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miércoles, 26 de marzo de 2008

NOS ESCRIBEN

DESDE CHILE nos escribe el poeta Rodrigo Verdugo (orfico_77@hotmail.com) para enviarnos la siguiente información:

ESTIMADOS AMANTES DE LA POESÍA:
Se publicará una revista antológica "LABIOS MENORES" por ediciones Derrame.
La revista propone reunir poemas de poetas chilenos y extranjeros bajo una mirada creativa para el deleite del lector.

Este número reúne los siguentes poetas:

Federico Schopf,
Leonor Dinamarca,
Andrés Morales,
Claudia Provoste,
Andres Morales,
Rodrigo Verdugo,
Gabriela Trujillo,
Rodrigo Hernandez,
Elvira Hernandez,
Hector Hernandez,
Eduardo Yañez,
Roberto Yañez,
Marcela Saldaño,
Tomas Harris,
Renato Irrarazaval,
Julio Carrasco,
Javier Bello,
Simon Fierro,
Carlos Sedille,
Juan Calzadilla,
Juan Negro,
Stella Diaz Varin,
Marcelo Bordese,
Christian Schmidt,
Fernando Palenzuela,
Maria Magdalena
Katalina Gonzalez
Alejandro Puga
Ana Montrosis
Daniel Carvallo
Aldo Alcota



La revista se verá ilustrada por los pintores Daniela Gallardo, Enrique de Santiago, Aldo Alcota, Miguel Angel Huerta y Roberto Yañez.
Sus editores son Roberto Yañez y Rodrigo Verdugo.
La revista será en blanco y negro y se editarán 150 ejemplares.
Cada ejemplar costará 3000 pesos chilenos.
Si Ud. desea suscribirse antes para colaborar con la realización de la revista podrá adquirirla a través de la persona que lo contacte ya que esta persona tendrá un talonario para la venta anticipada. Durante el lanzamiento podrá retirar su ejemplar con su comprobante o si no puede asistir le será entregada en su domicilio.
Si desea colaborar con mas dinero pondremos un aviso en la revista con los datos de su negocio o similares.
Muchas gracias por su atención. Ud puede contactar al editor Roberto Yañez en el 2732542 o a Rodrigo Verdugo en Chile al 7104274.
A Aldo Alcota desde Europa lo pueden contactar al aldosurrealista@yahoo.com.

domingo, 23 de marzo de 2008

LA NOTA DE HOY


EL CUENTO POLICIAL EN LA LITERATURA PATAGONICA


Por Jorge E. Vives*


El cuento policial pertenece a un género que tiene un lugar ganado por derecho propio en la literatura. Muchos reconocidos escritores lo prestigiaron. En nuestro país Jorge Luis Borges fue uno de sus principales cultores. Además de la serie de relatos de “H. Bustos Domecq” y su criollo detective Isidro Parodi, escrita en compañía de Bioy Casares, Borges creó sus propios relatos policiales. De hecho, algunos de sus mejores cuentos, como “El jardín de los senderos que se bifurcan”, “El hombre de la esquina rosada”, “La brújula y la muerte”, e inclusive, en cierto modo, “La intrusa”, pertenecen a este género muchas veces, e injustamente, calificado de “menor”.

¿Qué se entiende por “cuento policial”? A fuer de sintetizar, se agrupa en esta clasificación los relatos que algunos críticos más puristas dividen en distintos subgéneros; desde la narración esencialmente “detectivesca” hasta el cuento emparentado con la “novela negra”. A pesar de su aparente disparidad, todos estos relatos tiene en común dos elementos, que se combinan en distinta proporción: el misterio y la investigación que lo resuelve. El misterio puede o no ser un crimen; aunque generalmente lo es. La investigación puede correr por cuenta de la policía, de un investigador privado, de un simple aficionado. O de nadie, y ser un arbitrio del autor para desarrollar la narración. Y si bien el esquema clásico implica inicialmente la presencia del misterio, seguida de la investigación y del hallazgo de la solución, el orden puede variar, dando lugar a un sinnúmero de posibilidades que siempre actúan como incentivo para que los escritores intenten el género.

La literatura patagónica no ha escapado a ese influjo. En su “Ensayo de historia literaria patagónica”, Leonor María Piñero nos recuerda que uno de los primeros logros del escritor rionegrino Rodolfo Walsh fue ganar un concurso de cuentos policiales. Estos relatos eran “policiales” en el sentido preciso del término. Pero al escudriñar en los cuentos de otros autores patagónicos tratando de identificar aquellos que respondan a las características “policiales”, se debe adoptar un concepto ampliado del género.

Por ejemplo, en el cuento “Diario de un perro” de su libro “Patagonia Sur”, Echeverría Baletta desarrolla una trama policial vista desde un singular punto de vista, en el cual el criminal resulta impune por una curiosa circunstancia. Rodolfo Peña, en su volumen “Cartas del pueblo”, incluye el cuento “La Juanita”, donde el autor del crimen recibe un inesperado y terrible castigo. En “El visitante”, de Oscar Camilo Vives, el misterio y la explicación –que corre por cuenta del lector– se superponen. “La última entrega”, de Fernando Nelson, incluida en el tomo “El Retorno”, tiene un toque de narración “negra” en su insospechado final. Tanto Elías Chucair en “Cobrando cuentas” (incluido en sus “Cuentos y relatos”), como Leonardo Tuso en “Las botas amarillas” (de “Fue por donde el diablo perdió el poncho”), desarrollan sendas historias en las que el misterio constituye el sorpresivo cierre, precedido de una explicación que aclara motivos y circunstancias Y así podríamos seguir citando ejemplos.

Tal vez los mencionados no sean cuentos estrictamente “policiales”, tal vez en ellos no haya detectives sagaces ni deducciones geniales; pero esos relatos reúnen básicamente las condiciones que aseguran la intriga y el suspenso alrededor de un misterio que debe ser aclarado. De todas maneras, el presente estudio pretende en su brevedad citar sólo unos pocos autores y unas escasas obras. Una investigación más profunda revelará sin duda otras creaciones literarias patagónicas que incursionan marcadamente en el género. Siendo este un artículo corto su finalidad no es proporcionar una información completa sobre el tema, sino apenas servir como un “llamado de atención”.

A lo mejor alguna vez un editor, atendiendo o no a este “llamado de atención” pero conciente del valor de la literatura patagónica, se decida a encarar la aventura de editar una antología del cuento policial patagónico. Tendrá entonces abundante material para seleccionar el que finalmente va a publicar; una selección seguramente difícil por la buena calidad de las obras existentes.

*Escritor chubutense.

viernes, 21 de marzo de 2008

EL POEMA DE HOY




Kakel y el Cóndor

de Iris Lloyd*


Tirado de espalda
Sobre el duro suelo
Kakel observa al ave volar.
Indiferente, soberbio,
Emperador del cielo.
El cóndor planea
En total libertad
Kakel es tehuelche,
Antiguas leyendas
de ancestros valientes,
de cóndores y águilas
lo hacen soñar.
El también
querría ser cóndor
Y poder volar.
De pronto, se pone de pie.
Abre los brazos como si fueran alas
Y envuelto en sueños de gloria futura
Echa a correr.
La tribu afligida
que buscaba al niño
lo encontró caído,
allá en el barranco.
.
Su cuerpo sin vida.
Pero plasmada
en su rostro la felicidad,
pues dejó de ser un niño
para volverse cóndor
Y poder volar.


*Escritora chubutense.

jueves, 13 de marzo de 2008

EL POEMA DE HOY


ALBA

de Federico García Lorca*



Mi corazón oprimido
siente junto a la alborada
el dolor de sus amores
y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
semillero de nostalgias
y la tristeza sin ojos
de la médula del alma.
La gran tumba de la noche
su negro velo levanta
para ocultar con el día
la inmensa cumbre estrellada.

¡Qué haré yo sobre estos campos
cogiendo nidos y ramas,
rodeado de la aurora
y llena de noche el alma!
¡Qué haré si tienes tus ojos
muertos a las luces claras
y no ha de sentir mi carne
el calor de tus miradas!

¿Por qué te perdí por siempre
en aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
como una estrella apagada.


* Poeta español (Granada - 1898-1936)

lunes, 10 de marzo de 2008

LA NOTA DE HOY

“ARGENTINA AUSTRAL” Y LA LITERATURA PATAGONICA




Por Jorge E. Vives*







Buceando en viejos ejemplares de la revista “Argentina Austral”, esa publicación pionera del periodismo sureño cuyos 434 números fueron editados por la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia entre junio de 1929 y mayo de 1968, descubrimos que la preocupación por la literatura regional es un tema antiguo. Desde los primeros números la revista cobijó en sus páginas la obra incipiente de quienes en estas latitudes empezaban a animarse a escribir cuentos y poesías. Y también las creaciones de autores foráneos inspiradas en la región: crónicas de viajes y descubrimientos, relatos históricos y toda otra manifestación literaria cuyo telón de fondo fuese la meseta batida por el viento, la cordillera umbrosa o el mar encrespado.

Pero al mismo tiempo que publicaba las obras de artistas y estudiosos, pretendía consolidar los valores emergentes de la cultura vernácula. No sólo elaboró listados de libros relacionados con la temática zonal, como el “Catálogo de una biblioteca patagónica” de Julián Pedrero publicado entre los años 1944 y 1945; sino que editó artículos que trataban en profundidad el asunto. Entre esos artículos rescatamos dos, a título de ejemplo de lo dicho.

El primero de ellos se publicó en noviembre de 1953 y versaba sobre “literatura de ficción en el lejano sur”. El escrito de Germán Burkardt se inicia citando las obras de autores clásicos, como “El faro del fin del mundo” de Julio Verne, y “La estrella de la Araucanía” de Emilio Salgari; e incursiona finalmente en los autores patagónicos que recién comenzaban a surgir. Unos meses después, en marzo de 1954, aparece un editorial titulado “Escritores Patagónicos”; en el cual, haciendo referencia al artículo en cuestión, remarca la necesidad de conocer la obra de los autores patagónicos, especialmente los de ficción. Y agrega:

“(El artículo de Burkardt)... nos lleva a la consideración de lo interesante que sería recorrer la producción patagónica de la literatura imaginativa o de ficción, donde muy bien correspondería agregar relatos anecdóticos recuerdos personales, “cabos sueltos” dispersos en publicaciones periódicas y, en resumen, trabajos literarios de cierto valor y que por su índole se sustraen a las exigencias de las disciplinas históricas, y luego que dentro de los mejores ejemplos novelísticos, ¿dónde termina lo real y comienza lo fingido?... Hoy nadie prescinde de la novela como auxiliar de la historia cuando se trata de definir caracteres nacionales o regionales, de reflejar cuadros de ambiente o de costumbres, etc. Del mismo modo ningún literato en la actualidad, y posiblemente nunca , podrá dejar a un lado el aporte de la verdad histórica, geográfica o psicológica.”

El segundo artículo, publicado diez años después en el número de agosto / septiembre de 1963, es el “Ensayo de historia literaria patagónica” de Leonor María Piñero. En él se observa una consolidación del estudio de las letras regionales. Piñero comienza manifestando: “Mucho se ha escrito sobre el sur. Pacientemente el aficionado, el estudioso, el erudito, podría llegar a reunir el total de sus títulos. Y establecer un orden, ya por épocas, ya por temas”. Para ese orden propone la siguiente clasificación: primer época, de grupos autóctonos (recuperación de la tradición oral). Segunda, de descubrimientos, hasta 1850 (principalmente crónicas de expediciones españolas y extranjeras). Tercera, de organización, hasta 1910 (mayormente relatos de las expediciones argentinas). Y cuarta, de evolución; con escritores nativos y arraigados, hasta nuestros días.

“¿Existen los escritores patagónicos?”, se pregunta. Y llega a la conclusión que sí: los literatos nacidos y residentes en la región son “escritores patagónicos”. Sus temas son principalmente aquellos que les brinda el paisaje patagónico; pero también tocan temas universales desde la particular óptica otorgada por el ambiente particular en el que viven. A continuación, y antes de hacer un repaso de los principales autores de Neuquen, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego y la “región Magallánica” (Punta Arenas), intenta dilucidar quienes fueron los primeros escritores nativos.
Cita dos: Zacarías Herrero, un poeta maragato; y Lucas Bridges (hijo del reverendo Thomas Bridges), nacido en Ushuaia y autor de “El último confín de la tierra”. Y finaliza con esta aseveración que no perdió validez hasta la fecha: “con tres miembros académicos, con premios de importancia, ellos (los escritores de la Patagonia) merecen que se los vaya ubicando dentro de cualquier antología argentina”. Nada nuevo bajo el sol.

Tal vez el punto más interesante de esta incursión en el pasado es el hecho de constatar que los problemas de entonces siguen siendo los de ahora. La necesidad de conocer y reconocer a los autores patagónicos tiene larga data. La pregunta es... ¿cómo salir de este olvido?



*Escritor y poeta chubutense.