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miércoles, 18 de enero de 2012

EL POEMA DE HOY






SON LAS 6 P.M.

Por Jorge Baudés (*)





Son las seis pe eme.
Parten presurosas 
dejando tras de sí estelas nervadas.
Forman bandas, grupos, algunas van solas 
atrapando un cielo que se desvanece. 
Son las seis pe eme.
Agitan las alas sosteniendo al viento 
oteando un refugio adonde ahuecarlas.
¿Qué dejan detrás? ¿Qué estarán buscando? 
Ni ellas lo saben, designio instintivo.
Repiten el rito. Prosiguen su vuelo… 
Son las seis pe eme. 
Ya el cielo recobra su transida calma.
No se ven gaviotas, 
las tragó el ocaso. 





(*) Escritor chubutense.

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jueves, 12 de enero de 2012

EL POEMA DE HOY





DOS SONETOS PARA EL RÍO CHUBUT (*)

de Virgilio Zampini



                           I


Hubo una vez -quién puede decir cuándo-
un nombrador tehuelche en tus orillas;
los siglos le narraron las sencillas
maneras que uno tiene de ir nombrando.


Con los ojos de pájaro buscando
el territorio de las maravillas,
no sin asombro, el indio, de rodillas,
bebió tus aguas y te fue llamando.


La soledad, el viento, la meseta,
se volvieron palabra por tu cauce
¿quién puede decir cuándo? Pero el sauce


sintió de pronto que era una silueta
espejadas, con risas, en tu frío.
Supo tu nombre, para siempre, río.




                       II


Y otros hombres vinieron al misterio
de tu sinuoso trazo. Fue el hispano
conquistador que edificó el imperio
de los Césares con su sueño vano.


(¿Para qué permitir que naufragara
el afán de los oros y las glorias
de aquel monarca que se imaginara
escribir, a tu vera, otras historias?)


Y fue el galés, cantor de libertades,
que dio su espalda, firme, a los retornos, 
para plantar, de frente, tus ciudades.


Así hubo paz en todos tus contornos.
¿La espada? ...Fatigado desvarío.
Hay mujeres y versos. Y hay un río.




(*) Corona del Eisteddfod del Chubut - año 1972

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lunes, 9 de enero de 2012

EL POEMA DE HOY




CIELO PATAGÓNICO


de Amilcar Amaya (*)



Quién puede sustraerse al encanto
del misterioso embrujo de tu cielo,
inmensidad tendida como un velo
más allá de los sueños y más alto.


De día te cubre luminoso manto
llenándonos de paz y de consuelo,
de noche, las sombras y desvelos
y encendidas estrellas para el canto.


Quién no sintió vibrar su fantasía
deslumbrado por sus atardeceres
junto al mar, meseta o cordillera


o sintió que su alma estremecía
ante la magia de tus amaneceres,
magia renovada en cada espera.



(*) El autor nació en San Javier, provincia de Río Negro. Egresado de la Escuela Normal "Eliseo I. Schieroni", de Viedma, ejerció la docencia en Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Este poema mereció la Corona de Plata del Eisteddfod del Chubut en el año 1988.
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jueves, 5 de enero de 2012

EL POEMA DE HOY




Enjambres humanos

por Carlos Dante Ferrari


Ahora mismo, allí fuera
hay una multitud de seres marcando 
sus pisadas
bajo la tenue oscuridad
y la llovizna
por las frías aceras.
Seres de toda edad y condición
que se entrecruzan
sin verse, sin oírse,
sin rozarse 
siquiera.




Seres que merodean 
sin rumbo ni destino
como enjambres humanos
cegados de furor
y ensordecidos
por el bullicio urbano.


Van colmando los cines, 
burdeles y tabernas,
se paran y caminan
 a veces titubean.


Luego invaden los parques,  
inundan los paseos, 
desandan avenidas
y cruzan diagonales 
arrastrando sus almas 
como pueden
por las calles perdidas.


Yo sé que están allí
porque acabo de andar 
por esas mismas calles
bajo una fina lluvia 
y el relumbre 
de luces mortecinas.


¿Se habrán cruzado, acaso, tus pasos
y los míos
mientras buscabas tu sitio
en la colmena?


Vengo de allí trayendo 
a rastras
como siempre 
el peso inseparable
de mis penas.

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lunes, 2 de enero de 2012

LA NOTA DE HOY





GRETA GARBO, BLASCO IBÁÑEZ Y LA PATAGONIA



Por Jorge Eduardo Lenard Vives




Greta Garbo, una de las divas del cine tanto mudo como sonoro, no necesita presentación. Tampoco Vicente Blasco Ibáñez, reconocido y prolífico novelista de la primera mitad del siglo XX. Como es sabido, Literatura y Cine van de la mano. Fue así que Hollywood reunió por primera vez a la actriz y al escritor en 1926; cuando Monta Bell dirigió a Garbo en “The Torrent”, adaptación de la obra “Entre naranjos” del autor español. Su argumento giraba en torno al ambiente rural de la ibérica Valencia. Ese mismo año la industria cinematográfica los juntó de nuevo; y esta vez el guión tenía como tema la Patagonia.

“The temptress” se basó en la novela de Blasco Ibañez “La tierra de todos”, título con el cual la película fue conocida por el público de habla hispana. Dirigida inicialmente por Mauritz Stiller, fue finalizada por Fred Niblo. La cinta, sin sonido, incluía en su reparto a Antonio Moreno, Lionel Barrymore y Roy D´Arcy, interpretando los principales personajes masculinos.

El filme cuenta la historia de la hermosa Elena, “femme fatale” que siguiendo a su marido el Marqués de Torrebianca, prófugo de una quiebra dolosa en París, y a su amigo el ingeniero Robledo, arriba a la Argentina. Precisamente, al Alto Valle del Río Negro. Allí su belleza cautivadora provoca diversas vicisitudes que llevan a un dramático final. Vuelta Elena a Europa, Robledo la reencuentra varios años después en la capital de Francia donde se inició la historia; ya marchito su encanto y viviendo en la pobreza.

La película parecería merecer el galardón de ser el primer film sobre un libro ambientado en la Patagonia. La obra en la cual se basa es un típico novelón que incluye una clásica persecución a caballo en pos del bandido “Manos Duras”; raptor de Flor del Río Negro, la querida hija del estanciero don Agustín. Publicada en 1922, intervienen en su trama muchos y variados personajes, como el francés Canterac, el italiano Pirovani, el andaluz González, apodado “Gallego”, el norteamericano Watson, el criollo Moreno; habitantes todos del campamento agrupado en torno a la presa que Robledo intenta construir sobre el río Negro, para abastecer los canales que van a permitir regar el valle y hacerlo productivo. Tras la figura de Elena y su influencia sobre los pobladores del rústico sitio, aparece, como telón de fondo, la dura vida en la región y el papel de la inmigración europea en la Argentina de principios del siglo XX.

Pero, más allá del argumento, lo destacable de la novela es la presencia de varios temas patagónicos. Uno de ellos es el mito del prehistórico saurio morador de los lagos cordilleranos: “Entre los escasos habitantes acampados al pie de la Cordillera se heredaba la convicción de que existen aún en ciertos lugares del desierto patagónico bestias enormes y de formas nunca vistas, últimos vestigios de la fauna que surgió al principiar la vida en el planeta. Algunos juraban sinceramente haber visto de muy lejos al plesiosaurio hundiéndose en el muerto cristal de los lagos andinos ó pastando en la vegetación de sus riberas”.

Otro es la exploración del río Negro por el Alférez Villarino: “Sólo los que conocemos la corriente de este río podemos comprender lo que representó aquella expedición, curso arriba y con buques de vela. (...) Buscaban el mar que los indios aseguraban haber visto con sus ojos, y efectivamente, al final del Limay, continuación del río Negro, se desemboca en un mar que es simplemente el lago Nahuel Huapi...”

Pinta también el verano austral: “Aquí reinaba el verano, un verano patagónico, violento y ardoroso, sobre una tierra que rara vez conoce las lluvias y en la cual todas las estaciones son extremadas, descendiendo el termómetro durante el invierno muchas unidades por debajo de cero. La tierra yerma parecía temblar bajo el sol.”

Pero además agrega muchos otros detalles: la mención al Gualicho, “el terrible demonio de la Pampa”, “el diablo pampero, maligno y enredador”; la referencia a varios lugares de la zona, como Choele Choel, El Bolsón, Neuquen; la descripción precisa de una marcha en la desértica meseta, “una llanura siempre inmensa, siempre igual”...

¿Cómo pudo escribir el célebre autor de “Los cuatro jinetes del Apocalipsis”, con tanto detalle, una obra ambientada en nuestro sur? Porque vivió aquí. En 1910, Blasco Ibáñez dejó España con rumbo a la Argentina. Preso de un arrebato fisiócrata, al estilo de Bouvard y Pécuchet, encaró un emprendimiento rural en Corrientes llamado Nueva Valencia. Aunque el pueblo permaneció, la empresa se malogró desde el punto de vista económico. No se arredró; poco después volvió a intentarlo... en la Patagonia. Se dirigió – como Robledo - al Alto Valle del Río Negro; y allí organizó un establecimiento agrícola, cuyo nombre recuerda su interés por lo literario. Volvió a fracasar como colono. Pero de su paso por la Patagonia dejó un pueblo, Cervantes, que lo reconoce como su fundador; y un libro. Que no es poco.