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lunes, 29 de octubre de 2012

LOS POEMAS GANADORES DEL EISTEDDFOD 2012


COMPETENCIA PRINCIPAL - CORONA DE PLATA

 Ganadora: Griselda Jones de Redondo





Los ángeles del canto
                                                                             (a mis nietos)



En la luz de la risa de mis nietos
encontré las rayuelas de mi infancia.
Y estallaron los tiempos en fragancias
despertando los cielos que muy quietos

navegaban por los ríos de mi alma.
Fue un instante de paz, de magia y juego,
de caricias azules... Pero luego
se alejaron las voces y la calma

me cubrió nuevamente de orfandades.
Fue un instante de lunas sin edades
que trajeron mis huellas florecidas.

¿Serán ellos los ángeles del canto?
Hay aroma a jazmines en mi llanto
¡y una alondra en mis manos encendidas!

                                                Selegna






MEDALLA DE PLATA

Ganadora: Arié Lloyd de Lewis





el indio

                      ...oteando la bahía desde un 28 de julio...



evocando la escena te ha moldeado
                       el artista en un risco de Las Cuevas
donde el golfo devuelve algún retazo
de ese julio llegado en la goleta

                       como eco tehuelche en el espacio
                       como sol vertical sobre la piedra
                       como puma en alerta allí acampado...
tu figura de indio centinela
                       es Chagayo, Catriel o Chiquichano
                      ¡correríasalviento lanza y flecha!

es la historia del sur originario
                      cuando el eco y el sol sobre Las Cuevas
                      te prestaban su párpado entrenado
                                             para otear la distancia en bahianueva
                      bajo el toldo cobrizo de tu mano

                     ¡Indio,savia del sur! raíz y tierra.




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miércoles, 24 de octubre de 2012

LOS MICRORRELATOS DE HOY



RELATOS BREVES


Por Luisa Luzietti de Paolini (*)





Veo que todo tiene un orden

Lo comparto plenamente, alrededor mío lo veo muchas veces. Podría hablar del orden del universo pero no conozco el tema, y me perdería en una nebulosa oscura. Mejor vuelvo a la tierra, y podría comentar el orden de algunas cosas que conozco bien. Por ejemplo, en estos días de primavera observo el orden preciso de las plantas después del invierno. Ellas saben que con la luna nueva de setiembre tienen que mostrar sus nuevos brotes y, aunque a veces el día es más negro que la noche, ellas avanzan. Yo, con mi imaginación, vuelvo a mi infancia y me encuentro a perseguir un pequeño insecto o lombriz para ver qué camino recorre, para llegar a esconderse detrás de una yema o una pequeña hoja que se convertirá en su casa provisoria.
No hace falta decir que hoy abandoné todo eso.








Viento

Cuando el viento es constante y el cielo es muy azul, en la Patagonia sur, el alma joven lo desafía. Él es constante y el alma es joven. ¿Quién ganará la apuesta? Deja hablar al viento... Si escuchas bien hasta puedes sentir una melodía. Si miras alrededor, verás que las plantas y las flores adquieren forma diversa y fantástica, algunas hasta parecen que lloran, cuando el viento es demasiado fuerte e insistente. Si miras al cielo verás un espectáculo de nubes cambiantes que ni el coreógrafo más experimentado podría lograr en tan pocos segundos. Cuando el viento se convierte en fresca brisa, en los calurosos días de verano, es como si te sintieras en el paraíso.
Deja hablar al viento...
Después de una tormenta de viento, al atardecer llega la calma, todo parece tranquilizarse. El cielo se acerca al crepúsculo y se pinta de muchas tonalidades. Hace pensar en una vida llena de juventud y coraje  y va hacia el tramonto.





Granada


Miré el reloj: siete y quince de la tarde, ir y venir de la cocina, ganas de comer una fruta, tarde larga de invierno, temprano para cenar. Mis ojos se posaron sobre algo redondo de color indefinido entre rojo, amarillo y granate, corteza dura, y donde a la hora de polinizar había una hermosa flor, quedó una corona como pretendiendo ser la reina de las frutas. En mi lejana infancia recorriendo la chacra en los cálidos días de primavera, me detenía bajo un árbol de forma casi perfecta, a admirar sus flores de colores muy vivaces que parecen pequeños floreros. Recordando las lecciones de catequismo imaginaba que fuera así el árbol de las tentaciones de Eva. Ahora saboreando una fruta tan particular aparece su nombre y mi nostalgia, Granada, tierra soñada por mí.




(*) Antigua y conocida vecina de Trelew, que comenzó a incursionar en las letras con relatos breves, como los que aquí publicamos.

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sábado, 20 de octubre de 2012

EL POEMA DE HOY





ACUARELA ANDINA


Por Aurelio Salesky Ulibarri (*)





Pequeñez de un lago, reflexión de cumbres,
reductos del agua.
En ellas se miran las piedras que lucen
sus penachos blancos.

Prismas en la cuenca, 
se agranda el coihue, se ciñe a la vera,
sus copas anhelan llegar a las cumbres.

Flotan las chalanas, eterniza el aura,
se espuma la orilla.
¡Frescos salpicones que alcanzan mis manos
como una caricia!

Ecos fugitivos, voces que se pierden...
En las guardas pétreas, escabrosas,
frígidas,
ruedan las vertientes...
Premios a la vida
entresueños tibios en la flor silvestre.




(*) Escritor chubutense, nacido en cercanías de Dolavon. A los diecisiete años fue a trabajar a Comodoro Rivadavia, donde se despertó su vocación literaria. Comenzó redactando artículos para revistas y periódicos locales. En 1958 se publica su primer libro, “Prisionero”; que contenía ochenta y cuatro poemas. Su segundo libro, un ensayo titulado “Trasuntos de la Vida”, es editado en 1960. En 1963 publicó su novela “Rincones de odio”; y dos años más tarde su poemario “Patagonia Poética” (Editorial Áncora, Buenos Aires, 1965), del cual se tomó la presente obra. Habiendo completado su educación primaria estando ya en Comodoro; siguió los estudios secundarios, y luego universitarios, siendo adulto. Infatigable lector, sus lecturas incluían obras literarias y filosóficas. Fue colaborador de la revista “Argentina Austral”. A lo largo de su vida recibió numerosos premios y distinciones por sus obras y su actividad cultural.



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EL POEMA DE HOY





ACUARELA ANDINA


Por Aurelio Salesky Ulibarri (*)





Pequeñez de un lago, reflexión de cumbres,
reductos del agua.
En ellas se miran las piedras que lucen
sus penachos blancos.

Prismas en la cuenca, 
se agranda el coihue, se ciñe a la vera,
sus copas anhelan llegar a las cumbres.

Flotan las chalanas, eterniza el aura,
se espuma la orilla.
¡Frescos salpicones que alcanzan mis manos
como una caricia!

Ecos fugitivos, voces que se pierden...
En las guardas pétreas, escabrosas,
frígidas,
ruedan las vertientes...
Premios a la vida
entresueños tibios en la flor silvestre.




(*) Escritor chubutense, nacido en cercanías de Dolavon. A los diecisiete años fue a trabajar a Comodoro Rivadavia, donde se despertó su vocación literaria. Comenzó redactando artículos para revistas y periódicos locales. En 1958 se publica su primer libro, “Prisionero”; que contenía ochenta y cuatro poemas. Su segundo libro, un ensayo titulado “Trasuntos de la Vida”, es editado en 1960. En 1963 publicó su novela “Rincones de odio”; y dos años más tarde su poemario “Patagonia Poética” (Editorial Áncora, Buenos Aires, 1965), del cual se tomó la presente obra. Habiendo completado su educación primaria estando ya en Comodoro; siguió los estudios secundarios, y luego universitarios, siendo adulto. Infatigable lector, sus lecturas incluían obras literarias y filosóficas. Fue colaborador de la revista “Argentina Austral”. A lo largo de su vida recibió numerosos premios y distinciones por sus obras y su actividad cultural.



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martes, 16 de octubre de 2012

LA NOTA DE HOY




Comentario de dos obras recientemente publicadas



“BUENOS AIRES CHICO” DE MARGARITA BORSELLA
Y “A LA DERIVA” DE DORA LENDZIAN



   Como los fabulosos bolsillos del hombre de gris de Adalbert Von Chamisso, la Literatura Patagónica entrega, inagotable, sus frutos. En esta ocasión se trata de dos libros en uno, porque estamos hablando de las autobiografías “Buenos Aires Chico” de Margarita Borsella y “A la deriva” de Dora Lendzian. Recurriendo al procedimiento de la portada bifronte con textos invertidos, ambos trabajos fueron reunidos en un solo tomo; bajo la dirección editorial de Pablo Lo Presti y Pablo García. Además de ser un interesante recurso para literatos que quieren publicar en conjunto, esta presentación tiene algo de “libro juego”. Su doble entrada nos permite optar, indistintamente, por un camino u otro; pero cualquiera que elijamos nos lleva a un mundo de experiencias vitales, en las que vibra el espíritu humano, con sus dolores y alegrías, sus dudas y certezas.

   Además de compartir un mismo volumen, las creaciones también compartieron el primer premio en el IV Certamen de Autobiografías de la “Asociación Mexicana de Autobiografía y Biografía” del año 2011. Tal situación, inédita en la historia del concurso, fue uno de los motivos que decidieron a las escritoras a concretar su obra en común. Lo menciona el escritor Ricardo Clark, al iniciar el volumen con un prólogo general para los textos. Dice el autor de “Rumbo a cálida región”: “Seleccionadas entre doscientos trabajos enviados, el jurado de este certamen destacó en su dictamen “la profundidad, la calidad y la honradez biográfica de dos participantes que nos muestran un fragmento de su vida, con una gran riqueza autobiográfica, pocas veces vista”.

   Tomemos ahora cada una de las semblanzas que componen el libro. ¡Tarea difícil es elegir por cual comenzar! Una solución de compromiso será hacerlo por el orden alfabético de sus títulos. “A la deriva” continúa la narración que Lendzian comenzó tiempo atrás en “Así fue”; sus memorias anteriormente premiadas en el certamen de la Biblioteca “Ricardo Berwyn” de Gaiman. Acompañamos a la autobiógrafa en una etapa de su vida que ella misma reconoce difícil; entrando de lleno en el ambiente universitario del Buenos Aires de la década del setenta. Los estudios de Medicina, las tareas variadas que realizó, la referencia a otras personas que fueron moldeando su mundo... Termina la evocación hacia el año 1980, en los inicios de su carrera como docente en la Escuela Nro 5 de Trelew. En su prólogo, la poeta Cecilia Glanzmann dice: “Las descripciones que va insertando la autora se tornan imágenes en vivo y hasta filmaciones, abordando lo cotidiano siempre, con espontaneidad y en partes haciendo partícipe al lector directamente”. Ilustró la tapa la pintora gaimense Bárbara Detlof.

   Por su parte, en “Buenos Aires Chico”, su primera realización literaria, Borsella nos lleva a la precordillera chubutense de la década del cincuenta; en los tiempos fundacionales de la Provincia. Luego de describir su niñez en aquella zona y de su paso por el secundario en Trelew, habla de los años de la Universidad en Bahía Blanca; Meca para muchos jóvenes patagónicos en esa época. Finaliza su reseña cuando, diploma en mano, enfrenta el difícil camino de la adultez. La portada muestra el cuadro “Viejo galpón junto al lago”, de Pablo González Medrano; afamado artista que sabe plasmar en sus pinturas la belleza de los paisajes patagónicos. Del prólogo, escrito por un servidor, copio - porque copiarse a sí mismo no es plagio - , algunas palabras: “Conócete a ti mismo”, parece decir Margarita Borsella con resonancias délficas, a lo largo de su autobiografía, “como me busqué conocer, rastreando en mi pasado”.

   Los escritos que nos presenta reunidos “Del Cedro” (*), la editorial conducida por Julia Chaktoura que numerosos y continuos aportes brinda a la cultura regional, ofrecen un doble atractivo para los lectores. Por un lado, permiten conocer el producto intelectual de dos cultoras de un género aún poco desarrollado en la región, pero con una gran presencia a nivel internacional; que busca exteriorizar el fenómeno de la introspección como manifestación artística: la “escritura del yo”. Desde otro punto de vista, estas historias personales servirán a muchos lectores como un “remedio para nostálgicos”, parafraseando a Ray Bradbury; ya que hará posible a quienes se internen en sus páginas rememorar situaciones vividas tiempo atrás, viajando al pasado reciente de la mano de Lendzian y Borsella.



“Buenos Aires Chico” / “A La Deriva”. Margarita Borsella y Dora Lendzian. Gaiman, 2012.

(*) Nota: se nos ha hecho conocer que, por razones administrativas, si bien en la ficha bibliográfica impresa en el libro figura como publicado por  “Del Cedro”,  en realidad la edición fue llevada a cabo por “Remitente Patagonia”; un nuevo sello editorial cuyos titulares son  Pablo A. Lo Presti y la escritora y editora Julia R. Chaktoura. Damos la bienvenida con nuestros mejores augurios a esta nueva editorial en el ámbito de la Literatura Patagónica. 

J. E. L.V.

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LA NOTA DE HOY




Comentario de dos obras recientemente publicadas



“BUENOS AIRES CHICO” DE MARGARITA BORSELLA
Y “A LA DERIVA” DE DORA LENDZIAN



   Como los fabulosos bolsillos del hombre de gris de Adalbert Von Chamisso, la Literatura Patagónica entrega, inagotable, sus frutos. En esta ocasión se trata de dos libros en uno, porque estamos hablando de las autobiografías “Buenos Aires Chico” de Margarita Borsella y “A la deriva” de Dora Lendzian. Recurriendo al procedimiento de la portada bifronte con textos invertidos, ambos trabajos fueron reunidos en un solo tomo; bajo la dirección editorial de Pablo Lo Presti y Pablo García. Además de ser un interesante recurso para literatos que quieren publicar en conjunto, esta presentación tiene algo de “libro juego”. Su doble entrada nos permite optar, indistintamente, por un camino u otro; pero cualquiera que elijamos nos lleva a un mundo de experiencias vitales, en las que vibra el espíritu humano, con sus dolores y alegrías, sus dudas y certezas.

   Además de compartir un mismo volumen, las creaciones también compartieron el primer premio en el IV Certamen de Autobiografías de la “Asociación Mexicana de Autobiografía y Biografía” del año 2011. Tal situación, inédita en la historia del concurso, fue uno de los motivos que decidieron a las escritoras a concretar su obra en común. Lo menciona el escritor Ricardo Clark, al iniciar el volumen con un prólogo general para los textos. Dice el autor de “Rumbo a cálida región”: “Seleccionadas entre doscientos trabajos enviados, el jurado de este certamen destacó en su dictamen “la profundidad, la calidad y la honradez biográfica de dos participantes que nos muestran un fragmento de su vida, con una gran riqueza autobiográfica, pocas veces vista”.

   Tomemos ahora cada una de las semblanzas que componen el libro. ¡Tarea difícil es elegir por cual comenzar! Una solución de compromiso será hacerlo por el orden alfabético de sus títulos. “A la deriva” continúa la narración que Lendzian comenzó tiempo atrás en “Así fue”; sus memorias anteriormente premiadas en el certamen de la Biblioteca “Ricardo Berwyn” de Gaiman. Acompañamos a la autobiógrafa en una etapa de su vida que ella misma reconoce difícil; entrando de lleno en el ambiente universitario del Buenos Aires de la década del setenta. Los estudios de Medicina, las tareas variadas que realizó, la referencia a otras personas que fueron moldeando su mundo... Termina la evocación hacia el año 1980, en los inicios de su carrera como docente en la Escuela Nro 5 de Trelew. En su prólogo, la poeta Cecilia Glanzmann dice: “Las descripciones que va insertando la autora se tornan imágenes en vivo y hasta filmaciones, abordando lo cotidiano siempre, con espontaneidad y en partes haciendo partícipe al lector directamente”. Ilustró la tapa la pintora gaimense Bárbara Detlof.

   Por su parte, en “Buenos Aires Chico”, su primera realización literaria, Borsella nos lleva a la precordillera chubutense de la década del cincuenta; en los tiempos fundacionales de la Provincia. Luego de describir su niñez en aquella zona y de su paso por el secundario en Trelew, habla de los años de la Universidad en Bahía Blanca; Meca para muchos jóvenes patagónicos en esa época. Finaliza su reseña cuando, diploma en mano, enfrenta el difícil camino de la adultez. La portada muestra el cuadro “Viejo galpón junto al lago”, de Pablo González Medrano; afamado artista que sabe plasmar en sus pinturas la belleza de los paisajes patagónicos. Del prólogo, escrito por un servidor, copio - porque copiarse a sí mismo no es plagio - , algunas palabras: “Conócete a ti mismo”, parece decir Margarita Borsella con resonancias délficas, a lo largo de su autobiografía, “como me busqué conocer, rastreando en mi pasado”.

   Los escritos que nos presenta reunidos “Del Cedro” (*), la editorial conducida por Julia Chaktoura que numerosos y continuos aportes brinda a la cultura regional, ofrecen un doble atractivo para los lectores. Por un lado, permiten conocer el producto intelectual de dos cultoras de un género aún poco desarrollado en la región, pero con una gran presencia a nivel internacional; que busca exteriorizar el fenómeno de la introspección como manifestación artística: la “escritura del yo”. Desde otro punto de vista, estas historias personales servirán a muchos lectores como un “remedio para nostálgicos”, parafraseando a Ray Bradbury; ya que hará posible a quienes se internen en sus páginas rememorar situaciones vividas tiempo atrás, viajando al pasado reciente de la mano de Lendzian y Borsella.



“Buenos Aires Chico” / “A La Deriva”. Margarita Borsella y Dora Lendzian. Gaiman, 2012.

(*) Nota: se nos ha hecho conocer que, por razones administrativas, si bien en la ficha bibliográfica impresa en el libro figura como publicado por  “Del Cedro”,  en realidad la edición fue llevada a cabo por “Remitente Patagonia”; un nuevo sello editorial cuyos titulares son  Pablo A. Lo Presti y la escritora y editora Julia R. Chaktoura. Damos la bienvenida con nuestros mejores augurios a esta nueva editorial en el ámbito de la Literatura Patagónica. 

J. E. L.V.

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miércoles, 10 de octubre de 2012

LA NOTA DE HOY




                          EL CIRUJANO POETA


                        Por Jorge Eduardo Lenard Vives




   Antonio Vicente Ugo nació el 2 de octubre de 1928 en Buenos Aires. Es decir, que era porteño de nacimiento; pero chubutense por adopción, según confiesa en la frase con la que encabeza uno de sus libros: “Chubut, tierra adoptiva, patria, me quedé en tu paisaje”. Por profesión eligió la medicina y por afición la Literatura; para las dos disciplinas debe haber tenido vocación, porque sobresalió en ambas.

   Como cirujano lo encontramos por primera vez en Santo Domingo, durante los violentos días de la revolución de 1965. Allí, junto a otros médicos, atiende los heridos de ambos bandos. Alguien rescató una frase suya rememorando esas jornadas inciertas: “Se oía con claridad, mientras trabajábamos, un espantoso tableteo de ametralladoras y bazookas. Estábamos embadurnados de sangre: el piso, las camillas, los guardapolvos, todo era rojo...”. Para la década de los setenta ya está en el Valle del Chubut. En 1974 lleva a cabo en Trelew las primeras cirugías de corazón; y hacia esa época integra la Asociación Internacional de Hidatidología, que combatía un mal frecuente en nuestros campos. Su actuación profesional es muy recordada por los vecinos; entre quienes se granjeó un grupo de fieles amigos.

   Su carrera literaria, en tanto, se inició colaborando con diversos periódicos y cofundando dos revistas temáticas, “Amanecer” y “Salvia”. Estando en el Valle, además de participar en diarios y magazines, publica en 1986 su primer libro de poemas: “Vigencia del Sur”. Obtuvo un premio ese mismo año, en el concurso conmemorativo del Centenario de Trelew. En 1993, ya en Buenos Aires, edita “Oda testimonial”; y al año siguiente su tercer poemario, “La tierra que me diste”. Algunos de sus poesías fueron incluidas en la antología “Cantos del Sur”.

   Tal cual sucede con muchos cultores de las letras que tienen una profesión, aprovechó su don para publicar artículos de la especialidad; en su caso sobre historia de la medicina: “Cirujanos del Desierto”, “Cirujanos de la Hidatidosis”, y “Semblanza de O. A. Vaccarezza” , entre otros.

   Vamos a su obra poética; género del que Ugo dijo “La poesía se nutre de la realidad, pero muchas veces la crea”.Tanto en “Vigencia del Sur” como en “La tierra que me diste” se vuelca al soneto clásico. Muchas de sus composiciones tienen una temática patagónica, otras no; pero aun en estas hay imágenes de resonancias australes. El sur prendió fuerte en el autor, lo que se refleja en las nostálgicas líneas finales del poema que da nombre a su tercer libro:

Una pena de ayer me pone triste,
siento la tierra donde yo he vivido
porque ha sido la tierra que me diste.

   También en los sonetos de “Vigencia del Sur” encontramos esa presencia de la región aferrada a su creación lírica; por ejemplo, en esta estrofa de su composición “Trevelin”:

Luz de multiplicado desconsuelo.
Yo quise ser tu explorador un día
y dejé el corazón bajo tu cielo.

   En “Oda testimonial”, una poesía dedicada a la Provincia del Chubut formada por siete cantos, ensaya el verso libre. La obra se inicia en la cordillera:

Altas cumbres andinas, desgarradas de tiempo,
inmemorial has crecido hasta tu edad de ahora...
Cruza la meseta:
Meseta multicolor de ropaje violento
del caolín, de la greda, de minerales sueltos,
en largos cañadones se aposenta un desierto.
Y llega al mar:
He aquí el mar y su música, cambiante y eterna.
sus pleamares de rabia que hunden a las restingas,
que velan solamente cuando el mar se retira.

   Al igual que otros escritores, Ugo siente por la Patagonia el fervor que Borges sintió por Buenos Aires. No puede ser de otra manera. Quien contempla sus paisajes naturales y humanos, percibe esa esencia que mueve la fibra íntima del artista. Aun así, fuera de sus límites, poco se sabe de su Literatura. Tampoco se conoce su suelo, más allá de los consabidos “destinos turísticos”. Y esto lo recuerda nuestro autor, al iniciar su “Oda Testimonial” con estos versos:

Tierra meridional, madre de las promesas,
la cartografía culta del erudito te ignora,
nunca caminó tus ásperas intimidades
por eso son como una mancha entre otras perdidas.


(*) La frase del Dr Ugo en República Dominicana se tomó de http://www.magicasruinas.com.ar/

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viernes, 5 de octubre de 2012

EL CUENTO DE HOY





SÉPTIMA DIMENSIÓN


Por Margarita J. Borsella (*)




Se despertó en la mañana de Navidad, y el aire candente del sol del mediodía la llevó a juntar en una canasta algunas sobras de Nochebuena (cereza, duraznos, algo de queso y atún), agua, aletas y luneta; algunos discos, unos libros leídos por la mitad, un cuaderno y una lapicera.

Con el traje de baño puesto, se calzó unos jeans, una blusa de seda blanca, sus anteojos oscuros, y con música de fondo partió con la camioneta por esos largos kilómetros que separaban su casa de Playa Paraná.

Por afuera, el sol abrasador calcinaba el capó y las ruedas parecían derretirse sobre el asfalto caliente de la carretera. Por dentro, la brisa generada por el aire acondicionado ondulaba la seda de la blusa, que suavemente acariciaba su cuerpo mientras conducía.

Atravesó la ciudad silenciada y devastada por el descontrol de Nochebuena, hasta llegar al boulevard que la llevó a la colina, donde se sumergió en una nube de arena pegajosa y caliente que sobrevolaba el camino de tierra al paso de los autos.

Con el mar siempre a la izquierda, condujo por esos caminos zigzagueantes hasta que llegó a destino.

Lejos del sosiego que buscaba en esa playa apartada para poder nadar, leer y escribir en calma, se encontró con el bullicio de los niños que compartían con sus padres lo que Papá Noel había descargado por la noche en sus casas.

Ajena a todo lo que ocurría a su alrededor, con los ojos en esa línea que une el cielo con el mar, casi escapan de su ángulo visual los hierros oxidados de la proa de un barco hundido, que lentamente eran cubiertos por las aguas a medida que el mar ganaba arenas a la playa. Todas las fantasías sobre acorazados que anidaban en su mente estallaron a flor de piel y se largó al mar.

A nado y sorteando las crestas de las olas llegó hasta los restos de ese barco, como intentando buscar alguna respuesta entre sus habitantes, meros y pejerreyes que vinieron a su encuentro.

El mar se tornaba cada vez más bravío. Sus olas, como gigantescos caballos blancos galopando desde el horizonte, estallaban contra los médanos que furiosamente eran bañados y salpicados de sal.

Al descender hasta el fondo sintió que se hundía en las profundidades de su ser para bucear en la esencia de ella misma. Se sintió inmersa en ese mundo transparente, en donde los rayos de luz con las ondas formaban pequeños cubos y prismas de oxígeno e hidrógeno. Cubos y prismas cuyas aristas eran atravesadas por infinidad de peces casi traslúcidos, que mostraban su ondulante columna como si fueran soldados obedeciendo todos a una misma formación.

La nube de esos pequeños seres la traspasaba. Sentía que su cuerpo se movía a la velocidad de los rayos; no lo veía. Cada una de sus partículas se transformaba en esa energía que la llevaba a flotar en el espacio, en donde no existía ni arriba ni abajo, ni ayer ni mañana; todo era eterno, todo era infinito… El celeste de las aguas se tornaba azul,cada vez más azul, casi negro; ya no sabía a sal.

La ambición, el desamor, no existían. Todo era armonía y amor en su pura esencia.

Reinaba la ausencia de toda miseria humana.

Unas blancas y potentes luces sobre un corredor, con gritos de algunos hombres y mujeres vestidos de blanco, la despertaron.

Lentamente, muy lentamente, su cuerpo mojado con esa espuma salada, descongelaba el hielo que aún corría por sus venas.


(*) Nació en Esquel; en la actualidad está radicada en Trelew. Recientemente publicó su obra autobiográfica “Buenos Aires Chico” (Ediciones del Cedro, 2012); con la que obtuvo el primer  premio, compartido con Dora Lendzian, del IV Certamen de Autobiografías de la “Asociación Mexicana de Autobiografía y Biografía” del año 2011. El cuento que publicamos hoy fue premiado en el certamen “Antonio Aliberti” de la Biblioteca “Ricardo Güiraldes” de San Antonio de Padua, del año 2012. La autora también escribe poesía.



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