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lunes, 23 de mayo de 2016

OBRAS DE AUTORES PATAGÓNICOS




COMENTARIO ACERCA DE UN LIBRO RECIENTEMENTE PUBLICADO

“DOMINGO”, DE ANGELINA COVALSCHI (*)




    Cuando la ficción toma como base un hecho real, puede dar lugar a una novela histórica. Pero cuando el texto apunta más a los personajes que a la época en la que se desarrolla la trama, se transforma en una obra intimista, de ribetes psicológicos, que deja de estar ubicada en un determinado punto del tiempo para transformarse en atemporal y perdurable.

    Es lo que sucede con “Domingo”, la última creación de Angelina Coicaud de Covalschi. La obra recuerda el asesinato de una asistente social en manos del paciente psiquiátrico a quién atendía aun estando jubilada; episodio ocurrido en Caleta Olivia unos años atrás. El hecho conmueve a la escritora y la inspira para desarrollar el tema y transformarlo en una obra literaria. El crimen, con su complejidad y sordidez, fue numen para muchos escritores, como Dostoievsky, que incursionaron en sus vericuetos lóbregos. Sin dudas, la problemática es densa y requiere una buena pluma; y la autora supera el requerimiento.

   Es pertinente insistir en que la obra es una novela. Aunque Angelina se compromete con el tema, no transforma al libro en un ensayo académico. La suya es la visión de una artista, donde caben ideas y razonamientos, pero también sentimientos y emociones. La imaginación ocupa el sitio que le corresponde. No es una creatividad desbocada que deforma los acontecimientos, porque los hechos del pasado no pueden modificarse. Es la inventiva justa para recrear la intimidad de los protagonistas; ese mundo interior propio de cada persona; que a veces se oculta tras la máscara de la apariencia física.

   Aun cuando los personajes ficticios de la narración guardan relación con los verdaderos actores del drama, no son exactamente intercambiables. Si bien no puede prevenirse, como en algunas películas, que “los personajes no guardan relación alguna con personas reales”, tampoco puede afirmarse que exista una estricta congruencia entre ambos; por cuanto las figuras de la novela terminan siendo creación, o recreación al menos, de Angelina; quien logra descubrir la personalidad de los actores de la vida real y la sublima en las páginas de su relato.

    La autora desarrolla la vida de la protagonista, Cecilia, y de su victimario, Francisco Heller; partiendo desde sus posiciones en el mundo, distintas y bien diferenciadas. No son vidas paralelas; por el contrario, convergen hacia el trágico momento final. La autora indaga en los antecedentes de la asistente social, mediante una serie de sucesivos raccontos; interesante recurso que proporciona agilidad a la lectura. Ese estilo permite avanzar hacia el luctuoso desenlace en forma atrayente. De otra manera, la presencia de la terrible tragedia final, avizorada en todos los capítulos como una amenaza oculta, tornaría la lectura abrumadora y angustiante.

    Esa indagación en el pasado de Cecilia reconstruye la formación de su profunda vocación por ayudar al prójimo; que la lleva, inexorable, hacia su culminación como ser humano. Por ello la novela de Angelina presenta dos vertientes interrelacionadas: una faz sociológica, la presencia del trabajo social como disciplina de peso en las relaciones de la comunidad; y una faz psicológica, la constitución espiritual de quien por convicción se convierte en trabajador social. Dice, por ejemplo, de Cecilia:

“Vivió una vida plena, auténtica, pero hincó las raíces de su corazón en el mundo y en los destinatarios de la asistencia social. Ese compromiso fue su verdadero poder. Allí no cabía el miedo. Y si lo experimentó, lo habrá considerado ruin e insignificante. Su don consistió en ayudar a otros en su viaje. Modelar la materia de sus vidas”.

  Por otro lado, la descripción de la enfermedad de Francisco a lo largo de los capítulos también preanuncia, con la implacabilidad de la lluvia, al decir de Hilaire Belloc, o de cualquier otro inevitable fenómeno natural, la violencia del final. Las fantasías del hombre son descriptas por Angelina de una manera que recuerda las alucinaciones detalladas por Doris Lessing en su obra “Instrucciones para un descenso al infierno”. Cuando reseña una excursión, mitad real, mitad imaginaria, que el enfermo realiza en Chile, describe:

“En los pasillos del Hospital habló de su aventura… Días de navegación por las islas del sur. El agua que golpeaba la proa del barco en busca de huecos tibios. Los monstruos marinos sobre las olas. Desde las fosas oscuras del Pacífico vendrían a juntarse con Heller, para acordar alguna venganza”.

    Cecilia y Francisco son el centro de la historia; pero a su alrededor giran una constelación de amigos, colegas de trabajo, terceras personas; que conforman la trama argumental. Son parte de un universo que, como otros ámbitos laborales, permanece casi ignorado por el resto de la sociedad; aun cuando mucho de su funcionamiento se deba a su tarea humilde y silenciosa: el del Trabajo Social. Marcela, Alicia, Lucía, Marcos, Guillermo y muchos otros, son todos habitantes, en sus distintos roles, de ese cosmos. Sus testimonios, enriquecidos por la interpretación de la autora, refieren los hechos sucedidos hasta el momento álgido de la muerte; trance que, al contrario, transcurre sin testigos. Sus relatos tejen como una manta hecha de retazos, que brinda un múltiple punto de vista sobre el ambiente en el cual la tragedia discurre; otro interesante recurso con el que Angelina ameniza la narración.

   La tapa es la obra “Libélula” de la pintora Graciela Ronconi, de Rada Tilly; en tanto la introducción es de María Ester Labado. El prólogo, explicatorio, es de la propia Angelina.

    “Domingo” es una novela con todas las letras, digna de figurar entre el resto de las excelentes obras que la autora ofreció a lo largo de los años. Es una novela, sí, pero también es un grito. Pero no un grito destemplado y estridente; sino un llamado de atención en voz alta. Es un aviso a la comunidad, que Angelina, con su calidad literaria y su sensibilidad artística, logra transmitir Y ese aviso dice que hay mucha gente entre nosotros que hace todo lo posible por cuidar al prójimo, que es capaz de dar hasta la vida para cumplir esta solidaria misión; y que, aunque no lo pida, debe ser reconocida y cuidada por el resto de la sociedad.


J.E.L.V.



(*) “Domingo: novela inspirada en el asesinato de una asistente social”, por Angelina Covalschi. Remitente Patagonia, Trelew, 2015.

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2 comentarios:

Recomenzar dijo...

Me gusta como describes lo que lees.Te felicito

Jorge Vives dijo...

Muchas gracias por la lectura de la nota y muchas gracias por el comentario. Trato de detallar en palabras, todo lo que pienso y siento al leer un texto. Mis saludos más cordiales