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sábado, 24 de octubre de 2009

SEMANA DEL EISTEDDFOD DEL CHUBUT



El Eisteddfod del Chubut tendrá lugar el 30 y 31 de octubre en el gimmasio del Racing Club en Trelew. A partir del próximo lunes y hasta el jueves inclusive las entradas estarán en venta en el Teatro Verdi en el horario de 17 a 20. El costo de la entrada general es de 35 pesos. Se han organizado una serie de actividades culturales que tendrán lugar a lo largo de la semana. He aquí el cronograma de las mismas.



LUNES 26



TEATRO VERDI:
18:OO hs.

Lanzamiento oficial - presentación de atributos, conferencia de prensa, y breve actuación del grupo del URDD



MARTES 27

TEATRO VERDI:

18:30 hs.


Clase abierta de galés



20:00 hs.

Proyección cortos
Competencia Nº 131 Video



MIÉRCOLES 28

TEATRO VERDI
18:30 hs.


Proyección corto documental “Tesoros Perdidos – Los Galeses en Patagonia”




JUEVES 29

GAIMAN

09:00 hs.

En la Plaza de los colonos Galeses:


Ceremonia del GORSEDD Y WLADFA



TEATRO VERDI

17:30 hs.


Charla de Orlando VAN BREDAM

“La fuente de la escritura”


CAPILLA MORIAH

20:00 hs.


Velada de Música y Poesía

* Andrés Evans
* Sergio Pravaz
* Megan Pfleger
* Coro Santa Cecilia
* Marta Humphreys



VIERNES 30


En el RACING CLUB – 25 de mayo al 900 – Trelew

18:00 hs.

COMIENZA EL EISTEDDFOD




SÁBADO 31


RACING CLUB


11:00 hs. – Ensayo ceremonias sillón bárdico y corona

14:30 hs. – Sesión de la tarde del Eisteddfod

17.30 hs. – INTERVALO

TÉ en el gimnasio Escuela .751 ( 25 de Mayo y Ramón y Cajal ) preparado por DIDW HUGHES y familia.

18:30 hs. sesión vespertina -



DOMINGO 1°

GAIMAN

11:00 hs. – CAPILLA BETHEL – CYMANFA GANU

13:00 hs. – ASADO de camaradería –




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viernes, 23 de octubre de 2009

CONCURSO LITERARIO DE CUENTO

CONCURSO LITERARIO EN ADHESIÓN AL BICENTENARIO- CATEGORÍA CUENTO



Organizado por la Subsecretaría de Cultura de la Universidad Nacional del Sur, se convoca a escritores en base a las siguientes condiciones que deben observarse en la presentación de las obras.

1-Podrá participar, gratuitamente, cualquier persona sin límite de edad, residente en el Sudoeste de la provincia de Buenos Aires y las provincias de: La Pampa, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz, Chubut y Tierra del Fuego.

2-Se presentará un relato que no haya sido premiado en otro certamen o premio literario, ni publicado en ningún otro medio. Solamente se aceptará una obra por persona.

3- El relato debe estar escrito en lengua castellana, con una extensión máxima de 10 páginas. Será conformado en Word a 1,5 espacio, en letra Times New Roman, tamaño 12 y firmado con seudónimo. Se presentará por cuadriplicado en sobre cerrado que no tenga identificación alguna del autor, indicando en el sobre "PARA EL CERTAMEN LITERARIO BICENTENARIO". Puede entregarse personalmente o enviado por Correo Certificado a la Subsecretaría de Cultura de la Universidad Nacional del Sur – Colón 80 – PB, 8.000 – Bahía Blanca. Además, se acompañará de una plica o sobre cerrado, en cuyo interior se indicarán los datos del autor: nombre/s, apellido/s, DNI , domicilio, fecha de nacimiento y teléfono. En la parte exterior del mismo se colocará el título del trabajo y el lema o seudónimo elegido y la persona remitente.

4. El tema será libre pero su trama tendrá que estar ambientada en el espacio geográfico que pauta esta convocatoria. El sistema de evaluación consta de dos aspectos, uno, vinculado a la originalidad de la historia y otro a la calidad literaria. La media de estas puntuaciones será la puntuación final del relato, en caso de empate se volvería a votar los relatos empatados.

5. El plazo de admisión se cerrará el 30 de octubre 2009, (hasta las 13hs), en caso de ser presentado personalmente en el domicilio especificado en el art. 3 de estas Bases. Si la documentación es enviada por Correo, se respetará la fecha del sello postal respectivo.

6. El concurso se fallará el 25 de febrero del año 2.010. El ganador/a recibirá como premio una orden de compra de una librería local por un valor de pesos OCHOCIENTOS ($ 800).

7. Habrá una mención especial a otorgarse entre los participantes menores de 18 años, consistente en una orden de compra de una librería local por un valor de pesos DOSCIENTOS ($ 200).

8. El jurado estará compuesto por docentes de la Universidad Nacional del Sur y prestigiosos narradores nacionales.

9. La Subsecretaría de Cultura, realizará una publicación con los trabajos premiados y seleccionados, reservándose el derecho de autor.

10. Cualquier caso no contemplado en estas bases será resuelto por los Jueces y organizadores del concurso.

11. La participación en el concurso implica la aceptación de estas bases, las que pueden consultarse personalmente en el domicilio fijado en el art. 3 de estas bases, o por correo electrónico a: sececu @uns. edu.ar

Agradecemos a la Sra Juana Chaga, estudiante de letras de la UNS, que nos haya hecho llegar las bases de este concurso.






martes, 20 de octubre de 2009

EL CUENTO DE HOY




La expectativa

Por Alejandro Javier Panizzi



Se habrían hecho con él los objetos que le fueron negados.

No fue de carpintero ni de escultor o artesano. Ni de una obra cualquiera, de una insignificante.

Todas las cosas erigidas por la gente lo descartaron. No clavó confesionarios, ataúdes ni manos de redentores.

No cumplió con su sino, ni lo hará jamás.

Fue fabricado lejos, con madera de los montes Vosgos, en Alsacia-Lorena y con acero de la tierra de los primeros navegantes que irrumpieron en toda Europa occidental. Incluso, llegaron hasta el continente que le fue asignado.

Acaso tenga el sabor del metal oxidado.

Fue fabricado, vendido y comprado, sólo para ser detentado. Lo prestaron, pero nunca fue devuelto. Se lo incluyó, con descuido, como parásito fútil de un acervo insignificante.

Estuvo, desde entonces, en ese hogar y nunca produjo nada. Sus golpes tuvieron un mero destino: clavos, frutos secos y otras minucias.

Dentro de la casona los niños, a veces, lo usaban para jugar. Fuera de eso, siempre así, ocioso, indolente, ineficaz, humillado de reacción propia.

No odia.

En esa casa se oficiaron siete velatorios, la conmemoración funesta de siete muertes. Entre tanto él, permanecía olvidado e indiferente: el desprecio en ambas direcciones.

Años de descanso vano, en el patético caserón, cuya única sobreviviente anhela la muerte por vejez.

La anciana, la que alguna vez fue la menor y hoy es la única, aguarda el final con paciencia decadente. Espera, imperturbable, como él.

Ella tampoco cumplirá su designio de muerte serena.

Su dueña lo olvidó. Ella, en la casa y él, en una caja con otras herramientas, en la misma casa.

Hay, en ese cajón corroído y marginado, otros objetos que impiden cerrarlo: picaportes de puertas que ya no existen, canillas, tornillos, pinzas, una foto, mechas y otro martillo más pequeño y precario. Se apretujan en silencio, se cohabitan impasibles.

La vieja lo ignora o lo desdeña. Es mutuo.

Por fin, alguien se aferró de su mango de preciosa madera. Lo indultó de su caja oxidada, lo hizo menear con movimiento trémulo y lo condujo hasta el dormitorio.

Su cabeza de acero sueco se estrelló contra la frente de la mujer dormida. Se humedeció, pero no rehúsa su sorpresiva utilidad, no la repele. No sabía que era suficiente para matar.

Ahora yace. No fue capaz de fabricar, reparar, ni erigir obras o esculturas.

Fuerzas desconocidas y el encadenamiento fatal de los sucesos le impidieron acatar su cometido, la obligación moral de toda herramienta.

Él no lo ignora. Se arrellana, otra vez, ocioso y cubierta su cabeza de herrumbre y sangre seca, en un depósito judicial, junto a pistolas, objetos robados y puñales.

Sabe, inerte, que no cumplirá su destino de constructor, no.

Y espera.








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viernes, 16 de octubre de 2009

EL POEMA DE HOY


ABRIDOR DE SURCOS

de Rubén Héctor Ferrari*




Quizás te envidio un poco

el tiempo que has vivido,

sencillo pionero.

Y me ubico, irreverente, en esa época

de sublimes empresas y de sueños,

cabalgando en ilusiones

de nostalgias que fueron...

Es tu mundo callado el que yo busco

porque anhelo la esencia de tu sino

como el viajero que advierte su retraso

sin poder alcanzar lo que ya ha sido.

Me has dejado el sabor de tu aventura

en señales de surcos,

en rumores de acequias

y labradíos de trigo.

Pero estás siempre más allá

de la punta de mi arado

orientado hacia el sur

de tus pasos sin ruido.

Y añoro el momento que atrapaste

en el instante justo

de otros designios...

Adivino tu mano creadora del ladrillo,

el fogón de tu casa

y la risa de tus hijos.

Y te veo concebir tus palas

y tus mesas largas

y tus velas de sebo

y tu confiado silbo...

Te presiento cultivando en himnos

el mañana desde el que yo vuelvo

para añorar los muros

y las calles anchas

de tu mismo pueblo.

Y toco las tapas gastadas

de tu vieja Biblia

buscando los olores

del sudor labriego

y la esencia

de tus mismos sueños...

Advierto así mi demora en el tiempo

y tu hora lejana

y mi afán sin remedio.

Por eso envidio un poco tu ocasión,

pionero;

por ser el inspirado abridor

de surcos

y de riegos.

*Rubén H. Ferrari Doyle (Gaiman - Chubut) es Profesor en Letras (UNPSJB) y miembro del Gorsedd del Chubut.









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miércoles, 14 de octubre de 2009

EL CUENTO DE HOY

HOMENAJE A JUAN B. VALLÉS, A UN MES DE SU FALLECIMIENTO


Silencioso, como su andar, Juan fue despidiéndose del aire marino, de su amado estudio en la planta alta de su casa en la costa, seguramente de cada uno de sus libros…, aquellos que atesoraba con infinita pasión. Juan caminó las orillas de su playa, imaginó Xavea en una costa lejana, se emocionó con cada nieto, admiró a Borges… Se detuvo a observar, con el mismo afán en su emoción, tanto el gesto surcando el rostro del dolor como la amplia sonrisa del labriego al recoger de su tierra el fruto gestado. El privilegio de su amistad me enorgullece, su recuerdo me insta a rememorar de él su sonrisa más perfecta, su mano siempre tendida, la claridad en su mirada… El mañana sin Juan es eso y son sus versos, aquellos publicados y también los otros, los cuentos que más amaba, sus infinitos borradores… aquellas novelas que aún esperan; y este cuento… solo un retazo de la obra literaria de Juan Bautista Vallés.
A un mes de su partida

Con profundo dolor

Olga Starzak





Refugiados



Habían caminado todo el día. No recordaban cuándo el sol iluminó la tierra. Sí, veían, cómo estaba por dejarla.
Sentían los pies cansados, hinchados, la boca hacía sentir su sequedad, pegando la lengua sobre el paladar. Y las encías clamaban por algo líquido. Ya la sed había tapado el hambre que era ya tanta que ni las tripas protestaban. Un hombre y un niño seguían la marcha al ritmo de la caravana para no quedar solos, aislados, que era la última etapa de este castigo. El último abandono de la raza humana. Unas veces se tomaban de la mano, otras caminaban juntos, siempre uno al lado del otro. La tierra era dura, más bien agrietada y con un follaje escaso que tímidamente aparecía sobre el suelo.
Pero podía ser tierra colorada, arcillosa; o bien pantanosa e insaciable. La superficie podía ser de arenas sueltas o sólidas y las plantas tupidas como en la selva, o con la ausencia inacabable del desierto.
El escenario es igual, es intrascendente cuando el drama lleva a las orillas del horror. Que estas veces coincide con los límites del hombre mordiendo, casi, a las bestias.
El humano cubre todo de su propio horror.
Como no importa mucho la tierra, el escenario, los decorados térreos, tampoco importa el nombre. Estos lugares pueden llamarse Vietnam, Corea, Filipinas, Europa, América, África, o Kosovo. El nombre es solo una estación en este andar empapado en miedo.
Próximos a ellos otros tienen la oportunidad de morir y matar. Son los que elaboran odios y los descargan. Los que pelean, sabiendo o no por qué. Los que tienen alguna actividad en este juego por alguien desencadenado. Son los Caín buscando su Abel.
Algunos son empujados de aquí a allá, por razones tan superiores que nunca entenderán. A veces por armas amenazantes, otras por elementos indomables como el agua y el fuego, las sequías y los vientos. La sangre y los miedos, el hambre y la sed. Comienzan a estar tras ellos con uniformes exteriores y mentales. Los azuzan, los apuran, los empujan.
Es una larga columna de buscadores de refugio, que repta siguiendo las desigualdades de la tierra. Una columna que se pierde y que puede ser una víbora fugitiva o un cordón umbilical tratando de asirse al género humano.
Esta es la fila visible, compuesta de cuerpos. Por sobre ella hay otra invisible que son las almas que corresponden a esos cuerpos y que están prestas a abandonarlos.
Cae el sol, que indiferente cumplió su ciclo diurno y la caravana se detiene.
Son miles de miserables inmersos en situaciones paridas por otros hombres. Sin destino, sin información, sin bienes, sin documentos, sin otra cosa cierta más que tratar de vivir. Como sea, pero respirar.
Es la última condición de vivos que mantienen.
Avanzan un hombre y un niño. Unas veces se toman de la mano, otras caminan juntos, siempre uno al lado del otro.
Sobre una piedra más o menos grande el mayor de los dos se sienta. mira el cielo para no mirar en derredor. Hay algo aún de azul en la limpia perspectiva del firmamento y es mejor que pasear la mirada por la caravana de la miseria y el espanto.
Casi a sus pies se sienta el chiquillo, negra su cara y también sus manos.
Él sí observa la procesión, si bien le parece cada día un poco más siniestra.
De pronto se miran a los ojos. El abuelo sabe que el nieto quiere comida, agua, descanso, seguridad. Nada que él le pueda dar.
Y entonces unas lágrimas van cayendo lentamente por el rostro lleno de arrugas, como queriendo hacerse canal en la piel avejentada. Y solloza y llora ya abiertamente porque la desesperación y la impotencia le roban hasta el último pedazo de dignidad que es ocultar su llanto.
Llora aunque sabe que las lágrimas no le hacen dar frutos a la tierra y pocas veces a los corazones.
El niño también llora cuando ve que el anciano lo hace. Quizás le dieron ganas a él también. Y nada le cuesta hacerlo a cara descubierta, porque aún la vergüenza no le ha llegado. Llora por su madre y su hermana que no sabe dónde están; por su padre al que alguien robó una pala de la mano y en ella colocó un fusil.
Por el abuelo fuerte que ahora se desploma.
Por el sol que ilumina todo, menos oscuridades íntimas que nos dominan y nos hace engendrar estos hechos.
Llora por nuestra condición de humanos, crueles hasta con nosotros mismos.
Llora por los que lloran y por los que hacen llorar.
Llora por nosotros.
Por todos.

Juan Bautista Vallés Desde el Sur esquina Viento Biblioteca Popular Agustín Álvarez - Trelew Chubut - 2004







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