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sábado, 28 de septiembre de 2013

EL POEMA DE HOY




“EL LAGO LÁCAR TIENE SUS SECRETOS”


ANA MARÍA MANCEDA



Nació en el cuaternario, cuando los hielos reinaban.
Es un largo fiordo azul donde cerros y bosques
en el alba se acicalan.

Cuentan
que hay una ciudad hundida en el fondo de sus aguas,
en la oscuridad de su vientre posee valles, cañadones
y colinas solitarias.

El lago tiene secretos que toda la ciudad calla.

Antiguamente este lago formaba parte de un reino,
un reino cuya corona de mutisias y amancays
perfumaba todo el valle
y dicen que era Sayhueque el rey de este paraíso.
Era un país encantando de fábulas y leyendas:
“En la ciudad de los Césares” se escondían los tesoros
y el murmullo de estos pueblos  del “País de los manzanos”
se fue perdiendo en el tiempo entre maderas y llantos.

Lago complejo, rebelde, tus caprichos enloquecen
¿Por qué tienes que viajar presuroso hacia el Pacífico?
¿Quizás haya una laguna que amorosamente te espera?
¿O será que a tu manera nos vas marcando un rumbo?
El pueblo de San Martín de Los Andes tiene su rebeldía;
la gente con sus protestas, la nieve con sus silencios
las bandurrias llorosas regresando a sus nidos,
y las lengas y los ñires en los dorados otoños
alfombran como escudos tu maravilloso entorno.

Cuentan
que entre las algas se esconden lágrimas de tristeza
que fueron atesoradas por nostálgicos inmigrantes.
Son pétalos de desarraigo que tratan de formar anclas.
En su playa hay peinetones, pulseras, anillos
y amores desengañados
que escaparon de sus dueños a refugiarse en el barro.
Dicen que esposas tristes se sientan en sus orillas
y mirando brillar la luna en las noches del estío
añoran otros amores, amores que ya se han ido.

Los jóvenes locos…locos se aman en los veranos.
Cantan, toman cerveza, se recuestan en la arena
y los seres solitarios perdidos en sus delirios
buscan en noches oscuras una luz en las tinieblas.

En los crepúsculos del largo invierno
no solo llora la gente, el cielo se vuelve cómplice
de esta melancolía
y derrama sobre el lago lágrimas de algodones.
Si alguien desesperado quiere bucear en tus fondos
coméntale sin temores que viva con esperanza,
que regrese hacia su casa y se permita ternuras,
de un hijo, un compañero o de un amigo del alma.

Tantos secretos  posee que a veces sufre su peso
y el viento levanta el agua como olas de lamentos.

Cuando un rico por ahí te llega a tirar monedas
para mostrar su soberbia del poder que lo rodea
escóndelas, guárdalas y cuando suba la marea
entrégalas a los niños que pasean por tu vera.
Son niños muy olvidados por los seres codiciosos
que gobiernan sin fronteras.
¡Tan pobres son sus acciones que ignoran
que la codicia es tapada por la arena!

Cuando el Pocahullo te acerque relato de los vecinos
no seas indiferente; las buenas nuevas las guardas
las otras que a la mar lleguen
no sea que tanta pena las ilusiones nos lleven.

¡Lago Lácar, fiordo azul! El de la ciudad escondida
custodia con tu belleza entre las algas y peces
las envidias, los pecados, las miserias, las fatigas.
¡Frágiles humanos somos!
Cuando caminemos con cadencioso donaire
distraídos, sigilosos, sobre tus caracoles y arenas
murmúranos al oído tus secretos con la brisa.

¡Enójate, levanta olas! cuando hieran tus espejos
que el ruido se haga murmullo, la piedra se la lleve el viento
sólo permite la orquesta de risas y de gorjeos
de violines y guitarras, del sonido de los besos
que enamorados niños se bañan en tus recuerdos.

Cerca del fin del milenio, en noche de luna llena
recíbenos místicos, callados, a prometer religiosos
una vida de luciérnagas
enterrando los fracasos muy profundo en tus arenas.




San Martín de Los Andes, diciembre de 1999.
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martes, 24 de septiembre de 2013

EL RELATO DE HOY




PATAGONIA


Por Gladis Naranjo (*)


 
¡Qué frío ha hecho estos días…!

  Temprano a la mañana, cuando las chimeneas recién comienzan a entregar al aire aromas de madera, la escarcha se rompe bajo mis pies y los mirlos, otras veces tan vivaces, desafiantes en sus trinos, buscando casi con insolencia los granos de mijo a los que los tengo acostumbrados, están todavía quietos. Silenciosos. Apenas un rayo de sol que no alcanza a entibiar llega hasta las hojas de las plantas que se estremecen tratando de liberarse de la helada.

  No sé por qué de pronto recuerdo el frío que hace tanto dejé atrás, en la Patagonia.

  Hace algunos años viajé en tren hacia allá y recorrí de nuevo esas interminables estepas, donde el viento es el amo absoluto, adueñándose de las plantas y de la tierra en crueles torbellinos que junto con el polvo arrastran las esperanzas de siembras y cosechas.

  El tren, imperturbable, devoraba las distancias como queriendo masticar el horizonte sin lomas ni árboles, en que sólo los alambrados demostraban que el hombre también andaba por allí.

  A lo lejos apareció el pueblo. Tan chiquito. Tan chato. Pocas casas desparramadas, como esparcidas por el mismo viento. En esa tierra enorme, la inexplicable pero contundente presencia de la vida.

  El tren se detuvo y llegaron los niños, ofreciendo vaya a saber qué piedras, con sus manos morenas y sus plantas desnudas revoloteaban en el andén, sonriendo apenas, incrustándose en el paisaje reseco y helado.

  Desde un alero los jotes acechaban los corrales cercanos, donde un mínimo rebaño de ovejas y chivos se oía casi lastimero.

  Seguimos viaje. Como fantasmas esqueléticos los postes de luz se perdieron otra vez, y me persiguió el frío.

  Vuelvo a mirar mi pequeño mundo. El sol ya llega a la ventana. Ya se escuchan los trinos…Todo vuelve de a poco a realinearse y respiro de nuevo este lugar que tiene el mismo frío, que tiene el mismo viento…

  Y sin embargo vuelve la nostalgia.

¿Nostalgia de qué? Si fueron muy pocos los años que allí viví… Quizá porque a un niño se le imprimen profundamente las cosas que vive, y allí conocí la soledad, lo indómito de esa tierra tan llena de historias que puede llegar a contagiar su altivez, por defensiva. Quizá el olor del viento…Quizá estos pájaros, tan frágiles…

  Entro en mi casa y la tibieza se lleva los recuerdos, casi deshilachados, que esta mañana, sin querer, me trajo el frío.



(*) Escritora nacida en Zapala.


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viernes, 20 de septiembre de 2013

LA NOTA DE HOY


LA GESTA GALESA LLEGA AL COMIC NACIONAL







   Hace casi seis años publicamos en Literasur dos notas referidas al género de la historieta como expresión artística y a su aporte a la cultura. En la primera de ellas, titulada  “El comic como expresión artística”, reseñábamos las tiras más recordadas del mundo y de la Argentina, así como a las grandes duplas de libretistas y dibujantes. En la segunda (“El comic y la ficción histórica”) y  a propósito de esto último, evocábamos a Horacio Marras y a Virgilio González, autores de “CHUBUT - La Historia en Historietas – 2 Relatos ilustrados de nuestro rico Pasado”, que plasmó en formato de historieta dos episodios trascendentes de la historia del Chubut: la incursión de Simón de Alcazaba y Sotomayor en 1535 para tomar posesión de la Gobernación de Nueva León en nombre de la Corona Española y la excursión de la Compañía de Rifleros del Chubut encabezada por el gobernador Luis Jorge Fontana, en 1885. Decíamos allí que, para nuestra fortuna, ambos trabajos fueron publicados en una edición limitada del año 1992.

   No imaginábamos por entonces que, con el correr del tiempo, la gesta galesa en el Chubut volvería a ser tema de inspiración para un comic, esta vez en tono de ficción con ribetes fantásticos. Nos referimos a la serie publicada bajo el título de “El Museo Imposible”, publicada por la agencia de noticias Télam en su revista digital “Historietas Argentinas”.

   Por idea del reconocido escritor argentino Juan Sasturain y con la magistral capacidad artística del músico, dibujante y guionista de historietas marplatense Juan Carlos Quattordio, de vasta trayectoria en el rubro (Fierro, editorial La Urraca, Sex Humor, La Urraca , Humor (sup Animo), Cazador Comix, además de tiras para U.S.A. , Barcelona y Mallorca), “El Museo Imposible” atesora las piezas más exóticas del imaginario cultural argentino, tales como la “luciérnaga curiosa” del tango gardeliano, la silla del Eternauta, el “duende del rock nacional” y otros especímenes inimaginables. Un buen día el director del museo, señor Laarne, se disgusta con  uno de sus empleados, Julián Castellón, y para escarmentarlo le encomienda una ardua misión: lo envía a la Patagonia a investigar los mitos de la colonización galesa y tratar de obtener algunas piezas para el museo.




   A partir del N° 92, la pág. 4 de “Historietas Argentinas” relata las peripecias de Julián en el Chubut. Allí,  mientras sufre las inclemencias del frío y se asusta con las ballenas, a la vez se irá conectando con anécdotas del asentamiento colonizador, como el encierro de Edwyn C. Roberts en el pozo, la crónica autobiográfica de Eluned Morgan. También se enterará de las aventuras de algunos personajes novelescos, como el riflero de Ffos Halen. ¿Conseguirá Julián algún trofeo para satisfacer las exigencias del señor Laarne?

   La respuesta a ese interrogante solo puede despejarse leyendo los episodios que vendrán. Las actualizaciones “Historietas Argentinas” tienen lugar los días sábados por la tarde. Allí los lectores podrán seguirse las secuencias de esta historia inspirada en la gesta galesa en territorio chubutense que, de este modo, acaba de ingresar felizmente en la escena del comic nacional.

E.G.


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martes, 17 de septiembre de 2013

EL POEMA DE HOY



La Chacra en Confluencia


 Por Marina Kohon (*)




La casa rodeada
por el camino de piedras,
piedras que chasqueaban
anunciando unas pocas
llegadas y partidas.
Un balcón estirándose
hasta tocar el Limay,
de telón barda rebelde,
un jardín,
toda la chacra era un jardín,
un pino
artífice de los rituales de navidad,
una farola- partenaire de danzas.
Una calesita y una hamaca.
Más allá
la acequia,
las ranas
besándose en la orilla,
el bajo
(sacrílegos los pasos
que osaban internarse)
los rayos de sol
filtrándose en ocres
entre las hojas caídas.
Una mesa de troncos,
un banco,
lugar de reunión de los peones.
Después, los frutales y las vides.
Por encima, el ojo de una nena
comprendiendo la abstracción de lo lejano.

........................................................





La hija observa a la madre
desde la hamaca, detrás del ciruelo
estudia sus movimientos
y los fija 
en el lugar donde se guardan los recuerdos
Con los años, volverá
una y otra vez
buscando lo que sostenía a la imagen.


......................................................................

contra las bardas
los pastos amarillos
sostenían la vibración 
del color y la luz
en sus flores diminutas,
eran pequeños
chispazos
despojándose de su geometría
en el viento
así comprendió
que también se podía vivir
en forma intermitente.

...............................................................

Una nena
recorre la casa enorme
hay muebles
que no alcanzan a llenarla
igual camina
con cuidado
para no tropezar 
con los secretos 
que la habitan
aunque sepa
en lo más profundo, sepa
que un día
dará con un cajón
que inevitablemente
abrirá la grieta de su vida.





(*) MARINA KOHON (Mar del Plata, 1965)  vivió  algunos años en Neuquén y luego en Bahía Blanca, donde reside actualmente. Es  poeta, traductora de poesía y profesora de inglés. Coordina  un Club  de Lectura de Literatura Irlandesa desde el 2010. Publicó  La Ruta del Marfil (2012), y está pronto a editarse Banshee. Tiene además tres libros inéditos. Colabora con sus traducciones de poesía en los Otra Iglesia es Imposible,  El Poeta Ocasional y La Biblioteca de Marcelo Leites. El poema publicado pertenece al volumen  "de la Chacra al Cielo" (inédito).


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viernes, 13 de septiembre de 2013

EL POEMA DE HOY




MI FRASE OSCURA

Por Daniel Montoya



Mi voz
sombra del viento
nacida en una selva colorada
hoy transita el desierto
viendo al mar como morada.

Camino
de poeta maldecido
sueños y realidades mezcladas
infancia aquella que has crecido
jugando tardes bajo la arbolada.

Río
de infinito destino
horadando recuerdos de madrugada
horizontes verdes en mi bosque albino
de remanso disfrazas tu cascada.

Golpes
y tropiezos en siesta
enderezarse y sacudirse la carne mal tratada
y la vida otra noche asesta
y de nuevo esperamos la madrugada.

Crecemos
y nos creemos dueños de nuestro destino
y ya nada son para juegos nuestras escapadas
atrévete a jugar como cuando niños
entre la luz y las sombras de hojas despeinadas.

Amar
amarte cada día
en palabras latidas en tintas oxidadas
de piel y sabores la poesía
imborrable el instante de pasiones exiliadas.

Creer
posible detener el río del tiempo
en un soplo del otoño del primer copo de la nevada
que el golpe en la puerta no sea sólo del viento
que vendaval sea tu llegada.


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martes, 10 de septiembre de 2013

EL POEMA DE HOY



LA LUNA SUREÑA


       Por Carlos Basabe Cerdá (*)



Una noche que volvía por las calles de las chacras
descubrí la luna nueva que asomaba por las bardas.
Pensé,¡qué hermoso sería! verla remontando el río
y reflejada en las aguas, del serpenteante camino.

Empecé a hurgar sus dibujos, para encontrar la silueta
de la Virgen y Jesús, según dice la leyenda.
Y cuando ya parecía que de repente la hallaba
unas nubes me impidieron encontrar lo que buscaba.

En esas noches australes cuando la cripta del cielo
muestra arrobado al lucero, que se adelanta radiante,
la luna parece un queso, de color plata argentado
dispuesta a bajar al patio, con su atavío brillante.

Cuántas veces en invierno, saliendo a martinetear
recorrimos los faldeos sin encontrar casi nada.
No equivocamos el sitio, ni tampoco la distancia
era aquella luna nueva que su luz nos delataba.

En las costas del Salado pasó lo mismo pescando.
La luna, farol del gaucho, encendía su luminaria,
y terminaba en tertulia la reunión en la bocana
del famoso “Desemboque”, pescadero de horas largas.

Cuando regreso a mis pagos, aunque quisiera evitarlo,
miro de noche hacia el cielo, cual si estuviera buscando
aquella luna de plata, que al lucero le hace horario,
y llevarla en mis retinas, con otros astros lejanos.

Musa del bardo coplista, que al amor le está cantando,
cuando quieras conocer a esa luna enamorada
no busques en otra parte, que esa bola centelleante
sólo se encuentra en Regina, lo demás es cosa aparte.



(*) Escritor de Villa Regina, radicado en Palma de Mallorca (España) desde 1981. Autor de los libros “Vasco, Sudaca y Mallorquín” (cien años de biografía familiar), “Calles de Tierra” (personajes e historias contemporáneas de Villa Regina), “Malvinas 2010, Operación Comando” (historia novelada. También puede obtenerse en internet), “La Argentina Autodestruida” (ensayo dedicado al año del Bicentenario), “El niño” (autobiografía), “Leyendas baleares y argentinas” (recopilación y análisis de leyendas). Tiene un volumen de cuentos y poemas en preparación.


Se agradece al señor Guillermo Pirri Argentino  el haber permitido conocer la obra de este escritor reginense; junto con otros exponentes de la cultura regional en sus blogs “Rincón Barda Sureña” (/http://www.rincobardasur.com.ar/), “Bien de Regina” (http://bien deregina.com.ar/) y “El Reginense” (http://www.soyreginense.com.ar/). “Al publicar este poema en el último blog, incluyó la siguiente introducción: Conocida es la diferencia de la bóveda austral comparada con otros sitios del mundo.  La brillantez de las estrellas y la de la luna es característica solamente en el Cono Sur.  Cualquier persona medianamente sensible, sin pagar absolutamente nada, encuentra en la contemplación nocturna, la más maravillosa recompensa”.
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viernes, 6 de septiembre de 2013

EL POEMA DE HOY



Sortilegio


Por Pablo Lautaro (*)



Solo.
Postrado ya de tiempo
en la misma tierra que lo cobija.
Informal, misterioso,
con sudor de mañanas de niebla
y tardes de invierno.
Corroído
pero no corrompido
de historias y fatigas
de faenas eternas…
nacido del mismo árbol
que le da sombra.
Una lágrima se desprende
junto a una hoja
que besa su cara superior
exigiendo perdón
caricia del tiempo
que parece no marchar.
Se ha detenido el aguacero
otra mano lo levanta, 
sale de nuevo al ruedo
dos bueyes esperan
es otro tiempo plagado de misterio.




(*) Escritor neuquino. De su poemario “Huellas”.
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lunes, 2 de septiembre de 2013

LA NOTA DE HOY




DE PECIOS Y NAUFRAGIOS

Por Jorge Eduardo Lenard Vives




   Los naufragios constituyen uno de los principales motivos de inspiración para la Literatura regional. Las naves que, hartas de pelear con el vendaval y el oleaje, encallaron buscando el engañoso refugio de la costa o se fueron a pique para descansar en el lecho marino, ejercen sobre los escritores una fascinación que las hacen objeto de muchas piezas narrativas o del género didáctico.

   Una de las obras de ficción más conocidas al respecto es el libro “Los náufragos del Jonathan”, de Julio Verne; en el cual el buque zozobrado da lugar a las aventuras de los obligados pobladores del islote Hoste. Por su lado, las “Pequeñas Historias Marineras” de Hugo Covaro incluyen algunos cuentos de naufragios; como “El astillero de Bahía de las Nutrias”, “El ancla del Villarino” y “El ciego de las carabelas”. Y el argumento de la novela “El secreto sumergido”, del autor deseadense Cristian Norberto Perfumo, se desarrolla en torno a la silueta de un buque siniestrado frente a esas costas: la corbeta Swift.

   Pero es entre los ensayos donde se encuentra la mayor cantidad de páginas dedicadas al asunto. Uno de ellos es “El naufragio de la HMS Swift. 1770. Arqueología marítima en la Patagonia”, escrito por Dolores Elkin y Cristian Murria. Allí se narra las reales circunstancias de la recuperación de los restos de la nave que Perfumo utilizó en su novela. Fue también un texto, el diario del tripulante Erasmus Gower, el que permitió a uno de sus descendientes arribar a Puerto Deseado dos siglos después y reflotar la leyenda que culminó con el raque de los restos.

   Otras obras que se pueden mencionar son “Naufragios en el Cabo de Hornos, Isla de los Estados, Magallanes, Península Mitre, Malvinas y Georgias del Sur” de Carlos Pedro Vairo (complementada con la “Carta histórica”, un mapa que ubica los faros, naufragios y otros puntos citados en el libro), “Monte Cervantes y el Capitán Dreyer”, de Adriana S. C. Posan, “La tempestad y después. Naufragios en el Cabo de Hornos” de Hernán Álvarez Forn; y “Naufragios y algo más”, de Pancho Sanabria. Ricardo Rojas, en “Archipiélago”, dedica dos capítulos al tema; uno de los cuales, “Nómina siniestra”, es la enumeración de los accidentes ocurridos en las aguas que rodean al Onaisín. Toma muchos de ellos de la crónica “Magallanes”, del “publicista” chileno Manuel Zorrilla C. En “Naufragio del Virgen del Rosario”, el escritor comodorense Alfredo Ismael Lama describe vívidamente un naufragio, pero ocurrido lejos de las costas de la región: en el litoral bonaerense.

   Contraparte los naufragios, son los faros; construidos para guiar a los navegantes y evitar su perdición. Se instalaron muchos años después de que los primeros navegantes surcaran esta agua; siendo su falta uno de los factores que, unido a las extremas condiciones climáticas del mar sureño, sembraron de pecios las costas. Por supuesto, fueron objeto de ensayos. Por ejemplo, el libro “Cabo Blanco. Historia de un pueblo desaparecido”, de Carlos Roberto Santos; o “La Isla de los Estados y el Faro del Fin del Mundo”, del ya citado Carlos Pedro Vairo. Y de obras de ficción, como “El faro del fin del mundo”, de Julio Verne; y el cuento “El hombre del faro”, de las historias marineras de Hugo Covaro.

   Analizado como mero tópico literario, un hundimiento pierde mucho de su dramático significado. Pero basta un poco de imaginación para suponer lo terrible de esos naufragios, que ocasionaron la muerte en las frías aguas australes de cientos de marinos. Según dice la leyenda, sus almas se reencarnan en los albatros que sobrevuelan las olas. Qué mejor entonces, para cerrar esta nota, que transcribir los versos de la poeta trasandina Sara Vial, grabados en el mármol del monumento que Chile alzó en el Cabo de Hornos para recordar a los valientes que dejaron su vida en esas latitudes: 



Soy el albatros que te espera

En el final del mundo.

Soy el alma olvidada de los marinos muertos

que cruzaron el Cabo de Hornos

desde todos los mares de la Tierra.

Pero ellos no murieron

en las furiosas olas

Hoy vuelan en mis alas

hacia la eternidad

en la última grieta

de los vientos antárticos,





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