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jueves, 14 de enero de 2010

EXPOSICIÓN PICTÓRICA - FERIA DEL LIBRO EN GAIMAN


CARMEN LARRABURU EXPONE EN MÉXICO

La pintora de Playa Unión, Carmen Larraburu expondrá en la Galería “Un Paseo por los libros” de la República de México (DF), una muestra de veinte acrílicos sobre tela componen la serie: “De los Nuestros”. Algunos de los títulos son: El Pingúín Argentino, La dama del camino, Equus florido, Metamorfosis, Dengue-Dunga, La Chancha y las veinte, Autorretrato “La Delfina”, Luciérnaga, Dualidad, Máscara, Mi nuevo hoga, Entre sueños…, Te esperamos…, Cardumen del Sur, la Hormiguita Viajera. Coloquio estival.

Con el auspicio de la Embajada Argentina CNCA (Centro Nacional de la Cultura y las Artes) el próximo 7 de febrero de 2010, a las 18.00, la pintora de Playa Unión (Rw) inaugurará su 33º exposición individual.
Asimismo, y a fin de acompañar la mencionada actividad cultural, la pintora llevará cuatro producciones de artistas regionales, a saber: "Cuando la tierra grita" del realizador Fernando Torres (film premiado); "Marcela" del realizador Gastón Siriczman (film premiado en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 2009, BsAs); lectura “Estas lechuzas fieles” del poeta del poeta y periodista, Sergio Pravaz. Asimismo el escritor Ricardo Clark presentará el libro "Guereña x Guereña ", edición 2003.

CURRICULUM
Nacida en Paso de Indios (Chubut). Actualmente reside en Playa Unión (Rawson - Chubut). Realizó talleres con los profesores Enriqueta Algarra y Miguel Ángel Guereña. Parte de su formación está sustanciada con seminarios, encuentros, jornadas, asistencias, etc. Participó en la BIENAL/2000 de la Habana, Cuba, organizada por la artista plástica Ana Capotostti, de Trelew. Exposiciones: 45 exposiciones colectivas y 33 exposiciones individuales. Ha obtenido diversos premios en galerías y salones privados. Distinción: La obra “Calcio Tehuelche”, fue declarada de Interés Cultural en el año 2001 por el Concejo Deliberante de Rawson, con motivo de haber sido invitada a exponer en el Museo de la Revolución, de la ciudad de la Habana, Cuba.
Carmen pertenece al Grupo MAR, (Movimiento Artístico de Rawson), asociación de Artistas Plásticos y Visuales fundada en el año 2001.





26ª FERIA PROVINCIAL del LIBRO del CHUBUT
(Sede permanente: Ciudad de Gaiman)

Y la:

6º FERIA PATAGÓNICA del LIBRO
Gaiman “Su cultura en el Bicentenario”

CONVOCATORIA:

Con el objeto de contribuir a la difusión del libro y su lectura, la Biblioteca Popular “Ricardo Jones Berwyn” de Gaiman (Chubut) convoca a participar de la 26° FERIA PROVINCIAL del LIBRO del CHUBUT y 6° FERIA PATAGÓNICA del LIBRO, que se llevará a cabo en el Gimnasio Municipal de Gaiman, del 13 al 16 de mayo de 2010.

Participantes: Podrán participar: escritores, investigadores, críticos, bibliotecarios, editores, libreros, ilustradores, diseñadores, educadores, sociólogos, traductores, promotores de la lectura, periodistas, artistas plásticos, fotógrafos, escultores, etc.

Se extenderán certificados de participación según la actividad que desarrollen en la Feria.

Inscripciones: Las inscripciones deberán hacerse únicamente en la Biblioteca Popular “Ricardo Jones Berwyn” en su sede: J. C. Evans 154 (9105) Gaiman, Chubut, en horario (de 8 a 15 horas), ó por Fax, al TE/Fax. 02965 – 491212, o por E-mail, enviando el formulario de admisión correspondiente. biberwyn@ar.inter.net

- No se aceptarán inscripciones realizadas por terceros.

Reglas y Condiciones de participación:
Inscripciones hasta el 10.03.2010 inclusive.
(Recepción de ponencias, libros, conferencias u otras actividades:10.04.2010)

Ponencias, charlas o conferencias: deberán enviar un resumen o abstract no mayor a una (1) página, al 10.03.2010 inclusive. La ponencia o charla etc. En el caso de tratarse de un Panel sobre un tema determinado: el tiempo de disertación no debe superar los 15(quince) minutos por cada participante. Ponencia, charla o conferencia completa se podrá enviar antes del 10 de abril de 2010 inclusive.

Coordinadores de Talleres y Seminarios: (literarios, históricos, de historieta, dibujo, fotografía, etc.): enviarán un plan de trabajo donde se indique el tiempo necesario, cantidad de reuniones, límite de integrantes del grupo y líneas conceptuales que orientarán la tarea (marco teórico) al 10.03.2010 inclusive, a los efectos posible gestión de puntaje.

Presentaciones de libros, revistas o medios audiovisuales: deberán enviar (2) dos ejemplares del mismo, junto al Formulario de Admisión, a la Biblioteca Popular “Ricardo J. Berwyn” y no podrán comercializar sus libros, revistas, etc. en forma particular, sino a través de las librerías presentes, con stand en la Feria Provincial, previo acuerdo con las mismas. La fecha de edición del libro debe ser 2009/2010 y estar impreso antes del 10.04.2010. (Si para esa fecha no se ha recibido el material a presentar, se descartará la propuesta) Tiempo máximo de presentación por autor 30 (treinta) minutos.(Así presente uno o dos libros)

Si se trata de un Panel: donde varios autores pertenecientes a un Grupo Literario, presentan sus libros, se les asignará un tiempo menor de presentación, según lo exijan las circunstancias.

Reuniones de Lectura: Cafés literarios, filosóficos, fogones, recitales, etc. Se presentará un plan de lecturas de los autores participantes, con un coordinador (designado por el grupo inscripto), o uno (1) que designará la C. Organizadora de la Feria. Leerán un trabajo (poema o narración) por autor y si se dispone de tiempo habrá una segunda ronda de lectura.

La Comisión Directiva se reserva el derecho de no aceptar:
• Las propuestas que lleguen fuera de término
• Las que no cumplan con las modalidades de esta convocatoria
• Cuando se supere el cupo de las propuestas.

Servicios:
- Habrá un servicio abierto de cafetería y buffet, durante los cuatro días. Estará a cargo de los organizadores de la Feria. El beneficio de la comercialización de los productos (preparados dulces y salados) será invertido en la renovación de nuevas tecnologías para el buen funcionamiento de la biblioteca Berwyn de Gaiman.
- Se brindará un ágape de bienvenida el día del Acto Inaugural de la Feria.
- Alojamiento: para los participantes que se encuentran a más de 100 km de la Feria, se ofrecerá albergue gratuito en el Gimnasio Municipal, existiendo un cupo de 40 lugares (20 para mujeres y 20 para hombres) y en el Centro Recreativo “Arturo Roberts” con la misma modalidad (40 plazas).
- El alojamiento es a partir del día de la Inauguración: 13 al 16 de mayo inclusive. También se brindará una lista de precios de los distintos hoteles para que los participantes puedan reservarlos por su cuenta, con anticipación.
- Servicio de comidas: Correrán por cuenta de cada participante. Se brindará asesoramiento sobre los lugares y los costos, una vez inscriptos, y aceptada la propuesta recibida. El servicio de comidas en general que se brindará a los alojados, será en el Centro Arturo Roberts, a partir del viernes 14 hasta el domingo 16 de mayo de 2010
- Pasajes: Correrán por cuenta de los participantes, ya sea por vía terrestre o aérea.
- Información turística para aquellos que deseen hacer distintos circuitos en la localidad y dentro de la provincia.

Organizadores: Comisión Directiva de la Biblioteca Popular “Ricardo Jones Berwyn” Extensión Cultural: Feria Provincial del libro del Chubut


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lunes, 11 de enero de 2010

EL CUENTO DE HOY


LA VIDA SIN ANA

de Carlos Dante Ferrari


Llegó hasta el aljibe con paso presuroso y allí se detuvo, justo al pie de la cuesta. El crepúsculo teñía la escena de un tenue tono encarnado. Atravesando el silencio de las casas, una calle estrecha y solitaria trepaba el faldeo hasta desdibujarse entre los muros lejanos.
En la quietud sepulcral de la tarde, el fondo de esa calleja era el centro de toda su atención.
Una notoria rigidez tensaba sus mejillas. La camisa entreabierta mostraba las contracciones rítmicas del abdomen.
Creyó necesario disimular su actitud. Con estudiado desgano tomó el cubo que colgaba junto al brocal, lo arrojó al interior de pozo y lo recogió enseguida. El frescor chispeante del agua avivó la conciencia de su sed. Bebió con avidez, salpicándose el cuello y el pecho;se secó la boca con el reverso de la mano derecha y completó el simulacro restregándose la palma húmeda por la frente sudorosa.
Pese a lo avanzado del día la aldea prolongaba el sosiego de la siesta. En las calles desiertas, el silencio parecía responder al insondable recogimiento de los inescrutables pobladores. La única señal de actividad humana se reducía a aquel hombre parado junto a la alberca. Era el retrato vivo de una espera frenética; el preanuncio de un encuentro inminente.
Inquieto, decidió sentarse sobre el borde de la balaustrada. La relumbre del sol proyectaba un juego reverberante de resplandores sobre el suelo caldeado, encendiendo los brillos efímeros de los cristales de sílice. En un impulso casi infantil dejó caer la sandalia que colgaba al descuido del pie derecho. Con el dedo gordo comenzó a trazar líneas trémulas y círculos imperfectos en el suelo, mientras disfrutaba del cosquilleo que le provocaban los roces de su yema desnuda sobre la arena frágil y sumisa. Durante unos momentos se mantuvo en esa postura. La sombra de su pierna extendida sobre el semicírculo de la plataforma sugería una forma curiosa, semejante a una ballesta tensa, pronta a disparar la saeta. Luego volvió a calzarse.
La demora empezaba a ser insoportable. Cualquier rumor (esos ecos perdidos que suelen acompañar la agonía de la tarde) era un toque de alerta para su oído atento.
Dos o tres gallos iniciaron el desafío canoro de todos los crepúsculos. Sus clarines insinuaban presagios sombríos. Casi enseguida los pájaros parecieron despertar de su mutismo. En la higuera cercana se oyó de pronto el jolgorio (o tal vez la disputa; sabe Dios el lenguaje de las aves) de la bandada. De pronto se acallaron y partieron en vuelo fugaz,como si un peligro invisible los hubiera espantado.
De algún lugar venía flotando un perfume ahumado, semejante al que desprende la escamondadura de los eucaliptos al ser quemada en las tardes de otoño. Con gesto nervioso abrió el morral; tanteó el contenido para cerciorarse de tener a mano la daga oculta y de inmediato dejó el saco a un costado.
Las últimas luces ya fulguraban sobre las cumbreras de los techos. Otros sonidos habían empezado a sumarse en el ambiente, atizando su desasosiego. De pronto la silueta de un viejo mercader profanó la quietud del sitio con su paso cansino. El caminante cargaba un cesto con esfuerzo ostensible; al minuto se perdió detrás de un cerco, indiferente y fantasmal, como una ilusión pasajera.
Aunque efímera, la súbita aparición lo había sobresaltado; tuvo la rara impresión de haber vivido ya esa experiencia alguna vez. Vagos, difusos, apenas perceptibles, esos momentos parecían reavivarse en los estratos de su memoria. También sintió que podía adivinar lo que sobrevendría, como si se tratara de una experiencia repetida en el pasado.
Cuando volvió a dirigir la vista hacia la calle una imagen lejana lo estremeció: se le contrajo el estómago, le zumbaron los oídos y ya no se ocupó más en disimular su agitación. Se puso de pie casi en un salto, observando la silueta que se aproximaba.
Ella también lucía desencajada. Detrás del velo que le cubría la cabeza gran parte del rostro, sobresalían unos ojos vivaces. Fadris no se movió. Pétreo, sólo su pecho delataba la respiración profunda bajo la camisa mojada.
Cuando estuvo a tres pasos la mujer se detuvo y le habló:
–Debes ir a matarlo –le dijo. Su mirada parecía calma, pero un brillo de intensa premura chispeaba en las pupilas–. Debes hacerlo ahora mismo.
Él levantó la vista por encima de su cabeza, y los últimos fulgores sobre el horizonte sugirieron la imagen de un lienzo ensangrentado. Sintió miedo, un miedo antiguo, grabado en sus retinas; el mismo que se repetía en cada atardecer.
–Después nos iremos –agregó la voz urgente, imperativa–. Te estaré esperando junto al molino, donde dejé mi atado de ropa.
La mujer pareció intentar una aproximación para abrazarlo y darle estímulo, pero fue apenas un gesto fallido. El impulso se convirtió en un giro repentino de su cuerpo y enseguida se alejó en silencio, casi corriendo, sin que él atinara a responderle.
Fadris sintió un dolor insoportable en la garganta al retener el grito que pugnaba por pronunciar aquel nombre tan amado: ¡Ana, Ana! El sonido mágico que percutía sobre sus pensamientos, día y noche. Ana amor, fiebre, dolor, espera. Ana fuego, secreto, insomnio.
Ana fuga, misterio. Ana puñal, Ana Muerte. Inmemorial, atemporal, trágica. Ana. Una eterna prueba.
Se agachó para hurgar otra vez en el morral. Tanteó la hoja afilada y decidió ponerla justo sobre la boca de la bolsa. Luego se irguió, pareció estirarse como un elástico y emprendió una tosca carrera hacia la aldea.
Iba jadeando. Una transpiración profusa bañaba todo su cuerpo. Al exhalar el aliento, su garganta gemía con el sonido inconfundible de un niño aterrorizado.
Atravesó las callejas polvorientas cruzándose con algunos peatones que no parecían reparar en él. Al llegar a una encrucijada se abrió ante sus ojos un patio rústico, donde pacían dos mulas y merodeaban unas cuantas gallinas. Hacia la izquierda, detrás de una cortina harapienta, se veía la figura de un hombre sentado de espaldas a la entrada, en actitud de trabajo. Inclinado sobre unas tablas desvencijadas, estaba reparando el piso de un carromato.
El viejo escuchó los pasos y miró al recién llegado de reojo, con deliberada lentitud.
Luego prosiguió su tarea. El joven se sintió desorientado ante la indiferencia del herrero y permaneció parado a escasos centímetros de él, en actitud un tanto ridícula. La espalda curvada se ofrecía al alcance de su mano.
–Te esperaba, Fadris –le escuchó decir, y esa voz ronca lo hizo sobresaltar aún más. Él no le contestó. Metió la diestra en el morral. Los dedos se crisparon en torno a la empuñadura, como si se aferraran a una rama para no caer al vacío.
–Ella es tan hermosa, ¿no es cierto? –el hombre modulaba su voz y medía sus gestos con toda calma. Parecía estar repitiendo una secuencia largamente ensayada.
Fadris percibió un molesto temblor en sus piernas. ¡Sin embargo todo sería tan fácil, tan rápido...! Sólo debía asegurarse de que la hoja penetrara sin obstáculos. Al medir visualmente la distancia que lo separaba de su brazo, advirtió que no tenía en claro dónde debía estampar la puñalada para asegurarse el colapso inmediato de aquel individuo tan vigoroso. Le parecía insólito poder elegir el ángulo a su antojo, mientras el destinatario no mostraba ninguna intención de resistencia.
–¿Por qué te demoras, muchacho? Lo hagas o no, ella no volverá de todos modos –la voz parecía subyugarlo–. Se ha ido, y debieras saber que no hay manera de retenerla. Nada ni nadie podrán adueñarse totalmente de Ana, ¿no te das cuenta? Nunca jamás.
Un estornino acababa de posarse a trinar sobre el tinglado. Los gorjeos tenían connotaciones dramáticas, como si estuvieran destinados a epilogar aquel día a la vez trágico y glorioso.
Un cansancio de siglos adormeció los brazos del muchacho que colgaban a ambos costados de la cintura, reflejando su determinación frustrada.
Empezaba a oscurecer. Después de un largo minuto se retiró sin haber pronunciado una sola palabra. El miedo ya se había esfumado. La cíclica condena se cumplía con resultado idéntico: era la escena que en cada existencia se venía interrumpiendo justo allí, en el instante de la confrontación final entre todo y nada.
Las primeras sombras de la noche ocultaron sus pasos avergonzados y silenciosos. Pasajero del tiempo, debía reanudar una vez más el sendero repetido, avanzando hacia una fuga cíclica, solitaria, sin muertes.
Andando lentamente, hacia otra vida sin Ana.




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sábado, 9 de enero de 2010

EL POEMA DE HOY



EL VUELO DE ÁGUILA

El sonido del viento despierta raíces
y el hechizo de un nombre indio
enciende antorchas en los trigales.
Alumbran las espigas de una época
mezcla de tierra virgen, cielo, agua...

Iris de plata
baja serpenteando del cerro,
embrujo de luna, piel, misterio de mujer
que aún sigue rondando los fogones
del paisaje arisco.

Resucita sobre el grial de los luceros,
crece en la geografía de los pueblos, las lenguas,
como racimo maduro en primavera
de siembra y cosecha.

Y se extiende por el verdor espejado
de sus aguadas
antiguo refugio en el invierno, de una estirpe altiva.
Y símbolo tehuelche
en sus dominios.

¡Grávida en sueños!
la tierra siente latidos...
Del Rey, señor de la meseta,
bebe la noche, danza con fuegos del alma
¡y escucha al corazón!

Se dilata por la huella...
en encorvados silencios,
meridianos clarísimos
se deshojan entre horizontes y memoria.

De ese vuelo viene la herencia, chispa cultural,
la perciben los matices
acariciando las etnias del Bicentenario.

Más allá, el despliegue del águila cincela señales
en tiempos de retos
y roza las voces frescas de la América india,
las manos se unen en un solo himno
libertad, esperanza...

la sangre bulle...
y en el vientre, la vida.


Alicia Cabral Colman


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miércoles, 6 de enero de 2010

EL CUENTO DE HOY


Una pasión ciertamente inexplicable

de Alejandro Javier PANIZZI



Siempre, siempre, ha tenido una obsesión con el fútbol.
Caminaba despacio por San Martín. A esa hora ya no hay nadie en Sarmiento. Bueno, nadie no, están las putas. Y nosotros, claro. Y los muertos también, como dice el Indio Berón. Acaso lo diga porque no se resigna a estar sin el viejo.

Siempre, siempre, ha tenido esa obsesión con los muertos. La idea por los difuntos que, con tenaz persistencia asaltaba la mente de Berón, volvía a aparecer una y otra vez, especialmente, después de un intervalo de angustia.

Cuando llegué al bar, tres locas miraban aburridas cómo él jugaba al billar. Nunca les daba pelota, a menos que no tuviera con quién jugar. A veces, les pagaba la copa para que trataran de hacer alguna carambola, para que lo miraran cómo jugaba solo o por mera solidaridad.
Me acerqué a la barra y pedí un Gancia. Un hombre grandote, acodado en el mostrador, a quien la banqueta le quedaba chica, fumaba un cigarrito hediondo. Menos porque estuviera solo que por su aspecto, me impresionó como un ser retirado, que ama la soledad. O que vive en ella.
Berón luchaba contra sí mismo en un duelo de billar que parecía grave. Me paré a un costado de la mesa para no importunarlo.
–¿Sabés quién es ese gordo? –me preguntó de pronto, como quien recuerda un secreto remoto.
En la barra, arrellanado arduamente en su banqueta, el grandote notó que lo mirábamos y nos saludó alzando el vaso.
–Me pareció que lo conozco de algún lado pero no me acuerdo de dónde.
–Soriano –dijo con el cigarro en la boca, mientras le pasaba tiza al taco.
–¿Qué Soriano?

–Soriano, el Gordo Soriano, el escritor.

–Tenés razón, se parece muchísimo.

–No, no se parece, es Soriano.

–¿Osvaldo Soriano? ¡Si se murió, boludo! Se murió hace más de diez años.

–Entonces es. Yo de muertos conozco.
Ambas cosas parecían ciertas. El Indio sabe, tiene ese desvelo permanente por los muertos y el gordo se parecía demasiado a Soriano. Más aún, el grandote aparentaba unos diez años más que el Gordo cuando se murió. Pero el Gordo estaba muerto y el gordo, no.

Entre sus infinitas aporías camperas, la más frecuente era “Lo que es, es; y lo que no, no”.

Pese a las irrefutables objeciones que pueden hacérsele hay, en esa teoría, algo de razonable. Su éxito confirma que este mundo es absurdo.

Acaso con menos avidez por conocerlo que curiosidad por lo que decía el Indio, abandoné la mesa de billar y me fui hasta la barra. Me acomodé en la banqueta que estaba junto a la suya y le pregunté.

–¿Usted no es de Sarmiento, no?

–No –dijo amablemente–, soy de Mar del Plata.

–¿Nunca le dijeron que se parece a un escritor?

–Cuando era flaco, hace años, me decían que me parecía a Horacio Ferrer. ¿Quiere tomar algo?
Le acepté una cerveza con el único propósito de intentar reconocer su voz, ya que mi vaso lo había dejado lleno, al lado de la mesa de billar. De pronto caí en la cuenta de que yo nunca había escuchado la voz de Soriano. Y de no ser así, seguramente la habría olvidado.
–¿Está de paseo?

–No, yo soy técnico de fútbol, ¿Sabe? Hoy a la tarde jugamos con el Deportivo Sarmiento, por el Argentino. ¿Usted es hincha? –me preguntó el gordo, como disculpándose.

–Bueno, acá todos somos hinchas del Depo.

–¡Les rompimos bien el orto! –profirió esa exclamación tímidamente, pero no pudo contenerla.
–Sí, pero nosotros los cagamos a palos –gritó Berón desde la mesa de billar mientras apuntaba con el taco.
De inmediato, el hombre me ofreció su vaso para que brindáramos y se lo alzó al Indio, en son de paz.

–Por el Depo –dijo.
–Bueno, yo no sé nada de fútbol –asentí mientras chocábamos los vasos– ¿Contra quién jugamos hoy?

–Perdieron contra Cipolletti.

–Usted es Soriano.

El Gordo se acodó en el mostrador y se tomó la frente con ambas manos. Sacó del bolsillo de la camisa otro de esos cigarros que fuma él, me ofreció otro a mí mientras lo prendía con el que estaba por terminar.
–Estoy fumando, gracias –no podía sacarle la vista de encima– ¿Usted es un espíritu?
–¡No sea pelotudo!, ¿Le parezco un fantasma?

–No, se parece a Soriano.

–Entonces debo ser Soriano, mi amigo.

Lo que es, es; y lo que no, no.

El Gordo se armó de paciencia para explicarme, con el único propósito de concederme la gentileza de que yo pudiera encubrir mi asombro.

–Mire, desde que fingí mi muerte usted es la primera persona que me reconoce. Me mudé con mi mujer a Cipolletti. Aun así, allá nadie me conoce como Soriano. ¡Y eso que viví años allá! Ni siquiera me reconocerían si no me hubiera cambiado el nombre.
El Gordo pareció ponerse triste.

–Todavía me duermo pensando porqué no habré hecho tal o cual gambeta cuando jugaba. Aún me despierto recordando a mi padre que me decía: “¿Porqué no se la cambiaste de palo?”. Escribía todas las noches y todas las madrugadas de mi vida, pero un día admití que lo que más me importaba en la vida era sacar campeón a Cipolletti.
Pero mi razón y mi habla aún estaban como en suspenso.

–¿De qué se asombra? ¿Usted nunca cambió una pasión por otra, nunca cambió de mujer o de trabajo?
Me puse a recordar las veces que había cambiado de mujer.

–¿Y no probó con hacer terapia? –le pregunté.

–¿Está loco usted? –protestó Soriano– No necesito que nadie me confirme que soy un canalla. O peor, un impostor.

–Ahora entiendo porqué ha escrito tantos cuentos sobre fútbol.
Poco a poco mi conciencia volvía a encenderse.

–Fontanarrosa también escribió muchos cuentos de fútbol –dije sin pensar– Una pena que se haya muerto tan joven.

–¡No, no! –interrumpió Soriano– El Negro montó un circo. Se hizo pasar por hemipléjico durante dos años con el propósito de dirigir. Pero bueno... Central es un equipo grande y ahora entrena a un club del norte, Atlético Tucumán.

El Gordo se rascó la pelada y bajó la vista. Tenía un gesto triste, solitario y final.
–No le va mal... –dijo pensando en su propia suerte– Nada mal.


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domingo, 3 de enero de 2010

EL POEMA DE HOY





Cuando venga el sol de primavera


Cuando salga el sol de primavera
renacerá la vida en las acequias,
corolas tímidas de flores tempraneras
sucumbirán al beso “zumbón”de las abejas.
Vendrán los firmamentos tachonados de estrellas
y un suave colorido aromará las sementeras.
Rojiza el alba iluminará una huella
en la perspectiva desigual de la alameda,
y con su luz vendrán los sueños
de paz, calor y amor en las cosechas.
Late ululante la sangre en mis arterias.
Cuaja el vino embriagador y denso
en mi trémula diestra.
Hay un horizonte de soledad sobre las eras...
Pienso...
¿No vendrá a mí ¡falaz quimera!
con la brisa juguetona y bullanguera
un halo misterioso y sabio
que mitigue mi angustiosa espera?

¡Ah!... ¡Cuando salga el sol de primavera!



Camwy Paynter JONES*

*Poeta y escritor chubutense. Autor de "Entre paisajes y nostalgias". Este poema obtuvo el Premio "Mimosa" en el Eisteddfod de Madryn - año 2.007




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