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domingo, 25 de enero de 2015

NUEVAS OBRAS RECIBIDAS




RESCATANDO MATICES”, DE MARGARITA BORSELLA (*)




       La mejor manera de valorar la Literatura Patagónica es conociéndola. Sin embargo, aun es “Terra Incognita”; su descubrimiento es una deuda que las letras regionales se deben a sí mismas. Por eso el camino que recorre Margarita Borsella en su último libro, “Rescatando Matices”, traza una huella que tal vez otros transiten pronto. Buscando los hacedores de la cultura austral, la autora toma la figura de uno de sus principales escritores y lleva adelante su rescate. Es así que Donald Borsella, el inspirado creador de “El zorro Cifuentes”, “Las torres altas”, “La avutarda” y muchos otros títulos ya integrados al corpus literario regional, toma forma en las páginas de su nueva obra, prologada por Donald Thomas.

        Es difícil reconstruir la historia, aún la más reciente. El tiempo, muy pronto, pone una pátina que enmaraña la lectura del pasado. Margarita Borsella ya había experimentado ese inconveniente al escribir su propia autobiografía; que conocimos bajo el nombre de “Buenos Aires Chico. Despertar de Imágenes”. Si seguir los trazos de la propia infancia es intricado, ¡cuánto más arduo será buscar las huellas de la vida de otra persona! Aun cuando, como en este caso, sea un familiar directo. Donald no sólo es el sujeto del estudio de Margarita Borsella; es también su tío paterno.

       Incluso el parentesco, lejos de allanar la tarea, podría embrollarla aún más. Para la autora no son datos fríos los que obtiene; están llenos del afecto lógico que suscita el entorno familiar. Más aún cuando, además der lazos de consanguinidad, Donald contribuye a despertar la vocación de escribir en su sobrina; una razón más para sesgar la visión imparcial que permite la veraz recuperación del personaje. Sin embargo, Margarita logra superar el escollo; y, con un estilo ágil y ameno retrata de manera objetiva al escritor.

        Pero no sólo pinta al literato. En estas páginas vive Donald Borsella el hombre; con sus dudas, sus inquietudes, sus ilusiones, sus certezas… Un ser humano que brindó su vida a la sociedad, en los campos de la enseñanza, la cultura y la política; múltiple entrega que habla de un espíritu solidario y desinteresado. Presente en sus pensamientos y en sus expresiones más hondas e íntimas, se encuentra la percepción del verdadero artista; para quien la realidad no es un escenario en blanco y negro donde se dirimen cuestiones doctrinarias, sino una paleta multicolor que va adquiriendo sentido a medida que la vida fluye a través de ella.

        Sin dudas, la presencia de Donald Borsella en el ámbito cultural sureño, es de una enorme importancia, que trascendió su Chubut natal. También superó esa intangible barrera constituida por el río Colorado, porque fue uno de los primeros escritores del sur difundidos a nivel nacional. 

       Pertenece a una época pionera de la escritura austral, los años 70 y 80 del siglo pasado. Cuando Donald comenzó a escribir, no eran muchas las plumas que lo hacían en estos parajes; y menos aun las que tenían ciertas posibilidades de ser conocidas allende el ámbito local. Recién comenzaban a surgir en el ambiente cultural, en forma aislada y súbita, como las marcas de las primeras gotas de lluvia que resaltan sobre el suelo reseco de la meseta. Cierto es que ya existían algunas presencias anteriores; pero eran escasas, solitarias.

        Una de las características de ese grupo de escritores es la plena introducción de la narrativa de ficción en la zona. Hasta entonces, la Patagonia había entusiasmado por su historia y su geografía al género didáctico. También la poesía mostraba su preeminencia, ya que parecía adecuarse a la belleza indómita que irradiaba la región. Pero estos artistas toman el paisaje humano y natural de la zona; y lo utilizan para desarrollar argumentos imaginarios en tono de relato. Incluso ensayan un subgénero poco usual hasta entonces en estos lares: el cuento. De allí que la mayor parte de la obra de Donald Borsella se ubique en esta variante.

       Otra característica de estos literatos, es el hecho de haber sido numen para muchos jóvenes que recién se iniciaban en el arte de la palabra escrita; quienes hallaron en sus mentores la guía para seguir adelante. Su legado sigue dando frutos en la actualidad.

        “No se quiere lo que no se conoce”. Este trillado dicho, como todas las máximas surgidas del sentido común conservadas en el acervo cultural de la sociedad, muestra una verdad a veces no tan obvia. La Literatura Patagónica no goza aun del reconocimiento merecido. Mucho se está haciendo últimamente por difundirla; y mucho queda por hacer. Conocer a los escritores que contribuyeron a conformar un conjunto de obras que pueden fundamentar la real existencia de una Literatura regional, con sus rasgos específicos y diferenciados respecto a otras zonas del país, permite profundizar en el estudio de nuestra cultura sureña. Ese es uno de los méritos del libro y su autora.

       Pero otra de sus virtudes es el hecho de constituir un justo homenaje a una de las figuras señeras de la historia provincial reciente. Es cierto que, como dije antes, el tiempo pone una pátina sobre el pasado. Pero también es verdad que actúa como un cedazo, que separa lo permanente de lo efímero, lo banal de lo trascendente. Cuando el paso de los años use su tamiz, con seguridad el nombre de Donald Borsella quedará retenido entre el de los escritores patagónicos clásicos; cuyas creaciones serán siempre objeto de atención por parte de las futuras generaciones de lectores.


J.E.L.V.



(*) “Rescatando Matices”, Margarita Borsella, Umbrales Ediciones, CABA, 2014.

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