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martes, 11 de junio de 2013

LA NOTA DE HOY





BIBLIOTECAS POPULARES


Por Jorge Eduardo Lenard Vives




    ¿Qué lector, al iniciarse en su afición, no fue socio de una Biblioteca Popular? ¿Quién no recorrió, ávido de novedades, los estantes de la sección infantil o juvenil; que le ofrecían un tesoro de lecturas? ¿Quién, ya mayor, no concurrió a una de estas instituciones, buscando un libro en el transcurso de una investigación o para su mero solaz? Ya sea por estos o muchos otros motivos, las Bibliotecas Populares tienen un atractivo especial que las transforman en verdaderos sanctasanctórum para los iniciados. Como un modo de recordar su presencia en la Patagonia, los invito a hacer un recorrido por algunas de las Bibliotecas de este suelo; y así, aunque sea en forma incompleta, rendirles un pequeño homenaje.

    En la “Puerta de la Patagonia”, Bahía Blanca, encontramos la Biblioteca Popular “Bernardino Rivadavia”; fundada en 1882. Además de sus ejemplares propios, posee 25.000 libros sobre historia de la colección del Dr Félix Weinberg; y una hemeroteca con los 109 periódicos locales editados desde 1883. Ya en la Patagonia, al sur del río Colorado pero aun en la provincia de Buenos Aires, hallamos en Villalonga la Biblioteca Pública “Presbítero Raúl Entraigas”, que funciona desde 1982. Su nombre honra a uno de los principales escritores de la Patagonia; sacerdote nacido en San Javier, Río Negro, en 1901. Entre sus numerosas obras se cuentan poemarios, ensayos, biografías y artículos periodísticos. Muere en 1977, en Buenos Aires. También la Biblioteca Popular de Maquinchao recuerda al ilustre salesiano.

    Cruzando el río Negro podemos visitar la Biblioteca Popular “Bartolomé Mitre”, de Viedma, que data de 1887. En 1906 adquirió su nombre en homenaje al gobernante fallecido ese año; quien pasó su niñez en Carmen de Patagones. Su padre, Ambrosio Mitre, fue tesorero del fuerte hasta mediados de 1827, cuando la familia vuelve a Buenos Aires. En la misma provincia, pero más al sur, encontramos la Biblioteca Popular “Manuel Reynero Novillo”, de Sierra Grande; creada en enero de 1978. Recibe su nombre por el descubridor del mineral de hierro en la zona. Nacido en San Luis, se radica en Sarmiento, Chubut, en 1922. En 1944, en el transcurso de sus exploraciones, encuentra hierro en Sierra Grande. Cuatro años más tarde se afinca en Bahía Blanca, donde murió en 1955.




    La Biblioteca Popular “Domingo Faustino Sarmiento", de Bariloche, comenzó sus actividades en 1928. En 1932, el presidente Agustín Justo dictamina que se reserve para la Biblioteca una fracción frente al lago; pero años más tarde se le asigna un edificio en el Centro Cívico, inaugurado en 1940. En tanto, la Biblioteca Popular “Juan Bautista Alberdi” de Neuquén Capital, fue creada en 1928 por un grupo de vecinos. Sin embargo, la más antigua de esa provincia es la Biblioteca Popular “Coronel Olascoaga”, de Chos Malal, fundada en 1910.

    Desde 1934, Trelew cuenta con la Biblioteca Popular “Agustín Alvarez”. Su nombre hace referencia al general del Ejército Argentino, escritor y filósofo, nacido en 1857 en Mendoza y muerto en 1914 en Buenos Aires. Entre sus obras se cuentan “Ensayo sobre Educación”, “La evolución del espíritu humano” y “La creación del mundo moral”; además de numerosos folletos sobre varios temas. La biblioteca alberga la colección que fuera del científico Milcíades Alejo Vignati, con temas de antropología, arqueología y etnografía, principalmente patagónica. Como ejemplo de su riqueza se pueden mencionar la “Historia Provinciae Paraquariae Societatis Jesu”, de Nicolás del Techo, de 1637 y otras obras del siglo XVII. Asimismo, posee primeras ediciones de obras de Azara, Darwin, Falkner, Fitz Roy, Gardiner y Musters, entre muchos otros.

    En la capital del Chubut, es un antecedente digno de recordar la “biblioteca ambulante”, ideada por Florentino Basaldúa en 1899. Con el tiempo, en 1963, surge la Biblioteca Pública Provincial "Presbítero Bernardo Vacchina". Su nombre recuerda al sacerdote salesiano nacido en Italia en 1859, que a los 20 años integra el contingente de misioneros enviados por Don Bosco a la Argentina. En 1892 arriba a Rawson; allí establece el primer colegio Salesiano del Chubut, el primer hospital local, la primera iglesia dedicada a María Auxiliadora y el periódico “La Cruz del Sur”. Falleció en Buenos Aires en 1935.




    Hacia 1931, se organiza la primera Biblioteca de Gaiman, en la Escuela Nacional 34. En 1939 se transformó en Biblioteca Popular, con el nombre de “Juan Crisóstomo Lafinur”, para honrar al filósofo argentino. En 1941, la Biblioteca Popular y la Biblioteca Escolar se separan. Años más tarde, la Biblioteca Lafinur dejó el edificio escolar; al no disponer de un espacio físico para funcionar, los libros se depositaron en baúles en la municipalidad. En 1958 un grupo de vecinos decidió reabrirla; lo que se hizo el 1 de julio de 1959. En diciembre de ese año, en una reunión a la que asistió Virgilio Zampini, entonces Director Provincial de Cultura, se cambió su nombre por el de “Ricardo J. Berwyn”; en homenaje al primer educador del Valle.

    La Biblioteca Popular Pública Municipal de Comodoro Rivadavia se instituyó el 16 de agosto de 1946, con el apoyo de antiguos vecinos de la ciudad, de la Biblioteca Popular “Astra” y del gobernador de la Zona Militar, con el nombre de Biblioteca Pública Oficial. En 1955 se resuelve darle su actual nombre. Entre 1961 y 1992 funcionó en el Ex Hotel de Turismo, lugar que se inundó tras una gran marejada, ocasionando la pérdida de numerosos ejemplares.

    En Río Gallegos, la Biblioteca Popular Provincial “Juan Hilarión Lenzi”, cuenta en su patrimonio, además de su numerosa bibliografía, con la colección completa de la revista "Argentina Austral", editada entre 1929 y 1965 por la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia. El escritor que le da nombre nació en 1898 en Viedma. Con el tiempo, se radica en Puerto Santa Cruz y luego en Puerto San Julián, ejerciendo en ambos sitios el periodismo. En abril de 1923 arriba a Río Gallegos, escenario principal de su actividad, donde colabora en varios diarios locales. Entre sus libros se destacan “Vida y Hazañas del General Edelmiro Mayer”; “Carlos María Moyano: Marino, Explorador y Gobernante” e “Historia de Santa Cruz”. Muere a bordo del portaviones “25 de Mayo” en 1970.




    En Ushuaia, la Biblioteca Popular “Domingo F. Sarmiento” fue erigida el 8 de noviembre de 1926. El edificio que la albergara desde su fundación hasta 1996, conserva las características originales de su construcción, típicas de la zona: paredes de chapa acanalada y techo a cuatro aguas, un rosetón de vitreaux al frente y un “hall frío”.

    Nuestra tournée por algunas de las bibliotecas de la Patagonia, nos lleva a considerar varios aspectos. El primero, es que dichas instituciones estuvieron presentes en la región desde los tiempos fundacionales; ya que en las primeras décadas del siglo XX, en todas las actuales provincias patagónicas había algún establecimiento de tal tipo. Otro punto, es que la mayoría compartió el proverbial destino trashumante de estas entidades, que, a medida que crecen, como organismos vivos, deben buscar un sitio más amplio para morar. Y, en tercer lugar, que su presencia cumple una doble finalidad: por un lado, acercan los libros a la población; y, a la vez, se constituyen en verdaderos reservorios donde se conserva el bagaje bibliográfico que conforma una parte fundamental del acervo cultural patagónico.






Nota: pido disculpas a todas las Bibliotecas Patagónicas que no he podido mencionar en la nota por la tiranía del espacio disponible. Estas palabras pretenden representarlas a todas.







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2 comentarios:

BL Kolesnikiewicz Solange dijo...

Las bibliotecas son la maravillosa organización de todo el conocimiento humano.Es un milagro de números y letras. En ese laberinto sabemos que buscamos pero nadie puede predecir cuánto encontramos.Como dice el artículo son parte de nuestra historia, la personal y la mundial. Se mudan con nosotros, cambian sus accesos, crecen, pero su espíritu es siempre el mismo, ese refugio donde el alma se enaltece. Es tan lindo recordarlas, siempre, en ese olor a libro nuevo, en ese ejemplar deshojado y amarillo pero entrañable. Gracias Jorge.

Jorge Vives dijo...

Gracias a vos, Solange, por haber leido la nota y por hacer ese aporte que tan precisamente describe la esencia de las bibliotecas. Aprovecho este comentario para dedicar la nota a algunas personas que se relacionan con el mundo de las bibliotecas. Dedico este artículo a Jimmy, asiduo visitanted las bibliotecas y lector conspicuo, a Solange Kolesnikiewicz, bibliotecaria, a Margarita Borsella y Dora Lendzian, integrantes de la comisión de una biblioteca, y a Mary Zúñiga, directora de otra.