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viernes, 4 de mayo de 2012

EL POEMA DE HOY




CUANDO


  Por Héctor Roldán (*)



Cuando era niño hablaba en lenguas, en muchas lenguas.
La del viento, la del mar, la de la luna,
la del cielo estrellado, la de los guanacos al galope.

Cuando era niño sabía qué decirle al zorro
y el zorro sabía qué decirme.
Podía leer los ojos oscuros de los charitos,
entender los caminos de los matuastos en la arena
y escribir con mis pasos sobre la meseta rumbos inmensos

Inmensos,
de molle a molle, de picadero en picadero,
y en tan intensa caminata ver encenderse el pedernal,
refulgir los chorrillos, saltar las liebres entre las matas.

Cuando era niño podía dibujar las formas de todos los copos de nieve,
atrapar el aire árido entre mis dedos azulados de frío,
calentarlo con mi aliento y entibiar las mejillas de las niñas.

O podía volar con los caranchos, volverme piedra,
ser hueso blanqueado por los años, fruto morado del calafate,
o memoria de indio en el faldeo de un cañadón.

Cuando era niño hablaba en lenguas y era sabio en nubes,
o quizás solo fuera un animal patagónico,
una ráfaga más del viento,
el destello más solitario del crepúsculo.



(*) Escritor santacruceño.


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3 comentarios:

Ada Ortiz Ochoa dijo...

Héctor, te felicito por tu poema. ¡Con qué ternura recuerdas cada detalle de tu amada, de nuestra amada Patagonia! Tienes razón en cada descripción, en cada recuerdo, porque es una tierra única a la que habitas porque la amas...como en mi caso.
Leo y me dejas un silencio en el corazón. Gracias. Ada Ortiz Ochoa (Negrita)

Unknown dijo...

Gracias Ada. Es un gran incentivo para mi saber que alguien lee lo que escribo. Y, más aun, que se emociona y conecta con esas palabras.

Jorge Vives dijo...

Comparto con Ada el gusto por este poema de Héctor Roldán. Es difícil explicar, a veces, porque a una persona le gusta determinada poesía; tal vez porque la poesía no necesita ser explicada sino sentida. Pero igual esa persona lo intenta, para conocerse mejor a sí misma. En este caso, los versos de Roldán – al igual que los del soneto de Ugo, producto de una de las forma del recuerdo - me gustan porque recurre a elementos que pintan con marcados y reconocibles trazos el objeto de su nostalgia; y los combina en forma muy creativa.