EL CIRUJANO POETA
Por Jorge Eduardo Lenard Vives
Antonio Vicente Ugo nació el 2 de octubre de 1928 en Buenos Aires. Es decir, que era porteño de nacimiento; pero chubutense por adopción, según confiesa en la frase con la que encabeza uno de sus libros: “Chubut, tierra adoptiva, patria, me quedé en tu paisaje”. Por profesión eligió la medicina y por afición la Literatura; para las dos disciplinas debe haber tenido vocación, porque sobresalió en ambas.
Como cirujano lo encontramos por primera vez en Santo Domingo, durante los violentos días de la revolución de 1965. Allí, junto a otros médicos, atiende los heridos de ambos bandos. Alguien rescató una frase suya rememorando esas jornadas inciertas: “Se oía con claridad, mientras trabajábamos, un espantoso tableteo de ametralladoras y bazookas. Estábamos embadurnados de sangre: el piso, las camillas, los guardapolvos, todo era rojo...”. Para la década de los setenta ya está en el Valle del Chubut. En 1974 lleva a cabo en Trelew las primeras cirugías de corazón; y hacia esa época integra la Asociación Internacional de Hidatidología, que combatía un mal frecuente en nuestros campos. Su actuación profesional es muy recordada por los vecinos; entre quienes se granjeó un grupo de fieles amigos.
Su carrera literaria, en tanto, se inició colaborando con diversos periódicos y cofundando dos revistas temáticas, “Amanecer” y “Salvia”. Estando en el Valle, además de participar en diarios y magazines, publica en 1986 su primer libro de poemas: “Vigencia del Sur”. Obtuvo un premio ese mismo año, en el concurso conmemorativo del Centenario de Trelew. En 1993, ya en Buenos Aires, edita “Oda testimonial”; y al año siguiente su tercer poemario, “La tierra que me diste”. Algunos de sus poesías fueron incluidas en la antología “Cantos del Sur”.
Tal cual sucede con muchos cultores de las letras que tienen una profesión, aprovechó su don para publicar artículos de la especialidad; en su caso sobre historia de la medicina: “Cirujanos del Desierto”, “Cirujanos de la Hidatidosis”, y “Semblanza de O. A. Vaccarezza” , entre otros.
Vamos a su obra poética; género del que Ugo dijo “La poesía se nutre de la realidad, pero muchas veces la crea”.Tanto en “Vigencia del Sur” como en “La tierra que me diste” se vuelca al soneto clásico. Muchas de sus composiciones tienen una temática patagónica, otras no; pero aun en estas hay imágenes de resonancias australes. El sur prendió fuerte en el autor, lo que se refleja en las nostálgicas líneas finales del poema que da nombre a su tercer libro:
Una pena de ayer me pone triste,
siento la tierra donde yo he vivido
porque ha sido la tierra que me diste.
También en los sonetos de “Vigencia del Sur” encontramos esa presencia de la región aferrada a su creación lírica; por ejemplo, en esta estrofa de su composición “Trevelin”:
Luz de multiplicado desconsuelo.
Yo quise ser tu explorador un día
y dejé el corazón bajo tu cielo.
En “Oda testimonial”, una poesía dedicada a la Provincia del Chubut formada por siete cantos, ensaya el verso libre. La obra se inicia en la cordillera:
Altas cumbres andinas, desgarradas de tiempo,
inmemorial has crecido hasta tu edad de ahora...
Cruza la meseta:
Meseta multicolor de ropaje violento
del caolín, de la greda, de minerales sueltos,
en largos cañadones se aposenta un desierto.
Y llega al mar:
He aquí el mar y su música, cambiante y eterna.
sus pleamares de rabia que hunden a las restingas,
que velan solamente cuando el mar se retira.
Al igual que otros escritores, Ugo siente por la Patagonia el fervor que Borges sintió por Buenos Aires. No puede ser de otra manera. Quien contempla sus paisajes naturales y humanos, percibe esa esencia que mueve la fibra íntima del artista. Aun así, fuera de sus límites, poco se sabe de su Literatura. Tampoco se conoce su suelo, más allá de los consabidos “destinos turísticos”. Y esto lo recuerda nuestro autor, al iniciar su “Oda Testimonial” con estos versos:
Tierra meridional, madre de las promesas,
la cartografía culta del erudito te ignora,
nunca caminó tus ásperas intimidades
por eso son como una mancha entre otras perdidas.
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