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jueves, 26 de junio de 2014

EL CUENTO DE HOY



LUEGO... HAY UN DESPUÉS

Por Ada Ortiz Ochoa (*)



La casa tiene un techo de brillante chapa acanalada, que sobresale con un reborde de pestañas onduladas.
Dejo deslizar mi mirada por las ásperas paredes. Las ventanas cerradas dan un aire de indiferencia al aspecto general de la imponente construcción.
La verja llena de filigranas metálicas, contiene la tupida mata multicolor, que descuidada, crece sin control. Yuyos y plantas de jardín se encuentran entreverados, así como el bien y el mal, se deslizan amalgamados en toda existencia humana.
Tengo la sensación de ser un escombro de la vida, desesperadamente necesitado del apoyo solidario de una mano fraterna, o del beso de Dios para limpiar mi frente. Pero aquí estoy, conquistador sin conquistas, guerrero sin luchas, vencedor sin triunfos...
Titubeo atribulado, sin poder dar un paso. Llagas en mi alma muerden sin asco.
Un temblor recorre mi cuerpo y casi sin sentirlos mis pies avanzan, uno y el otro, más adelante en esa dirección. Hacia puerta la principal.
El golpe seco del llamador, no parece ser el resultado del impulso de mi mano.
Siento corridas y voces en el interior...
Cuando la puerta se abre, me quedo contemplando el rostro flaco de la mujer y los ojos asombrados de los pequeños.
Simplemente digo:
-He vuelto.
Como un eco me llegan las voces animadas y debo afirmarme ante el abrazo de mi mujer y de mis hijos...
No puedo recobrar la voz, en mi interior acepto:
-Es el destino.


(*) Escritora de Sierra Grande
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lunes, 23 de junio de 2014

LA NOTA DE HOY



DINOSAURIOS

Por Jorge Eduardo Lenard Vives





El reciente hallazgo en la provincia del Chubut de los fósiles del dinosaurio más grande descubierto hasta el momento en el mundo, trajo de vuelta al ruedo el interés por estas maravillosas creaturas que poblaron el orbe unas decenas de millones de años atrás. Parte de la fascinación por tales animales prehistóricos, proviene de la “dinosauriomanía” que generó hace más de dos décadas la película “Parque Jurásico”, de Steven Spielberg. El filme, además de presentar una plausible tecnología que podría permitir la recreación de un mundo extinguido en el pasado, transformó a los arcaicos seres, hasta entonces sólo objeto de estudio e interés por parte de los paleontólogos, en simpáticos peluches escamados atractivos para el público más joven. Pero antes de la cinta estuvo el libro, del mismo título, de Michael Crichton.

No era la primera vez que las letras mentaban a los dinosaurios. En el cuento de ciencia ficción “El ruido del trueno”, de Ray Bradbury, unos cazadores que viajan en el tiempo se enfrentan a un tiranosaurio rex sin mayores consecuencias; pero al retornar al futuro no pueden escapar de las consecuencias del “efecto mariposa”. El cuento escrito en 1952 fue reeditado, junto con otros relatos y dos poemas de similar tema, en su volumen “Dinosaurios” de 1983.

Aun antes, en “El mundo perdido” de Arthur Conan Doyle, una de las novelas de la serie del victoriano profesor Challenger, los aventureros que se internan en las selvas de los Andes Septentrionales encuentran un fabuloso territorio donde, en anacrónica superposición, moran estos terribles lagartos y una tribu troglodita. La novela termina cuando el profesor libera en un salón de conferencias de Londres, por accidente, un pterodáctilo; que luego de provocar el espanto entre los asistentes, se escapa volando por el cielo nocturno con rumbo desconocido. También Julio Verne hace que los osados navegantes del mar subterráneo de su “Viaje al centro de la Tierra”, asistan al enfrentamiento entre un ictiosaurio y un plesiosaurio.

En la Patagonia, la rememoración de los antediluvianos saurios se remonta a la carta que dirige Martín Sheffield en 1922 a Clemente Onelli; a partir de la cual se origina la conocida expedición al mando del Ingeniero Emilio Frey. Pese al fracaso de los exploradores, la atractiva idea despertó el estro de los escritores; quienes volcaron en imaginativas obras la posibilidad de la supervivencia de algún ejemplar de la estirpe. Tenemos así, entre otras creaciones, los cuentos “El palo” de Liborio Justo, “El manuscrito de Sheffield” de Fernando Nelson, la novela “El Lago” de Paola Kaufmann; y la excelente “nouvelle” “Gondwana” de Jorge Honik, cuyo protagonista despierta del letargo para contar su desdichada historia a los seres humanos:

“Amigos radioescuchas. Les habla Bedebel, saurio gigantesco del cretácico. (...) Como mis hermanos fui condenado a la extinción. Pero sobreviví. Yo sólo, aislado en un mundo que ya pertenece a otros, a ustedes radioescuchas. Sobreviví porque fui señalado por la mano de Quién... (...) ...de Quién necesitaba un archivo viviente de su raza para que diera testimonio de aquella época de esplendor y de la decadencia que la continuó”.

Finalizado su testimonio, retorna al lecho de cieno que lo cobija, para continuar su sopor:

“Bedebel volvió a hundirse en las frías aguas, mientras en la superficie un gran remolino sellaba su regreso a las profundidades. Cuando llegó al final y fue cubierto por los removidos barros que lo habían acunado por millones de años, ya dormía.”

Los científicos nunca encontraron en la región un dinosaurio vivo. Sin embargo, hallaron una ingente cantidad de sus restos petrificados; hasta constituir una reserva paleontológica de significado mundial. Tanto en Neuquén y Río Negro, como en Chubut y Santa Cruz, se fueron descubriendo nuevos vestigios de los soberbios reptiles del Mesozoico, con características muchas veces únicas; a quienes se pusieron nombres muy patagónicos: Patagosaurus Fariasi, Titanosaurus Australis, Volkheimeria Chubutensis, Argentinosaurus Huinculensi... Junto con los ratros, aparecen algunas obras que popularizaron los conocimientos científicos en torno a sus peculiaridades; con títulos como “Dinosaurios en la Patagonia” de Rodolfo A. Coria, y “Con un pie en la Patagonia”, por Luis M. Chiappe y Lowell Dingus.

Los ensayos no se detienen en la mera enunciación técnica de los descubrimientos y sus implicancias, sino que transforman la búsqueda en una novela de detectives. Al mismo tiempo, amplían detalles sobre el paisaje natural y humano donde los hallazgos tienen lugar; y se constituyen en una nueva muestra de cómo la Patagonia influye sobre quienes tienen la vocación de transmitir sus vivencias por medio de la palabra escrita.

Pensar en esos seres de variada fisonomía que poblaron la tierra despierta el asombro y la curiosidad, ante la variopinta exuberancia de las formas que la evolución los llevó a adoptar. Pero también mueve a reflexionar sobre como una especie que dominaba el mundo, desapareció de la faz de la Tierra dejando sólo sus huesos hechos piedra. Hoy, a 65 millones de años de la extinción de los últimos dinosaurios, otra raza se enseñorea en el globo terráqueo.

Dicen que la historia se repite.









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miércoles, 18 de junio de 2014

OBRAS RECIENTEMENTE PUBLICADAS



Los patacándanos siguen dando que hablar.
HISTORIA FAMILIAR EN LA FERIA DEL LIBRO DE GAIMAN.
(Presentación del libro “La Vuelta a España después de 100 años”, de Graciela Noemí Papaiani García)


Por Miguel Machesich (*)




Más de 11 mil kilómetros separan los valles de los ríos Curueño, en la provincia española de León, y Chubut, en la Patagonia Argentina. El itinerario fue recorrido hace cien años por una pareja y sus hijos. Salieron de un pequeñísimo pueblo, La Cándana, y se reunieron finalmente en otra incipiente localidad, Gaiman. Lo hicieron junto a otros viajeros que llegaron a la Argentina en el tiempo del crecimiento inmigratorio de principios del siglo XX.

Los hermanos Baltasar de 14 y Benito de 5 años, integraban aquella familia y con sus padres Gregorio García Diez e Isabel González Orejas se sumaron al trabajo rural en las inmediaciones del poblado situado a orillas del río Chubut.

Los pequeños inmigrantes se radicaron con el paso de los años en Rawson y Puerto Madryn en la misma provincia argentina. Allí construyeron sus familias con Carmen Álvarez González y Rosa Díaz y vivieron hasta el final de sus días, sin poder cumplir el sueño del regreso al terruño español.

Sus luchas y alegrías, sin embargo, quedaron condensadas en el libro “Érase una vez la familia García”, una labor colectiva de sus descendientes que generó un proceso de consecuencias insospechadas hasta nuestros días, a partir de los afectos y recuerdos familiares. El libro, editado a fines de 2009, llegó finalmente a La Cándana en agosto del año siguiente pero lo hizo con el acompañamiento de una nutrida delegación patagónica de hijos, nietos y bisnietos de Baltasar y Benito para cumplir el anhelo pendiente.

La experiencia desencadenó otro libro “La Vuelta a España después de 100 años” (En búsqueda de los orígenes leoneses. Viaje al corazón del Curueño)”, cuyas páginas reseñan las alternativas del viaje de regreso, el reencuentro y las emociones de la recorrida por los paisajes añorados por Baltasar y Benito durante muchas de sus conversaciones.

Gaiman, aquel pequeño poblado que recibió a la familia hace más de cien años, posee actualmente casi 7000 habitantes y desde hace tres décadas se efectúa allí una feria provincial y patagónica del libro, que reúne a escritores y lectores de la región y el resto del país durante varios días.

Con esa carga simbólica para los descendientes de aquellos inmigrantes, la última convocatoria recibió también a “La Vuelta a España después de 100 años” y a su autora Graciela Noemí Papaiani García, nieta de Baltasar, integrante mayor de aquel dúo que se asentó en el valle del Chubut hace cien años.

Graciela dialogó con un selecto e interesado auditorio sobre la inusual experiencia familiar de la que participaron hijos, nietos y bisnietos, y que se reflejó en el reciente libro, además de su indispensable previo, publicados ambos por intermedio de la Editorial Dunken.

La presencia fue el transitorio corolario, dado que seguramente tendrá continuidad, de una serie de presentaciones previas que incluyó la prestigiosa 40° Feria Internacional del Libro en Buenos Aires; el Centro Castellanoleonés de La Plata y el Centro Región Leonesa también de Buenos Aires, además de una visita a la Federación de Sociedades Castellanas y Leonesas de la República Argentina.

“La Vuelta a España después de 100 años” tuvo también el reconocimiento oficial al ser declarada de “interés cultural” por el Concejo Deliberante de Rawson, con elogiosos comentarios sobre la iniciativa en los fundamentos aprobadas por el máximo cuerpo legislativo local de la capital de la Provincia del Chubut.

Los “patacándanos”, neologismo acuñado para identificar a este grupo con lazos en ambos lados del Atlántico, no descansan. Los descendientes de los hermanos García han aportado dos muestras de amor familiar para las futuras generaciones en forma de libro. ¿Habrá una tercera? Nada garantiza que ello no ocurra. Así se desprende de su fervor por el mantenimiento de las tradiciones familiares. Baltasar y Benito nunca lo hubieran imaginado. Seguramente.






(*) Periodista. Nació en La Pampa. Reside en Rawson desde hace casi cuarenta años. Su trabajo se centró en la Dirección de Prensa de la Provincia y en otras áreas estatales. Prestó servicios también en los diarios “Jornada” y “El Chubut” y colaboró con numerosas publicaciones y proyectos editoriales. Integró la Asociación de Amigos de la Biblioteca Provincial “Vacchina” de Rawson y otras entidades comunitarias capitalinas.



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viernes, 13 de junio de 2014

OBRAS RECIENTEMENTE PUBLICADAS



 “MI CUÑADITO” DE RUBÉN RODRÍGUEZ LAMAS (*)





El criterio que sigue la publicación de libros por parte de las editoriales “importantes”, es un tanto misterioso. No está claro si esas firmas publican a los autores reconocidos por el público, o si un autor se hacen notorio porque alguna impresora, por oculta razón, decidió publicarlo. Es difícil el camino para los autores que no tienen la posibilidad de acercarse por algún atajo a tales empresas. Pero, afortunadamente, hay otras editoriales que se ponen a disposición de los escritores que no tuvieron esa suerte, para facilitarles el acceso al milagro del libro impreso. De tal modo, pequeñas o grandes obras de arte logran llegar a las manos de un lector.

Y así me llegó “Mi cuñadito”, de Rubén Rodríguez Lamas. Para mi grata sorpresa de incondicional aficionado a la Literatura, su lectura amena desde las primeras páginas me llevó a deslizarme a lo largo del texto hasta el final, cuyo cierre no hizo más que confirmar la calidad del resto del libro. Su autor es porteño, es abogado y es escritor; pese a que él prefiere denominarse “un contador de historias”. Escribe poesía y ficción. Es también periodista; se dedica especialmente al periodismo deportivo. Ese es otro de sus campos de interés: el deporte y, en especial, el básquetball; del que entiende mucho.

¿Qué es “Mi cuñadito”? Una novela. Aunque el autor nos advierte que sus personajes y los hechos que narra tienen una base cierta, abandona la crónica e ingresa al terreno de la ficción; género que maneja con habilidad. Por su tema la podemos reconocer como una saga familiar; de esas que a veces ocupan varios tomos; pero que Rodríguez Lamas logró sintetizar en uno solo, sin perder los detalles que hacen creíble el ambiente en el que la trama se desenvuelve.

Temporalmente, la saga ocupa un período de la historia de nuestro país que va desde principios del siglo XX hasta la actualidad; aunque hace hincapié en el lapso que media entre el final de los años cuarenta y el inicio de los cincuenta. Esta circunstancia será un acicate más para algunos lectores, que encontrarán una cálida reminiscencia de una época que adquiere, con el paso del tiempo, una pátina nostálgica. Desde el punto de vista geográfico, si bien algunos episodios se ubican en diversos puntos del orbe, la acción transcurre mayormente en la ciudad de Buenos Aires; y, en particular, en el porteñísimo barrio de Palermo.

El personaje que sirve de columna vertebral de la obra es Romeo; hombre “de mundo”, de fuerte personalidad. Las experiencias vitales de sus años mozos lo llevaron a construir a su alrededor un universo de cierta estabilidad material; pero que en lo emocional transcurre con la zozobra habitual de las relaciones interpersonales. Romeo es quien más se destaca en el texto, pero no es el protagonista; porque a la urdimbre se van sumando otros actores, que generan una compleja red de relaciones; fuente de continuas sorpresas. Como en toda familia numerosa, cada uno de sus integrantes tiene su propia historia; y finalmente no se reconoce sobre quien gira la vida familiar. Por eso en esta narración, la verdadera protagonista es la condición humana.

La historia despierta interés porque en cada capítulo se presenta un hecho inesperado que mueve a continuar la lectura; pero además el autor le dio una forma literaria que atrapa al correr de las páginas. Uno de los primeros hallazgos es el de la polifonía con que se presentan los hechos. La narración se inicia con un monólogo muy bien logrado, donde una señora en su tercera edad rememora los momentos estelares de la vida familiar. Más que un monólogo es la mitad de un diálogo; pero como las digresiones del personaje profundizan en sus pensamientos íntimos, adquiere una dimensión distinta. En otro momento aparece la narración en tercera persona de un observador omnisapiente, cuyas reseñas permiten “atar cabos” e ir descubriendo los secretos familiares. Y también surge un narrador en primera persona, el nieto de Romeo, que nos conduce hasta un punto panorámico desde donde entendemos el conjunto de la historia.

El clímax de la novela se desarrolla durante un histórico partido de basketball entre Palermo y Villa del Parque; narrado en forma tan realista que transforma al lector en un espectador más, sentado sobre el tablón de madera de la tribuna. Puede escuchar el aliento de los hinchas a sus equipos, el picar de la pelota sobre el suelo de cemento, el golpe seco contra el tablero. Y vibra de emoción cada vez que el balón pasa por el aro, para fortuna de uno u otro “team”. Pero, a caballo del juego, se desata la turbulencia de las pasiones; cuyos partícipes permanecen, durante el partido, ocultos para los demás e incluso para ellos mismos; y sólo es al finalizar la contienda deportiva que comienza a avizorarse la marcha de los acontecimientos, con rumbo de colisión.

En síntesis: “Mi cuñadito” es una novela que además de asegurar un momento de agradable lectura, nos hace reflexionar sobre la condición humana. Nos habla de migrantes y desarraigo; de dudas y certezas; de amor y desamor; de fidelidad y engaño; de vida y de muerte. Y lo hace de una manera plástica, que consigue despertar en quien lo lee, las exactas sensaciones que el autor quiere evocar. Porque esa es, precisamente, la destreza principal de un literato: generar en el lector, mediante la alquimia de sus palabras, los sentimientos que lo movieron a crear su obra.


J. E. L. V.


(*) “Mi cuñadito”. Rodríguez Lamas, Rubén. Editorial Umbrales, Buenos Aires, 2013. Esta obra fue presentada en la Feria del Libro de Gaiman del presente año.


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martes, 10 de junio de 2014

EL POEMA DE HOY



CRIPEN LONGOS

Por Elena Paso (*)



Cripen longos en tardes de otoño
el viento deambula
dos o tres gotas insisten 
vuelve memoria traicionera 
oquedad

rastreo palabras perdidas y 
de las otras, por las dudas
nostalgia de futuro soñado ayer
nostalgia que se vuelve lápiz en acción 
o rubor a mediodía

los dioses no regalan su omnipotencia
extraño su deseo
las gotas tampoco ayudan
cripen longos en abril

es exiguo el amarillo para iluminar
otoños o días de lluvia
tal vez magenta
bermellón o rojo de cadmio 
sensuales naranjas o grises claros 
que sugieren reflejan
refleja la vida

por eso cuando miro espejos
sé/ que no Soy 
sé que las metáforas no se reflejan 
ni olvidos
experiencia 
o deseo

ni el tardío llanto de araucarias 
anudado a mi espalda


(*) Escritora de General Roca.

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sábado, 7 de junio de 2014

EL CUENTO DE HOY




VELADA LITERARIA


Por María Adelina Galíndez Hughes (*)




    Se sintió solo porque anhelaba compartir la mezcla de congoja y desesperanza que lo invadió desde que había cerrado la imprenta, donde trabajó durante treinta años.
    Se peinó con dedicación, se puso el mejor pullover que tenía, pantalones grises gastados y con un trapo limpió varias veces sus viejos zapatos. Al salir de la pensión caminó hacia la parada del colectivo. La dirección que llevaba en el bolsillo le daba una esperanza.
   Cuando llegó ante la puerta de la Casa del Magistrado en Morón, entró con pasos decididos.
   Ya había varias personas en el lugar. Carlos saludó como si conociera a dos de las señoras que estaban en la puerta. Se sentó en la segunda fila de sillas. Comenzó una charla con el señor que estaba a su lado, quien le prestó el libro y leyó con interés algunas de las poesías, tomando nota mentalmente de los nombres de las autoras.
  Al finalizar el acto saludó a cada una de las poetas, les pidió un libro para hacer un reseña del mismo, en la revista literaria que según él, editaba.
 Una de las señoras le presentó a otros autores de la zona quienes lo invitaron para el viernes siguiente a una velada literaria.
   Lo invitaron al brindis, Carlos comentó que se le hacía tarde, pero lo convencieron a que se quedara un rato más. Sandwiches, vino y masas que saboreó con deleite.
 Cuando se despidió su sonrisa clareaba en la noche, Tenía algo para leer, un sábado más que comió acompañado y una convocación para el otro fin de semana en la zona. El resto lo tenía agendado: martes en La Casa de la Cultura en Devoto, miércoles presentación de una antología en la sede del Rotary Club de Ramos Mejía.
   No es fácil comer todos los días cuando a los cincuenta años, se es un desocupado.




(*) Escritora nacida en Esquel. De su libro “Código de Silencio”, Abarcar Ediciones, Buenos Aires, 2013.
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martes, 3 de junio de 2014

LA NOTA DE HOY




TRAPALANDA

Por Jorge Eduardo Lenard Vives




Muchos autores de fuste han escrito sobre el fantástico sitio que las leyendas llaman Eilín, Lin Lin, Trapalanda, Trapananda o, más comúnmente, la Ciudad de los Césares. Siendo un tema desarrollado por conspicuos autores, no me hubiera animado a encararlo; si no fuera porque hace poco hallé dos obras cuyo tema es la mítica metrópoli, que resultan dignas de destacar.

La primera de ellas, citada en una nota anterior, es La ciudad de los Césares de Ernesto Serigos. Con una fértil creatividad basada en los mitos locales, el autor ubica la ciudad en el Valle Encantado, a orillas de Limay; pocos kilómetros al norte de Bariloche. Las pintorescas rocas del lugar son, en la imaginativa novela, las ruinas de la urbe fundada por la reina araucana Huenguelén y destruida por un misterioso ejército invasor proveniente “del oeste”. Para provecho de los conocedores de la región, Serigos refuerza la ubicación del lugar al mencionar que con motivo de la invasión, para afirmarse en el terreno, el enemigo tomó, en un movimiento sorpresivo, el cerro Leones, importante objetivo frente a la Laguna Grande de Nahuel Huapí.

La otra obra que toca el mito es “La confesión de Pelino Vera”, de Guillermo Enrique Hudson; una joya del cuento fantástico argentino que recuerda las pesadillas lovecraftianas. Sin embargo, fue escrito mucho antes que el escritor de Providence redactara sus terrores, pues es previo a 1881. Con su opima pluma, Hudson narra las peripecias de un hacendado criollo casado con una hechicera que, por las noches, transformada en siniestro ser alado, vuela reunirse con los de su misma especie dentro de las murallas del poblado encantado; para celebrar horribles ritos de tono dionisíaco. Así la describe el escritor:

Bajé en medio de una ciudad rodeada por una muralla. Todo era obscuridad y silencio y las casas eran de piedra y vastísimas, cada una de las cuales estaba separada de las demás y rodeada por un ancho muro de piedra. La vista de esos grandes y tristes edificio, obra de otros tiempos, llenó mi alma de pavor y por un momento alejó de mí el recuerdo de Rosaura. Pero no me sentí sorprendido. Desde mi infancia me habían enseñado a creer en la existencia de aquella ciudad amada, buscada en vano, del desierto, fundada hace siglos por el obispo de Placencia y sus colonos misioneros; pero probablemente ya no era la habitación de cristianos. (...) ...todo parecía indicar que sobre ella descansaba algún poderosos influjo de una naturaleza sobrenatural y maligna. (...) El explorador se aleja aterrorizado de tan mala región llamada por los indios Trapalanda.

La fabulosa ciudad sirvió de numen para otros autores de ficción, como Eduardo Gudiño Kieffer en su obra “Magia Blanca”; y los escritores chilenos Manuel Rojas (“La Ciudad de los Césares”), Luis Enrque Délano ("En la Ciudad de Los Césares") y Hugo Silva (“Pacha Pulai”). La mayor dedicación de los autores trasandinos a la cuestión, puede deberse a que la selva valdiviana que cubre la falda occidental de los Andes, umbría y frondosa, da pábulo para más consejas que las laderas orientales; de vegetación menos exuberante.

Pero la materia también fue analizada por el ensayo y la crónica. Si bien Ernesto Morales en “La ciudad encantada de la Patagonia” y Enrique de Gandía en “La ciudad de los Césares”, hablan con conocimiento sobre el asunto; la obra fundamental fue publicada por Pedro de Angelis en 1836. Incluida en su extensa Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Río de la Plata bajo el título de Derroteros y viajes a la Ciudad Encantada, o de los Césares, que se creía existiese en la cordillera, al sud de Valdivia, reúne una serie de curiosos informes que aluden a la fantástica población.

En su Discurso preliminar a la recopilación, de Angelis, nos acerca a una visión personal de la fábula: Pocas páginas ofrece la historia, de un carácter tan singular como las que le preparamos en las noticias relativas a la Ciudad de los Césares. Sin más datos que los que engendraba la ignorancia en unas pocas cabezas exaltadas, se exploraron con una afanosa diligencia los puntos más inaccesibles de la gran Cordillera, para descubrir los vestigios de una población misteriosa, que todos describían, y nadie había podido alcanzar. En aquel siglo de ilusiones, en que muchas se habían realizado, la imaginación vagaba sin freno en el campo interminable de las quimeras, y entre las privaciones y los peligros, se alimentaban los hombres de lo que más simpatizaba con sus ideas, o halagaba sus esperanzas.

Las ciudades utópicas siempre fueron objeto de la atención de los escritores... y de la gente en general. El pánico que motiva el percibir su soledad frente al cosmos, llevó al género humano a tornar los ojos al cielo o a las estrellas. Y la secreta esperanza de que parte de la humanidad hubiera encontrado el camino a la felicidad perfecta dentro de los límites del globo, lo impulsó a soñar estas quiméricas metrópolis. Es tanta la necesidad de su existencia que, ante el fracaso de las innumerables expediciones destinadas a buscar las urbes perdidas, se aventuró que tales ciudades podían ser errantes; y que vagaban de un lado a otro del territorio, haciendo imposible encontrarlas. Sin dudas, esa idea es una magnífica entelequia, fruto de la más ubérrima fantasía.
Es que la imaginación de los seres humanos no tiene límites. Su esperanza, tampoco.




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