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martes, 8 de noviembre de 2011

EL POEMA DE HOY




POEMA GANADOR DE LA CORONA DE PLATA

 Arié Lloyd de Lewis





«Con los pies en el suelo ancestro»



Gales...
llego al fin a tus colinas y me detengo donde alguna vez
ellos fiaron sus esperanzas y partieron.


vengo desde mi tierra de crenchas...
de la orilla
que pincela atardeceres
con púrpura de felpa

vengo desandando la rama de mi origen
añorando rostros que no conocí

desde Y Bala (1)
subo a Bwlch y Bwlet (2)
sobre el dintel sin puerta
las campanillas de un dedos de perro (3)
bienvienen mi visita
y un roble que echó raíces
en la penumbra deshabitada
deshoja respuestas por la cicatriz del techo

llego a Troed y Rhiw (4)
en la calle de las acacias
surge la casa del minero

(su sombra del carbón
viene llegando...
pliega la abertura
al interior
de su esperanza sin ventanas
y me encuentra de pie
con su legado azul en las pupilas)

el río redondo
siempre aguarda el regreso de la barca
para celebrar el nudo de las venas

desde los sueños
tosidos en las canteras
desde los nombres
que tallan la pizarra
desde los «englynau» (5)
que desvelan rimas
en memorias de chimenea


vengo desde mi tierra de crenchas...
de allí
donde el latido sur
tiende una patria
para parir mi arraigo.







(Seudónimo «Mádris»)


1 y 4: aldeas galesas.
2: casa familiar en la zona rural.
3: flor silvestre de la familia de las campánulas.
5: estilo poético galés.



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jueves, 3 de noviembre de 2011

LA NOTA DE HOY




VASCO, ARGENTINO Y PATAGÓNICO

Por Jorge Eduardo Lenard Vives


Cursaba el quinto grado en la Escuela 5 de Trelew cuando, en los estantes de su Biblioteca, encontré un libro sobre un tema que comenzaba a atraer mi atención hacia esa época: la arqueología. Su autor sostenía la hipótesis de una raza que, habiendo poblado gran parte de la Tierra en la antigüedad, sobrevivía en nuestros días representada por la nación vasca y ciertas etnias de América, Asia y África. Uno de los fundamentos era el lingüístico; en su opinión, muchas palabras de las lenguas americanas originales tenían fonética y significado similares a vocablos del euskera. Tal sucedía, por ejemplo, con el término patagónico “toqui”.

El apellido del investigador, Basaldúa, se fijó en mi memoria. Hace un par de años, al recordarlo, busqué en la Biblioteca Bernardino Rivadavia de Bahía Blanca alguna de sus obras. Tuve éxito: hallé un libro publicado a principios del siglo XX, “Prehistoria e historia de la civilización indígena de América y su destrucción por los bárbaros del este”, por Florencio de Basaldúa. Ojeándolo, me sorprendí gratamente al comprobar que el autor, entre otros antecedentes, manifestaba haber sido “gobernador interino del Chubut”. Esos datos – su relación con la Patagonia y su condición de escritor – me decidieron a estudiar su figura.

Pronto di con una documentada biografía, de la cual tomé los datos que reproduzco en esta nota. Se trata de “Florencio de Basaldúa. Un vasco argentino” de Horacio C. Reggini (*). Allí nos enteramos que Basaldúa nació en Bilbao el 23 de febrero de 1853; y llegó a Buenos Aires, previo paso por Montevideo, en 1866. Se casó con Diolinda Núñez en 1876; al poco tiempo recibió el título de Agrimensor.

Padre ya de cuatro hijas, enviudó en 1899; y ese mismo año fue nombrado Secretario de la Gobernación del Territorio del Chubut. Ocupó el puesto entre junio y noviembre de 1900; durante parte de ese período se desempeñó como gobernador interino por licencia del titular, Alejandro Conesa. Realizó muchas actividades en pro del Territorio. Por ejemplo, la creación de la Biblioteca Pública Circulante, el proyecto de la Escuela Práctica de Agricultura, Ganadería y Piscicultura, el fomento de la arboricultura, la protección del guanaco para su explotación comercial; y otras valiosas iniciativas. Basaldúa ya había manifestado su atención por la Patagonia con anterioridad, presentando al Presidente Roca, en 1897, el proyecto para crear una colonia vasca entre los paralelos 44°30´ y 47° 30´; a la que llamó Eskal-Berri.

En el sur rehizo su vida familiar con Juana Canut; maestra francesa nacida en 1868 cerca de Biarritz, que en 1888 emigró a Buenos Aires. A fines de 1891 había aceptado trabajar como maestra en la Escuela 1 de Rawson; siendo gobernador el Coronel Jorge Luis Fontana. Por su dedicación fue recompensada con una estancia de siete leguas de campo sobre la costa del mar, en la zona de Playa Magaña, llamada “Sol de Mayo”.

Luego de esa primera estadía patagónica, Basaldúa continúa su polifacética vida pública. En 1906 realizó un reconocimiento de la Mesopotamia y el Chaco. En su trascurso localizó el solar natal del General San Martín en Yapeyú; lo adquirió y donó al Gobierno Nacional, por lo que fue nombrado ciudadano honorario de esa localidad. Posteriormente, entre 1910 y 1911 fue Cónsul argentino en Calcuta, donde conoció a Rabindranath Tagore.

¿Y con respecto a su faz de escritor? Su primera obra es una novela fantástica del año 1893, “Erné. Leyenda Kantabro-Americana ”. Narra el viaje iniciático del protagonista y su encuentro con el sacerdote Jakundina y su hija Ismara, quienes lo ponen en conocimiento de las tres razas primigenias que poblaron el mundo: la blanca, la negra y la roja. En 1901 publica “Pasado, presente y porvenir del Territorio de Misiones”, crónica de su viaje por la región noreste; y en 1925 el ya citado “Prehistoria e historia de la civilización indígena de América y su destrucción por los bárbaros del este”, fechado el 15 de abril de 1922 en “Sol de Mayo”. “Memoria sobre la raza roja en la prehistoria universal” es del año 1911; y “Contribución al estudio de la prehistoria universal”, de 1907. Escribió además gran cantidad de artículos para revistas y anales científicos; y otros trabajos entre los que se destaca el manifiesto de una utópica organización política, llamado “Partido Americano”, que editó en 1924 en Rawson.

Su biografía no abunda en detalles sobre los últimos años de vida; que pasa en la estancia de la costa patagónica acompañado por su esposa. Fallece el 25 de mayo de 1932. Su viuda lo sobrevive poco más de un año; muere el 15 de noviembre de 1933.

Según Alejandra Patricia Lorenzo Harris, quien ha indagado sobre su vida, en los últimos momentos pidió a su mujer que interpretase al piano el Himno Nacional. Fue enterrado, entre muestras de pesar de sus vecinos, en el cementerio de Rawson. Un sencillo epitafio resume su vida: “Al gran basko y patriota argentino ciudadano honorario de Yapeyú”. Desde esta página le agregaríamos: “y conspicuo patagónico”; ya que fue esta la tierra en la que prefirió vivir sus últimos años, lo cual, para todo ser humano, no es una decisión menor. Porque no es posible elegir donde se nace; pero, a veces, puede elegirse donde morir.


(*) Reggini, Horacio. “Florencio de Basaldúa, un vasco argentino”, Academia Nacional de Educación, Buenos Aires, 2008. Puede verse en http://elgranerocomun.net/IMG/pdf/ Basaldua22compacto.pdf.
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LA NOTA DE HOY




VASCO, ARGENTINO Y PATAGÓNICO

Por Jorge Eduardo Lenard Vives


Cursaba el quinto grado en la Escuela 5 de Trelew cuando, en los estantes de su Biblioteca, encontré un libro sobre un tema que comenzaba a atraer mi atención hacia esa época: la arqueología. Su autor sostenía la hipótesis de una raza que, habiendo poblado gran parte de la Tierra en la antigüedad, sobrevivía en nuestros días representada por la nación vasca y ciertas etnias de América, Asia y África. Uno de los fundamentos era el lingüístico; en su opinión, muchas palabras de las lenguas americanas originales tenían fonética y significado similares a vocablos del euskera. Tal sucedía, por ejemplo, con el término patagónico “toqui”.

El apellido del investigador, Basaldúa, se fijó en mi memoria. Hace un par de años, al recordarlo, busqué en la Biblioteca Bernardino Rivadavia de Bahía Blanca alguna de sus obras. Tuve éxito: hallé un libro publicado a principios del siglo XX, “Prehistoria e historia de la civilización indígena de América y su destrucción por los bárbaros del este”, por Florencio de Basaldúa. Ojeándolo, me sorprendí gratamente al comprobar que el autor, entre otros antecedentes, manifestaba haber sido “gobernador interino del Chubut”. Esos datos – su relación con la Patagonia y su condición de escritor – me decidieron a estudiar su figura.

Pronto di con una documentada biografía, de la cual tomé los datos que reproduzco en esta nota. Se trata de “Florencio de Basaldúa. Un vasco argentino” de Horacio C. Reggini (*). Allí nos enteramos que Basaldúa nació en Bilbao el 23 de febrero de 1853; y llegó a Buenos Aires, previo paso por Montevideo, en 1866. Se casó con Diolinda Núñez en 1876; al poco tiempo recibió el título de Agrimensor.

Padre ya de cuatro hijas, enviudó en 1899; y ese mismo año fue nombrado Secretario de la Gobernación del Territorio del Chubut. Ocupó el puesto entre junio y noviembre de 1900; durante parte de ese período se desempeñó como gobernador interino por licencia del titular, Alejandro Conesa. Realizó muchas actividades en pro del Territorio. Por ejemplo, la creación de la Biblioteca Pública Circulante, el proyecto de la Escuela Práctica de Agricultura, Ganadería y Piscicultura, el fomento de la arboricultura, la protección del guanaco para su explotación comercial; y otras valiosas iniciativas. Basaldúa ya había manifestado su atención por la Patagonia con anterioridad, presentando al Presidente Roca, en 1897, el proyecto para crear una colonia vasca entre los paralelos 44°30´ y 47° 30´; a la que llamó Eskal-Berri.

En el sur rehizo su vida familiar con Juana Canut; maestra francesa nacida en 1868 cerca de Biarritz, que en 1888 emigró a Buenos Aires. A fines de 1891 había aceptado trabajar como maestra en la Escuela 1 de Rawson; siendo gobernador el Coronel Jorge Luis Fontana. Por su dedicación fue recompensada con una estancia de siete leguas de campo sobre la costa del mar, en la zona de Playa Magaña, llamada “Sol de Mayo”.

Luego de esa primera estadía patagónica, Basaldúa continúa su polifacética vida pública. En 1906 realizó un reconocimiento de la Mesopotamia y el Chaco. En su trascurso localizó el solar natal del General San Martín en Yapeyú; lo adquirió y donó al Gobierno Nacional, por lo que fue nombrado ciudadano honorario de esa localidad. Posteriormente, entre 1910 y 1911 fue Cónsul argentino en Calcuta, donde conoció a Rabindranath Tagore.

¿Y con respecto a su faz de escritor? Su primera obra es una novela fantástica del año 1893, “Erné. Leyenda Kantabro-Americana ”. Narra el viaje iniciático del protagonista y su encuentro con el sacerdote Jakundina y su hija Ismara, quienes lo ponen en conocimiento de las tres razas primigenias que poblaron el mundo: la blanca, la negra y la roja. En 1901 publica “Pasado, presente y porvenir del Territorio de Misiones”, crónica de su viaje por la región noreste; y en 1925 el ya citado “Prehistoria e historia de la civilización indígena de América y su destrucción por los bárbaros del este”, fechado el 15 de abril de 1922 en “Sol de Mayo”. “Memoria sobre la raza roja en la prehistoria universal” es del año 1911; y “Contribución al estudio de la prehistoria universal”, de 1907. Escribió además gran cantidad de artículos para revistas y anales científicos; y otros trabajos entre los que se destaca el manifiesto de una utópica organización política, llamado “Partido Americano”, que editó en 1924 en Rawson.

Su biografía no abunda en detalles sobre los últimos años de vida; que pasa en la estancia de la costa patagónica acompañado por su esposa. Fallece el 25 de mayo de 1932. Su viuda lo sobrevive poco más de un año; muere el 15 de noviembre de 1933.

Según Alejandra Patricia Lorenzo Harris, quien ha indagado sobre su vida, en los últimos momentos pidió a su mujer que interpretase al piano el Himno Nacional. Fue enterrado, entre muestras de pesar de sus vecinos, en el cementerio de Rawson. Un sencillo epitafio resume su vida: “Al gran basko y patriota argentino ciudadano honorario de Yapeyú”. Desde esta página le agregaríamos: “y conspicuo patagónico”; ya que fue esta la tierra en la que prefirió vivir sus últimos años, lo cual, para todo ser humano, no es una decisión menor. Porque no es posible elegir donde se nace; pero, a veces, puede elegirse donde morir.


(*) Reggini, Horacio. “Florencio de Basaldúa, un vasco argentino”, Academia Nacional de Educación, Buenos Aires, 2008. Puede verse en http://elgranerocomun.net/IMG/pdf/ Basaldua22compacto.pdf.
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martes, 1 de noviembre de 2011

PRESENTACIÓN DE UN NUEVO LIBRO





"RUMBO A CÁLIDA REGIÓN"


de RICARDO CLARK



Conocí a Ricardo Clark a través de una amiga en común, Carmen Larraburu. Enseguida después tomé contacto con su obra. Una narrativa dinámica, audaz, que invita a ser leída.
Clark, por su vasta trayectoria en el campo de la literatura, también en el periodismo desarrollado en diferentes medios de comunicación, sabe qué, cómo y cuándo abordar los temas que –de una u otra manera- concentran la atención y el interés de un público ávido de  emociones.
Rumbo a Cálida Región es, especialmente, una novela de certezas, pero también de interrogantes; de proyectos y destinos; de alegrías y angustias. Una novela de intensos ideales, de vocaciones sentidas y sufridas; de esperas y esperanzas,  miedos, dolor y deseos.
El talento literario de Ricardo Clark nos permite, a través del contacto con sus personajes, bucear en uno mismo. Es aquí donde creo que el lector se inmiscuye entre las líneas de su prosa, y se pierde entre ellos, para encontrarse –sin duda- en alguno, si no en varios.
Son muchos esos personajes, disímiles, arriesgados y de riesgo. Se entrelazan en circunstancias muy variadas; aparece de pronto un capitán de barco, enseguida un peluquero, próximo a éste un tapicero  sordomudo; el Doctor, una ex bailarina devenida en encargada de una pensión, un ex convicto, gremialistas, políticos, policías, exiliados, un ex presidente, un ingeniero… y atrapan al lector sumergiéndolo en un mundo distinto, cruel a veces, tierno otras, siempre con valentía.
Un punto clave en el relato de Rumbo… son los escenarios. Estos intervienen en la realidad, la atraviesan de manera casi protagónica. La vida en un barco, en una pensión, en la cárcel. Se pueden imaginar las acciones inmersas en el clima propio del trópico.
La ilusión del cambio es quizás, el punto más elevado de la historia que se relata. Es como un deseo que se instala en el lector desde las primeras páginas, como una necesidad imperativa, un asunto que no puede tardar en resolverse…
La primera novela de Ricardo Clark… “es una novela de época. Así pensaban y querían cambiar las nuevas generaciones la realidad política y social en América Latina, al menos una parte de ella, en ese incendio ideológico que sacudió en los años sesenta y setenta del siglo pasado”.
Los invito a leerla.

Olga Starzak





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PRESENTACIÓN DE UN NUEVO LIBRO





"RUMBO A CÁLIDA REGIÓN"


de RICARDO CLARK



Conocí a Ricardo Clark a través de una amiga en común, Carmen Larraburu. Enseguida después tomé contacto con su obra. Una narrativa dinámica, audaz, que invita a ser leída.
Clark, por su vasta trayectoria en el campo de la literatura, también en el periodismo desarrollado en diferentes medios de comunicación, sabe qué, cómo y cuándo abordar los temas que –de una u otra manera- concentran la atención y el interés de un público ávido de  emociones.
Rumbo a Cálida Región es, especialmente, una novela de certezas, pero también de interrogantes; de proyectos y destinos; de alegrías y angustias. Una novela de intensos ideales, de vocaciones sentidas y sufridas; de esperas y esperanzas,  miedos, dolor y deseos.
El talento literario de Ricardo Clark nos permite, a través del contacto con sus personajes, bucear en uno mismo. Es aquí donde creo que el lector se inmiscuye entre las líneas de su prosa, y se pierde entre ellos, para encontrarse –sin duda- en alguno, si no en varios.
Son muchos esos personajes, disímiles, arriesgados y de riesgo. Se entrelazan en circunstancias muy variadas; aparece de pronto un capitán de barco, enseguida un peluquero, próximo a éste un tapicero  sordomudo; el Doctor, una ex bailarina devenida en encargada de una pensión, un ex convicto, gremialistas, políticos, policías, exiliados, un ex presidente, un ingeniero… y atrapan al lector sumergiéndolo en un mundo distinto, cruel a veces, tierno otras, siempre con valentía.
Un punto clave en el relato de Rumbo… son los escenarios. Estos intervienen en la realidad, la atraviesan de manera casi protagónica. La vida en un barco, en una pensión, en la cárcel. Se pueden imaginar las acciones inmersas en el clima propio del trópico.
La ilusión del cambio es quizás, el punto más elevado de la historia que se relata. Es como un deseo que se instala en el lector desde las primeras páginas, como una necesidad imperativa, un asunto que no puede tardar en resolverse…
La primera novela de Ricardo Clark… “es una novela de época. Así pensaban y querían cambiar las nuevas generaciones la realidad política y social en América Latina, al menos una parte de ella, en ese incendio ideológico que sacudió en los años sesenta y setenta del siglo pasado”.
Los invito a leerla.

Olga Starzak





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