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viernes, 13 de febrero de 2015

LA NOTA DE HOY




LAS ORILLAS DEL RIO CHUBUT


Por Jorge Eduardo Lenard Vives





     Cierta vez, un amigo me contó una anécdota de su juventud, cuando vivía en Gaiman. Como trabajaba en un banco de Rawson, viajaba todos los días de una a otra localidad a fin de cumplir sus tareas. Otros gaimenses hacían el mismo trayecto, por lo que, para mayor comodidad y economía, cada uno de ellos ponía su vehículo por turno y compartían los gastos. Un día, al iniciar la marcha, uno de los integrantes del grupo señaló a un policía parado en una esquina y le preguntó:

   —Carlos, ¿sabe cómo se llama ese agente? – y sin esperar respuesta, agregó – “Espina larga”.

   —Archie, todos sabemos que ese señor se llama Colinir.

   —Precisamente. “Colyn”: espina. “Hir”: larga.

    Estos juegos de palabras entre vocablos de las lenguas de los pueblos originales y su significado aparente en galés fueron objeto de la atención, muchos años atrás, de un sagaz observador de la realidad; que lo registró en algunas frases de una memorable obra de la que fue autor: 

   “No soy lo suficientemente crédulo como para creer en la existencia de indios galeses en el norte del continente americano, descendientes de Madoc ap Owen Gwynedd y sus acompañantes que zarparon desde Gales en el año 1170, en trece naves, de las cuales nunca jamás se supo nada. Aunque algunos suponen que llegaron a la América, estableciéndose allí. Si así fuese, estaría propenso a creer que estos tehuelches tienen alguna relación con los mismos. Hay muchos nombres en su idioma que se parecen mucho al galés, como Gaiman (angostura), Llancueco (campamento al lado de un arroyo de agua), Llancueche (nombre de un lago de las montañas), y Coetir (zona arbolada)”.

   El escritor que hace estas deducciones es William Meloch Hughes; y su libro, traducido al castellano en 1967 por Irma Hughes de Jones, se llama “A orillas del río Chubut en la Patagonia”. Se trata de un texto cuya calidad amerita incorporarlo al “corpus” literario regional. Según cuenta Llew Tegid, prologuista y biógrafo del autor, Hughes nació en 1860 en Gales. A los 21 años se fue a la Colonia del Valle del Chubut, donde pasó 44 años. De regreso en su país natal, tuvo una vida muy activa, en especial como predicador; hasta que fallece allí en 1926. La obra es póstuma; ya que si bien la había terminado antes de su muerte, se edita recién en 1927.




   Sin necesidad de ser políticamente correcto, nos brinda una versión de la historia de la colonia honesta y de primera mano; con una visión libre de anacronismos que no sólo describe los hechos, sino que indaga en sus causas y consecuencias. Sus páginas rezuman sentido común y humor. En muchos párrafos del libro, el narrador recoge anécdotas o hace reflexiones que motivan una sonrisa en el lector.  

    Por ejemplo, al referirse al multilingüismo de la colonia, cuenta lo siguiente sobre un poblador:

“Era, creo, austríaco de nacionalidad y marinero de profesión. Aprendió algo de inglés mientras anduvo por el mar y algo de galés y castellano después de llegar a la colonia. Allí se convirtió en chacarero. Muchas veces solía decir Mi wheat tyfu muy bueno (Mi trigo crece muy bien). Cuando la colonia fue visitada por la langosta, iba a casa de los vecinos y con cara triste, su lamento era Little bichos byta all my wheat, go dario nhw indeed (Los bichitos comen todo mi trigo, malditos sean)” 

   A un plástico estilo, Hughes agrega su cultura clásica; y obtiene párrafos como éste:

   “¿Me brindará alguna vez más sus sonrisas la voluble diosa Fortuna? La verdad que es bastante zorra en esto. Sonríe cálidamente a los que prosperan, sin tener en cuenta para nada los medios utilizados para ello, pero frunce el seño y vuelve prontamente la espalda a los fracasados, aunque estén animados por los mejores propósitos del mundo. Se me ocurre que la Fortuna es alguna Helena o Cleopatra divinizada, y la familia humana le rinde servil homenaje”

   Muestra de su creatividad literaria son las diversas metáforas que emplea para nombrar la muerte: “le llegó el día de descanso”, “se retiró a la región invisible para reunirse con sus muchos hermanos”, “inclinó su cabeza para reposar en el seno del Eterno”, “se unió a la mayoría, detrás del telón”, “se elevó desde la colonia terrestre a la colonia de los justos en las alturas”; y varias más.

   Sus observaciones, dueñas de una peculiar precisión científica, lo llevan a elaborar conclusiones, luego corroboradas por expertos. Por ejemplo, al explicar el origen de las lagunas al norte del valle:

   “Tiempo atrás primó la creencia de que se podría abrir otro cauce aparte del Chubut, para que las aguas fluyeran al mar. Indudablemente se podría hacer esto desde la boca del Ffos Fflat pasando de largo a Trelew hacia las lagunas de sal de Trerawson y desde allí  al mar. Hay rastros evidentes de que el río corrió por allí y ello en una época reciente.”

   Entre muchos otros aportes, también hace una valiosa colaboración al estudio de la Literatura regional, con varios comentarios del siguiente tenor:

   “… creo que el poeta de la colonia, el que sepa descender a las profundidades de sus preocupaciones, sus deseos y su heroísmo aun no ha aparecido. Pero algún día llegará, y de su gran corazón y su clara visión nos dará la interpretación del espíritu mudo, sufrido, de la vida de la Colonia. Cuando llegue, también aparecerá en la Literatura el valiente agricultor de manos callosas, el afable pastor con su perro y su caballo, el secreto encanto de su interior en su aplastante soledad y encantadores misterios.” 

   Muchas veces se siente la tentación de hacer un Canon al estilo de Harold Bloom, aunque menos polémico, sobre la Literatura Patagónica. Sin embargo, la riqueza y variedad de las letras sureñas aconsejan dejarlas libres de cortapisas y encasillamientos. Pero si algún día se redactara tal listado, sin dudas “A orillas del río Chubut en la Patagonia” debe ser incluida entre las obras que lo conformen.

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2 comentarios:

Nelson Francisco dames dijo...

William Meloch Hughes, nacido en 1860,vivió un tiempo junto a sus padres en el molino de Meloch, cerca de Bala (Gales).Proveniente de una familia con buena formación cultural,estudió para predicador, oficio que luego no pudo perfeccionar por razones de salud. Su vida tomó otro rumbo y en 1881 decidió cruzar el Atlantico hasta la Colonia Galesa ubicada en la Patagonia.LLegó con 21 años de edad y permaneción en la misma durante 44 años, retornando finalmente y definitivamente a su País para redactar sus memorias las cuales no alcanzó a publicar por su fallecimiento en marzo de 1926. Su obra terminó de ser recopilada y finalmente publicada en Septiembre de 1927 y cuenta, con trazos de un escritor aficionado (pero de sólida formación cultural y religiosa) interesantes facetas vividas en primera persona dentro del extenso período de tiempo allí vivido. Buena versión histórico literaria,que permite conocer las privaciones y peripecias sufridas por aquellos que coloniozaron esta región, entre las que son sumamente interesantes (por lo dramáticas), las inundaciones de 1899,1901,1903 y 1904).También fué administrador de la Compañía Mercantil durante muchos años, logrando colaborar para el sostenimiento del emprendimiento comercial que centralizaba gran parte de la actividad en la Colonia del Valle Inferior.

Jorge Vives dijo...

Estimado Sr Dames: Le agradezco mucho la lectura de la nota y también el aporte de información que hace en su comentario; que permite una mejor aproximación al escritor al que el artículo quiere recordar. Para que la Literatura Patagónica obtenga su entidad, requiere que se rescaten todos sus escritores; entre los que sin dudas figura WMH. Como usted dice, este escritor nos legó una "buena versión histórico literaria"; cuya lectura es amena e interesante.