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lunes, 29 de junio de 2015

EL POEMA DE HOY




Ágora inmensa

Por Clara Vouillat 



Ágora inmensa,
lo horizontal dispone
 sus estratos
cielo sobre cielo
y allí abajo
la tierra quebrantada
por milenios de vientos
cañadones resecos
que exhiben impiadosos
las vísceras abiertas
de antiguas geologías
cuencas donde se abisman
soles de estrellas
apagadas.


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miércoles, 24 de junio de 2015

LA NOTA DE HOY



ELIAS CHUCAIR, UN POETA DE UMBRAL ADENTRO

Por Jorge Castañeda (*)



Walt Withman, el gran poeta de Long Island y autor de “Las hojas de hierba” supo decir que “quien toca este libro toca a un hombre”. Yo diría quien toca un libro de Elías Chucair, poeta y escritor de Ingeniero Jacobacci, no solo estará tocando a un hombre sino a toda una región, con su paisaje, sus bellezas, sus pobladores, su zona rural, sus vientos, sus lejanías, su olvido, sus personajes, sus leyendas y sus mitos.


Palabras, palabras, palabras, al decir de Hamlet, príncipe de Dinamarca, dando forma y expresión a un lugar en el mundo –su lugar en el mundo: su pueblo, la Región Sur, la Patagonia.

Esa región que “Patagonia se llama y que trae de tiempos lejanos una rica historia larga” y que fuera el imán para atraer aventureros de toda ralea y condición que se afincaron en ella, como también a los inmigrantes venidos de aquellos países del Oriente: libaneses como los padres de Elías, por ejemplo.

Elías Chucair va pintando con mano firme y pluma amena las vivencias y anécdotas de quienes pasaron por estas regiones y dejaron en ellas familias y afectos. En síntesis como el título de uno de sus libros lo dice: “Dejaron improntas”.

Parafraseando al bueno de Baldomero Fernández Moreno podemos afirmar de Elías que “todo lo que tuvo que ser lo ha sido”: padre de familia, periodista, comerciante, político, escritor, historiador, amigo.

Cuando nos encontramos solemos intimar en los menesteres que más nos agradan: las letras y los libros, los poemas y los relatos. Y yo lo escucho recitar con verdadera pasión a los clásicos y a los actuales, porque si algo sabe este poeta con estampa de patriarca es enseñar hablando, así nomás, hablando.

Tengo en el anaquel preferido de mi biblioteca –el de los libros dedicados por sus autores que ya sobrepasan los seiscientos ejemplares- todos los publicados por Elías Chucair, ramillete que supera los treinta y cinco títulos, entre los de poesía, cuentos, relatos, novelas e historias.

En alguno de ellos dice: “Para mi estimado amigo Jorge, con el viejo afecto y los mejores deseos”. Elías – Marzo de 2015.

El primer libro que cayó en mis manos para deslumbrarme y abrirme los ojos al paisaje y al corazón de la gente de nuestra zona fue “Bajo cielo sur”. Y entonces supe entender que no hay grandes o pequeños libros, ni grandes ni pequeños escritores. Supe que cada uno tiene su propio tono, su propia voz y la de mi amigo Elías Chucair es la voz de toda una región que todavía duerme a la intemperie de una sociedad cada vez más injusta a pesar de esa tan mentada “modernidad” que se lleva todo sin dejar dividendos.

Si se toca algún libro de Elías se escuchará como música de fondo el soplo arisco del viento patagónico, se sentirá el gusto a michay en la boca, se andará en las tropas de carros como antes, se bajará para tributar al “Maruchito”, se escucharán los tiros de la bandolera inglesa, se investigarán las matanzas de Lagunitas, se develará el misterio del “Collar del chenque”, se dejarán improntas, se pasará de umbral adentro entre tiempo y distancia, Sur adentro, con grillos y silencios.

Tengo en mis manos su último libro: “Testimonios de antaño” un placentero viaje al pasado que cuenta historias del pago chico. La época de oro de los ferrocarriles, de pionero como el Ingeniero Jacobacci, del destino de sus libros, y de sus amigos de otro tiempo.

Elías Chucair es el viejo maestro abriendo generosamente las puertas de su corazón para todos los que amamos las letras.

Por eso yo levanto como Maese Gonzalo de Berceo mi copa de Bon vino y bebo a tu saludo, hermano Elías, ¡Que Dios te siga dando larga vida!!




(*) Escritor de Valcheta. Esta artículo fue publicado por Digital 23, “el diario de la línea sur” (http://www.digital23.com.ar)



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domingo, 21 de junio de 2015

EL POEMA DE HOY




LA TIERRA DE COMODORO

Por Mario Cabezas






Tu marga arcillosa sedienta de vida
acuna esperanzas de seres eternos
reserva el petróleo de generaciones
y el viento te marca senderos modernos.

Tu greda sureña, mi azul Comodoro,
se viste verdosa del buen duraznillo,
y mece a su fiel yuyo moro,
sisea de viento mi austral pasto ovillo.

Estratos plateados recorren tu pueblo,
remecen tus calles vaivenes urbanos,
en tanto sedienta reclama una rosa
su amor germinal de radiantes veranos.

Tu tierra terciaria es fruto de amores,
es fragua de arcilla que templa pasiones,
es noble cubierta de la Patagonia,
es base de gente curtida de dones.




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martes, 16 de junio de 2015

LA NOTA DE HOY




AL PIE DE LA PATAGONIA BLANCA


Por Jorge Eduardo Lenard Vives





     “La Patagonia Blanca” fue el título que eligió Germán Sopeña para el libro en el que describió la comarca donde, rodeados de montañas de vegetación frondosa y lagos coloridos, yacen los glaciares milenarios. Encajonado entre los cerros, el campo de hielos continentales –magnífico y terrible a la vez– relumbra bajo el sol patagónico. A su pie se extiende una feraz tierra, en la que el monte tupido se entrecruza con ríos y arroyos diáfanos; y con la paleta de tonalidades verdes, entre turquesas y esmeraldas, de los extensos espejos de agua del San Martín, el Viedma, el Argentino. En medio de esa muestra apabullante de la Naturaleza, el ser humano, consciente de su poquedad pero a la vez de su maravillosa capacidad para adecuarse al entorno, logró arraigarse al paisaje; y, con el correr del tiempo, de unos asentamientos dispersos fueron creciendo dos centros urbanos: El Calafate y El Chaltén.

       Rodeados de tanto esplendor, los hombres y mujeres que habitan ese ámbito no pueden escapar al influjo creador; que se reflejó, en particular, en la Literatura. Desde mucho tiempo atrás, tanto visitantes como pobladores sintieron la necesidad de transmitir sus impresiones a otras personas que no podían contemplar la belleza inaudita de la región. Una belleza que no es apacible ni bonachona, sino dura y exigente; marcada por las bajas temperaturas, la nieve, las noches largas del invierno, el viento que desciende del ventisquero…

      Uno de los primeros escritores que se interesó por la zona, aunque ajeno a la misma, fue Juan Goyanarte, en su novela “Lago Argentino” de 1955. Pero ya un antiguo poblador asentado en cercanías del Fitz Roy, había descripto la riqueza de los paisajes y la rigurosidad del clima. Reunió sus narraciones en un volumen llamado “La Patagonia Vieja”, editado hacia 1948. No fue lo único que Andreas Madsen escribió. Junto con su amigo el escritor Carlos Bertomeu, publicó la obra “Cazando pumas en la Patagonia”. Años después de su muerte, el investigador Martín Adair reunió los escritores dispersos del colono, muchos de los cuales tradujo del danés; y los dio a conocer con el nombre de “Más relatos de la Patagonia vieja”.

      Estos parajes llamaron la atención de otro escritor santacruceño, Rodolfo Peña, quien situó aquí su novela “Los pájaros del Lago”. Y también de una pluma del norte del país, la de Germán Sopeña; que describió el regio escenario en el libro mencionado al inicio de esta nota.

       Con el tiempo fue formándose entre los habitantes del territorio un nutrido grupo de literatos. Uno de sus principales representantes es el calafateño Mario Echeverría Baleta; con un largo arraigo en la región pues desciende de una de las familias pioneras. Interesado en la cultura aoni kenk, escribió numerosos libros sobre el particular: “Joiuen Tsoneka”, “Toponimia indígena de Santa Cruz”, “Vidas y leyendas tehuelches”, “Cuentan los chonkes”, “Raíz folklórica de la Patagonia”; y otros. Además incursionó en el cuento y el relato con “Patagonia Sur” y “Anécdotas viales”. En “El Calafate. Humor chacarero” combina algunos apuntes para la historia del pueblo; con un conjunto de anécdotas de los primeros pobladores de la región.

      Otro escritor local radicado en El Calafate, recientemente fallecido, es Carlos Sacamata. Director durante varios años de la revista literaria “Chaltén”, gestor de numerosas actividades culturales y permanente difusor de las manifestaciones artísticas regionales, dejó varios libros; como “De Cuerpo y Alma”, “Recordando el viento”, “El picadero”, “Linaje Sacamata” y el poemario “Aoni Kosten”, prologado por Rodolfo Casamiquela. De allí extraemos unos versos de su “Copla”, que hablan sobre estos pagos:

                     Altivo asoma el Chaltén
                     centinela siempre alerta,
                     malón de llantos es el río,
                     perdido en cada vuelta.

      También una descendiente de familiares colonas de la zona de lago Viedma incursionó en la escritura. Entre otras obras, Patricia Halvorsen ha publicado “Entre el Río de las Vueltas y los Hielos Continentales”, “El vasco de la carretilla, Una historia real”, “Stanhardt. Fotógrafo itinerante” y “La Leona. Historia de balsas, boliches y entreveros”; que dedica a “Los hombres y mujeres de Santa Cruz que me han confiado las experiencias que les tocó vivir y los relatos que recibieron por boca de sus mayores”.

     No son los únicos. Nuevos nombres se han unido en los últimos tiempos a los cultores regionales de las letras; entre los que se puede mencionar en El Calafate a Alberto Chaile, Malena Biccio, Pepe Amarilla y Lucrecia Pejkovic; y en El Chalten, a Tere Torres, Tito Ramírez, Juan Diego Fernández, Mauro Holzmann, Cecilia Facal y María Zulma Amadei. Con seguridad, quedan muchos autores por citar; y muchos otros se unirán a ellos en el futuro. Porque sin dudas, vivir al pie de la Patagonia Blanca, inspira al artista y lo impulsa a la creación.



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sábado, 13 de junio de 2015

LA NOTA DE HOY




COMENTARIO DE DOS LIBROS RECIENTEMENTE APARECIDOS.
“THE PATAGONIAN RIFLEMAN”, DE CARLOS FERRARI (*) Y 
“PATAGONIA. LITTLE HISTORIES”, DE HUGO COVARO (**).


Tiempo atrás, en una nota publicada en este blog, recordando el proverbio italiano “Traduttore, traditore”, se mencionaron los riesgos de volcar de un idioma a otro una composición literaria.

Recientemente, dos escritores patagónicos aceptaron el reto de llevar sus obras al inglés; las que fueron presentadas en sociedad con pocos días de diferencia. Se trata de Carlos Ferrari con “The Patagonian Rifleman”, una versión de “El Riflero de Ffos Halen” en el idioma británico; y de Hugo Covaro, que reunió sus volúmenes “Memorias del viento”, “Luna de los salares”, “Mi Land Rover azul” y “Pequeñas historias marineras”; y los editó en un tomo en habla inglesa con el título “Patagonia. Little histories”.

“The Patagonian Rifleman” fue traducido por  David Morgan. Cabe acotar que hace unos años, esta obra ya había sido llevada al galés y publicada en Gran Bretaña. El interés que generó allí, motivó que fuese considerada “Novela del Mes” en Gales en el año 2004.

Un aspecto a destacar de la presente edición, es que en la tapa se optó por dejar como subtítulo el nombre en castellano; lo que permitirá al lector extranjero advertir la diferencia y lo inducirá, si es curioso, a profundizar sobre el “sitio en el mundo” que eligió Ferrari para el riflero Randall. Otro punto a mencionar es que, por momentos, el escrito se torna cuatrilingüe, ya que debido a su trama, a los vocablos dispersos en castellano se agregan frases en lengua aoni kenk; y también oraciones, e incluso la letra de una canción, en galés.

Las voces criollas, que no admiten traducción o que por motivos de estilo es mejor conservar en su idioma primitivo, son explicadas en inglés mediante llamadas a pie de página. Un ejemplo de ello es este párrafo, que describe los pensamientos de Gladys Lowry Thomas;  sobrina nieta del protagonista y narradora sobre cuyos recuerdos se construye el argumento:
“But in the unknown future, I will return, I will become a part of the bush and the dry pastures, my scent will be mixed with the sun-drawn extracts from the jarillas, fumes, neneos (4) and thyme, fragrances that the wind will spread out over the whole plain, again and again, as it has done since the beginning of time”

Al pie de la página aclara: “(4) local bushes”. Y así con todas las expresiones vernáculas.

Se aprecia la calidad de la transliteración comparando la magnífica frase que cierra el libro:

“There it is, his silohuette etched against the fiery horizon, in the vast and lonesome Patagonian plateau”.

En tanto “Little Patagonian histories” fue traducido por J. B. Harrison. Es un libro bifronte. Por un lado se accede a la versión inglesa; al dorso, con la tapa y el texto impresos en sentido inverso, está el ejemplar en castellano. Es una buena idea para aquel lector inglés que quiera consultar el texto tal cual salió de la pluma del artista; y también hace la obra accesible a quienes tengan el español como único lenguaje.

Con respecto a los regionalismos, no se traducen sobre el pasaje donde se encuentran; sino que al finalizar cada conjunto de relatos se incluyen en un “vocabulario” palabras típicas de la zona, locuciones en dialectos originarios, topónimos y otros términos no usuales, con una descripción de su significado. Por ejemplo “coirón”, en la versión en castellano se explica como “tipo de pajonal muy difundido por la región patagónica, que sirve como alimento al ganado”. En el glosario de la versión inglesa, “coirón” es “type pf plant found in scrub land, and used as animal fodder”.

La plástica y sentida dedicatoria muestra el resultado de la conversión de un idioma a otro:
“A esta tierra patagónica / cruel y hermosa / patria del viento / asilo, refugio y amparo / para todos mis sueños / y la vida”.

“To this Patagonian land / fierce and beautiful / native land of the wind /asylum, refuge and protection / for all my dreams / and the life”.

Con anterioridad, otros escritores sureños habían volcado sus creaciones al inglés, como Nadine Aleman y Cecilia Glanzmann (ésta última con una edición trilingüe –castellano, inglés y galés– de su poemario “Juglares del Silencio”). Parecería que esta es una nueva etapa de la Literatura Patagónica, en la cual los autores no sólo deben editar y promocionar sus libros en el ámbito local, sino que, para tratar de difundirlos más allá de nuestras fronteras, se animan a afrontar por su cuenta y riesgo el desafío de la translación.

J.E.L.V.


(*) “The Patagonian Rifleman”. Ferrari, Carlos Dante. Ed. Dunken, Buenos Aires, 2015.

(**) “Patagonia. Little histories”. Covaro, Hugo. Editorial Universitaria de La Plata, 2014.
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