google5b980c9aeebc919d.html
Mostrando entradas con la etiqueta PENSAMIENTOS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta PENSAMIENTOS. Mostrar todas las entradas

viernes, 29 de febrero de 2008

PENSAMIENTOS


MIRADAS

de Mónica Morris*


Un par de ojos, increíblemente profundos, me miran por dentro.
No son pardos, grises, verdes ni azules.

Recorren mi alma de punta a punta, con expresión templada.

Me acusan, me reprenden, me acarician, me aman...

No duermen jamás, siempre observan. Son un eco que repercute en la trastienda de mi otra mirada.



*Escritora chubutense.

sábado, 24 de noviembre de 2007

UN MOMENTO CON LOS GRANDES PENSADORES


LOS RIESGOS DE OBLIGAR A OTRO A DARSE CUENTA

SÖREN KIERKEGAARD*



“Se puede tener la buena suerte de poder hacer mucho por otro; se puede tener la buena suerte de conducir a otro donde uno desea (...) Pero este resultado (...) depende de muchas cosas, y, sobre todo, depende de si él quiere o no. (...) Es imposible que yo obligue a una persona a aceptar una opinión, una convicción o una creencia. Pero sí puedo hacer una cosa: puedo obligarle a darse cuenta. En cierto sentido esta es la primera cosa; porque es la condición antecedente a la próxima, es decir, a la aceptación de una opinión , de una convicción o de una creencia. (...) No se puede discutir que es un acto de caridad, pero tampoco hay que olvidar que es un acto temerario. Al obligar a un hombre a darse cuenta, logro también el propósito de obligarle a juzgar. Ahora está a punto de juzgar; pero lo que ahora juzga no está bajo mi control. Tal vez juzga en sentido totalmente opuesto de aquel que yo deseo. Además, el hecho de que se ha visto obligado a juzgar puede tal vez haberle amargado furiosamente contra la causa y contra mí. Y acaso yo soy la víctima de mi acto temerario. Obligar a la gente a darse cuenta y a juzgar es la característica del auténtico martirio. Un mártir genuino nunca usa su fuerza, sino que lucha con ayuda de la impotencia. Obliga a la gente a darse cuenta (...)”.

Fragmento de “Mi punto de vista”

Sören Kierkegaard

(1813-1855)