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domingo, 16 de septiembre de 2012

LOS RELATOS DE HOY




DOS RELATOS BREVES 


Por PASCUAL MARRAZZO (*)








Estoy


   Siempre estoy, aunque me apoye en el silencio de un teclado perezoso o presione los números mudos de tu teléfono. Como una llama solitaria,  temerosa, ahogándose en sus cenizas, al acecho de otra lengua de fuego que baile excitada y chispeen de alegría con la mía. Acorazando el corazón con el aire frío de esta noche, acuchillando tu ventana con las voces azules que cantan los jacarandaes. Bajo los palos borrachos que lucen las flores y las espinas del enamoramiento. Aferrado a tu nombre, entre todos los colores que dejan las sombras escondidas en las plazas. A la espera de que elijas un trozo de tu vida, un tiempo de tu mejor leño, mi corazón incandescente quiere arder contigo.






Extraño mi corazón



Es de la ceguera del amor que me ha curado el matrimonio, pero ahora que divorciado y desnudo me atrapan los harapos de la vida. Es mi razón que corre mientras el corazón sólo late y viaja en pequeñas jornadas. Ha quedado en libertad, es libre y no hay nada para festejar. Es lo peor que le puede haber pasado. Un corazón en libertad es la jaula del hombre que habita y ese hombre soy yo, más la tortura de no existir. Hubiese preferido un corazón a la deriva, aunque éste fuera el camino del sufrimiento. El corazón roto del desenlace o el corazón silencioso de la muerte. Quisiera volver a mi corazón sangrante, ese que soportaba las pasiones en toda su intensidad cuando no existía la razón ni el presentimiento y tenía la arrogante felicidad de ser soltero. Ahora vestido de años y cargado de experiencias que pesan, busco nuevamente la ceguera, el abandono de la razón y un corazón que vuele. Busco desesperadamente a esa mujer, que me lo pueda encarcelar.



(*) Escritor de Neuquén.

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jueves, 13 de septiembre de 2012

EL POEMA DE HOY







  Llegaste de lejos


Viniste en diciembre navegando mares.
Te trajo el destino a este rincón.
Allá se quedaba tu verde colonia
tu infancia, la guerra y tanto dolor.

Llegaste a estas tierras con solo trece años
trayendo esperanzas y gran ilusión.
aquí conociste el gran desarraigo
también el cansancio y marginación.

Después con el tiempo aprendiste el idioma
ganado con fuerza de un trabajador
el mate, el himno, el tango  y bandera
de esta Patria grande que te cobijó.

Fuiste muy querido, echaste raíces
y este hermoso valle te vio sonreír
a la dulce Alcira aquí conociste
jurando por siempre muy juntos vivir.

Llegaste de lejos, te trajo el destino
y aquí con cariño formaste tu hogar,
hiciste tu rancho, amaste a tu esposa
y a tus tres retoños los viste jugar.

Tus ojos celestes, figura cansada
con la pala al hombro te veo llegar,
esperando todos tu sonrisa buena,
y el humor de siempre silbando al entrar.

Pero otro diciembre te fuiste de nuevo,
esta vez  solito ya sin regresar, ¿Por qué?
no me explico, te fuiste tan joven,
eras fuerte, sano y bueno como el pan.

Después con los años aprendí a valorarte
aunque pase el tiempo  nunca he de olvidar,
tu voz, tu cariño, tu figura humilde,
tus ásperas manos, tu tierno mirar.




Letra: Inés Luna 
Música Humberto Gaviña

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domingo, 9 de septiembre de 2012

EL POEMA DE HOY




    28 (*)



Por Antonio Vicente Ugo (**)




Cielo de tan duro, congelado,
allá en el Sur donde yo supe verlo.
Un sol de amanecer que sin saberlo
apaga las estrellas que me ha dado.

Luego ese viento que alcancé a quererlo
y el jarillal sentido y maltratado,
o el gaviotín sobre el acantilado
cuyo vuelo no alcanzo a comprenderlo.

Estampa pobre de la remembranza,
de la que sólo queda la esperanza
de volver saturado de alegría.

Pero comprendo que los años fueron
y aquellos ojos que tanto lo quisieron
ya nada habrán de ver de lo que había.




(*) Soneto número 28 del poemario “La tierra que me diste”.
(**) Poeta chubutense, por opción.

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miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA NOTA DE HOY







DIARIOS Y CRÓNICAS, BIOGRAFÍAS Y AUTOBIOGRAFÍAS



Por Jorge Eduardo Lenard Vives





   El didáctico es el género con mayor presencia en las letras patagónicas. De hecho, la Literatura escrita de la región nace con una crónica: la “Relazione del primo viaggio intorno al mondo”, de Antonio Pigafetta. El autor relata la historia en base a su diario y, probablemente, a los de algunos de sus compañeros de expedición; para completar datos faltantes. Pues esa es una de las diferencias entre el diario y la crónica: pese a que ambos narran en forma cronológica una sucesión de hechos, en el diario tenemos la versión de un observador; que percibe la realidad a través de sus ojos sin contar con toda la información sobre lo que describe, ya que los eventos lo sorprenden. Como dice Italo Calvino en su novela “Si una noche de invierno un viajero”, el redactor hace un esfuerzo “para leer entre las líneas de las cosas el sentido evasivo” de lo que le espera. Por otro lado, el diario no se redacta, en primera instancia, para ser publicado; es una obra de un solo lector: su autor.



   Diarios hay muchos en las letras sureñas. Por ejemplo, los “Diarios del explorador Ap Iwan”, recopilados por Tegai Roberts y Marcelo Gavirati; o el “Diario del estafeta Hugo Acuña”, el pionero de Orcadas. Un ejemplo trágico de la función testimonial de estos textos, es el diario del misionero anglicano Allen Gardiner, quien en 1851 murió de inanición junto con otros siete compañeros en Tierra del Fuego; y cuya última anotación, “in extremis”, dice: “5 de septiembre, viernes. Grandes y bondadosas son las gracias de amor de mi bondadoso Dios. Me ha preservado hasta ahora y durante cuatro días, aun sin alimento corporal, sin ningún sufrimiento de hambre o sed”.



   Otro subgénero presente en la Literatura austral son las biografías. Hay biógrafos y biografiados ilustres en la zona. Entre los primeros encontramos a Aquiles Ygobone y al Padre Raúl Entraigas. Entre los segundos, al Perito Francisco Moreno y al Comandante Luis Piedrabuena, objeto ambos de numerosas obras. También lo fueron Aureille Antoine de Tounens, el autoproclamado Rey de la Araucanía y la Patagonia, por su llamativo perfil; y el beato Ceferino Namuncurá, por su implicancia espiritual. A este último, Juan Castiñeira de Dios le dedicó una semblanza en verso, llamada “El santito Ceferino Namuncurá”; en tanto la renombrada pluma de Manuel Gálvez lo recordó en “El santito de las tolderías”.



   Como la crónica objetiva es al diario subjetivo, la biografía es a la autobiografía. Este subgénero tiene un requisito: el “pacto autobiográfico”, que menciona el autor francés Philippe Lejeune; conocido teórico del tema. Se trata de una especie de contrato tácito entre autor y lector, por el que aquel se compromete a narrar la verdad sobre su vida; y éste, a creer el relato resultante. Sólo en época reciente la autobiografía fue experimentada por autores patagónicos, en su expresión más pura. Un acicate para ello es el concurso organizado por la Biblioteca “Ricardo Berwyn”, de Gaiman, desde el año 2008. Las obras premiadas no se quedaron sólo con el lauro; dieron lugar a segundas partes, difusión en otros ámbitos (incluso en el extranjero) y edición de libros. Por ejemplo, “Buenos Aires Chico, despertar de imágenes” de Margarita Borsella, “Así fue” y “A la deriva” de Dora Lendzian; y “El Hijo del Cazonero” de Victoriano Salazar.



   Diarios y autobiografías se reúnen en lo que ha sido dado en llamar “la escritura del yo”, una variante literaria en pleno desarrollo en la actualidad. En realidad todo el género didáctico, también conocido como “no ficción”, muestra en estos días un avance sobre las obras de ficción. Al menos, eso parecen indicar las ventas en las librerías; acompañadas de un aumento en la oferta de libros de esa temática. Tal vez alentados por la tendencia, muchos autores la anteponen a la creación imaginativa; e incluso, en algunos casos, diluyen la línea entre ambas.


   De todas maneras, hay que tener en cuenta una premisa fundamental: no todo lo que se escribe es Literatura. Si la redacción sirve sólo para transmitir datos, como en un informe técnico, no es Arte. Para que sea Arte, el lenguaje debe ser plástico. Ese es el desafío que enfrenta el autor que pretende incursionar en el género didáctico.

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sábado, 1 de septiembre de 2012

EL RELATO DE HOY





TAREA NOCTURNA (*)



Por Antonio Dal Masetto






   El hombre toma en su mano un elemento árido −piedra, arena, madera seca−, y en él, en su centro, en su corazón muerto, planta su fe y su empecinamiento. Cuida de esa semilla, la alimenta con su vigilia, la espía, rastrea señales en ella, residuos de fuegos perdidos. Sopla sobre esas brasas abandonadas.

   Y así va y viene con su humilde cosa. Sale a la noche y se acuesta sobre la tierra. Boca abajo, en cruz, imagina que su abrazo se extiende hasta doblar la curva de los horizontes.  Presiente costas y aguas y vegetaciones y cielos debajo de él. Cree oír, oye el grave corazón de la tierra, su respiración y su gran voz. Reconoce fuerzas dormidas y en acecho, desfallecimientos, quietudes, temblores, explosiones. Rumores de marchas sobre llanuras inclementes −estepas, vados, desfiladeros− en la nieve, bajo el sol que calcina. Multitudes doblándose y levantándose, avanzando siempre, empujadas por el oscuro legado, soportando un viejísimo peso, resistiendo, afirmándose en las rocas y en el viento, los ojos fijos, la llama obstinada y demente en el centro del iris, brillando en las noches, en la soledad, en el miedo, al resplandor del fuego, en el fondo de cuevas, bajo las constelaciones cambiantes.

   Y desde su lugar, con su pobre cosa encerrada en el puño, el hombre se suma a la caravana de penitentes, nómadas, siempre extranjeros. Se estremece con sus gritos de pigmeos erguidos contra el silencio, comparte esa gran fuerza −desconocida por ellos mismos− que los mantiene en camino y los acompaña y los preserva bajo el cielo de los años, tocados por la vibración de una energía primordial. Y la furia, el tesón, y también la delicadeza de los nacimientos, la salvaje alegría de la vida bastándose a sí misma. Y sus intuiciones, sus ensoñaciones venidas desde otras partes, desde mundos jamás vistos, que les aportan un sabor único, una exaltación única, y que ellos definen con nombres extraños. Los ve bailar frenéticos invocando a sus ídolos de turno, oye los cánticos, las letanías, el retumbar de sus pisadas en la danza ritual, en la huida, en la conquista, miles de pies surcando la tierra, agrediéndola, arándola, fecundándola.

   Y ve desfilar imágenes, ademanes, perfiles, remontándose y regresando en el tiempo, y la cara de su padre, y la del padre de su padre, la suya propia, su cuerpo en cruz sobre tierra americana, entregado, rendido, asumiendo un mensaje, oyendo una voz hacerlo responsable, exigiéndole, elevándolo a la condición de heredero consciente.




(*) Antonio Dal Masetto es en la actualidad uno de los más prestigiosos escritores argentinos. Autor de Oscuramente fuerte es la vida, Hay unos tipos abajo, La tierra incomparable, Ni perros ni gatos, Fuego a discreción, entre otros títulos memorables. A mediados de la década del ´60 se radicó en Bariloche, donde escribió la novela Siete de oro. Ha sido jurado en el Encuentro de Escritores Patagónicos en Puerto Madryn (Chubut).Este texto inédito, cedido gentilmente por el autor para su publicación en Literasur, fue utilizado en dos muestras del escultor Omar Estela, primero en el Centro Cultural Recoleta y luego en el Palais de Glace.  







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