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sábado, 14 de octubre de 2017

EL POEMA DE HOY




SORTILEGIO

Por Pablo Lautaro (*)





Solo.
Postrado ya de tiempo
en la misma tierra que lo cobija.
Informal, misterioso, 
con sudor de mañanas de niebla
y tardes de invierno.
Corroído
pero no corrompido
de historias y fatigas
de faenas eternas…
nacido del mismo árbol
que le da sombra.
Una lágrima se desprende
junto a una hoja
que besa su cara superior
exigiendo perdón
caricia del tiempo
que parece no marchar.
Se ha detenido el aguacero
otra mano lo levanta,
sale de nuevo al ruedo
dos bueyes esperan
en otro tiempo plagado de misterios.





(*) Escritor de Neuquén. El poema es de su libro “Huellas” (Edición del autor, Neuquén, 2009).


sábado, 7 de octubre de 2017

LA NOTA DE HOY





EL TERROR QUE VINO DE GALES


Por Jorge Eduardo Lenard Vives






   El escritor Fernando Nelson principia su cuento “El pasajero indeseable”, incluido en el volumen “Cuentos de la Patagonia” (*), con una cita del rico e imaginativo folklore galés: “Es una criatura con el cabello desgreñado, largos dientes negros, brazos que cuelgan muy flacos a los costados; se dice que su alarido puede, literalmente, helar la sangre en las venas de quienes los oigan”. Y es ese alarido, “Oh!, Oh!, fy ngwr, fy ngwr!”, el que en la obra de Nelson pronuncia un extraño ser, instalado en lo alto del palo mayor del velero en el cual unos colonos navegan hacia el Valle del Chubut; allá por mil ochocientos setenta.


   La referencia alude a la leyenda del Cyoeraeth; y fue tomada del volumen de William Howells llamado “Cambrian Superstitions, Comprising Ghosts, Omens, Witchcraft, Traditions &c”; una recopilación del acervo mítico de Gales publicada en 1831. Howells reúne estas tradiciones impulsado por el premio ofrecido por el editor de un periódico; pero también movido por su deseo de rescatar las ancestrales creencias que ya habían sido recuperadas en otros sitios de Gran Bretaña.

   Por Howells nos enteramos que el espantajo mencionado por Nelson es mujer, ya que gime “¡mi marido!, ¡mi marido!”. Si se hubiera tratado de un hombre, su grito hubiera sido “fy ngwrayg! fy ngwrayg!” (¡mi mujer! ¡mi mujer!). En su enjundioso tratado, Howells describe muchas otras costumbres misteriosas, como la del “All hollow E´en”, además de diversas supersticiones y consejas. También trata sobre la presencia de las hadas; recordando que la “Fata Morgana” era Morgan le Fay, hermana del Rey Arturo. Todas estas imaginativas manifestaciones hablan del ubérrimo legado cultural de la “tierra de poetas y cantores”.

   Los agrestes paisajes cambrianos y sus resonancias célticas, dieron lugar a muchas piezas de horror de la mano de literatos como Arthur Machen; uno de los mejores autores del género fantástico de todos los tiempos, cuya calidad literaria fuera alabada por Jorge Luis Borges.

   La obra maestra de este escritor es el cuento largo -o novela corta- “El Pueblo Blanco”, de 1899. Howard Phillips Lovecraft lo incluyó entre las diez mejores producciones de la Literatura de terror universal; y el editor y estudioso de ciencia ficción Everett Franklyn Bleiler lo llamó "probablemente el mejor relato sobrenatural del siglo, tal vez de la literatura". Esta opinión es compartida por muchos lectores, como permite ver una rápida recorrida por distintas páginas de internet de aficionados al género. “¿Conoce el verdadero terror?”, dice un personaje a otro al inicio de la historia. Y para que lo conozca le entrega “El cuaderno verde”; un escrito que muestra la potencialidad artística de la narración fantástica, con plásticas descripciones que recuerdan – por varios motivos – las inquietantes páginas de las “Instrucciones para un descenso al infierno” de Doris Lessing y de “El tercer policía” de Flann O´Brian. Algunas lecturas entienden que el espanto surge de las experiencias de la niña al ser introducida al mundo de la magia por su institutriz. Pero el verdadero terror, el que menciona el personaje al principio del relato, es distinto; y su esencia se revela, en forma magistral, en el último párrafo de la obra.

   Machen repite la técnica de una ficción dentro de otra, en la novela “Los tres impostores”; que a su vez incluye “La novela del sello negro”. Esta última creación transcurre en Gales; donde las leyendas pre-romanas se mezclan con los cultos primordiales de pueblos pretéritos. Años más tarde, en esos escenarios el escritor Colin Wilson ambientó “El regreso de los Lloigor”; un texto perteneciente al “Ciclo de Ctulhu”.

   Pero hubo un investigador que estudió la mitología britana en forma científica: Sir James George Frazer. En su inigualable ensayo “La Rama Dorada”, rescata numerosas tradiciones cámbricas que contienen muchas de las ideas que dieron lugar a las fantasías ambientada en esos parajes. Habla, por ejemplo, de la costumbre de encender los “Fuegos de Beltane” en las cumbres de las colinas; honrando una deidad cuyo nombre provendría del sanguinario dios Baal del Oriente Medio. Dice Frazer: “También en Gales se acostumbraba encender fuegos de Beltane a principios de mayo… Ponían tortas de harina de avena y de harina morena cortadas en cuartos en un saco pequeño para harina y todos los presentes tenían que sacar un trozo... A todas las personas a quienes tocaba un trozo de la torta morena, se las obligaba a saltar tres veces sobre las llamas o a pasar corriendo por entre los dos fuegos, lo que significaba asegurar una cosecha abundante…”

   El antropólogo inglés reconoce en tales ritos ígneos una pervivencia de los sacrificios humanos celtas: “Es importante…” dice, “que se conozca por pruebas irrecusables que los celtas efectuaron sistemáticamente los sacrificios humanos por el fuego...” La forma en que eran realizadas estas inmolaciones se expone muy bien en el filme británico de 1973 “El hombre de mimbre”, dirigida por Robin Hardy. En el 2006 se hizo en EEUU una nueva versión, llamada también “El hombre de mimbre”; cuya corrección política hizo perder mucho del encanto del original. Daba, sin embargo, una de las claves del tema que quiere tratar esta nota. En esa película, la sacerdotisa pagana Summerisle dice: “Mis antepasados celtas trajeron sus tradiciones a América”. Con el mismo concepto, el autor de estas líneas escribió un cuento titulado “De la supervivencia del culto al dios Baal”; publicado en este blog hace un tiempo con poco éxito. Por el contrario, fue exitoso el intento de Nelson; quien acierta al traer esos mitos a la Patagonia a través de los inmigrantes galeses.

   El trasvase de las antiguas creencias del país del Dragón Rojo a las costas del Chubut, resulta subyugante y plausible. Es inspirador imaginar que, siguiendo la estela de las naves que cruzaban el Atlántico, en sus mástiles y cofas, en sus bodegas y pañoles, vinieron a la Patagonia los espectros ominosos, los espíritus druídicos, los entes feéricos del viejo Cymru; y se aposentaron en las márgenes del río sinuoso. Si fuera así, si en los parajes del Camwy morasen los seres sobrenaturales de Gales, no sería ocioso para los habitantes de esta comarca tener presente la sana advertencia que William Shakespeare pone en boca de Falstaff en “Las alegres comadres de Windsor”:

                “Heaven defend me from that Welsh fairy”







(*) “Cuentos de la Patagonia”. Nelson, Fernando. (Ediciones Fernando Nelson, Puán, 2015). Mail del autor: literaturaspuan@gmail.com

domingo, 1 de octubre de 2017

EL POEMA DE HOY



EL POEMA DEL RIO NEGRO

                                                           Por Raúl A. Entraigas (*)




Sacudió nuestro río fecundo
su atávico sueño;
los canales que abrían su gleba
como un escalpelo
removieron el sueño de siglos
de mi Río Negro…

¡Oh, aquel día que abrió sus compuertas 
la Barda del Medio
y se entraron, revueltas, cerriles,
como presas quizás de que frémito,
las aguas nevadas
que venían viajando de lejos!

¡Oh aquel día feliz que esa linfa
traspasó, derrochando su légamo,
esos Cinco Saltos
que son cinco versos,
los cinco poemas
del gran Río Negro!

Y surgió, cual por arte de encanto,
como brota un milagro, un portento
la granja opulenta,
los árboles tiesos,
manzanas sangrantes,
racimos ubérrimos,
Ceres y Pomona,
el trigo… el viñedo…

El agua fecunda
se volcó sobre el duro terreno
y se alzó, a su conjuro, la chacra,
cornucopia de tiempos modernos.
Y se irguió la alameda imponente 
como un gran ejército;
veteranos formados, los álamos,
firmes en sus puestos,
montan guardia de honor al camino
por do pasa triunfal el progreso.

Y allá entre canales
como sendas que van al misterio,
como rieles que van al futuro
los mil y un viñedos,
túrgidos de frutos,
cansados del peso
de henchidos racimos 
que destilan dulzura hasta el suelo.

Y hubo risa en la chacra apacible,
y hubo paz en la faz del labriego,
y miraron sus ojos tranquilos
los retoños del lar solariego.
Y cantaron en coro “i friulani”
Y afincaron su casa los vénetos;
sintiéronse alegres
se supieron dueños 
y creció junto al río una raza
con el fresco vigor del renuevo.

Y esa paz, esa risa, ese canto,
esa fruta, ese mosto, “eso nuevo”
es el gran poema
de mi Río Negro.





(*) Escritor de Río Negro. El poema es de su libro “Patagonia. Región de la aurora” (Editorial Don Bosco, Buenos Aires, 1959).


jueves, 21 de septiembre de 2017

EL POEMA DE HOY




INCÓGNITA


Por Julio Sodero (*)




En mi cavernario destino de tus túneles
donde un filón de espacios merodea mi estrategia
             La razón se quiebra o se doblega
             en la arista profunda del abismo.
Y es ese oscuro cincel que dividido
en la inquieta vertiente de tu rostro
             talla a los racimos y al naranjo
             marchita un crisantemo en el espejo.
Y en este ensayo piadosos de mirarte
donde sucumben falsos redentores
             puedo derramar la miel sobre la arena
             puedo regar con mi savia tus raíces.
Se me ocurre un olvido de desiertos
en la mágica ventana de la noche.
             para mirar las plumas de tu vuelo
             donde se inquietan los dioses de alambique.

Y es el agua que genera la avalancha
en tu caluroso cauce de inocencias.

             Es la piedra
                    Que es arena 
                              Fue montaña.

             Como el árbol
                    Que es raíz
                              Fue semilla.




(*) Escritor de Sierra Grande (1950 – 2005). El poema es de su libro “Un hombre canta” (El Camarote Ediciones, Viedma, 2006).

viernes, 15 de septiembre de 2017

LA NOTA DE HOY





REVISTAS LITERARIAS



Por Jorge Eduardo Lenard Vives





   Mucho se habló en este blog sobre la necesidad de difundir las obras de los escritores patagónicos. Ya se ha escrito sobre el papel de las librerías y de las bibliotecas en tal tarea; y se enunció el rol de los críticos y comentaristas en el asunto. Y como alguna vez se comentó la importancia de las Revistas Literarias en la región como un valioso medio para divulgar sus letras, vayan estas palabras para recordar algunas de ellas.

   La pionera de tales publicaciones, pues no se han encontrado otros antecedentes, parecería ser “Trépano Celeste”; que circuló entre enero y diciembre de 1960 en Comodoro Rivadavia. Pero antes de continuar con esta parte de la historia, es menester dedicar unas líneas a la revista “Argentina Austral”; editada entre 1929 y 1968. Su contenido, si bien general, siempre incluía algún cuento o poesía patagónica; y también artículos de crítica literaria, como los de Julián Pedrero, Germán Burkardt y Leonor María Piñeyro. Volviendo a “Trépano Celeste”, órgano de la Peña del mismo nombre, cabe acotar que se imprimieron, en forma artesanal y a fuerza de mimeógrafo, seis números. Dirigida por el escritor comodorense Eduardo Gallegos, mereció la atención de algunos historiadores del género. Tal el caso de Héctor Le Fleur, Sergio Provenzano y Fernando Alonso, que lo describen en su obra “Las revistas literarias argentinas (1893-1960)”; y de Nélida Salvador, Elena Ardissone y Miryam Cove de Nasatsky, responsables de “Revistas Literarias Argentinas (1960-1990)”; quienes lo citan como “visto pero no incorporado al trabajo”. Entre otros, fueron sus colaboradores Aurelio Salesky Ulibarri, Anita Aracena, Alina Montes, Marta González, Mirley M. Avalis, Alejandra Flavio y H. Cornaglia.

   Esta crónica debe hacer ahora un largo impasse, no porque no hayan existido revistas literarias en la región en ese lapso, que las debe haber habido; sino porque es difícil recabar datos al respecto. Se requeriría una profunda investigación sobre el particular, que la premura en finalizar estas líneas impide por el momento. Es así que un par de décadas después, el relator vuelve a la ciudad del golfo San Jorge para hablar del magazine literario decano de la Patagonia. Se trata de “Crónica Literaria”; cuyo primer número apareció en diciembre de 1983, acompañando al matutino local “Crónica”. Fue su mentora la escritora y poeta Clara Mizrahi, quien lo dirigió hasta su fallecimiento el 19 de marzo de 1997. Desde entonces, y lo sigue haciendo al día la fecha, se desempeña como coordinador semanal del suplemento Marcelino Alvarado. La “versión papel” sale con el diario los días martes. Marcelino conduce además la versión digital, “www.crónicaliteraria.com”, en un espacio web propio. Muchos escritores deben agradecer la difusión de sus obras a este espacio literario, que no sólo alberga autores regionales, sino también nacionales e internacionales. Su vigencia le otorga una destacada posición en el panorama regional. Durante treinta y cuatro años, “Crónica Literaria” ha estado apoyando la Literatura; y, como dice su responsable, “seguiremos estando”.

   Durante un tiempo se publicó en Trelew la revista cultural “Tela de Rayón”, cuyo contenido, si bien abarcaba todas las Artes, tenía una neta orientación literaria. El periódico de ese nombre fue fundado en 1997 por el poeta Jorge Spíndola, conformando, en palabras de un redactor, “una expresión de la pluralidad artística y cultural del sur del mundo”. En su segunda etapa se divulgó como suplemento cultural del diario Jornada. Dejó de aparecer a mediados de la segunda década de los 2000. En ese momento, el proyecto cultural había iniciado la publicación de obras de literatos patagónicos; y podía accederse a su información a través de la página web del diario.

   Hacia el año 2002 salió otra revista; que tuvo varios números impresos y su correspondiente portal en internet. Se trata de “El Camarote”, editada por Ignacio Artola y dirigida por Raúl Artola; que se definía como un “Espacio de literatura + arte" con el lema “la periferia es nuestro centro”. Era editada en Viedma; y difundía las expresiones de los géneros poético, narrativo y ensayístico de la región. Según dijera su director en una entrevista al suplemento “Ñ” en el año 2005, estaba orientada a la “búsqueda de una Literatura Patagónica… no por que creamos que haya una literatura específicamente patagónica, sino para averiguarlo”. Tuvo también una línea editorial que publicó varios libros de autores regionales; como “Un hombre canta”, la obra póstuma del poeta de Sierra Grande Julio Sodero (1950-2005). El magazine, que incluía ilustraciones de artistas plásticos de la zona, llegó hasta el número 15; a fines de la primera década del siglo.

  Para finalizar esta -con seguridad- incompleta nota, recordando que dicen que la caridad bien entendida empieza por casa y tomando al pie de la letra lo que Juan Luis Gallardo advierte en su poemario “Las Cosas”:

Total, a fin de cuentas, me puedo dar el gusto
de incluir un homenaje a mi gente, si es justo;

se quiere dejar un párrafo de reconocimiento para Literasur. Esta revista literaria fue creada en el año 2007, y dirigida desde entonces, por Carlos Dante Ferrari y su álter ego Eber Girado. Si bien se ofrece sólo en versión digital, varias veces ha estado a punto de ver la luz un ejemplar impreso; y, al igual que otros emprendimientos culturales, tiene un sello editorial que la identifica y que ha publicado algunos libros. Por sus páginas han pasado gran cantidad de escritores de valía. Hace escasos días, el 1º de este mes y año, Literasur cumplió, en silencioso aniversario, 10 años de vida en la red. Sus hojas virtuales se han cubierto durante esta década con las palabras de autores antiguos y modernos de gran significado en la Literatura Patagónica; con la indudable excepción de las hojas borroneadas por un servidor, que cada tanto ponen a prueba la paciencia y la amabilidad de los lectores, como en esta oportunidad.