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viernes, 23 de diciembre de 2016

LA NOTA DE HOY




EL ESCRITOR EDUARDO TALERO
Y OTRA REFERENCIA DE BORGES A LA LITERATURA PATAGÓNICA



Por Jorge Eduardo Lenard Vives





En un artículo escrito del periodista neuquino Pablo Montanaro (1), se cita uno de esos poco conocidos episodios que forman parte de la historia de la Literatura Patagónica. El reportero menciona que Jorge Luis Borges, en su volumen “Inquisiciones” de 1925, al referirse al libro “Andamios Interiores” del escritor vanguardista mexicano Manuel Maples Arce, cita una obra que considera su predecesora. Dice Borges: “Andamios Interiores resaltará como vivísima muestra del nuevo modo de escribir; estilo cuyo comenzador en América fue el colombiano Eduardo Talero, con su esforzada Voz del desierto”.

     Es cierto que Eduardo Talero era, por nacimiento, colombiano; pero no es menos cierto que en 1902 se nacionalizó argentino y que “La voz del desierto”, texto editado en 1907 por la Sociedad de Escritores de Buenos Aires, recopila los textos que escribió y publicó los cuatro años anteriores en el Neuquén, donde se desempeñara como Secretario de la Gobernación del Territorio.

     El sino que lo había arrojado a estas tierras australes es digno de una novela decimonónica de aventuras. Nació el 11 de noviembre de 1874 en Bogotá. Luego de recibirse de abogado, su infausto comienza en 1895; cuando fue encarcelado por conspirar contra el gobierno de Miguel Antonio Caro. Este mandatario suplía a Rafael Núñez, quien debido a una dolencia había renunciado a su cargo.

     Pero resulta que el anterior gobernante era hermano de Betsabé Núñez de Talero, madre de Eduardo. Enterada de que su retoño estaba prisionero y sería fusilado, pidió clemencia a su pariente. A pesar de las diferencias políticas, primó la relación de sangre. Betsabé obtuvo el perdón y logró salvar la vida de su hijo; aunque no pudo evitar su destierro.

     Su derrotero de proscrito pasó por Venezuela, Costa Rica, Nicaragua y Estados Unidos. Viajó luego a Europa; desde donde regresaría a Lima y después a Valparaíso; sitio en el que conoce a su esposa Ruth Reed. Finalmente recala, en 1898, en Buenos Aires. Desde allí es enviado por el presidente Julio Argentino Roca, en el año 1903, al Neuquén; como segundo del gobernador Carlos Bouquet Roldán. Congeniaron ambos; y como hombres de pensamiento y acción que eran, en 1904 trasladaron con éxito la capital del territorio desde Chos Malal hasta La Confluencia, su actual emplazamiento.

     Durante varios años, Talero vivió con su esposa y su hijo Eduardo en el Fundo “La Zagala”, próximo a la ciudad de Neuquén. Corona el casco de la quinta una característica torre; que aún hoy se alza como un monumento al recuerdo del literato. Al tiempo, su enfermedad pulmonar lo llevó a radicarse con la familia en la localidad bonaerense de San Martín. Murió el 22 de septiembre de 1920.

     En sus obligados viajes por varias partes del mundo había conocido autores como José Martí, Rubén Darío, Amado Nervo, Enrique Gómez Carrillo, Jorge Isaacs, Antonio Plaza, Juan de Dios Restrepo, Enrique Gómez Carrillo; y, en la Argentina, a Ricardo Rojas, Roberto Payró y Carlos Guido Spano. A esos nombres del parnaso debe agregarse, sin dudas, el de Talero; con sus creaciones “Ecos de Ausencia”, “Cascadas y remansos”, “Troquel de fuego”, “Por la cultura”, “Culto al árbol” y, en especial, la que Borges rescata.

    “Voz del desierto” reúne un Prefacio y diecinueve relatos que hablan del agua y el oro, de colonos y chenques, de leyendas e historias, del viento y la tierra virgen que cedió lugar a una urbe. En el introito, Talero afirma: “Este libro ha tenido un móvil sano y entusiasta: sano porque es el resultado de un desborde de salud perdida en las ciudades y recuperada en el clima patagónico; y entusiasta porque lo inspiró una de esas alegrías que surgen de la tristeza ahondada por el pensamiento solitario, como brota en la aridez el chorro de aguas vivas bajo el taladro perforante”.

     Un ejemplo de la prosa que entusiasmó a Borges puede tomarse del capítulo “El capitolio del viento”: “El viento abre de improviso todas las guaridas de sus fieras y las mansiones de sus hadas… Yo he sentido salir de sus sótanos las baterías de las borrascas, arrastradas por potros devorados por la fiebre de locomoción abrazadora… Otras veces uno levanta al cielo la mirada, por ver si distingue el bergantín descomunal que bogase sin gobierno hacia el abismo, azotando el velamen con crujidora reverberación de inmensa llamarada flagelante. O los alaridos son tales, que no se sorprendería ver cruzar en el horizonte un carro apocalíptico, llevado por una cuadriga de leones uncidos con arneses de hierro al rojo vivo.”

     Además de Borges, otras plumas opinaron sobre su escritura. Gregorio Álvarez lo llama “Peregrino del ideal, Señor de la ensoñación y también poeta a lo Walt Whitman”. En tanto Irma Luna, al hablar de “Voz del Desierto”, manifiesta: “Lo paisajístico es para el autor un reflejo romántico del ser del hombre. Está animado por un hálito unitivo que manifiesta en una Creación planeada, bella y buena. De allí al Creador hay un paso. El mundo arcádico de los pastores neuquinos le sugiere imágenes bíblicas reiteradas”.

     Pero el más profundo homenaje lo hace su nieta, Martha Ruth Talero de Passano, en su emotivo “La Torre Talero”. A sus recuerdos personales une la biografía de su ilustre abuelo; a la que añade algunos de sus trabajos menos conocidos. Dice de su propósito: “Quisiera reflejar en estas páginas con que acompaño la publicación de trabajos y poesías inéditas de mi abuelo el doctor Eduardo Talero Núñez, y compartir también parte de la correspondencia recibida por él, con halagos, críticas y homenajes, que nos permitan valorar la exaltación y el romanticismo de esos hombres y mujeres que pugnaban por construir de la nada este vergel en el que se ha convertido hoy Neuquén”.

     Se encuentran entre sus hojas los poemas “Mi torre”, publicado el 7 de noviembre de 1916 por el diario “La Nación”; y “Febricitante”, editado por la revista “Caras y Caretas” el 2 de octubre de 1920. De éste último, fruto de sus postreros momentos, se toman unos versos que servirán como adecuado cierre de esta nota y epitafio certero para el bardo:

“Si el milímetro sube / dos milímetros más, / se apagará esa vida /  para siempre jamás…”
Así les dijo el médico /  después de examinar /  mi pulso y del termómetro /  la escala mercurial.
¡Oh, señor! Yo me dije, /  ¿Conque mi vida está /  tan sólo a dos milímetros /de la honda eternidad?
¡Para, corazón mío, / la estocada fatal! / ¡Más no!....Ya me ilumina /  la fiebre el más allá,
¡sube, hilito de argento, /  un milímetro más! / Conviérteme el cerebro /  en lámpara estelar,
que a tu contacto brille /  como aurora boreal…”






(1) “Borges elogió el talento poético de Eduardo Talero”, por Pablo Montanaro. Diario “La Mañana de Neuquén”, 11 de octubre de 2016. Mail del autor: montanarop@lmneuquen.com.ar.



martes, 20 de diciembre de 2016

EL POEMA DE HOY



LUNES 13 DE MAYO (*)

Por Jorge Luis Fernández




El viento sopla furioso,
como si quisiera entrar a toda costa en mi casa
golpeando puertas y ventanas
empujando postigos y paredes,
pero lo único que logra 
es acentuar el frío. 
El día está gris nuboso
y a pesar del viento
las nubes parecen fijas en el cielo.
La gente no se mueve de sus casas.
Pareciera que quieren quedarse junto al fuego
No salir a enfrentarlo.

Tanto movimiento para estar siempre en el mismo lugar.




(*) Poema incluido en el volumen titulado "Lunes" (Ed. Esquel, agosto de 2014).

viernes, 9 de diciembre de 2016

EL POEMA DE HOY




NO PUEDO DEJAR QUE LOS OCRES ME ASOMBREN

                  Por Silvia Sánchez (*)



Soy piel de ocres.
Mis mesetas dibujadas
se delinean con la intemperie del amanecer
que enhebra la coherencia de mi imagen
de greda y sales.

Soy esto que soy.

Tengo fósiles apaciguados brotando de las arenas
cardúmenes heroicos peleando con la historia conocida;
sé que estos peces de colores
han descendido suaves por mis aguas internas
porque yo era hueco de un río
y cama de un mar.

Mi cielo siempre azul
ha mirado
mientras las gotas y las sequedades
corrían mis cimas.

Ensayo otro viento
cantos frescos rodando en los pasteles,
otro parto que trae verdín sobre los ocres.
Soy valle,
pero no puedo dejar que los destellos
impidan el orden de mi reminiscencia.

Primero soy Patagonia.




(*) Escritora de General Roca. Poema tomado de su blog http://sanchez-silvia.blogspot.com.ar/

sábado, 3 de diciembre de 2016

EL POEMA DE HOY




MADRE TIERRA


Por Pehuén Naranjo (*)




Puedo pisar descalzo
sin lastimarme, apenas,
y crecer al contacto
caliente de tu entraña.

Puedo abrirte profundo
sin herirme las manos,
porque sé que tú sabes
que al buscarte me busco,
porque somos lo mismo.

Puedo hoy modelarte
y acicalarte a antojo,
con colores distintos
de aromos y linares,
con olores distintos
de lavandas y azahares,
más, tu perfume a lluvia,
esa intacta frescura
que me explota en el pecho
es preñez de semilla,
¡cómo intentar cambiarte!

Puedo leer tu cara
traza a traza, sintiendo
que a pesar de tus años,
encienden mis pudores
tu desnudez salvaje
y esa oronda ternura
que recorre mi espalda
vertebrándome entero.

Puedo caminar harto
porque sé que me esperas,
porque voy a ser tuyo.
Y allí donde me encuentre
me entregaré rendido,
y me amarás despacio
bebiéndome el olvido,
pues tu tiempo y el mío
ya no tendrán sentido.




(*) Escritor y músico nacido en Zapala, Neuquén. Actualmente radicado en la provincia de Buenos Aires.


miércoles, 23 de noviembre de 2016

EL POEMA DE HOY




INFANCIA EN SAN JOSÉ


Por Miriam Tame



Nada es fácil en la Patagonia, entre vientos constantes y hielos eternos, vamos abriendo camino en una tierra hostil a fuerza de garra y coraje.
Mi niñez en San José marcó a fuego este espíritu libre sin horizontes ni límites, páramos extensos que se  funden en la retina y el corazón.
Loquitos aventureros cubiertos de potrero y estiércol de oveja, rodillas gastadas de tantas caídas en tierra reseca.
Boca violeta sabor a calafate, manos lastimadas
Espinas cobrando su fruto sagrado.
Huevo de avestruz para torta espumada.
Noche de petromax
Baño a pura palangana
Puchero caliente de espinazo de capón.
Tierra fuerte que da y quita.
Hombres rudos callados a fuerza de tanta soledad, rostros agrietados por el tiempo y el viento ensordecedor que nunca cesa.
Heredé de estos viajes a la meseta la imperiosa necesidad de conectar mi interior en la roca hecha fuego bajo el sol abrasador.
De impregnarme en sus noches consteladas, en esos cielos que solo existen en el fin del mundo.
Infierno y paraíso las personas valen por lo que son, sabios analfabetos, en perpetua comunión con la tierra madre y sus dioses ancestrales.
Sin corazas vestidas de etiqueta nos enseñan la verdadera esencia.





(*) Del volumen “Universo de silencio” – Miriam Tame – Pato Nazar – Ed. Remitente Patagonia, Trelew, 2015.