google5b980c9aeebc919d.html

sábado, 17 de mayo de 2008

LA NOTA DE HOY


INTERMEZZO BONAERENSE

Por Jorge E. Vives

Hace un tiempo se comentaba en esta página la estrecha relación existente entre literatura e historia. Esto sucede especialmente en la Patagonia, donde episodios auténticos alcanzan un carácter fantástico que da pie a la creación literaria de ficción. Uno de los hechos que merece ser argumento de una novela o al menos motivo para un cuento corto es el poblamiento de la actual ciudad de Coronel Suárez, en la provincia de Buenos Aires, por parte de un grupo de colonos galeses del valle del Chubut.



Este suceso abarca el período que va desde el 1ro de septiembre de 1881, a las 23:00 horas, cuando llegan al lugar los primeros ocho colonos -a los que se agregarían 50 familias en 1885 y 1886- hasta cerca del año 1890, en que la masa de ellos retornan al sur. Quedaron unos pocos chubutenses habitando esas tierras, otros murieron allá. Su historia comenzó a difuminarse por el arribo en 1887 de varios contingentes de alemanes del Volga; cuya presencia, importante en número, borró en cierto modo las huellas del intermezzo de los galeses en los pagos bonaerenses.



Entre las familias que se trasladaron a “Sauce Corto” (como se llamaba en ese entonces Coronel Suárez, que sólo adquiere su actual nombre en 1888), estaba la de Thomas Morgan Jones y Mary Powell. Su hija Gwen estaba a su vez casada con David Beynon Williams, colono proveniente de Estados Unidos. Tenían en el momento de emigrar varios vástagos. Estando allá nace otra niña, Elizabeth, quien ya de vuelta en Chubut recibía por ese motivo el mote de “La Porteña”; un recuerdo entrañable de aquellos tiempos cuando en el “interior” la campiña de Buenos Aires era considerada una extensión natural de la ciudad del puerto.



¿Cómo llegan los colonos a la provincia de Buenos Aires? La historia es sencilla. El territorio de los actuales partidos de Coronel Suárez, General La Madrid, Coronel Pringles y Saavedra fue otorgado en concesión, en 1878, al coronel Ángel Plaza Montero. Estas 300.000 hectáreas se transfirieron en 1881 a Eduardo Casey, quien se compromete a poblar las tierras concedidas con, al menos, 60 familias. Buscando colonos, Casey los encuentra en Gaiman, entre los integrantes de la comunidad galesa establecida en 1865. ¿Y por qué volvieron más tarde la mayoría de los colonos al Chubut? Según narra la crónica, tuvieron varios años seguidos de sequía, heladas y malas cosechas, lo que motivó que muchos de ellos prefirieran retornar al sur –ya conocido– o probar suerte en otras latitudes; como Canadá o Australia.



Este artículo se inició mentando la existencia en la Patagonia de sucesos reales que ameritan reflejarse en la literatura de ficción. ¿Qué nos motiva a decir esto al referirnos a esta colonia galesa instalada al pie de la Sierra de “Curru Malal” (Corral negro), como a veces se la llamaba; aunque se haya impuesto finalmente el actual toponímico “Cura Malal” (Corral de piedra)? Primero, porque es una historia que puede escribirse a “dos puntas”: mirándola desde el valle del Chubut o viéndola desde Coronel Suárez. Segundo, porque ejemplifica una situación frecuente en aquella época: el desarraigo dentro del desarraigo. Esos colonos eran doblemente desarraigados: habían abandonado Gales en pos de un sueño; y ahora volvían a partir dejando atrás amigos y familiares en busca de otra tierra. Y tercero, porque el sacrificio que implicó para esa gente tal movimiento es realmente impensable en la actualidad. Para llegar a Coronel Suárez las familias se embarcaban en Rawson e iban por vía marítima hasta Buenos Aires, lugar en el que tomaban el tren con destino a Bahía Blanca. Descendían luego en la estación de Sauce Corto y allí debían conseguir algún medio de transporte terrestre para llegar finalmente a su destino, la chacra asignada. Imaginemos ese desplazamiento. No parece nada fácil. ¡Y recién entonces comenzaba el verdadero trabajo!



Indudablemente, hay historias en la Patagonia que merecen ser narradas en novelas y cuentos. O, al menos, en simples artículos sin mayores pretensiones literarias, pero con ganas de recordar y homenajear a esa esforzada gente, como es éste.



NOTA: El autor agradece la gentil colaboración del historiador suarense Don Héctor Dos Santos, autor del libro “120 años en la historia de Coronel Suárez”.

jueves, 15 de mayo de 2008

NOTICIAS LITERARIAS

El viernes 23 de Mayo a las 20 hs. en el salón CINCUENTENARIO de la Asociación San David - San Martín y Belgrano de Trelew- se efectuará la presentación del libro del Dr. David Williams denominado EL VALLE PROMETIDO. Esta publicación es el fruto de un profundo trabajo de investigación histórica realizado fundamentalmente en nuestra provincia y en el País de Gales, tarea que le ha demandado muchos años.
Son cinco biografias de personas y familias que arribaron a nuestra provincia en el Velero MIMOSA en el año 1865 y como los describe su autor ellos son:
“…aquel hombre que –sin saberlo-vino al Chubut sólo para morir (David Williams, Aberystwyth); aquella pareja que, habiendo querido irse, se quedó en la Colonia (Aaron y Rachel Jenkins); aquella otra que partió, aunque deseaba quedarse (John Jones, el Joven y su esposa Mary); aquella que partió convencida de irse (Richard y Frances Ellis): y aquella que, eligiendo quedarse, permaneció en el Chubut (Lewis y Rachel Davies, Aberystwyth).”
La presentación estará a cargo del Licenciado Gabriel Restucha y el marco musical lo efectuará el grupo La Trifulca compuesto por la profesora Sonia Baliente, voz, flauta traversa y percusión, Marcelo Griffiths en voz y Pablo Quintuqueo en guitarra.
La publicación ha sido posible gracias al aporte realizado por la Secretaría de Cultura de la Provincia del Chubut, el Instituto de Asistencia Social y la Asociación San David de Trelew, promotora también de este proyecto editorial concretado por Ediciones del Cedro.
Promete ser una velada auténticamente chubutense a la que están invitados todos aquellos que se sientan atraídos por este tipo de relatos.

sábado, 10 de mayo de 2008

LA NOTA DE HOY


Visita a la 34ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires



Ya en Plaza Italia una comienza a conmocionarse. Entonces faltarán escasos minutos para traspasar la gran puerta de acceso al mágico mundo del libro. Cruzo presurosa la Avenida Santa Fe y dirijo mis pasos al predio de La Rural; la 34.ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires está allí, más cautivante que nunca, más espléndida. ¡Más arrogante! Así la veo y así la siento cuando comienzo a recorrer sus espacios. Creo haber elegido bien la hora y el día: son las tres de la tarde del miércoles 30 y quizás por primera vez desde que acudo a la cita con esta gran pasión, puedo andar a libre albedrío por los pasillos de los distintos pabellones, detenerme en cuanto stand acapara mi atención, disfrutar del abanico de colores que la enmarca, respirar hondo y llenar mis pulmones de ese aire con sabor a fiesta.
Transito ahora por un largo túnel de conexión con las distintas áreas y me siento artífice y protagonista de la Feria; por el solo hecho de compartir con tantos mi vocación de lectora. Allí, entre cientos y cientos de estantes y anaqueles, descubro una vez más a los autores que me subyugan, a aquellos que me provocan curiosidad, a los que admiro profundamente... A los de mi tierra, a los latinoamericanos, a los europeos y a los del mundo entero. Me encuentro con los títulos que leí, con los que deseo leer, con los que reconozco ariscos a mi gusto. Y siento goce... pero también mucha impotencia, la frustración de saber que necesitaría de quién sabe cuántas vidas para conocer y leer todo lo que me gustaría. Este pensamiento solo dura unos instantes... Es mucho más poderoso el orgullo de saber que bibliotecas y editoriales de renombre internacional, distribuidoras y librerías, pequeños y grandes emprendimientos, organismos y comunidades representadas por sus folclores, medios de comunicación... todos se encuentran aquí aunados en un mismo esfuerzo: hacer de la lectura un hábito, del libro una necesidad, de la educación una prioridad, y de la cultura un sentimiento.
Quiero reconocer a mi país y a mi gente. Busco el stand de mi provincia y no lo encuentro. Busco a autores de la Patagonia y observo a algunos entre los ejemplares de una editorial que reconozco y aunque lleve nuestro nombre no es de este sur patagónico. No la juzgo, en todo caso le agradezco...
Vivo la feria como ese espacio íntimo del lector que, celosamente, desea albergar para sí, cada una de las vivencias que son posibles ser experimentadas solo allí. Desde las más diferentes y cada vez más novedosas prácticas lectoras, los festejos permanentes, el Festival de la Poesía, el Maratón de la Lectura, las mesas redondas, las conferencias... hasta los más variados cursos y talleres. Todos y cada uno se convierten en un desafío. Y el tiempo apremia. Son los momentos en que deseo vivir más cerca de la Capital Federal.
He caminado horas; el cansancio es superado por la alegría.
Abandono con paso lento el excitante espacio de la palabra escrita.
El predio ferial va quedando detrás... pero aún se agolpan en mis retinas esas imágenes tan reconfortantes.

Olga Starzak

martes, 6 de mayo de 2008

EL CUENTO DE HOY

JAVEA Y PLAYA UNIÓN

Por Juan Vallés*

Un hombre parado en Javea frente al mar, otro parado frente al mar en Playa Unión.

Hoy uno siente el frío con la misma intensidad que el otro padece el calor.

¿Es el mismo hombre?

¿No será uno la versión adolescente del otro?

Si así fuese, éste sería la versión adulta del primero.

Pareciera que es la brisa marina quien confunde el pasado con el presente.

El mayor ve el sol naciente con nostalgia por tiempos y tierras lejanos. Quizás ha estado allí con su cuerpo o sólo con su mente. Tal vez conoce el Cabo San Antonio, la Iglesia de la Nao, el Montgó.

El más joven ve el sol naciente con expectativas de ser feliz en otra parte. Quizá nunca ha estado en esos mares del sur pero ha oído de costas largas y de acantilados firmes como soldados atemporales.

De cara al mar uno tiene en sus espaldas el desierto provocador y la morada de los vientos gigantescos.

El otro da la espalda a una tierra fértil y a unos faldeos que alguien sembrara, de casas de descanso, piletas de natación simulando el mar, palabras en idiomas extraños.

Ambos saben de soles fuertes y lunas románticas. De frentes largas y canas en los cabellos, de arrugas en las manos y son dueños de silencios prolongados.

¿Puede una sola vida cobijar dos salidas de sol o se requieren para ellos dos existencias?

¿Puede ser tan cruel el espacio que separa estos dos puntos que, aunque lejanos son, en varios sentidos, del mismo universo?

¿Cómo se conectan Javea y Playa Unión?

¿Qué o quién unifica el Mediterráneo y el Atlántico Sur?

¿Ambos hombres ven salir el sol a la misma hora?

Es el mismo acto pero no lo parece.

La rutina de enviar rayos anticipados para iluminar el derrotero que seguirá la esfera de fuego, es la misma.

La aparición de colores morados, bermellones, violáceos, rojos intensos, es tan auténtica en cada caso como los ruidos de las olas. Los quejidos de las piedras rodando por la fuerza de las mareas y emitiendo sonidos
graves y duros, es muy parecido sino igual.

Uno tiene dentro de sus pensamientos herencias moras y celtíberas. Hay una alhambra, un aljibe y una guitarra en los fondos de la memoria. También un cáliz y las cadenas del puerto de Marsella.

Al otro le anteceden tehuelches mansos y galeses laboriosos. Tiene un trigal tiñendo de amarillo el paisaje, una noria, un sillón bárdico. Un niño y un pan creando paz.

A los dos lo cruzó un ruido de espadas y el silencio de una cruz y aprendieron a orar.

¿Será el mismo sol?

De los hombres podemos decir que uno ha cruzado el océano, el otro parece que lo cruzará.

Uno sabe del otro. Éste sabe de aquél.

Quizás son el mismo.

Se mezclan las esperanzas y los recuerdos. Los deseos y las realidades. Los llamados y las respuestas. El ayer y el hoy. El hoy y el mañana.

Hace cuatro horas que el sol habita el cielo azul de Playa Unión. Entonces uno de ellos pensó que dentro de cuatro horas el sol pondrá igual nota luminosa en el cielo azul de Xabea.

Uno sueña con lugares y personas que cree haber conocido en Javea, si es que ha estado por allí alguna vez.

El otro sueña con lugares y personas que cree no haber conocido nunca, pero que le son familiares.

El sol parece indiferente a ambos.

*Juan Bautista Vallés nació en Capital Federal el 24 de mayo de 1939. Desde 1974 vive en Patagonia. Es sociólogo. Editó los libros de cuentos “Del largo camino de la memoria” y “Desde el Sur esquina Viento”.Entre sus novelas, aún inéditas, se nombran: Baúles de ilusión, Viaje a la vastedad, Papeles del Gobernador Fontana, Reencuentro a la hora del crepúsculo y Rifleros, una epopeya chubutense.

sábado, 3 de mayo de 2008

EL POEMA DE HOY



UN POEMA INÉDITO DE DONALD BORSELLA*

EXISTENCIA

Te presiento en las nubes otoñales

y en los álamos tristes y amarillos;

te presiento en las brisas de la tarde;

te presiento en mí mismo.

Tu presencia es otoño; como el viento

que muere al suspirar; agua de río;

nieve blanda que el sol va derritiendo...

Tu presencia es vacío.

Tu presencia es ausencia. Es una breve

imitación genial del mundo mío.

...............................................................

Eres al mismo tiempo vida y muerte;

¡Pienso en ti y siento frío!


Donald Borsella

1951

*(Gentileza de Marisa Inés Mancinelli)