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martes, 7 de agosto de 2018

EL RELATO DE HOY










AJO Y AGUA


Por Paulo Neo (*)




Toda la historia del mundo es la historia de la libertad. 
Albert Camus 





Muchas mañanas me quedo pensando un buen rato frente al armario. Sucede que nunca alcanzo a saber si este pantalón de aquí combina bien con aquella camisa de allá. O si este suéter verde agua va bien con los zapatos con cordones. O si la corbata roja es demasiado estridente, demasiado llamativa. Y así.

Por suerte la cosa se diluye pronto, como el azúcar del primer café. Son apenas unos minutos, claro, pero de una pesadez abrumadora. Y si bien podría disponer las prendas la noche anterior, lo cierto es que siempre hay algo que logra distraerme: alguna lectura apasionante, algún texto que pide corrección, alguna película recomendada, etc. Nada que hacer entonces. Ajo y agua, como dicen por ahí.

Al momento de elegir una próxima lectura, experimento algo bastante similar. Por más que confecciono listas, que apilo ejemplares a un lado del escritorio, siempre tengo momentos de indefinición, de absoluta ambigüedad. No sé si ir por un ensayo, una novela o una colección de cuentos. Es que el abanico de posibilidades, tan ilimitado, me resulta agotador. Aun así, quiero creer, esto es siempre preferible a su opuesto. Lo cierto es que bendigo entonces, mi gran fortuna. Pues si este pequeño aturdimiento es el precio, lo pago con infinito gusto.

Ahora bien, la imagen que nos ocupa fue tomada en el interior de la nueva biblioteca de Tianjin, en China. Se trata del Paraíso con el que cualquier lector sueña: más de un millón de libros al alcance de la mano. 

Cierto es que hay quien solo aprovecha para sacarse selfies, como el hombre de abajo a la izquierda. O el que está de espaldas en el pasillo, oteando el horizonte, buscando el baño o algo parecido, al lado de la mujer que limpia uno de los estantes con el paño azul. O la mujer de joggins y zapatillas que se pasea con las manos en los bolsillos. Pero coño, que de las excepciones no se salva nadie nunca.

En fin, que mientras me abrazo a mi pequeña y querida biblioteca, le pregunto a Ud. querido lector: ¿cuánta libertad está dispuesto a soportar?




(*) Este texto ha sido tomado del sitio web del autor: www.pauloneo.com

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