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lunes, 23 de junio de 2014

LA NOTA DE HOY



DINOSAURIOS

Por Jorge Eduardo Lenard Vives





El reciente hallazgo en la provincia del Chubut de los fósiles del dinosaurio más grande descubierto hasta el momento en el mundo, trajo de vuelta al ruedo el interés por estas maravillosas creaturas que poblaron el orbe unas decenas de millones de años atrás. Parte de la fascinación por tales animales prehistóricos, proviene de la “dinosauriomanía” que generó hace más de dos décadas la película “Parque Jurásico”, de Steven Spielberg. El filme, además de presentar una plausible tecnología que podría permitir la recreación de un mundo extinguido en el pasado, transformó a los arcaicos seres, hasta entonces sólo objeto de estudio e interés por parte de los paleontólogos, en simpáticos peluches escamados atractivos para el público más joven. Pero antes de la cinta estuvo el libro, del mismo título, de Michael Crichton.

No era la primera vez que las letras mentaban a los dinosaurios. En el cuento de ciencia ficción “El ruido del trueno”, de Ray Bradbury, unos cazadores que viajan en el tiempo se enfrentan a un tiranosaurio rex sin mayores consecuencias; pero al retornar al futuro no pueden escapar de las consecuencias del “efecto mariposa”. El cuento escrito en 1952 fue reeditado, junto con otros relatos y dos poemas de similar tema, en su volumen “Dinosaurios” de 1983.

Aun antes, en “El mundo perdido” de Arthur Conan Doyle, una de las novelas de la serie del victoriano profesor Challenger, los aventureros que se internan en las selvas de los Andes Septentrionales encuentran un fabuloso territorio donde, en anacrónica superposición, moran estos terribles lagartos y una tribu troglodita. La novela termina cuando el profesor libera en un salón de conferencias de Londres, por accidente, un pterodáctilo; que luego de provocar el espanto entre los asistentes, se escapa volando por el cielo nocturno con rumbo desconocido. También Julio Verne hace que los osados navegantes del mar subterráneo de su “Viaje al centro de la Tierra”, asistan al enfrentamiento entre un ictiosaurio y un plesiosaurio.

En la Patagonia, la rememoración de los antediluvianos saurios se remonta a la carta que dirige Martín Sheffield en 1922 a Clemente Onelli; a partir de la cual se origina la conocida expedición al mando del Ingeniero Emilio Frey. Pese al fracaso de los exploradores, la atractiva idea despertó el estro de los escritores; quienes volcaron en imaginativas obras la posibilidad de la supervivencia de algún ejemplar de la estirpe. Tenemos así, entre otras creaciones, los cuentos “El palo” de Liborio Justo, “El manuscrito de Sheffield” de Fernando Nelson, la novela “El Lago” de Paola Kaufmann; y la excelente “nouvelle” “Gondwana” de Jorge Honik, cuyo protagonista despierta del letargo para contar su desdichada historia a los seres humanos:

“Amigos radioescuchas. Les habla Bedebel, saurio gigantesco del cretácico. (...) Como mis hermanos fui condenado a la extinción. Pero sobreviví. Yo sólo, aislado en un mundo que ya pertenece a otros, a ustedes radioescuchas. Sobreviví porque fui señalado por la mano de Quién... (...) ...de Quién necesitaba un archivo viviente de su raza para que diera testimonio de aquella época de esplendor y de la decadencia que la continuó”.

Finalizado su testimonio, retorna al lecho de cieno que lo cobija, para continuar su sopor:

“Bedebel volvió a hundirse en las frías aguas, mientras en la superficie un gran remolino sellaba su regreso a las profundidades. Cuando llegó al final y fue cubierto por los removidos barros que lo habían acunado por millones de años, ya dormía.”

Los científicos nunca encontraron en la región un dinosaurio vivo. Sin embargo, hallaron una ingente cantidad de sus restos petrificados; hasta constituir una reserva paleontológica de significado mundial. Tanto en Neuquén y Río Negro, como en Chubut y Santa Cruz, se fueron descubriendo nuevos vestigios de los soberbios reptiles del Mesozoico, con características muchas veces únicas; a quienes se pusieron nombres muy patagónicos: Patagosaurus Fariasi, Titanosaurus Australis, Volkheimeria Chubutensis, Argentinosaurus Huinculensi... Junto con los ratros, aparecen algunas obras que popularizaron los conocimientos científicos en torno a sus peculiaridades; con títulos como “Dinosaurios en la Patagonia” de Rodolfo A. Coria, y “Con un pie en la Patagonia”, por Luis M. Chiappe y Lowell Dingus.

Los ensayos no se detienen en la mera enunciación técnica de los descubrimientos y sus implicancias, sino que transforman la búsqueda en una novela de detectives. Al mismo tiempo, amplían detalles sobre el paisaje natural y humano donde los hallazgos tienen lugar; y se constituyen en una nueva muestra de cómo la Patagonia influye sobre quienes tienen la vocación de transmitir sus vivencias por medio de la palabra escrita.

Pensar en esos seres de variada fisonomía que poblaron la tierra despierta el asombro y la curiosidad, ante la variopinta exuberancia de las formas que la evolución los llevó a adoptar. Pero también mueve a reflexionar sobre como una especie que dominaba el mundo, desapareció de la faz de la Tierra dejando sólo sus huesos hechos piedra. Hoy, a 65 millones de años de la extinción de los últimos dinosaurios, otra raza se enseñorea en el globo terráqueo.

Dicen que la historia se repite.









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2 comentarios:

Carlos dijo...

¡Excelente, Jorge! Tu frase final desliza una reflexión que daría para cientos de páginas.

Ada Ortiz Ochoa (Negrita) dijo...

Jorge, como siempre tus trabajos son interesantes, documentados y relatados de manera viva, tal que no hay tema que se resista. Terminan siendo atractivos para leer. Lo del hallazgo de restos fósiles en Chubut estimula el interés por el tema, aunque siempre se trató de un tema muy interesante, pasan frecuentemente la conocida Jurasic Park, creo que está mal escrito ¡y he terminado soñando con dinosaurios! Me dejaste pensando ¿Y,... si se repite? ¿Si forma parte de un ciclo, de una seguidilla con millones de años en el medio? Jorge, felicitaciones siempre es un placer leerte. Literasur gracias por las novedades de calidad que siempre presentan. Ada Ortiz Ochoa (Negrita)