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miércoles, 25 de marzo de 2020

EL POEMA DE HOY




SIEMPREVIVA


Por Magdalena Pizzio (*)




 En la buhardilla de mis sueños
recorro el jardín de la infancia
con las manos abiertas al susurro
del aura en el rubor de las plantas.

Sangre amor, rojo rosal del muro
perfume que acarició mi alma
cabellera nívea de azares 
y un limonero trepando descalza.

Aún veo la sombra contra la ventana
con sonrisa tierna cose y canta
su corazón teje pimpollos enamorados
que la madreselva, afuera, atrapa.

Sólo quedan las paredes vacías
ni una foto tampoco estampas
mientras el lucero me mira arriba
con sus ojos de fría plata.

En la muralla atemporal del tiempo
me visita su ángel fantasma
coronada de capullos y rocíos
siempreviva, jardín y nácar.




(*) Escritora neuquina. Este poema fue tomado de su libro "Laberinto entre la vida y la muerte"(Imprenta La Piedad, Bahía Blanca, 2009).

domingo, 22 de marzo de 2020

OBRAS DE AUTORES PATAGÓNICOS





COMENTARIO DE UNA OBRA LITERARIA RECIENTEMENTE EDITADA 
(EN FORMATO AUDIOVISUAL)

"TESTIMONIOS NOVELADOS" DE OLGA  STARZAK  (*)




Los recursos que ofrece Internet son de suma utilidad para lectores y escritores. Para los primeros porque acceden  a una cantidad de libros que años atrás era inimaginable; y más allá del gusto o no de leer "directamente de la pantalla" sus páginas o tomarse el trabajo de imprimirlas y disfrutar de una lectura más  tradicional, no puede negarse el placer que constituye disponer de una biblioteca universal. En tanto para los segundos, porque cuentan con diversas alternativas a fin de presentar sus creaciones; ya sea editándolas en blogs, páginas web y plataformas similares, ofreciéndolas a la venta -o gratuitamente- en formato digital; o recurriendo a cualquier otra variante que la tecnología y su ingenio le permitan. Una de esas maneras novedosas es la que ha elegido la escritora trelewense Olga Statzak para difundir su última obra, "Testimonios novelados": el modo audiovisual que ofrece el sitio YouTube.

Ya con anterioridad el escritor Carlos Ferrari había difundido su novela "Visiones de la Torre" en forma de audio, al que se podía acceder desde una página web. El autor ponía, de manera periódica, un capítulo de la obra "al aire"; como en esas clásicas radionovelas por entregas que fueron populares hace algunos años atrás. En el caso de Olga Starzak también ha publicado su creación en episodios secuenciales -una introduccion y nueve capítulos-; atendiendo al tiempo de audición del lector-oyente. El hecho de ser una narración oral, implica la importancia de que el locutor tenga las condiciones adecuadas;  buena pronunciación, voz clara, correcta dicción, una entonación acorde... y en esto, la autora, que es quien lee su propio texto, sale airosa.

Pero como bien reza el título de esta página,  la intención no es hablar de las características técnicas del medio para propalar la obra -aspectos, la computación e informática, de los que este escriba poco sabe-, sino del texto en sí desde el punto de vista literario.  "Testimonios" es una recopilación de los relatos orales que Eduardo Starzak, el padre de la escritora, narró a su hija; y que ésta trasladó al papel para conservarlos, previo a volverlos a su forma verbal a fin de difundirlos por YouTube.

Nacido en Trelew en 1922 y recientemente fallecido, Eduardo Starzak fue un testigo privilegiado del desarrollo de la zona a lo largo del tiempo. Los múltiples oficios que realizó, entre otros, telefonista, maquinista de la usina eléctrica, empleado de correos, le permitieron conocer con profundidad tanto el ambiente urbano como el rural; por lo que sus narraciones guardan interés para los historiadores que quieran profundizar en algún aspecto específico del ayer de la zona. Pero también cada uno de los acontecimientos.que vivió, en una época en la que no se disponían de todos los adelantos de la actualidad, poseen un tono de aventura que su hija escritora supo rescatar; y a los que noveló y dio su habitual estilo atractivo y ágil, que ya conocemos por sus anteriores obras. Muchos de los sucesos muestran una faceta divertida,  otros no tanto; pero todos cautivan a quien los escucha. Para el valletano estos relatos tienen el valor agregado de despertar recuerdos personales, según la edad del auditorio, a medida que se mencionan lugares, hechos, personas.

El medio de edición elegido en esta oportunidad por la autora es interesante; y se ofrece como una posibilidad para que los escritores patagónicos difundan sus obras. La modalidad en cuestión ya ha revelado su capacidad de llegar a cualquier lugar del mundo; y sin dudas la "Audio Literatura" es una opción que se debe tener presente al momento de decidir una publicación. Más allá de esta certeza, el libro impreso sigue siendo el medio que, por diversos motivos, estará siempre vigente en la intención del escritor.  Y una obra como la que se comenta aquí, por su importancia para el conocimiento del pasado regional y la amenidad de su contenido, tiene como destino ineludible la impresión en soporte papel.



J.E.L.V.



(*) "Testimonios Novelados". Starzak, Olga. Edición audiovisual de la autora. Se puede acceder a través de YouTube o de Facebook con este link: https://www.facebook.com/eduardostarzak/

jueves, 19 de marzo de 2020

LIBROS DE AUTORES PATAGÓNICOS



COMENTARIO DE UN LIBRO RECIENTEMENTE EDITADO
“GORRIONES DE LA NOCHE” POR JORGE CURINAO (*)


“Gorriones de la Noche”, de Jorge Curinao, hace un nuevo aporte a la Literatura regional con un estilo poético a tono con los tiempos que corren: el micro- poema. Así como la narrativa ensaya el micro-cuento y el micro-relato, la poesía también busca incursionar en sus manifestaciones minimalistas. No es el aforismo, el refrán o la máxima. En la línea del haiku japonés de tres líneas, del pareado español de dos, se llega al verso único, al verso mono-lineal. Esta técnica, que ya tuvo y tiene diversos antecedentes y cultores, como Antonio Porchia y Alejandra Pizarnik, es la que el autor riogalleguense eligió para expresarse. Son cuarenta poemas, la mayoría de una oración, algunos de dos y los menos de tres, que a razón de uno por hoja –para dar mayor contundencia a su brevedad– pintan con trazos precisos el universo íntimo del escritor. 

Porque de eso se trata el libro. En los poemas que integran sus cinco textos anteriores, el poeta acostumbró a sus lectores a sumergirse en un mundo conformado por sus espectros, que son los de todos; pero que él con su Arte logra volcar al papel. En “Gorriones de la Noche” vuelve a ese mundo; aunque busca reducirlo a su expresión mínima. Y el efecto que obtuvo, luego de cinco años de paciente elaboración, es un conjunto de obras en las que no sobra ni falta una palabra; y que están tan concentradas, al modo de la materia en el punto que precedió al Big–Bang, que al ser leídas generan en el lector un estallido de ideas. Cada micro- poema es un disparador para originar, merced a la sensibilidad de quien lo lee, un cosmos de pensamientos y sentimientos. A partir de ese verso inicial, el lector puede agregar, arriba o abajo, todas las líneas que quiera y que su creatividad le inspire.

Al recorrer la obra, surgen una serie de “palabras clave”, parecidas a las de esos listados que aparecen al pie de ciertos artículos de la red, algunas de las cuales se repiten varias veces y otras no tanto. Como “perro”, “puente”, “pájaros”, “viento”... Pero cada uno de esos términos tiene un significado particular en el universo del bardo. O varios. Cada vocablo es en realidad una metáfora de otros tantos. Por eso cuando, fruto de su afán sintetizador, el párrafo de un poema en prosa se sublima en unas pocas líneas, esas “palabras clave” fijan el mensaje que el artista quiere hacer llegar. Con seguridad, otra de esas palabras es “gorriones”. En las páginas del libro hay gorriones del día y gorriones de la noche. Estos últimos, los que figuran en la ilustración de la tapa, son muy significativos para el autor; porque son los recuerdos vividos en un ambiente nocturno que estimuló en su juventud su pasión por la Literatura y su numen creador.

El libro se presenta en una edición muy cuidada y prolija, realizada por Remitente Patagonia. La fotografía de tapa, muy estética y elocuente, es del mismo escritor. En las solapas puede encontrarse una breve biografía del poeta y el detalle de sus obras anteriores. El prólogo, ubicado luego de la dedicatoria “A Lunita”, es de Noelia Palma. Al iniciarlo la prologuista manifiesta: “¿Dónde habita la noche para el poeta Curinao? ¿Qué nido construyó dentro de su poesía para que podamos los lectores ser gorriones y álamos?”. Y más adelante: “¿Sobre qué hebra de luz construyó Jorge Curinao su nido para resistir los vientos de su propia poesía?”.

También la contratapa tiene una nota introductoria que, entre otros aspectos, expresa: “… “breve” no es sinónimo de “efímero”. La calidad de efímero, otra de las características de la actualidad, no cabe a la presente obra, porque, sin duda, estos “Gorriones de la noche” están destinados a perdurar y a convertirse en referentes ineludibles de la Literatura Patagónica”. Como es lógico, quien escribe estas líneas no puede dejar de hacer suya esa opinión.

Ya es tiempo de dejar que los gorriones vuelen; con un vuelo por los cielos sureños, y seguramente de otras latitudes lejanas, que se desea exitoso para el escritor y su creación. Por eso, para dar fin a este comentario y a título de colofón, se transcribe uno de los micro-poemas del libro, que tiene mucho de síntesis de toda la obra y pinta al autor de cuerpo entero:

Mi tristeza viene de los puentes, no de la noche

J.E.L.V.




(*) “Gorriones de la noche”. Curinao Jorge. (Trelew, Remitente Patagonia, 2020). Contacto con el autor: jorgecurinao06@yahoo.com.ar

jueves, 12 de marzo de 2020

EL RELATO DE HOY




VIAJE EN TREN A PLAYA UNIÓN

Por Iris Lloyd (*)



Al fin, al fin andaría en tren. La excitación era tan grande que casi no la podía soportar. Tenía trece años y era la primera vez que andaría en tren. Metí con mucho cuidado mi boleto en mi monedero y subí muy tiesa al vagón de primera. Olía a cuero, todos los asientos eran de cuero color beige, reluciente por el uso. Me senté con mucho cuidado en asiento individual y traté de abrir la ventanilla. La estudié con detenimiento tratando de descubrir por dónde se abría. Me sentía perpleja. Sólo tenía una tira de cuero en la parte inferior de la ventanilla, la toqué y luego tiré suavemente pero no pasó nada. Muda por la timidez y desconocimiento del ambiente me quedé observando lo que pasaba a mi alrededor cuando de pronto, “tan, tan”, el sonido de la campana casi me hace saltar del asiento y con un “¡Chuuuuuu, chuuuuuu!”·ruidoso y lleno de humo, el tren comenzó a andar lentamente.

El vagón casi se había llenado y frente a mí se sentó un niño muy desenvuelto que con movimientos seguros tomó la tira de cuero de la ventanilla, tiró hacia arriba, la empujó un poco hacia afuera y la largó de golpe. Con razón yo no podía abrirla, era para abajo y no para arriba que se abría.

El tren fue tomando cada vez mayor velocidad y ya salíamos de Trelew hacia Playa Unión.

Con mucho cuidado intenté los movimientos del niño frente a mí y abrí la ventanilla. El aire que entraba hizo que el pelo se me volara para todos lados y con satisfacción dejé que mis ojos se perdieran en el paisaje.

¡Qué distinto a los Andes! Aquí no había montañas, ni bosques, ni arroyitos claros, las lomas chatas y marrones mostraban verde sólo en los lugares en que el hombre había sembrado y el agua marrón corría lenta, encerrada en zanjas abiertas para regar. Sin embargo era una vista plácida, transmitía paz.

“Boletos, boletos” el guarda entró en el vagón gritando para alertar al pasaje. Todos buscamos en bolsos, carteras, monederos o bolsillos. Tomé nerviosamente mi boleto y cuando la seria se paró frente a mí, se lo pasé (daba miedo así de uniforme, con gorra y tan serio).

“Boletos, pases y abonos”, tomó mi boleto sin una sonrisa, lo perforó y me lo devolvió con un: “- Cuidado con perderlo, es de ida y vuelta”.

“Chucu, chucu, chucu” seguía corriendo el tren, pero un silbato largo y estridente nos hizo saber que estábamos llegando a Rawson. Redujo la marcha y anduvo despacio, despacio hasta que se detuvo. Unos pasajeros bajaron y otros subieron y pronto el tren estuvo lleno de gente que iba a disfrutar el día soleado. Otra vez la campana, otra vez el silbato y ahí partimos a Playa Unión.

Ya no había lomas, sólo pampa y unos yuyos secos y achaparrados. Pero también había algo más. Perpleja miré hacia adelante, de donde venía la brisa y entonces me di cuenta; claro, era el olor. Un fuerte olor a sal, a pescado, en fin, olor a mar.

Había ruido en el tren. La gente se conocía y hablaban entre ellos en voz alta pero sus palabras se perdían, pues mi interés estaba en lo que había allá afuera, cuando… sí, ahí estaba. Unas casitas bien alineadas frente a un manchón inmenso color gris azulado, que no era otra cosa que el mar. Eso era Playa Unión, el lugar de vacaciones y los días felices de arena y sol. Todo se sumaba para que fuese algo extraño, el ruido del tren, la gente, el olor a mar. Por un momento me sentí pequeña y sola, pero la figura conocida de mi hermana esperándome en el andén me trajo la seguridad perdida por un segundo. Feliz bajé los escalones corriendo a contar la primera experiencia en tren.




(*) Escritora chubutense. Este relato está tomado de su libro “Patagonia gringa” (Edición de la autora, Buenos Aires, 2004). El texto hace referencia al servicio de tren que llegaba a Playa Unión, activo entre 1921 y 1961. Fue muy usado por la población del Valle para concurrir al balneario. En el espacio entre los dos carriles de la doble trocha Rawson – Playa Unión, existe un monumento recordatorio con trozos de rieles y durmientes sobre  una alcantarilla. Está señalizado con un cartel.


domingo, 8 de marzo de 2020

LA NOTA DE HOY





ESPAÑOL PATAGÓNICO / ESPAÑOL DE LA PATAGONIA

Por Jorge Eduardo Lenard Vives



Tal vez en esta nota el cronista se meta en camisa de once varas. Tal vez haría mejor en escribir sobre otro asunto menos complicado y dejar el tema a un especialista. A una experta, como la Dra. Ana Virkel. Pero sucede que fue precisamente ella, a través de su magnífico libro "El español de la Patagonia" (*), quien inspiró estas líneas. Por eso, pidiendo de antemano disculpas a la renombrada investigadora por el atrevimiento que se va a cometer, se introduce este borrador con una más que breve recensión de su obra.

"El español de la Patagonia" es una versión ampliada de la tesis de doctorado de la autora en la Universidad de Valladolid. Originalmente, el objeto de análisis se circunscribió a la provincia del Chubut,  pero luego la estudiosa consideró que el saber obtenido era aplicable a todo el contexto regional. En el idioma que se habla al sur del río Colorado, del cual la Dra Virkel se preguntó alguna vez si debía ser llamado "español de la Patagonia" o "español patagónico" (**), el estudio reconoce varios aspectos.

Uno de ellos es la existencia en las cinco provincias australes de una variante del español, claramente diferenciada de la bonaerense, con la cual se confundía antes. Otro, que las dos principales características que presenta esta variante sureña son la convergencia interdialectal y el contacto multilingüístico. La primera particularidad se relaciona con la existencia de dos fuentes en la norma patagónica: el español bonaerense y el español chileno. La segunda se refiere a los dos principales aportes interlingüísticos que recibió esta variedad, provenientes del mapuche y del galés.

Ahora bien, es conveniente aclarar que el trabajo de la Dra Virkel versa sobre el español de la región, tanto urbano como rural, en su forma hablada. Acá es entonces donde el cronista mete la cuchara y se pregunta si la peculiaridad se refleja también en el lenguaje escrito. Los literatos patagónicos, ¿escriben en español patagónico?

Arriesgarse a presentar tal hipótesis parece excesivo. Sin embargo existen algunas singularidades que, tomadas del habla coloquial, pueden ser integradas —y de hecho lo son a la expresión escrita. Esta circunstancia puede darse en el vocabulario empleado, con términos netamente regionales ("chata", "chuleta", "piche", "choique", "catango", "menuco", "neneo", "nevazón"), incluyendo topónimos (Gaiman, Trevelin, Maquinchao, Guer Ayke). También puede darse por el empleo de verbos en construcciones perifrásicas, como "andar pasando" ("¿Qué le anda pasando, mi amigo?") o "pasar a llevar" ("Lo pasó a llevar el tren"), y el uso de verbos derivados de sustantivos ("tormentear", "escarchillar"). Por supuesto, esta peculiaridad se dará en los diálogos intercalados en el texto de la narración, pero también podrían ser incluidos en la narración en sí misma.

Uno de los escritores patagónicos que más expone esta tendencia es Hugo Covaro. Al final de sus obras siempre incluye un ilustrativo léxico, necesario por cuanto en su prosa sobresalen los regionalismos. Pero también al desarrollar los diálogos el autor busca representar la singularidad de la conversación patagónica, signada entre otros puntos, por la redundancia y los silencios significativos. Véase este ejemplo tomado de su obra “Las ruinas de Pampa Negra”:

“Miraba por el vidrio sucio de la ventana al caballo, cuando una voz, como venida de otro tiempo, lo estaqueó de espanto:
—¿Qué anda haciendo, amigo, por estas soledades?
Cuando pudo girar la cabeza para saber quién le había hablado, un hombre, con un sombrero que le escondía la cara lo observaba desde un rincón en penumbra.
—Ando buscando a mi padre… Artemio Magallanes… ¿lo conoce?
¿El chileno?
—Ajá…
—¡Claro que lo conozco! Si hasta fuimos socios… tuvimos unos animalitos a media.”

Y más adelante, en el mismo libro:

“Cuando lo vio, el hombre esquilaba un piño de ovejas encerrado en un corral de palos desparejos, (…) Demasiado “endomingado” para esquilar ovejas –pensó el forastero antes de preguntar:
—Buenas… ¿me podría decir si voy bien rumbiao para Llapinilque?
—¿Llapinilque, dice? Primera vez que oigo nombrar ese sitio… —y antes que pudiera responder, el esquilador inquirió—. ¿De dónde viene usté, caballero?
—Vengo de lo de Artemio Magallanes… su mujer, me orientó para buscarlo…
—Debe estar confundido, mi amigo… la curandera, doña Margarita, debe hacer como quince años que murió… su marido, más de treinta…
Intentó estirar la conversación pero el diálogo se estancó en las breves respuestas del puestero.”

La presencia de una variante regional del castellano, que la Dra. Virkel pone de manifiesto, es una interesante perspectiva para ser considerada dentro de la problemática de la Literatura Patagónica. Aunque la particularidad se observe más en el lenguaje oral, cuando un autor sureño escriba un texto, la presencia de regionalismos, locuciones verbales y otras características propias de la zona, entre las que no debe olvidarse la modalidad de los diálogos, es una impronta que revelará la ubicación geográfica de su creación. 




(*) “El español de la Patagonia”. Virkel, Ana E. Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 2004.

(**) “¿Español de la Patagonia o español patagónico?”. Virkel, Ana E. Actas del IV Congreso Internacional de El español en América, I. Santiago de Chile, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1995.