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jueves, 17 de enero de 2008

EL CUENTO DE HOY


NOCTURNO OPUS 27

(Primer Premio - VII Concurso Nacional en Poema y Narrativa organizado por la Municipalidad de Azul - Dic. 2007)




Los sones del Nocturno Opus Veintisiete de Chopin inundaban el habitáculo del auto que en el mediodía del domingo se desplazaba velozmente por la ruta pavimentada. Afuera el sol llameante del verano patagónico brillaba sobre el camino desierto, mintiendo en el asfalto falsos charcos de agua entrevistos en la bruma de la distancia. El conductor disfrutaba del viaje. Estaba exactamente en la mitad de su recorrido: tres horas más y se encontraría en su casa, junto a su familia. Mientras tanto la música, combinando perfectamente con el paisaje, le permitía gozar la sensación de deslizarse sobre un escenario que había permanecido inmóvil por cientos de miles de años. Una beatífica sensación de tranquilidad lo inundaba.

Fue entonces cuando a lo lejos vio la figura parada al costado del camino, haciendo señas. A medida que se acercaba comprobó que era una mujer. A todas luces no era lugareña. Se detuvo. Luego de agradecer la atención, la mujer explicó que unas horas atrás habían salido con su marido del casco de una estancia metida “tierra adentro”, y que poco antes de llegar a la ruta, aun sobre la huella, su auto se descompuso. El marido había partido en dirección al establecimiento rural varias horas antes, en busca de ayuda, y todavía no había vuelto. Ella creyó mejor acercarse a la ruta para conseguir el auxilio de un algún ocasional viajero. Y eso era todo.

Al hombre no le llamó la atención el percance. Era habitual encontrar automovilistas al costado del camino en esas rutas desiertas. Y el mediodía de un domingo de verano era una de las peores oportunidades para quedarse a pie en tal lugar.

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*Escritor chubutense

1 comentario:

Victoria dijo...

No es este el primer cuento que leo de Eduardo L.Vives, es más desde su libro Atardeceres Patagónicos he podido palpar su creatividad narrativa,don nato en él.Puedo rescatar varios cuentos de ese libro, pero sin necesidad de enumerarlos, quiero afirmar que este escritor,posee la virtud de llevarnos a compartir hechos cotidianos del ambiente patagónico, pero a su vez, nos guía con su impronta, nos deja huellas a seguir en su narrativa y lúdicamente nos muestra que hay algo más que simples hechos contados,también hay misterios, colores, imágenes, de una zona tan cara a sus sentimientos y vivencias.
La doble lectura de su narrativa, enriquece sus textos y nos invita a reflexionar, desde ese lugar donde escondemos nuestros sueños y en el cual todo es posible. felicitaciones Eduardo, un gusto leerte. Victoria.