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martes, 16 de junio de 2015

LA NOTA DE HOY




AL PIE DE LA PATAGONIA BLANCA


Por Jorge Eduardo Lenard Vives





     “La Patagonia Blanca” fue el título que eligió Germán Sopeña para el libro en el que describió la comarca donde, rodeados de montañas de vegetación frondosa y lagos coloridos, yacen los glaciares milenarios. Encajonado entre los cerros, el campo de hielos continentales –magnífico y terrible a la vez– relumbra bajo el sol patagónico. A su pie se extiende una feraz tierra, en la que el monte tupido se entrecruza con ríos y arroyos diáfanos; y con la paleta de tonalidades verdes, entre turquesas y esmeraldas, de los extensos espejos de agua del San Martín, el Viedma, el Argentino. En medio de esa muestra apabullante de la Naturaleza, el ser humano, consciente de su poquedad pero a la vez de su maravillosa capacidad para adecuarse al entorno, logró arraigarse al paisaje; y, con el correr del tiempo, de unos asentamientos dispersos fueron creciendo dos centros urbanos: El Calafate y El Chaltén.

       Rodeados de tanto esplendor, los hombres y mujeres que habitan ese ámbito no pueden escapar al influjo creador; que se reflejó, en particular, en la Literatura. Desde mucho tiempo atrás, tanto visitantes como pobladores sintieron la necesidad de transmitir sus impresiones a otras personas que no podían contemplar la belleza inaudita de la región. Una belleza que no es apacible ni bonachona, sino dura y exigente; marcada por las bajas temperaturas, la nieve, las noches largas del invierno, el viento que desciende del ventisquero…

      Uno de los primeros escritores que se interesó por la zona, aunque ajeno a la misma, fue Juan Goyanarte, en su novela “Lago Argentino” de 1955. Pero ya un antiguo poblador asentado en cercanías del Fitz Roy, había descripto la riqueza de los paisajes y la rigurosidad del clima. Reunió sus narraciones en un volumen llamado “La Patagonia Vieja”, editado hacia 1948. No fue lo único que Andreas Madsen escribió. Junto con su amigo el escritor Carlos Bertomeu, publicó la obra “Cazando pumas en la Patagonia”. Años después de su muerte, el investigador Martín Adair reunió los escritores dispersos del colono, muchos de los cuales tradujo del danés; y los dio a conocer con el nombre de “Más relatos de la Patagonia vieja”.

      Estos parajes llamaron la atención de otro escritor santacruceño, Rodolfo Peña, quien situó aquí su novela “Los pájaros del Lago”. Y también de una pluma del norte del país, la de Germán Sopeña; que describió el regio escenario en el libro mencionado al inicio de esta nota.

       Con el tiempo fue formándose entre los habitantes del territorio un nutrido grupo de literatos. Uno de sus principales representantes es el calafateño Mario Echeverría Baleta; con un largo arraigo en la región pues desciende de una de las familias pioneras. Interesado en la cultura aoni kenk, escribió numerosos libros sobre el particular: “Joiuen Tsoneka”, “Toponimia indígena de Santa Cruz”, “Vidas y leyendas tehuelches”, “Cuentan los chonkes”, “Raíz folklórica de la Patagonia”; y otros. Además incursionó en el cuento y el relato con “Patagonia Sur” y “Anécdotas viales”. En “El Calafate. Humor chacarero” combina algunos apuntes para la historia del pueblo; con un conjunto de anécdotas de los primeros pobladores de la región.

      Otro escritor local radicado en El Calafate, recientemente fallecido, es Carlos Sacamata. Director durante varios años de la revista literaria “Chaltén”, gestor de numerosas actividades culturales y permanente difusor de las manifestaciones artísticas regionales, dejó varios libros; como “De Cuerpo y Alma”, “Recordando el viento”, “El picadero”, “Linaje Sacamata” y el poemario “Aoni Kosten”, prologado por Rodolfo Casamiquela. De allí extraemos unos versos de su “Copla”, que hablan sobre estos pagos:

                     Altivo asoma el Chaltén
                     centinela siempre alerta,
                     malón de llantos es el río,
                     perdido en cada vuelta.

      También una descendiente de familiares colonas de la zona de lago Viedma incursionó en la escritura. Entre otras obras, Patricia Halvorsen ha publicado “Entre el Río de las Vueltas y los Hielos Continentales”, “El vasco de la carretilla, Una historia real”, “Stanhardt. Fotógrafo itinerante” y “La Leona. Historia de balsas, boliches y entreveros”; que dedica a “Los hombres y mujeres de Santa Cruz que me han confiado las experiencias que les tocó vivir y los relatos que recibieron por boca de sus mayores”.

     No son los únicos. Nuevos nombres se han unido en los últimos tiempos a los cultores regionales de las letras; entre los que se puede mencionar en El Calafate a Alberto Chaile, Malena Biccio, Pepe Amarilla y Lucrecia Pejkovic; y en El Chalten, a Tere Torres, Tito Ramírez, Juan Diego Fernández, Mauro Holzmann, Cecilia Facal y María Zulma Amadei. Con seguridad, quedan muchos autores por citar; y muchos otros se unirán a ellos en el futuro. Porque sin dudas, vivir al pie de la Patagonia Blanca, inspira al artista y lo impulsa a la creación.



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2 comentarios:

Ada Ortiz Ochoa dijo...

¡Qué hermoso documentario forman las notas de Jorge Eduardo Lenard Vives! Siempre peticiono para que en las escuelas haya una materia de Literatura Patagónica, estas notas magníficamente documentadas, son instructivas y llenan un vacío de conocimientos en muchos de nosotros. Felicitaciones al autor y muchas gracias. Agradecimiento a Literasur y un saludo grande para todos. Negrita (la de Sierra Grande)

Jorge Vives dijo...

Muchas gracias, Negrita, por tu comentario a la nota; y muchas gracias por tu referencia y deferencia hacia este blog. Comparto con vos la importancia de enseñar la Literatura Patagónica en nuestras escuelas; sobre todo teniendo en cuenta ese conocido dicho: "no se quiere lo que no se conoce". De todas maneras, sé de tus esfuerzos por difundir de la mejor manera posible la obra de los autores patagónicos. Muchos de esos escritores llegaron a estas páginas merced a tus buenos oficios.