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sábado, 7 de febrero de 2009

LA NOTA DE HOY



Canta la hierba, de Doris Lessing



Mary Turner, la protagonista que Doris Lessing crea para Canta la hierba tiene la virtud (en realidad un mérito de la autora, claro) de hacernos sentir desde las más sutiles hasta las más esperpénticas emociones que irán atravesando su vida. Una niñez signada por la violencia, una búsqueda de la felicidad en sus años juveniles conseguida a través de los espacios de amistad y laborales; y más tarde, ya en la madurez, su eterna desdicha cuando, movida por presiones socio-culturales, decide contraer matrimonio con el hombre al que jamás amará. Las frustraciones de las que es objeto se potenciarán al verse impedida, una y otra vez, de obtener una estabilidad que le permita superar la situación económica que la somete. En este último sentido quizás Doris Lessing rememore su propia historia, poniendo en el alma de su personaje aquel incesante llamado que sus propios padres fueron tentados a escuchar, cuando emigraron a una antigua colonia inglesa que prometía fortuna a través del cultivo del tabaco, del maíz u otros cereales.
Derribada y con una intensa necesidad de cambiar su suerte, desde el lugar en que la vida la desafió, surcada tal vez por las experiencias de su niñez, revela sentimientos de indiferencia y rechazo, de brusca y ligera empatía con su marido y todo lo que él representa. Descarga con urgencia y pasión desmedida todo su rencor y odio en los nativos que son parte de su comunidad realizando el trabajo forzoso de los campos, y cumplen con resignada servidumbre con sus amos.
Acontecen así los días de Mary hasta que Moses, el boy que otrora fuera educado en las misiones, irrumpe en su vida haciéndola trastabillar en sus sentimientos sobre los negros, una raza a la que aborrecía tanto como llegó a temer. Y allí la historia la enfrentará a un final que la autora despliega -como en toda la novela- con destreza y elegancia, con simpleza y dinamismo. Con el lenguaje de una cruda realidad.
Doris Lessing salpica su primera novela Canta la Hierba publicada en el año 1950, con otros vivos retratos de su propia vida: la pasión por la discriminación racial que descubrió prontamente (antes de su primera juventud), el ferviente deseo de ver prosperar la tierra a la que dedicaba largas horas de contemplación y disfrute de la naturaleza, el rígido carácter de sus padres que se revela en Charles, el esposo de la protagonista de la obra que nos convoca.
Doris May Tayler (nacida en Kermanshah, Persia, actualmente Irán, el 22 de octubre de 1919), ganó el Premio Nobel de Literatura en 2007. Premio que dio origen a múltiples controversias, y que no es mi objeto analizar aquí. Sí recordar que fue otorgado por la «capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina y narrar la división de la civilización con escepticismo, pasión y fuerza visionaria».
Al menos eso es lo que queda de manifiesto en Canta la hierba.

Olga Starzak
4 de febrero de 2009





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