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viernes, 21 de marzo de 2014

LA NOTA DE HOY






Resurrección de Bandidos: ¿quién fue el  verdadero Sundance Kid? (*)


Por DANIEL BUCK (**)




    El verano pasado el gobernador de Wyoming, Matt Mead, recibió un presente inusual de un hombre de negocios de Arizona, llamado Jerry Nickle: se trataba de un libro recién publicado que promueve la idea de que William Henry Long, el bisabuelo del autor, no era otro que el Sundance Kid del afamado dúo “Butch y Sundance”. Aún más sorprendente que el libro fue su entrega. Nickle y su co-autor habían pedido prestado caballos en Cheyenne y cabalgaron por la acera para salir al encuentro del gobernador.

    Nickle no sólo sustenta la pretensión de que su bisabuelo Long fue el famoso bandido de la “Pandilla salvaje”; también asevera que él y Butch Cassidy no murieron en Bolivia, como muchos creen. Descarta además que su bisabuelo se haya suicidado, según creyó su familia durante largo tiempo, sino que fue asesinado por su compañero Matt Warner, también miembro de la Wild Bunch, después de una discusión acerca de un libro que Warner había planeado escribir, donde Long podría haber sido expuesto públicamente como Sundance. El entusiasmo de Nickle no es empañado por la ausencia de cualquier indicio que vincule a su bisabuelo a la Wild Bunch, o la falta de evidencias de que éste alguna vez dijera ser el famoso forajido. Cuando las pruebas de ADN no lograron establecer un vínculo entre Long y la familia real del Sundance Kid, Nickle ensayó una nueva teoría: su bisabuelo había robado la identidad de Harry Longabaugh, el hombre al que los historiadores del Oeste realmente consideran que fue el Sundance Kid.

   Bienvenido al universo caleidoscópico de la historia del Salvaje Oeste, donde los forajidos regresan de entre los muertos con regularidad vampírica. Long no es una anomalía, en modo alguno, ya que las vivificaciones de bandidos son relativamente comunes; por lo menos entre los más conocidos de la clase criminal. Si bien en algunos casos la identidad de un malhechor muerto se atribuye a otra persona ha fallecido -a menudo por su antecesor- en otros es asumida por una persona viva, un impostor. Estos resurreccionistas constituyen una mezcla variada de bromistas, de aficionados a la genealogía y de teóricos de la conspiración que no puede aceptar que su héroe bandido haya muerto. Y suelen encontrar una audiencia receptiva porque, bueno, ¿quién puede resistirse a una buena historia de fogón campestre?

   Butch Cassidy y el Sundance Kid eran parte de un conglomerado de forajidos de las Montañas Rocosas que merodeaban a comienzos del siglo pasado, llamados "The Wild Bunch" (La Pandilla Salvaje”) por la prensa. Aunque Butch y Sundance cometieron pocos crímenes en común en los Estados Unidos, están indeleblemente ligados como un dúo fuera de la ley en la imaginación del público, ya que huyeron juntos a América del Sur (Sundance llevó consigo a su compañera, Ethel Place), probablemente murieron juntos en Bolivia en 1908 y, lo más destacable, fueron inmortalizados juntos en 1969 en la película de George Roy Hill, “Butch Cassidy y el Sundance Kid”. La contribución principal para su deificación la hicieron Paul Newman como Cassidy y Robert Redford como Sundance.




    La pretensión de ser Butch y/o Sundance (o cualquiera de los muchos otros famosos bandidos del Lejano Oeste) tiene una tradición larga e ilustre. William Henry Long, por ejemplo, no es el primer hombre que se ha identificado como el Sundance Kid. En 1983, un director de escuela secundaria de Connecticut, Edward M. Kirby, publicó “Auge y caída del Sundance Kid”, donde argumentó que el criminal Hiram BeBee era el ladero de Butch Cassidy. BeBee murió en una prisión de Utah en 1955 mientras cumplía una sentencia de cadena perpetua por el homicidio en primer grado de un alguacil de la ciudad, cometido en 1945. Al igual que con Long, no hubo evidencia de que BeBee tuviera ninguna conexión con el Sundance Kid, salvo los dichos de Kirby sobre supuestas declaraciones no especificadas de BeBee que, además, nunca tomaron estado público.

    Estas identidades insinuadas y encubiertas son a menudo absurdas cuando se contrastan con la realidad. Aparte de la falta de cualquier ligazón entre BeBee y Sundance, había una disparidad física importante. BeBee era feo y bajo, poco más de metro y medio de estatura, según el registro tomado en 1919 en San Quintín, donde el curso del tiempo lo fue convirtiendo en un borracho. Sundance era guapo y alto, de más de seis pies. BeBee se veía como Jimmy Durante mientras Sundance, de hecho, se parecía más a Robert Redford, su alter ego en la pantalla.




    Sundance no ha sido el único miembro de Wild Bunch cuya identidad fue robada por algún resucitador. En la década de 1920, años después de que Butch Cassidy había expirado en Bolivia, el propietario de un taller mecánico en el Estado de Washington llamado William T. Phillips, comenzó a visitar guaridas de malhechores en Wyoming en busca de tesoros de bandidos, lanzando indirectas acerca de que él, Phillips, era el auténtico pillo. Algunos de los viejos camaradas de Cassidy lo tomaron en serio, otros se burlaron de la idea. Phillips escribió un libro de memorias, "El Bandido invencible", con la esperanza de venderlo a Hollywood. La crónica era una mezcolanza de realidad y fantasía, escrita más como una novela y redactada casi en su totalidad en tercera persona, como si Phillips apenas se permitiera hacer alusión a su supuesta identidad como Cassidy.

    Sin embargo, la farsa de Phillips seguiría sobre el tapete. Él murió en 1937. Más de tres décadas después, Larry Pointer, un miembro del personal de la Oficina de Administración de Tierras en Wyoming, se encontró con el cuento, y después de una considerable investigación adicional, convenció a la oficina de prensa de la Universidad de Oklahoma para publicar “En busca de Butch Cassidy”, una especie de contrapunto o duelo de venta, la biografía de Cassidy qua Phillips.

   La historia era atractiva, porque Cassidy desapareció en 1908, presuntamente asesinado en Bolivia, y Phillips apareció en escena en Estados Unidos en 1908, como si de la nada. Pero la posibilidad de que Phillips fuera Cassidy no podía prosperar. A finales de 1980, cuando Anne Meadows y yo empezamos a investigar la historia de Cassidy y Sundance en América del Sur, descubrimos que a pesar de que Phillips afirmó que se había escapado del tiroteo en Bolivia y regresó a los Estados Unidos para casarse en Michigan en mayo 1908, en los hechos el tiroteo había ocurrido en noviembre, después de su matrimonio.

    El calendario es el mejor amigo del investigador. Así también lo son los mapas: Phillips había localizado el rancho argentino de los bandidos en la parte equivocada de la Patagonia, les atribuyó asaltos a trenes que aún no se habían construido en la época en que estaban en América del Sur, y los hizo acampar durante varios días en un pueblo en el norte de Argentina, Gaciayo, que resultó no existir. Gaciayo es una entrada cartográfica falsa, también conocida como un Mountweazel, diseñada para atrapar violadores de derechos de autor, competidores que usurpan mapas. Phillips no había estado más cerca de América del Sur que los atlas consultados con descuido.

    Movió el puntero alrededor del problema de la fecha del matrimonio postulando la idea de que había varios Cassidys, antes de tirar finalmente la toalla, cuando resultó que Phillips era en realidad William T. Wilcox, un delincuente de poca monta que había estado en la cárcel con Cassidy en la década de 1890.




    Los Resurreccionistas de Bandidos evitan la Navaja de Occam. Cuando nos enfrentamos a un hecho inconveniente, despliegan un deus ex machina  -uno tras otro si es necesario- hasta que todas las contradicciones están envueltas en una elaborada red de explicaciones absurdas.

    "Brushy Bill" Roberts apareció con su propio conjunto de contradicciones en Nuevo México en 1950, afirmando ser Billy the Kid. Fue patrocinado por un abogado y quería su absolución, aunque no estaba claro el porqué, ya que sus crímenes tenían siete décadas de antigüedad. El Billy real había sido abatido a tiros en 1881 por el sheriff Pat Garrett.

    Roberts tenía buena labia -antes había afirmado ser Jesse James- y obtuvo unos cuantos partidarios, incluyendo a su ciudad natal, Hico, Texas, que abrió una "Billy the Kid Museum y tienda de regalos." Tuvo mucha prensa a lo largo de los años. Los reporteros gustan de las historias de bandidos resucitados; son divertidas de escribir y los lectores las paladean. En la jerga moderna, son “clickbait”. [1]

    Los historiadores serios de Billy the Kid no dan ningún crédito al cuento de Roberts. La Biblia de la familia Roberts registra a 1879 como su año de nacimiento, por lo que él tenía dos años cuando Billy fue baleado. Él era un chico real, pero no “el chico Billy”.




     Antes de la aparición de Roberts estuvo John Miller, quien murió en Arizona en 1937, más de medio siglo antes de que su resurrección se hiciera pública, alimentada el libro de Helen Airy de 1993, “Qué pudo sucederle a Billy The Kid”. Según Airy, lo que sucedió, ni más ni menos, fue que Miller era el idolatrado chico malo. La evidencia en apoyo de que Miller era Billy incluye comentarios privados que había hecho en tal sentido y el hecho de que tenía dientes de conejo, al igual que Billy. (Al igual que Bugs Bunny, si uno lo piensa.)

     En cualquier caso, el verdadero imán para las resurrecciones de bandidos fue Jesse James. No importa que el bandolero fuera asesinado en su propia casa en 1882, y que su esposa y su madre lo habían enterrado. Media docena de hombres reivindicaron más tarde ser el bandido de Missouri o fueron promovidos como tales por sus descendientes.

    J. Frank Dalton es el más conocido de ese rebaño. Su historia fue transmitida por una estación de radio de Oklahoma a finales de 1940, y al día siguiente, el Lawton Constitution tituló "Jesse James está vivo en Lawton." En la primera aparición pública de Dalton en la ciudad, unas 30.000 personas salieron a curiosear. Luego hizo una breve carrera -falleció en 1951- realizando apariciones personales y de trabajo en circuitos del carnaval, y terminó en las Meramec Caverns en Missouri, compartiendo el escenario en una ocasión con el paródico “Brushy Bill” Roberts como Billy the Kid.

     Décadas después de que la controversia de J. Frank Dalton se había desvanecido, Betty Dorsett Duque se lanzó a anunciar que su bisabuelo, James Lafayette Courtney, era Jesse James, habiendo escapado de la muerte en 1882 cuando otro hombre fue asesinado en su lugar, y que vivió hasta 1943. Duke escribió, como parece ser obligatorio, un libro, “La verdad sobre Jesse James, según lo contado por su bisnieta” (2007). A lo largo de 672 páginas - casi 200 páginas más que la biografía definitiva del forajido Jesse James: “El último rebelde de la Guerra Civil” (2002), por TJ Stiles- ella acribilla al lector con argumentos, entre ellos, que su bisabuelo escondió monedas de oro alrededor de su propiedad, y cada vez que alguien se acercaba a su casa de campo en la noche,  apagaba las luces y se parapetaba tras la puerta principal con una pistola cargada.

    Algunas contradicciones desfavorables de Duke: Jesse James era de estatura media, 5' 7" o algo así, y Courtney medía más de seis pies. Más importante aún: la esposa de Jesse James estaba en la habitación contigua cuando fue asesinado en 1882, y ella lo enterró. Duke ni siquiera podía convencer a su propia familia. Los descendientes de Courtney, con enojo, lanzaron un sitio web donde compiten para refutar sus afirmaciones.

    No parece importar si un delincuente muere de muerte en disputa y anónimo, como en el caso de Butch y Sundance, o a la vista de su familia, como sucedió con Jesse James. Las dudas persisten, y tarde o temprano, aparecen pretendientes. "Hasta cierto punto", escribió el historiador inglés Eric Hobsbawm en “Bandits” (2000), la resurrección de los bandidos:

"…expresa el deseo de que el campeón de la gente no puede ser derrotado, el mismo tipo de deseo que producen los mitos perennes del buen rey -y el buen bandido- que en realidad no ha muerto, y va a volver un día para restaurar la justicia. La negativa a creer en la muerte del ladrón implica un cierto criterio de su "nobleza"... Porque la derrota y muerte del bandido es la derrota de su pueblo, y lo que es peor, de la esperanza. Los hombres pueden y, en general, deben, vivir sin justicia, pero no pueden vivir sin esperanza."

    Tal vez Hobsbawm debería considerarlo. Es igual de probable que los espectros de bandidos surjan de anecdotarios y divertimentos, de las tradiciones folclóricas americanas que nos han dado a Bigfoot y el Jackalope, y de la atracción de larga data de las teorías conspirativas y la genealogía.

     El profesor de la Universidad Estatal de Carolina del Norte Richard W. Slatta examina la tradición narrativa en “El Oeste mítico: una enciclopedia de leyendas, tradiciones y cultura popular” (2001). "El mito es más poderoso, omnipresente y atractivo que la historia", escribe Slatta. De acuerdo con ello, se centra "en la plétora de legendarias, míticas imágenes, acontecimientos, personas y lugares relacionados con el Viejo y el Nuevo Oeste.” Las travesuras son igualmente populares en los Estados Unidos. Muchas leyendas urbanas comienzan como una broma. Una vez lanzada, la broma ondula hacia la leyenda. El hijo de Ray Wallace -el autor original del proponente de Bigfoot-, un trabajador de la construcción el norte de California, declaró a la prensa después de que su padre murió, en 2002, que todo había sido un truco elaborado, que implicaba, entre otras cosas, las enormes patas de madera utilizadas para crear huellas del gigante de los bosques. No obstante, la caza de Bigfoot prosigue sin desmayo.

     Dos de los hermanos de Butch Cassidy lo habrían personificado por puro deporte. Uno de sus doppelgängers, William T. Phillips, se tomó respiro de un matrimonio infeliz en Spokane para visitar los lugares predilectos de los forajidos en Wyoming y ocuparse entretanto de su novia. Ella confió después de su muerte que el burlesque sobre Cassidy era una broma.

     Las teorías de la conspiración a menudo sustentan las historias de resurrección de bandidos. J. Frank Dalton afirmó que él -el verdadero Jesse James- estaba escondido en un establo cerca de su casa, mientras otra persona recibió un disparo en su lugar. “Brushy Bill” Roberts dijo que con la connivencia de Pat Garrett, otro hombre fue asesinado en su reemplazo, permitiendo que él -el verdadero Billy- escapara a México. Las explicaciones acerca de que Butch y Sundance sobrevivieron al tiroteo en Bolivia oscilan desde haber cambiado sus ropas con las de los soldados muertos hasta un rotundo rechazo a creer que los bolivianos podían hacer lo que los americanos no habían logrado: derribar a dos de los forajidos más conocidos del Viejo Oeste. De hecho, la mayoría de los miembros de la Wild Bunch fueron capturados o asesinados por agentes de la ley estadounidenses, y por su parte, soldados bolivianos y perseguidores rurales capturaron a la mayoría de los bandidos que operaban en su país a comienzos de 1900. El bandidaje es una ocupación implacable que ofrece poco margen para el error.

    El fenómeno de la muerte fingida abarca muchas figuras históricas, no sólo a los forajidos. Los ejemplos incluyen Martin Bormann, Adolf Hitler, TE Lawrence, Pancho Villa y Tupac Shakur. "Uno vacila en creer la historia [de Bormann]", escribió Christopher Isherwood, "aunque sólo sea porque se trata de una variante de la leyenda básica de inmortalidad que suele acompañar como una posdata a la aparente muerte de hombres grandes y notorios." En Bariloche, Argentina, un amigo una vez me mostró un mapa del cementerio de la ciudad que indica con precisión dónde fue enterrado Hitler. Me pidió que no lo dijera a nadie. No lo he hecho hasta ahora.




   El interés en la genealogía, impulsado por los sitios web populares como Ancestry.com, también ha jugado un papel importante. James Lafayette Courtney y William Henry Long fueron "descubiertos" en ambos casos por los descendientes hurgando en sus áticos ancestrales. La falta de cualquier evidencia que los vinculara con Jesse James o el Sundance Kid era un inconveniente menor. Un miembro del personal en el Archivo Nacional que recibe muchas consultas genealógicas, me dijo que la gente siempre quiere hallar alguna persona famosa descansando en su árbol genealógico. No importa mucho quién sea, Juana de Arco o Jack el Destripador, con tal de obtener el derecho a presumir.

    Una excursión por el mundo de los avivamientos de forajidos no estaría completa sin mencionar a Robin Hood, el manantial de la mitología del bandido. La idea del buen bandido que roba a los ricos y da a los pobres, que salva a la viuda granjera, y cuya muerte es inaceptable proviene de Robin Hood, escribe Stephen Knight en su “Robin Hood: A Mythic Biography” (2003). "La única película moderna que ha mostrado la muerte del héroe", dice Knight, "Robin y Marian” (1976), es la única que ha perdido dinero en la taquilla."

(Traducción: Carlos Dante Ferrari).


(*) This piece was originally published in English in The Appendix, and can be read here:




(**) DANIEL BUCK es un escritor que vive en Washington, DC. Fue voluntario del Cuerpo de Paz en el Perú y miembro del personal del Cuerpo de Paz en Washington en la década de 1960, y trabajó en la Cámara de Representantes de EE.UU. desde principios del decenio de 1970 a mediados de la década de 1990.
Ha escrito para Américas, South American Explorer, Peruvian Times, True West, y Wild West, en temas tales como Bruce Chatwin en la Patagonia, la fotografía antigua en Bolivia, la controversia sobre el descubrimiento de Machu Picchu, y con Anne Meadows, sobre Butch Cassidy y Sundance Kid en América del Sur. Ambos participaron del IV Simposio sobre Bandoleros Norteamericanos en la Patagonia realizado en Cholila (Chubut) en 2007.






[1] Links incluidos en los sitios web para atraer la atención de los lectores.
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3 comentarios:

ricardo pereira dijo...

Gracias por este interesante articulo. Sigo con interés la mitica leyenda de estos forajidos en su paso por Atacama de la mano de las sabrosas anécdotas elaboradas por Anne y Daniel.

dbuck dijo...

Ricardo, Gracias por tu comentario. Daniel

Pezzimenti Hector Luis dijo...

Daniel, como siempre, muy interesante tu investigación y dinámica la presentación. Muchas Gracias por compartir con nosotros, simples mortales, tus abundantes conocimientos del tema. Le daré difusión.
Cordialmente desde Buenos Aires
Héctor Luis Pezzimenti
CEITPA