, a veces, también de muerte.
La portada del volumen, diseñada por Cristina Jáuregui, muestra una foto tomada por el autor; quién es fotógrafo por partida doble, profesional y aficionado. Esta pasión es compartida con varios escritores; por lo que parecería haber un nexo oculto entre ambas artes. Algunos privilegiados alcanzan a percibir tal relación; y se convierten en fotógrafos que con una imagen logran resumir mil palabras y, a la vez, en escritores que con mil palabras recrean en la mente del lector un universo de imágenes. Como sin dudas lo hace Fernando Nelson en los recomendables cuentos de su “Carta encontrada en Plaza Irlanda”.

J.E.L.V.


(*) “Carta encontrada en Plaza Irlanda”, Ediciones de las Tres Lagunas, Junín, 2011. Para contacto con el autor: literaturaspuan@hotmail.com


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1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué interesante! Por eso es importante descubrir a escritores,y tener acceso a la literatura en forma más abundante. El Ingeniero Héctor Delmás del Círculo de Escritores del Comahue,luchador incansable de la cultura literaria, a quien admiro intensamente, opinó que más importante que editar es organizar la difusión de las obras editadas. Desde mi humildad, le agregaría que no hay una cosa sin la otra. Puedo difundir si está editado, de lo contrario no. Lo que pasa es que los que amamos la palabra escrita y defendemos la literatura regional y la literatura en general como medio cultural- educacional, queremos y necesitamos que se dé a esta actividad la importancia que merece. ¿Cómo lograr que se entienda que esta vocación, esta actividad de escritores, no es solamente un borronear de hojas y de vez en cuando juntarlas y editar el 1º libro, luego el 2º y seguir así metódicamente un ritmo simplemente acumulativo. ¡NO! El escritor es voz de su pueblo, de sus aciertos de sus errores, pero también es espíritu creador elevado a millonésima potencia, sin límites, y es quien "sabe" que está cumpliendo una misión y la cumple a conciencia, dignamente....como el autor de esta nota- Mis respetos a todos los escritores y a Literasur. Ada Ortiz Ochoa (Negrita)