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martes, 9 de noviembre de 2010

EL MICRORRELATO DE HOY


AMOR


Por Enrique Martínez Llenas



Fue conminado a explicarse.

Y entonces, el hombre habló:

La respetaba, por haberse hecho valer como mujer, por no haber tolerado ni una sola vez el abuso sobre su persona.

La consideraba como su igual, por su inteligencia y su equilibrio.

La cuidaba como algo valioso, irremplazable; atendía a sus necesidades, preparaba sus comidas con deleite; trataba de satisfacer, sin que se lo pidiera expresamente, sus pequeños caprichos.

La reñía, casi siempre jocosamente, por sus olvidos y despistes.

La disfrutaba, jugando y divirtiéndose con su cuerpo sin recibir nunca un rechazo indiferente, sino el recíproco gozo.

La mimaba, como si se tratase de un tímido cachorrito desvalido.

La envidiaba por su serenidad, de la que él mismo carecía; pero esa era una envidia que lo movía a intentar ser mejor.

La amaba…

Por todo eso y mucho, mucho más, cuando el daño en su cerebro y mente fue tan arrollador que dejó de ser ella misma, y en virtud de un viejo pacto tiempo atrás formulado, entre ellos libremente consentido, y que nunca más requirió ser actualizado, la mató.


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EL MICRORRELATO DE HOY


AMOR


Por Enrique Martínez Llenas



Fue conminado a explicarse.

Y entonces, el hombre habló:

La respetaba, por haberse hecho valer como mujer, por no haber tolerado ni una sola vez el abuso sobre su persona.

La consideraba como su igual, por su inteligencia y su equilibrio.

La cuidaba como algo valioso, irremplazable; atendía a sus necesidades, preparaba sus comidas con deleite; trataba de satisfacer, sin que se lo pidiera expresamente, sus pequeños caprichos.

La reñía, casi siempre jocosamente, por sus olvidos y despistes.

La disfrutaba, jugando y divirtiéndose con su cuerpo sin recibir nunca un rechazo indiferente, sino el recíproco gozo.

La mimaba, como si se tratase de un tímido cachorrito desvalido.

La envidiaba por su serenidad, de la que él mismo carecía; pero esa era una envidia que lo movía a intentar ser mejor.

La amaba…

Por todo eso y mucho, mucho más, cuando el daño en su cerebro y mente fue tan arrollador que dejó de ser ella misma, y en virtud de un viejo pacto tiempo atrás formulado, entre ellos libremente consentido, y que nunca más requirió ser actualizado, la mató.


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martes, 2 de noviembre de 2010

EL POEMA DE HOY


El último Pulpero


por Gerardo Robert


Dedicado a la memoria de Cacho Di Catarina, de la Pulpería de Mercedes.






Se fue…medio de golpe.
Tal vez habrá querido no andar perdiendo el tiempo
en esas tonterías de envejecer de a poco.
Total, ya había cumplido el rol maravilloso
que le confió el destino…o que él buscó de adrede,
para dejar su estampa cabal, de gaucho entero,
tan solo distraída en aquellas picardías
de gambetear la 5 con alma de potrero...
Por ay andará el Cacho, como él lo había soñado,
sobre un criollo azulejo de tuse bien prolijo,
emprendado de estrellas y escarceando impaciente,
hasta encontrar de nuevo
el palenque amigable de alguna pulpería .

Ya gastada la noche en la tertulia amena y la caña bermeja,
repuntará sus sueños hacia otras madrugadas tarareando una huella;
Y en un galopo corto, abrazará un lucero igual al de Mercedes
por ese cielo pampa que abrió la gauchería.



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EL POEMA DE HOY


El último Pulpero


por Gerardo Robert


Dedicado a la memoria de Cacho Di Catarina, de la Pulpería de Mercedes.






Se fue…medio de golpe.
Tal vez habrá querido no andar perdiendo el tiempo
en esas tonterías de envejecer de a poco.
Total, ya había cumplido el rol maravilloso
que le confió el destino…o que él buscó de adrede,
para dejar su estampa cabal, de gaucho entero,
tan solo distraída en aquellas picardías
de gambetear la 5 con alma de potrero...
Por ay andará el Cacho, como él lo había soñado,
sobre un criollo azulejo de tuse bien prolijo,
emprendado de estrellas y escarceando impaciente,
hasta encontrar de nuevo
el palenque amigable de alguna pulpería .

Ya gastada la noche en la tertulia amena y la caña bermeja,
repuntará sus sueños hacia otras madrugadas tarareando una huella;
Y en un galopo corto, abrazará un lucero igual al de Mercedes
por ese cielo pampa que abrió la gauchería.



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sábado, 30 de octubre de 2010

EL CUENTO DE HOY





PARAJE LAS ARAÑAS


Por Nadine Aleman (1)





Por favor, sea breve, dijo la científica que ya no daba más de calor en esa zona perdida de la meseta patagónica. Mara le apretó el brazo a su padre, trató así de convencerlo. No soportaba ya que siguiera hablando locuras. Sin obtener resultado alguno, la niña optó por desautorizar el relato clavándole la mirada a la joven que la ignoró decididamente.
El padre de Mara, exasperado, pretendía convencer a la científica de que eso que había traído, y que estaba ahora sobre el escritorio, era, efectivamente, una mano de alguien, que por magia de la machi* se había convertido en una araña y que había paseado por el pueblo, aterradora y mortífera, hasta que él la había encontrado en el campo.
El rebote de miradas era de una tensión tal que los tres se olvidaron, por varios segundos, del calor agobiante que insertaba más rareza en ese lugar, y en esa época del año, y que por momentos había servido de argumento para que el padre avanzara en sus explicaciones del caso de la mano- araña.
Mara no soportó más, ni el relato del padre, ni el calor, ni la soberbia de la científica y se fue a su casa, levantando tierra, como se hace cuando uno está enojado y no tiene con quien pelear.
A lo lejos, la suave brisa traía la voz del padre de Mara, que insistía e insistía. Hasta que el viento cambió su sentido y se ahogaron las declaraciones, y también la vergüenza de Mara, que ya llegaba a la humilde casa.
La adolescente se tiró en la cama, como había visto que hacían las chicas de la ciudad en la novela de la tarde. Una ráfaga abrió la ventana y pudo leer el cartel de bienvenida del lugar: BIENVENIDO AL PARAJE LAS ARAÑAS; ofuscada se levantó, cerró la ventana y volvió a acostarse. – Qué arañas ni arañas…este papá también…! si sabe bien que no tiene que tomar vino…ahora todos se van a enterar de las locuras que anda diciendo de la mano de muerto esa…
La machi caminaba lento allá en la meseta, buscando hierbas para sus conjuros. Iba con el perro negro, güilo, que siempre la acompañaba.
Mara renegaba y soñaba con sonarse los mocos en pañuelos de seda, con marcas con números, como las chicas de la novela de güenosaire.
La mano derecha de la chismosa del pueblo, comenzaba a paralizarse.

*Machi: bruja


(1) Escritora chubutense.
Su blog: http://nadinealeman.blogspot.com/



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