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viernes, 19 de febrero de 2010

CONCURSO LITERARIO

BASES DEL XXXIX CONCURSO

INTERNACIONAL DE CUENTOS DE

GUARDO-2.010



1ª.- Se establecen los siguientes premios:


1º de 1.200 euros, patrocinado por la Diputación de Palencia, más trofeo de vidrio artesanal guardense y conmemorativo al mejor cuento presentado de tema libre.


2º premio de 400 euros, patrocinado por Caja España y trofeo de vidrio artesanal de Guardo para el mejor cuento presentado por autor palentino (nacido o residente en Palencia o provincia).


2ª.-Los cuentos serán originales, inéditos, con extensión máxima de cuatro folios, Din A-4 escritos por una sola cara, a dos espacios, con carácter de ordenador 12 y se presentarán por TRIPLICADO, sin firmar y CON PLICA.


3ª.-Los envíos se harán por Correos ordinario al GRUPO LITERARIO GUARDENSE, Avda. de Asturias, 28- 34880-Guardo (Palencia)- ESPAÑA, no admitiéndose el envío por internet.


4ª.- Los autores palentinos que opten al 2º premio lo harán constar en la cabecera de su trabajo.


5ª.-No podrán presentarse los ganadores en ediciones anteriores.


6ª.-El plazo de admisión finaliza el 1 de MAYO del 2010.


7ª.-La entrega de premios y lectura de cuentos premiados tendrá lugar en un acto cultural dentro de las fiestas patronales de San Antonio, en Guardo, en el mes de junio, cuyo día y hora se comunicará previamente.


8ª.-Es requisito imprescindible para obtener los premios el presentarse los autores galardonados, si éstos residen en la Península, para leer su trabajo premiado en el citado acto cultural.


9ª.-Los trabajos premiados quedarán en propiedad de la Organización, para su posterior publicación, sin que por ello tenga que devengar a los autores ningún derecho. Los cuentos premiados se publicarán en la página web del Grupo Literario Guardense.


Y 10ª.- Los trabajos no premiados, no serán devueltos y destruidos después del fallo del Jurado.


ORGANIZA: el Grupo Literario Guardense


PATROCINA: Diputación de Palencia.


COLABORAN: Caja España, Ayuntamiento de Guardo, la editorial ARUZ de Palencia y DISEÑO PROMAIL,S.L. DE Guardo


Para mayor información visite esta página WEB:


http:// www.grupoliterarioguardense.blogspot.com





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domingo, 14 de febrero de 2010

LA NOTA DE HOY




CIELOS PATAGONICOS



Por Jorge Eduardo Lenard VIVES


Es fácil percibir la bidimensionalidad esencial de la Patagonia: por un lado el mar, por otro la meseta. En estas páginas se ha descrito más de una vez cómo la literatura regional indaga en esta doble vertiente. Pero la realidad regional es tridimensional; al mar, a la tierra, hay que sumar el aire. ¿Se refleja ese tercer ámbito, el espacio aéreo, en la literatura regional? Aunque en principio no lo parece, a poco de andar se encuentran muchos escritores que incorporan los cielos sureños a sus creaciones.


El ejemplo más conocido es el de Antoine de Saint Exúpery y su “Vuelo Nocturno”. Escrita en 1931, cuando el artista aviador se desempeñaba como director de la Aeroposta Argentina; filial de la compañía francesa “Aéropostale” para la cual trabajaba, no fue su primer obra; pero sí la que comienza a hacerlo conocido en el mundo literario. “Las colinas, bajo el avión, cavaban ya su surco de sombra en el atardecer”. De esa manera se inicia la novela; y también el trágico vuelo del piloto Fabien y su anónimo “radio” hacia la noche. Si bien el argumento principal pasa por los avatares del aeroplano en medio de la tormenta que lo sorprende entre Comodoro Rivadavia y Trelew; una parte fundamental de la obra es el contrapunto de Riviere, jefe de tráfico aéreo, dominado por el cumplimiento del deber, con Robineau, el inspector, sensible a los sentimientos del personal a su cargo.



Muestr
as no menos importantes son las creaciones de Rufino Luro Cambaceres, “Huellas en el cielo austral” y “Rumbo 180”. Este piloto argentino fue compañero de proezas de Saint Exupery, a quien sucede como Director de la flamante “Aeroposta Nacional”. Sin embargo, al contrario del aviador francés, su fama como escritor no logró opacar su tarea como piloto. “Rumbo 180” es una crónica, escrita con lenguaje poético, de los primeros años de la aviación en la Patagonia. El autor describe así uno de sus primeros vuelos en la región: “En la amplitud de un panorama que todo lo llenaba el azul gris de su cielo interminable; el azul violáceo de ese mar que se perdía en el horizonte como otro cielo más oscuro y profundo; y el verde de los montes patagónicos, que lejos en la apreciación posible de las alturas, semejaban un verde prado, salpicado aquí y allí con las gotas claras de sus lagunas secas...”. Su otra obra, “Huellas en el cielo austral”, es un conjunto de bocetos de situaciones y personajes de esa “belle epoque” aérea; donde hechos ficticios se suceden a crónicas reales; todos con el mismo lenguaje pleno de calidad literaria.


Pero son varios los autores que incorporaron a las letras este ámbito de la Patagonia. Entre esas obras que, por falta de una buena difusión, permanecen un poco ocultas, pero que merecen ser conocidas, encontramos “Entre nubes, Patagonia y viento” de Marcelo Augusto Conte. Es una interesante novela que describe las vicisitudes atravesadas por los pilotos que vuelan los cielos patagónicos; enfrentando los fuertes vientos y las bajas temperaturas, condiciones meteorológicas desfavorables para aeronaves y aviadores. Con una redacción sumamente amena, narra el viaje de ida y vuelta que realiza, en el año 1969, la tripulación de un Twin Otter perteneciente a una ficticia aerolínea comercial entre Comodoro Rivadavia y Bariloche; un recorrido lleno de aventuras y de referencias al paisaje y a las costumbres patagónicas que revela el profundo conocimiento de la región por parte del autor. Conte se retiró de la Fuerza Aérea Argentina luego de volar treinta años como piloto de transporte; de sus once mil horas de vuelo casi el cincuenta por ciento fueron sobre la Patagonia. Esta circunstancia hace que su libro tenga una verosimilitud que lo torna apasionante.


También desde el cuento se incursionó en la temática: “Vuelo“ de Rodolfo Peña, es un recuerdo hacia el Aeroclub, esa institución señera de la cual el autor formó parte como piloto y de donde extrae el material para su relato. En cuanto a la literatura testimonial sobre el asunto, el mejor representante es Raúl Larra y su obra “La conquista aérea del desierto”; cuyas páginas traen el recuerdo de Cambaceres, Zanni, Palazzo, Parodi, Pluschow y otros aviadores pioneros.


Aire, agua, tierra... las tres dimensiones patagónicas se reflejan en su literatura. Sin dudas, estos ámbitos dan lugar a muchos argumentos que pueden motivar a los escritores regionales.



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viernes, 12 de febrero de 2010

NOTICIAS CULTURALES

Registro Provincial de Escritores


La Secretaría de Cultura del Chubut comunica a los escritores provinciales que continúa en vigencia la actualización del Registro Provincial de Escritores que se lleva a cabo en el Departamento de Estudios Lingüísticos y Literarios. La misma es de carácter anual.

El objetivo de esta convocatoria tiene como fin la actualización de la base de datos con que ya dispone el Departamento, con el propósito de poder tener en cuenta a los escritores de nuestra provincia en los programas y acciones culturales.

Por cualquier consulta pueden dirigirse a la siguiente dirección de correo electrónico:
literatura.cultura@yahoo.com.ar o bien a los teléfonos que figuran más abajo, a fin de obtener el formulario correspondiente para la inscripción.



Lic. Carolina Wheeler
Dto. de Estudios Lingüísticos y Literarios
Secretaría de Cultura del Chubut
Dr. Federicci 216 (9103) Rawson
Tel.: 02965 - 484563 - 483147/848/697 int 261



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domingo, 7 de febrero de 2010

EL POEMA DE HOY



EN LA NIEVE

Por Ana María Manceda




La noche está allí, detrás de las ventanas.
La nieve se refleja posada en las hierbas
y cuelgan las estrellas de las ramas heladas de los árboles.
Con solo estirar mi brazo, aún a través del límite de los vidrios
podría tomarlas para adornar mis ojos.
Si la valentía me sorprendiera abriría la puerta
y recostada en la hierba nevada
tomaría un baño de luz sonriendo a la noche
con mis ojos adornados de estrellas
que cuelgan de las ramas heladas de los árboles.
Pero sigo mirando detrás de las ventanas.
Mi aliento, llanto de recuerdos empaña los vidrios.
Me rebelo.
Rotos los vidrios estallan en la nieve,
yo también, rota, estallada,
yo también en la nieve, me rebelo.




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lunes, 1 de febrero de 2010

LA NOTA DE HOY


La inspiración, esa musa que habita en nosotros



Sabido es que el concepto de inspiración poética tiene su origen en la creencia de que el artista es elevado a la divinidad, transportado a un estado de éxtasis, que aún sin talento, una fuerza sobrenatural actúa “dictándole” palabras, frases, versos… y –claro está- los mismos no son obra de su propia mente, sino del dios que se ha apropiado de su consciencia.

Así las musas y también algunos dioses eran invocados, a través de plegarias, por los griegos primero y los romanos después, para acceder a ese estado de encantamiento donde, como a borbotones, surgirían las odas más exquisitas, o los versos más románticos.

Talento, formación, destreza, técnica, motivación… no estaban entonces en juego, y el inspirado, entregado a las musas –tal como si estuviera en proceso hipnótico- delegaba en esa fuerza sensorial el goce por sus hechos creativos.

La idea persiste hoy en día aún cuando seamos conscientes de que, a la hora de la producción literaria, devenimos en únicos responsables de lo que nuestras manos van grabando en la hoja. Ahora bien, veamos cuáles son los factores intervinientes en esa expresión. Desde mi punto de vista, ninguno es tan importante como la sensibilidad: el sentir del hombre que entregado a las pasiones, sumido en el dolor, extenuado de amor o herido por la impotencia da rienda suelta a su imaginación y deja caer las palabras en boca de aquellos personajes que nacidos o no de su creación le ofrecen un alivio sumamente placentero, actuando a veces de manera catártica.

No es sólo la sensibilidad. Obran también el estado mental y el anímico haciendo que aquella motivación aparezca y logre que las palabras besen la hoja, la acaricien sin premura, canten al compás de una melodía o bien sean escupidas, o hasta vomitadas. En ese sentido el motor que posibilita crear es la emoción por la que se transite.

Hasta el momento pareciera, entonces, que cualquier ser humano estaría en condiciones de escribir literatura. Sin embargo la diferencia estará dada por su talento: esa capacidad innata que le brinda a una persona, con mucho menos esfuerzo que otra, la facilidad para desarrollar una determinada disciplina.

El talento será alimentado por las experiencias de vida, sean estas personales o colectivas. Se traten de las almacenadas en los primeros años, en los tiempos escolares, en los procesos de crecimiento y desarrollo o las que –con mucha mayor conciencia- vamos eligiendo a veces y en muchas otras, nos enfrenta la vida.

La sociedad de la que el escritor forma parte en el tiempo que le ha sido dada la existencia, y el espacio geográfico que habita (o donde ha pasado gran parte de la vida) tienen así ascendencia sobre cómo esa aptitud va delineando formas diferentes a la hora de escribir.

Es aquí donde resulta necesario dedicarle un párrafo a la destreza. Aquella que le permite encontrar las palabras justas, las que cumplen con el fin propuesto, las alineadas de tal manera que dicen exactamente lo que pretende; las palabras que, como un juego laberíntico, están ubicadas en el sitio propicio para seguir andando el camino.

No menos importante es el estilo. Ese recurso estilístico que el escritor, a conciencia o no, imprime en sus textos y de algún modo lo caracterizan. En relación a este último concepto creo que quien reúne todas las características señaladas en los párrafos precedentes, no está limitado a un único estilo sino en condiciones de asumir distintos. El estilo irá variando, modificándose o adaptándose al texto que va produciendo.

Y entonces… la musa inspiradora, ¿dónde está? ¿En la divinidad o en la mente del ser humano?

En el alma. Yo creo que en el alma de cada hombre que escribe, que tiene algo que decir, que desea proclamarse.

¡Busquémosla allí!



Olga Starzak


Enero de 2010



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