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jueves, 30 de mayo de 2013

EL RELATO DE HOY




DOS RELATOS BREVES

Por Pascual Marrazo (*)






Los secretos de mi sombrero


No es cualquier sombrero, tiene el ala delantera encorvada y fatigada de soles. Esconde olvidos acurrucados en ochavas, páginas en blanco, gritos ahogados de silencios, sueños que no quieren respirar y un pedazo de perezosa oscuridad. En el alero que cubre la nuca, están los naufragios de la memoria, los que no se pueden guardar en los trajes sin usar, como las cartas perfumadas de amor que trepan los recuerdos. Las tristezas enredadas se rinden de cansancios y censuras hasta el cuello. Son fantasmas de imágenes mudas  que se asoman, rastros de antiguas voces invisibles en un enmudecido desierto de caricias. Antes que se escuchen los lamentos,  se huela la horneada, escape la esencia de este sombrero y queden al descubierto los reveses dramáticos, egocéntricos e imperfectos hechizos. Debo esconder mi aliento trasgresor y tonificar el aire de mis pulmones. Para que, cuando aspire  pueda contener todo el aire de mi vida, mucho antes de que pierda la cabeza y sople un remolino debajo de tu enagua que haga temblar tus piernas majestuosas. Espumando dichas y enredando mi alma, sin poder esconder estas miserias.





 Laberintos



En los laberintos que recorren mis pensamientos hay un rincón de invierno donde guardo los recuerdos tristes, es más melancólico que frío. Trato de alejarme y muy rara vez lo visito. Como buen explorador no entro en caminos sin rumbos, ni en las incordiosas nostalgias sin destino. No es falta de valentía, hay un hastío que corre por mis labios de tanto besar promesas incumplidas, se filtra en mis pupilas y vuelca un arco iris de tristezas. Colores en retazos de locas aventuras, marionetas desnudas y sin hilos, amores descartables de cuerpos mutilados, sobre un tamiz de penas e ilusiones rotas. Prefiero vagar por donde el regocijo es alborada, alejarme de los fantasmas escondidos y pellizcar las horas, que valen mucho más cuando estoy con mi amada. Disfrutar las manchas de sus labios, que como pétalos de rosa quedan pegadas a mi piel y reparar las hendijas gastadas de mi boca en la sinuosa geografía de su cuerpo.




(*) Escritor de Cipolletti.
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lunes, 27 de mayo de 2013

EL POEMA DE HOY



REMOLINO DEL ALMA


Por Gladis Naranjo (*)



Voy  andando la estepa milenaria
y  el viento se agazapa
trayéndome memoria de unas rucas
y  unas chuzas lejanas.

A  fuerza de coirones se mantiene
esta tierra arrasada
resguardando el fantasma de Sayhueque
detrás de las montañas.

Infinito paisaje desolado
prisionero de escarcha
cuando el invierno sopla sobre el río
y  sobre las majadas.

Los jotes, los charitos, los pilpiles
saludan la mañana.
Llevan su  libertad bajo las plumas
y  tiemblan con la helada.

El  Chubut abandona los radales
y  es una pincelada
cuando en azul se queda  en un recodo
reclamando torcazas.

En las nacientes mismas de ese río
encuentro la nevada
que me lleva de nuevo hasta mi  infancia:
remolino del alma.




(*) Escritora nacida en Zapala (Neuquen)
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jueves, 23 de mayo de 2013

EL RELATO DE HOY





LA SALAMANCA Y EL LABERINTO


Por Jorge Castañeda (*)



El tema del laberinto en la cultura y el arte de los pueblos pre existentes de la Patagonia ha sido ya estudiado con amplitud por varios investigadores.
Uno de los indicios según el doctor Rodolfo Casamiquela es el “estilo de grecas”, es decir guardas, que ilustran motivos geométricos rectilíneos, muchas veces de aspecto ornamental. Muy características de este estilo son ciertas figuras de trazo interminable, que nunca se cruza, y que recuerdan fácilmente a laberintos de cierta clase, conocida por los especialistas como “caminos perdidos”.
Pero mucho tiempo antes (tal vez un par de milenios) era conocido también el “estilo de pisadas”, figuras grabadas, muy complicadas que según los estudiosos también estaban emparentadas con los célebres laberintos clásicos, sobresaliendo especialmente el de Creta con el temible Minotauro dispuesto a matar al intruso que se atreva a merodear sus intricados vericuetos.
Se sabe que en síntesis el laberinto en su más amplio sentido no es otra cosa que el camino tortuoso que deben recorrer los espíritus de los difuntos para alcanzar el destino final del “más allá”, el mundo de los muertos que les permitirá reunirse con sus antepasados.
La dificultad –escribe Casamiquela- “de tal camino simboliza simplemente la dificultad para alcanzar ese paraíso, lo que no puede hacerse sin un grave riesgo: el de que los portadores del espíritu en vida hayan sido justos en ella”.
Ese “camino difícil” es reemplazado en otras culturas por un “paso difícil” de muchas clases. Implica generalmente ese tránsito al otro mundo algo semejante a un juicio y un “Supremo Juez” que suele ser un “Alto Dios” o figuras similares, muchas veces una anciana tenida por infernal –castigadora- propietaria de una barca (la barca de los muertos, el calehuche, etc.) porque son una especie de “guardianes del “paso difícil”.
Entre los tehuelches esa figura equivalente no era otra que “gualicho” palabra que significaría “la que gira”, la “merodeadora” o la que “gira por afuera”, indudablemente femenina.
Por eso los investigadores afirman que los tatuajes entre los tehuelches (que son verdaderos laberintos) están vinculados como un salvoconducto para no extraviarse en el “camino perdido” y así poder acceder al paraíso, porque quienes no tenían esa señal eran arrojados al mar.



Tanto el tatuaje, como los estilos de grecas, los cantos ceremoniales e incluso los giros en los guillatunes están sin duda relacionados con el laberinto, es decir “el merodeo” para alcanzar el otro mundo donde habitan sus antepasados.
Por esto las ofrendas con las prendas, el caballo, las pertenencias más queridas y aún las mujeres del difunto eran sepultados en los chenques  para acompañarlo en “ese trance difícil”, rito comparable con otras culturas clásicas como la egipcia.
El investigador estadounidense Schuster citado por Casamiquela “cree poder demostrar que ciertos motivos del arte rupestre conocido como “de grecas”, o sea de caminos perdidos o de figuras laberínticas incluyen en su diseño a “tramas genealógicas”, asociando a los laberintos con los linajes, donde el “espíritu guardián” no es otra cosa que un ancestro mítico.
Esa misma idea laberíntica está presente en las sepulturas (chenques y pirámides) con una “idea que es universal: en su fondo yace el cuerpo de un ser cuyo espíritu hubo de remontar la espiral mítica representada por su mole, el “paso difícil” que habría de llevarlo al Mas Allá”.
En el ameno libro de Salatino Mazzulli, escritor e investigador del Valle Medio de Río Negro, “Apuntes de un buscador de cosas”, encontré otra interesante idea del laberinto pero esta vez asociada al mito de la salamanca del bajo del Gualicho, célebre por la descripción de varios viajeros y por haber sido el hábitat del legendario Bernabé Lucero, cuya leyenda lo ha asociado a ella, con todo su misterio y embrujo.
Expresa Mazzulli al hacer una excursión por la famosa salamanca que “fui munido de una madeja de hilo bolsero, para ser extendido desde la boca de entrada, por todo el recorrido que realizara adentro de la cueva, pues las versiones de la leyenda nos daba que la salamanca era un complejo de salas, recovecos y galerías, algunas tan estrechas que era necesario arrastrarse para poder pasar de un lado al otro”.
¿Otra vez el significado del laberinto, esta vez en la famosa salamanca del Gualicho? Era la misma un “pasaje difícil”, donde los que no encontraban la salida “terminaban por enloquecerse allí adentro?
¡Y cuántas similitudes con el famoso laberinto de Creta!
Pero sin duda el dato más llamativo de esta cuestión lo da el mismo Bernabé Lucero cuando supo afirmar al ser preguntado por Tincho Medina que “cuando vas a entrar en la cueva, te vas a encontrar con dos chivos peleando; tenés que pasar por entre medio de ellos. Más adelante te vas a encontrar con dos toros peleando, y también tenes que pasar entre medio de ellos, con decisión y coraje, che. Y por último –expresaba Bernabé- te vas a encontrar con dos pumas peleando. Vos tenés que encarar y pasar entre los dos animales, llegar a una “sala”, la cual es atendida por unos tipos de aspecto raro que te van a preguntar cuál es tu deseo de poder salamanquero. Y cuando salís de allí, ya salís con el poder”.
¡Sorprendente! No solo aparece el “paso difícil” sino también los toros, clara equivalencia con el clásico Minotauro, los chivos –animales expiatorios por excelencia-, los pumas totémicos en varias estirpes y la “pasada” entre los animales, donde encontrar la salida es un don solamente concedido a aquellos “hombres de coraje”.
Solo resta entonces encontrar nuevos indicios sobre el interesante tema del laberinto en la cultura de los pueblos pre existentes, los cuales al decir de Manuel Scorza “aún viajan del mito a la realidad”.



(*) Escritor de Valcheta (Río Negro)

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lunes, 20 de mayo de 2013

EL RELATO DE HOY

DOS RELATOS BREVES



Por Luisa Luzietti de Paolini (*)







Diciembre


El mes más importante del año.
Después de sesenta  veranos, todavía el nombre diciembre lo asocio siempre con el invierno. Días cortos, noches largas, frío, a veces con nieve, melancolía.
En esta parte del mundo donde vivo desde hace seis décadas, todo parece estar un poco, como se dice, al revés. Contradictorio.

         En diciembre maduran las cerezas y los damascos. ¡No, las cerezas y los damascos maduran en junio!, no insistas.

(“Diciembre mata el año y lo entierra”)
Y sigo. Violé centenares  de damascos dorados privándolos de su carozo, para convertir su cremosa, suave y dulce pulpa en la compañera que con el pan estará conmigo en los desayunos y meriendas hasta el próximo diciembre.
Diciembre: se cierra un pequeño ciclo de trescientos sesenta y cinco días (según los hombres).
Día lluvioso y frío, parecía diciembre: ¡¡no!!, ¡¡no!!, ¡¡¡era junio cuando llegué a esta tierra!!!
Junio, diciembre, frío, soledad, ¡qué tristeza!





Recuerdo




Fui dueña del paisaje más ondulante y dulce, las verdes colinas armoniosas, allá en el este, donde nací y pasé mis primeros veinte años.
Entre las curvas de la tierra, el mar turquesa y el cielo se unían al horizonte y no se sabía cual de los dos era más azul.
Fui dueña de las auroras más diáfanas, los crepúsculos más románticos.
Los altísimos pinos mediterráneos, también eran míos, mirándolos así, con la nuca tocando la espalda. Hacían volar muy lejos mi fantasía, misterios profundos que hay allá arriba. Cuando el viento hacía bailar sus ramas, me regalaba sus deliciosas semillas, y una melodía.
Y mías eran las primicias, deliciosas frutas del verano, recorriendo el campo, todo mío, de árbol en árbol, como una mariposa que va de flor en flor.
Amada tierra mía, amarga y bella.
La tristeza y la alegría.




(*) Luisa Paolini, conocida vecina de Trelew, ejercita su afición a la Literatura a través de relatos breves; algunos de los cuales ya han sido publicados anteriormente por este blog.
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miércoles, 15 de mayo de 2013

LA NOTA DE HOY







ITERACIÓN EN TORNO A LOS CIELOS PATAGONICOS


Por Jorge Eduardo Lenard Vives




           Meses atrás, publiqué en el blog una nota vinculando la Literatura regional y esa tercera dimensión del paisaje patagónico, que se suma al mar y al ámbito terrestre: el espacio aéreo. Parecía, en ese momento, concluido el tema. Sin embargo, pronto surgieron nuevos datos que me obligan a redactar estas palabras, iterando las anteriores. Es que hay mucho material escrito sobre el asunto, pues largo tiempo ha pasado desde que el primer avión surcó el cielo austral. Tal vez, incluso, esté pronto a cumplirse el centenario de tal episodio. Recuerdo una exposición de fotografías reunidas por nuestro amigo Edy Dorian Jones, que exhibía la imagen de un aeroplano aterrizado en el Valle del Chubut, fechada en la segunda década del siglo XX.

        El primer indicio de la existencia de más referencias literarias a los cielos australes, surgió de la lectura casual de un párrafo que decía que Antoine de Saint–Exupéry mencionaba estas latitudes no sólo en su obra “Vuelo nocturno”, sino también en otro de sus libros, “Tierra de hombres”; narración de sus andanzas en el desierto del Sahara. Encontré la cita en la décima edición de Troquel: el autor, en dos hojas, habla de un vuelo entre Río Gallegos y Punta Arenas. Llama su atención el campo de basalto al sur de la capital de Santa Cruz, que describe así:

El piloto que se dirige hacia el Estrecho de Magallanes sobrevuela un poco al sur de Río Gallegos una antigua vertiente de lava... Cada protuberancia de doscientos metros posee en el flanco su cráter. Nada del orgulloso Vesubio: situados en la misma planicie, bocas de obuses. Pero hoy la calma se ha producido. Se la experimenta con sorpresa en este paisaje inhóspito donde mil volcanes se respondían cuando escupían sus fuegos. Y se sobrevuela una tierra en adelante muda, adornada de negros glaciares.



Poco más tarde, una feliz circunstancia remarcó mi error de suponer agotada cuestión. Visitaba en Puán al escritor chubutense Fernando Nelson, radicado en esa ciudad bonaerense. A sus instancias recorrí el Museo local; entre cuyas vitrinas encontré una dedicada al aviador local Gustavo Numan Costabel. Se exponía allí, junto a diversas piezas de gran interés, una obra que escribiera para dar testimonio de sus aventuras aéreas. Su título era “Volando sobre la Patagonia”. El autor, nacido en Puán en 1901, fue el primer piloto oficial de la Gobernación de Santa Cruz; durante la gestión de Gregorio Gregores. El libro cuenta su vida, incluyendo una temporada como tripulante de un barco llamado, en forma premonitoria, “Patagonia”; hasta que comienza a surcar el firmamento austral en su avión “Flecha de Plata”. Así pinta el paisaje extendido a sus pies, al ingresar a la región:

En lontananza, brillante y platinado, aparece el caudaloso río Negro, y en una de sus caprichosas curvaturas (...) se destaca el pueblo de General Conesa, con las grandes instalaciones del Ingenio Azucarero “San Lorenzo” y una gran extensión de cuadriculados verdeclaros, que son los tablones de remolacha bajo riego, para la industria. ¡Nos hallamos bajo el cielo de la Patagonia! La visibilidad va disminuyendo a medida que avanzamos sobre las tierras del sur. Hay una luz extraña, pálida, mortecina (...) ¡Todo es extraño en esta Patagonia! Y más extraña aún para mí, que surcaba sus cielos por primera vez.

Otro texto que se agrega a la bibliografía aérea de la Patagonia, es el libro de Gunther Plüschow, “Sobre la Tierra del Fuego”. Describe los vuelos que, de puro aventurero, hizo ese piloto alemán sobre el extremo austral de la Patagonia hacia 1927; al que llega tripulando su propio velero. Con el hidroplano “Cóndor de Plata” recorre los escenarios naturales de Tierra del Fuego, nunca vistos hasta entonces desde el aire. Y de esta manera los dibuja:

Como un sueño indescriptible de singular belleza, totalmente libre de nubes bajo un cielo azul resplandeciente, sobre un mar azul que nada tiene que envidiar al más hermosos de los mares, se esparce por doquier que mi vista alcanza – en medio de hielos, nieve y glaciares, envuelta en verdes y brillantes bosques e imponentes selvas – la sublime Tierra del Fuego.

Aún podemos mencionar un cuarto libro, de Marcelo Augusto Conte; autor de la novela “Patagonia, entre nubes y viento”. Se trata de “Recuerdos del viento”, sus memorias como piloto de LADE. Su prosa nos deja vívidos trazos de lo que vio desde el aire:

Para mí todo era nuevo en la Patagonia, de tal manera que todos mis sentidos se vieron desbordados de sensaciones y de vivencias no experimentadas anteriormente. (...) Se me encogió un tanto el espíritu al sobrevolar la tremenda soledad y el aislamiento en que vivían los habitantes de Gobernador Gregores, (...) pero esa misma soledad resultaba magnífica e imponente al observarla desde el aire. El suelo luce de un color que abarca todas las gamas de los marrones o terracotas, salpicado de vez en cuando por una suerte de oasis verde oscuro, pertenecientes a cascos de estancias y puestos...

         Sin dudas, varios textos más habrá que rescaten los primeros vuelos por el éter sureño y las vivencias de sus pilotos. Un punto común en todos ellos, es el pasmo que despierta en los aviadores la belleza del terreno contemplado de las alturas. En esta utilitaria época de fotografías satelitales y aeronaves no tripuladas transmitiendo imágenes del suelo en tiempo real a un operador remoto; las reseñas de aquellos navegantes aéreos, que tenían mucho de poeta, sugieren que el patagónico es un paisaje para ser visto desde el cielo.


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domingo, 12 de mayo de 2013

EL POEMA DE HOY




PAÍS DE LA SAL


Por Ramón Minieri (*)



Este
es el país de la Sal
el país de la sed

la sed
es un árbol sin párpados
de cornamenta blanca

y del árbol de la sed
crecen
las varas de los rabdomantes

varas enhiestas
que despiertan manantiales
cuando piafan

este
es el país de la Sal

el comienzo
del comienzo de todas las aguas.


(*) Cordobés de nacimiento, rionegrino por elección, radicado en Río Colorado. Es bibliotecario y docente universitario; con formación y vocación de escritor. Desde hace más de 30 años escribe poesía, a la que considera la palabra misma y su forma de vida. En ese género publicó “Libro del Otro Reino y Fábulas de Mutación”, “Libro de los últimos días” (1995). La reina loca (poesía, 2012), País de la sal (poesía, 2010) “Las piedras, el agua” (poesía, 2002 - 2011), “Libro de ciudades” (poesía, 2009). Además publicó el ensayo “Ese ajeno sur”. Otra de sus obras es “Historia de Olvidos”.

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EL POEMA DE HOY




PAÍS DE LA SAL


Por Ramón Minieri (*)



Este
es el país de la Sal
el país de la sed

la sed
es un árbol sin párpados
de cornamenta blanca

y del árbol de la sed
crecen
las varas de los rabdomantes

varas enhiestas
que despiertan manantiales
cuando piafan

este
es el país de la Sal

el comienzo
del comienzo de todas las aguas.


(*) Cordobés de nacimiento, rionegrino por elección, radicado en Río Colorado. Es bibliotecario y docente universitario; con formación y vocación de escritor. Desde hace más de 30 años escribe poesía, a la que considera la palabra misma y su forma de vida. En ese género publicó “Libro del Otro Reino y Fábulas de Mutación”, “Libro de los últimos días” (1995). La reina loca (poesía, 2012), País de la sal (poesía, 2010) “Las piedras, el agua” (poesía, 2002 - 2011), “Libro de ciudades” (poesía, 2009). Además publicó el ensayo “Ese ajeno sur”. Otra de sus obras es “Historia de Olvidos”.

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miércoles, 8 de mayo de 2013

EL POEMA DE HOY





De olor a naranjos y olivos

Por Alicia Cristina



En latidos de viento llevo
la tierra algarvía de mis mayores
desde que aventurados a lomo del Atlántico
desembarcaran con ocres y azules
en mis australes anchuras su morriña.

(De olor a naranjos y olivos
-contaba mi padre-
se inundan en junio las calles angostas
y  saudades en  fados al son de acordeones
repiquetean cantares a sus santos …)

Para restar lejanía alzo mi copa
en nombre de los rostros
que habitan y  pincelan mi piel sin saberlo…
un abrazo lusitano
 se consume
en chimeneas de paredes blancas
y el asombrado naranjo
que plantara en el patio mi abuelo
 alarga sus raíces en rumorosa espera …         

        

 1  Referente a Algarve, provincia al sur de Portugal
 2  Canto popular portugués



(*) Escritora chubutense. Este poema fue presentado en el Concurso del Centro de Estudios Poéticos de Madrid, España, y quedó seleccionado para integrar la Antología "Un puñal al costado" que se editará en julio. Es un homenaje al padre de la autora y a su tierra portuguesa.

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sábado, 4 de mayo de 2013

EL RELATO DE HOY






ENCUENTRO 



Por Ada Ortiz Ochoa (*)




Quiero pensar y no puedo. 

Me siento suspendida como si el suelo se alejara raudamente, poniendo distancia entre mis plantas. Estiletes de hielo destruyen mi pensamiento, dejándome indefensa como espiral de humo a merced de corrientes imprevistas. 

Quiero llegar hasta el final y no sé cómo hacerlo. Se alertan mis sentidos y percibo voces lejanas. 

Alguien emite sonidos melodiosos que alborotan con suavidad la quietud de esta tarde. 

Gorriones anidan en los techos y embarullan sin cesar. 

Abro la puerta que da al jardín, mis dedos palpan todos los ásperos rebordes. Oscuridad y silencio. Me sorprende el ruido de pequeños guijarros que crujen bajo mi paso, que ahora menos temeroso tiene decisión. 

Me aproximo a la siguiente puerta que parece fileteada de luz. Sus contornos irregulares parecen imanes a los que mis ojos se pegan. El picaporte gira dócil a mi movimiento. 

Todo lo vivido con anterioridad parece agolparse en mis recuerdos. 

¡Qué poquita cosa somos los humanos!.., menos que un granito de arena, que un insecto, una pisada, una huella. Gotas de agua y tal vez solo la millonésima fracción de un segundo en la historia del tiempo... pero que a la vez, vivimos sacudidos bravíamente por la fuerza poderosa de nuestros sentimientos. 

¡Aquí está la fuerza! ¡En nosotros mismos! Depende de cada uno el sentir, o el quedar sin sentimientos... 

Ahí está la puerta que da a la calle y mis interrogantes tendrán respuesta. 

Me decido y abro. Ya todo está bien y con alegría digo... 

-¡Estás aquí! ¡De nuevo estás aquí! 





(*) Escritora de Sierra Grande.


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