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sábado, 14 de julio de 2012

LA NOTA DE HOY




LOS RETOÑOS DE UN PADRE FIEL… 
(A SU AMANTE SECRETA)

Cinco obras de Efrén Juan Ulla






          Imaginemos lo que significa para alguien con fuerte vocación literaria llegar a convertirse en un escritor “a tiempo completo”; esto es, asumir la escritura, en sus posibles variantes y combinaciones –ensayo o ficción, periodismo, poesía, etc.– como una profesión estable, como medio y modo de vida. Sin duda debe ser una dicha envidiable. Los que no la tienen e integran esa invisible legión de “aspirantes a”, dedicando a la literatura el casi siempre escaso tiempo libre, viven con ella, en cambio, una relación que bien podría compararse con la de una “amante secreta”. Es una realidad ligada al contexto social, cultural y económico en el que nos toca (sobre) vivir, que no siempre le permite al artista procurarse el sustento desarrollando sus mejores dones. 

        Sabemos que hay muchísimas personas “casadas formalmente” con un trabajo también solemne, exigente –y por lo tanto, muchas veces aburrido, cuando no insoportable, como a veces pueden serlo algunos matrimonios– que se desquitan de esa desdichada rutina manteniendo un idilio a deshoras con la escritura. Claro está que, a veces, de esas relaciones clandestinas puede nacer un hijo. Ahora bien: los testimonios de “pueblo chico” dan cuenta de que los hijos de padres “encubiertos” son los que mejor confirman las sospechas del prójimo, porque guardan con su progenitor un parecido extraordinario, delatando esa ascendencia oculta a través del rostro, los ojos, las actitudes y la manera de ser. Del mismo modo, los amantes de la literatura procrean hijos –textos– que los pintan de cuerpo entero y mejor que nadie en el mundo.

       Este breve introito viene a propósito de que acaba de llegar a mis manos la producción literaria de un notable escritor “a tiempo parcial”,  Efrén Juan Ulla, que engendró con doña Letras, hasta hoy, cinco bellas creaturas: unos libros que son su “genio y figura” y que, ante sus conocidos, denunciarían por el estilo y las palabras esa indudable paternidad aunque los hubiera publicado bajo algún seudónimo. 

       En su conjunto, estas obras revelan los diversos motivos de desvelo que caracterizan al autor: sus interrogantes y convicciones vitales y filosóficas –“Atrévase”, Ediciones Escritores Argentinos de Hoy, Bs. As., 2002–, su vocación docente y la generosidad de transmitir los sólidos conocimientos adquiridos en la faz comercial, industrial y empresarial durante una rica trayectoria profesional –“Marketin$”, Orientación Gráfica Editora, Bs. As., 2007–, sus preocupaciones sociales, políticas y económicas –“Argentina tiene salida”, Índigo Ediciones, Rosario, 2009–, la sabiduría acumulada a través de sus experiencias existenciales, acuñada en ingeniosos aforismos –“Yo, Dios”, Índigo Ediciones, Rosario, 2010– y, de reciente publicación, un volumen de poemas que desde el título –“Partes pudendas”, UNR Editora, Rosario, 2011– ya nos indica que Efrén Ulla ha decidido abrirnos allí de par en par las puertas de su corazón, mostrándonos su costado más íntimo y profundo.

       No puedo resistir la tentación de transcribir algunos fragmentos–limitándome aquí a las obras puramente literarias, ya que la brevedad de esta nota impide ahondar en las de contenido económico y político, con valiosas referencias técnicas y bibliográficas– donde el autor exhibe sus grandes cualidades, no solo como pensador, poeta o consejero, sino además un don propio de las inteligencias exquisitas: su finísimo sentido del humor. Pruebas al canto.

       “Atrévase” es una obra desenfadada, surcada por el humor y la ironía, dos ingredientes que se revelan desde el comienzo mismo con los “prólogos apócrifos” de Julián Marías, Lord Keynes, Woody Allen y otros famosos. Efrén Ulla se ríe de sí mismo, y lo hace como un recurso formidable para luego poder mofarse, ya sin excusas, de un mundo y un tiempo cargados de contradicciones. El libro contiene historias desopilantes, entre las que se destacan por su mordacidad y las moralejas implícitas un “Cuento infantil”, “Amores que matan”, “Corrupción”, “Mi personaje inolvidable” –la historia de Casimiro Lisartre, un personaje pueblerino que “…en realidad se llamaba Lisandro. Le decíamos Casimiro porque era tuerto”–, sin olvidar los “Cuentos explicados”, cuyas notas de esclarecimiento son más cómicas que los cuentos mismos. Para ilustrar la frescura de su prosa, vale la pena reproducir el remate de la historia titulada “Las manchitas”, que narra las vicisitudes de Bárbara, una chica hermosa y a la vez muy tímida. La joven comienza a sufrir la aparición de unas extrañas manchas en todo su cuerpo y no se atreve a consultar a un médico, porque todos los hombres la acosan siempre con demostraciones de lascivia. Hasta que un día, ya desesperada, acierta a pasar frente a una casa donde ve un cartel: “Doctor Erik Frederiksen”. La apariencia de orden y formalidad, unidas al apellido “sueco o danés o de por ahí”, le hacen pensar que seguramente se tratará de un profesional serio, objetivo, científico, y que nada malo le puede pasar. Se decide a hacer la consulta. He aquí el desenlace.  “Cuando entró a la sala donde atendía el Dr. Frederiksen saludó apenas y comenzó a hablar atropelladamente al tiempo que se iba desvistiendo. Hablaba sin parar y sin dar lugar a interrupciones, contando toda su angustia por las manchas que habían ido cubriendo su cuerpo maravilloso. (…) Contó todo de un tirón, y al terminar ya estaba totalmente desnuda. Espectacular en su belleza. Y preguntó: –¿Qué opina sobre las manchitas, Doctor? –Me parecen preciosas, pero tenga en cuenta que soy Doctor en Filosofía –dijo Frederiksen”.

        No menos humor e ironía hay en los “desafortunados aforismos desaforados” que integran el volumen titulado “Yo, Dios”. En este caso se suman a esos condimentos una imprescindible cuota de sabiduría vital y cierta dosis de filosofía, que afloran una y otra vez a lo largo del libro. El “Dios-Autor” elabora un prolijo catálogo de respuestas, consejos, recomendaciones y advertencias. Citaré solo unos pocos como botones de muestra. “Cuando investigues, no te enamores de tus ideas, o te resultará imposible abandonarlas”. / “Soledad no es estar solo. Soledad es no quererse”. / “¿Por qué les preocupa tanto la muerte? ¿Han escuchado alguna queja?” / “Conviene que los perversos sean perezosos”. / “Quien no tiene poder, aún puede persuadir”. /”Qué poca cosa son los sueños de los déspotas”. / “La palabra puede ser más grande que el hombre que la dice y llegar más allá de su lugar y su tiempo”. Memorables.

        Concluyo esta reseña con las impresiones recogidas a primera lectura de los poemas contenidos en “Partes pudendas”. Bajo el subtítulo de “Poesía desde la vereda de enfrente”, el volumen arranca con una “aclaración necesaria” para explicar los motivos de la titulación. También aquí campea el humor en logros como los de “Muletillas”, “Caricias”, “Duda” y otros agudos retruécanos versificados. En esta línea creativa se destacan, como recursos francamente novedosos, “Poesía en continuo envolvente” y “Corre, corre, sigue, sigue”, facturas textuales que, bajo la forma de un círculo y de un anillo de Moebius, respectivamente, intentan desafiar la finitud y el Tiempo.  Todos estos despliegues risueños sirven de deliberado camuflaje para introducir, en definitiva, sentimientos mucho más profundos: la angustia, el dolor y el amor. En el aprieto de tener que elegir aquí tan solo uno a manera de muestra, optamos por este requiebro romántico:



                                           EL ENCUENTRO


                                         Noche pletórica
                                                  de auspicios,
                                        poblada de premoniciones,
                                         llena de mística
                                             y poesía,
                                        cargada de intenciones
                                                                reprimidas,
                                         fantasías ocultas,
                                         mágicos presentimientos.


                                         Noche descontrolada,
                                         ardiente como leños,
                                         abrasadora, prodigio 
                                                de fascinante seducción,
                                         providencial vacilar
                                           de tu voluntad
                                                      y la mía.


                                         Encendida tú,
                                                encendida la noche,
                                         en llamas, los dos.
                   


        En la vida real, Efrén Ulla es un experto comerciante y empresario de larga trayectoria en Santa Fe. Está felizmente casado desde hace muchos años y su matrimonio con Martha Irigoyen, lejos de ser rutinario ni aburrido, le ha deparado una ingente felicidad y tres hermosas hijas.

      Él ya no oculta las relaciones clandestinas con sus dos amantes actuales, doña Poesía y doña Prosa. No podría hacerlo; sencillamente porque estos hijos de papel han comenzado a ambular por el mundo literario proclamando a voz en cuello su inexcusable paternidad. Y como buenos retoños de mejor padre, cada día van acrecentando una fama muy bien ganada. Entretanto, el autor sigue soñando con el retiro de la actividad empresarial y la posibilidad –ya muy cercana– de convertirse en escritor “a tiempo completo”. 

       Seguramente habrá de lograrlo. Sin duda lo merece.



Carlos D. Ferrari
   

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LA NOTA DE HOY




LOS RETOÑOS DE UN PADRE FIEL… 
(A SU AMANTE SECRETA)

Cinco obras de Efrén Juan Ulla






          Imaginemos lo que significa para alguien con fuerte vocación literaria llegar a convertirse en un escritor “a tiempo completo”; esto es, asumir la escritura, en sus posibles variantes y combinaciones –ensayo o ficción, periodismo, poesía, etc.– como una profesión estable, como medio y modo de vida. Sin duda debe ser una dicha envidiable. Los que no la tienen e integran esa invisible legión de “aspirantes a”, dedicando a la literatura el casi siempre escaso tiempo libre, viven con ella, en cambio, una relación que bien podría compararse con la de una “amante secreta”. Es una realidad ligada al contexto social, cultural y económico en el que nos toca (sobre) vivir, que no siempre le permite al artista procurarse el sustento desarrollando sus mejores dones. 

        Sabemos que hay muchísimas personas “casadas formalmente” con un trabajo también solemne, exigente –y por lo tanto, muchas veces aburrido, cuando no insoportable, como a veces pueden serlo algunos matrimonios– que se desquitan de esa desdichada rutina manteniendo un idilio a deshoras con la escritura. Claro está que, a veces, de esas relaciones clandestinas puede nacer un hijo. Ahora bien: los testimonios de “pueblo chico” dan cuenta de que los hijos de padres “encubiertos” son los que mejor confirman las sospechas del prójimo, porque guardan con su progenitor un parecido extraordinario, delatando esa ascendencia oculta a través del rostro, los ojos, las actitudes y la manera de ser. Del mismo modo, los amantes de la literatura procrean hijos –textos– que los pintan de cuerpo entero y mejor que nadie en el mundo.

       Este breve introito viene a propósito de que acaba de llegar a mis manos la producción literaria de un notable escritor “a tiempo parcial”,  Efrén Juan Ulla, que engendró con doña Letras, hasta hoy, cinco bellas creaturas: unos libros que son su “genio y figura” y que, ante sus conocidos, denunciarían por el estilo y las palabras esa indudable paternidad aunque los hubiera publicado bajo algún seudónimo. 

       En su conjunto, estas obras revelan los diversos motivos de desvelo que caracterizan al autor: sus interrogantes y convicciones vitales y filosóficas –“Atrévase”, Ediciones Escritores Argentinos de Hoy, Bs. As., 2002–, su vocación docente y la generosidad de transmitir los sólidos conocimientos adquiridos en la faz comercial, industrial y empresarial durante una rica trayectoria profesional –“Marketin$”, Orientación Gráfica Editora, Bs. As., 2007–, sus preocupaciones sociales, políticas y económicas –“Argentina tiene salida”, Índigo Ediciones, Rosario, 2009–, la sabiduría acumulada a través de sus experiencias existenciales, acuñada en ingeniosos aforismos –“Yo, Dios”, Índigo Ediciones, Rosario, 2010– y, de reciente publicación, un volumen de poemas que desde el título –“Partes pudendas”, UNR Editora, Rosario, 2011– ya nos indica que Efrén Ulla ha decidido abrirnos allí de par en par las puertas de su corazón, mostrándonos su costado más íntimo y profundo.

       No puedo resistir la tentación de transcribir algunos fragmentos–limitándome aquí a las obras puramente literarias, ya que la brevedad de esta nota impide ahondar en las de contenido económico y político, con valiosas referencias técnicas y bibliográficas– donde el autor exhibe sus grandes cualidades, no solo como pensador, poeta o consejero, sino además un don propio de las inteligencias exquisitas: su finísimo sentido del humor. Pruebas al canto.

       “Atrévase” es una obra desenfadada, surcada por el humor y la ironía, dos ingredientes que se revelan desde el comienzo mismo con los “prólogos apócrifos” de Julián Marías, Lord Keynes, Woody Allen y otros famosos. Efrén Ulla se ríe de sí mismo, y lo hace como un recurso formidable para luego poder mofarse, ya sin excusas, de un mundo y un tiempo cargados de contradicciones. El libro contiene historias desopilantes, entre las que se destacan por su mordacidad y las moralejas implícitas un “Cuento infantil”, “Amores que matan”, “Corrupción”, “Mi personaje inolvidable” –la historia de Casimiro Lisartre, un personaje pueblerino que “…en realidad se llamaba Lisandro. Le decíamos Casimiro porque era tuerto”–, sin olvidar los “Cuentos explicados”, cuyas notas de esclarecimiento son más cómicas que los cuentos mismos. Para ilustrar la frescura de su prosa, vale la pena reproducir el remate de la historia titulada “Las manchitas”, que narra las vicisitudes de Bárbara, una chica hermosa y a la vez muy tímida. La joven comienza a sufrir la aparición de unas extrañas manchas en todo su cuerpo y no se atreve a consultar a un médico, porque todos los hombres la acosan siempre con demostraciones de lascivia. Hasta que un día, ya desesperada, acierta a pasar frente a una casa donde ve un cartel: “Doctor Erik Frederiksen”. La apariencia de orden y formalidad, unidas al apellido “sueco o danés o de por ahí”, le hacen pensar que seguramente se tratará de un profesional serio, objetivo, científico, y que nada malo le puede pasar. Se decide a hacer la consulta. He aquí el desenlace.  “Cuando entró a la sala donde atendía el Dr. Frederiksen saludó apenas y comenzó a hablar atropelladamente al tiempo que se iba desvistiendo. Hablaba sin parar y sin dar lugar a interrupciones, contando toda su angustia por las manchas que habían ido cubriendo su cuerpo maravilloso. (…) Contó todo de un tirón, y al terminar ya estaba totalmente desnuda. Espectacular en su belleza. Y preguntó: –¿Qué opina sobre las manchitas, Doctor? –Me parecen preciosas, pero tenga en cuenta que soy Doctor en Filosofía –dijo Frederiksen”.

        No menos humor e ironía hay en los “desafortunados aforismos desaforados” que integran el volumen titulado “Yo, Dios”. En este caso se suman a esos condimentos una imprescindible cuota de sabiduría vital y cierta dosis de filosofía, que afloran una y otra vez a lo largo del libro. El “Dios-Autor” elabora un prolijo catálogo de respuestas, consejos, recomendaciones y advertencias. Citaré solo unos pocos como botones de muestra. “Cuando investigues, no te enamores de tus ideas, o te resultará imposible abandonarlas”. / “Soledad no es estar solo. Soledad es no quererse”. / “¿Por qué les preocupa tanto la muerte? ¿Han escuchado alguna queja?” / “Conviene que los perversos sean perezosos”. / “Quien no tiene poder, aún puede persuadir”. /”Qué poca cosa son los sueños de los déspotas”. / “La palabra puede ser más grande que el hombre que la dice y llegar más allá de su lugar y su tiempo”. Memorables.

        Concluyo esta reseña con las impresiones recogidas a primera lectura de los poemas contenidos en “Partes pudendas”. Bajo el subtítulo de “Poesía desde la vereda de enfrente”, el volumen arranca con una “aclaración necesaria” para explicar los motivos de la titulación. También aquí campea el humor en logros como los de “Muletillas”, “Caricias”, “Duda” y otros agudos retruécanos versificados. En esta línea creativa se destacan, como recursos francamente novedosos, “Poesía en continuo envolvente” y “Corre, corre, sigue, sigue”, facturas textuales que, bajo la forma de un círculo y de un anillo de Moebius, respectivamente, intentan desafiar la finitud y el Tiempo.  Todos estos despliegues risueños sirven de deliberado camuflaje para introducir, en definitiva, sentimientos mucho más profundos: la angustia, el dolor y el amor. En el aprieto de tener que elegir aquí tan solo uno a manera de muestra, optamos por este requiebro romántico:



                                           EL ENCUENTRO


                                         Noche pletórica
                                                  de auspicios,
                                        poblada de premoniciones,
                                         llena de mística
                                             y poesía,
                                        cargada de intenciones
                                                                reprimidas,
                                         fantasías ocultas,
                                         mágicos presentimientos.


                                         Noche descontrolada,
                                         ardiente como leños,
                                         abrasadora, prodigio 
                                                de fascinante seducción,
                                         providencial vacilar
                                           de tu voluntad
                                                      y la mía.


                                         Encendida tú,
                                                encendida la noche,
                                         en llamas, los dos.
                   


        En la vida real, Efrén Ulla es un experto comerciante y empresario de larga trayectoria en Santa Fe. Está felizmente casado desde hace muchos años y su matrimonio con Martha Irigoyen, lejos de ser rutinario ni aburrido, le ha deparado una ingente felicidad y tres hermosas hijas.

      Él ya no oculta las relaciones clandestinas con sus dos amantes actuales, doña Poesía y doña Prosa. No podría hacerlo; sencillamente porque estos hijos de papel han comenzado a ambular por el mundo literario proclamando a voz en cuello su inexcusable paternidad. Y como buenos retoños de mejor padre, cada día van acrecentando una fama muy bien ganada. Entretanto, el autor sigue soñando con el retiro de la actividad empresarial y la posibilidad –ya muy cercana– de convertirse en escritor “a tiempo completo”. 

       Seguramente habrá de lograrlo. Sin duda lo merece.



Carlos D. Ferrari
   

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miércoles, 11 de julio de 2012

LA NOTA DE HOY






EL RIO CHUBUT EN LA POESIA REGIONAL


Por Jorge Eduardo Lenard Vives






Los grandes ríos de la Patagonia tienen un atractivo especial, por varias causas. Una es su cualidad germinal; ese don milagroso de alentar la vida en medio de la estepa. Otra, su prolongado discurrir uniendo los tres paisajes típicos de la región; de modo que seguir su recorrido es hacer un paseo desde las anfractuosidades de la cordillera, hasta la abrupta costa que alterna playas y acantilados, pasando por la meseta mineral e inmutable. El Colorado, el Negro, el Chubut, el Santa Cruz y el Gallegos siempre han sido motivo de inspiración para la Literatura.

Plasmando en su nombre la cualidad que lo caracteriza, perpetuada a su vez por los colonos galeses en el toponímico “Camwy”, el río Chubut fue objeto de las obras de muchos poetas sureños. De ellos vamos a tomar para este análisis sólo a cuatro: Virgilio Zampini, Vicente Antonio Ugo, Delfino González y Carlos Dante Ferrari.

Los aludidos adoptan la sinuosidad del río como un común rasgo distintivo. Zampini, en sus “Dos sonetos para el río Chubut”, la menciona de la siguiente manera: “Y otros hombres vinieron al misterio / de tu sinuoso trazo...”. Por su parte, el doctor Ugo, que titula a su poema “Río Chubut”, como lo hacen los dos restantes bardos, refiere de esta manera su serpenteo : “Y allá vas en un viaje retorcido, / desde cuándo, quizás y desde dónde...”. En tanto, González dice: “Río Chubut, / río sinuoso, esquivo; / río de las vueltas...”; y Ferrari nos habla de “Sus bordes arenosos, los meandros, / sus incontables vueltas...” 

Otra característica del río, su relación íntima con la historia del Chubut, es esparcida por Zampini a lo largo de sus dos sonetos. “Hubo una vez -quién puede decir cuándo- / un nombrador tehuelche en tus orillas”, dice en el primero, señalando los orígenes. En el segundo soneto nos lleva al siglo XVI: “Fue el hispano / conquistador que edificó el imperio / de los Césares con su sueño vano”. Finalmente, más adelante completa:

Y fue el galés, cantor de libertades,
que dio su espalda, firme, a los retornos,
para plantar, de frente, tus ciudades...

Ugo narra su cualidad de testigo de los tiempos de esta forma: “Si habrás visto la historia que te cuento / de españoles guerreros, de galeses / y de indios subidos en el viento”. González, a su vez, describe su devenir milenario iniciándolo con quienes le dieron nombre: “...río de las vueltas /como lo llaman los indios”, para concluirlo citando elípticamente la colonización: “Cuando se adentra en el valle/ de las ubérrimas vegas, / donde el trabajo es un canto / que fecunda la tierra..../ ....cantando se desangra /por el tajo de las acequias”. Pero es Ferrari quien más se explaya en su larga existencia:

El mártir, el colono, el misionero;
el español, quizás, con peto y un blasón en la cimera;
el rubio explorador de las pupilas claras
guiado por el indio,
el soldado en campaña...

Ni Zampini ni Ugo recuerdan la presencia en su cauce del Dique Ameghino; aunque sí lo hace Ferrari en estos versos: “El hombre ha procurado desafiarlo. / Rebelde a los desbordes y en su afán por vencerlo / buscó atrapar su curso caprichoso / edificando un muro entre las peñas”. También la menciona, en forma indirecta, Gonzalo Delfino, al dedicar su poema “Al Ing. Antonio D. Pronsato”; Jefe de la Comisión de Estudios y Obras del Río Chubut hasta 1948, cuando fue reemplazado por el Ingeniero Oscar Camilo Vives. Esta Comisión realizó los estudios conducentes a la construcción de la presa, que detuvo las inundaciones invernales e impidió que el curso se agostara en el estío.

Si bien la temática es similar, los cuatro poetas dan a luz obras únicas, con sus particulares puntos de vista, métrica, rima y lenguaje. Interesante ejercicio sería ampliar este humilde estudio comparativo, empleándolo como propósito de un trabajo práctico para estudiantes de alguno de los niveles de la educación. Tal tipo de tareas en las aulas, con material de escritores regionales, es una manera de conocer a nuestros autores, de leer sus creaciones y, en suma, de saber más sobre la Literatura Patagónica.




Nota del autor: los poemas citados en la nota pueden ser leídos, en su versión completa, en las páginas anteriores de este blog.


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domingo, 8 de julio de 2012

LA NOTA DE HOY





“PALABRAS PARA MIS HIJOS”

(FRAGMENTOS)


Por Pascual Marrazzo (*)




DISTANCIA

Un día de estos, levanta la vista para contemplar la luna y piensa que yo también la puedo ver; sabrás entonces lo cerca que estamos.


TESTIMONIOS EQUIVOCADOS

Un palacio, un monumento de desmedida magnificencia o cualquier otra manifestación de pretendida grandeza, sólo son el fiel reflejo de una extremada pobreza.


SOLEDAD

No es que me encante la soledad, es que suelo pasar unas horas conmigo mismo.


CRIANZA

Muchas veces, equivocamos el camino queriendo criar niños buenos, sin darnos cuenta que la meta es formar adultos buenos.


AMIGO

El verdadero amigo es aquel que no interpone sus intereses, y si no, fíjate en quién es el mejor amigo del hombre.


DECISIÓN

No habrá una verdadera felicidad entre dos personas, si la decisión de llegar a ella está basada en la infelicidad de una tercera.


FELICIDAD

Creemos correr tras ella, sin darnos cuenta que somos sus dueños y la poseemos; sólo tenemos que despertarla.


SOLEDAD

Si te sientes solo es que no tienes conciencia, pues ésta es la amiga inseparable del hombre; sería tonto pensar que somos sólo uno, cuando estamos continuamente dialogando con ella.


ESPANTAJO

No importa que coman tu semilla, trasladan la vida a otra parte.


FINURA

Las personas finas son aquellas que no se estiran para aparentarlo.


INCERTIDUMBRE

Cuidado con esta palabra, es una de las peores enemigas de la imaginación; y esta es una de las sales de la vida.






(*) Escritor de Cipolletti. Estos aforismos están tomados de su libro “Palabras para mis hijos”.


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lunes, 2 de julio de 2012

EL RELATO DE HOY





BALLENA (*)


Por Antonio Dal Masetto






Al cabo de los kilómetros de desierto patagónico, la bajada a la playa entre los acantilados y luego la embarcación avanzando en las aguas del golfo, allá estaba la ballena, emergiendo apenas, una mancha oscura y quieta en la superficie verde. Y a medida que muy lentamente nos acercábamos y crecía la expectativa, pudimos ver, detrás de ella, protegido, el ballenato. Después estuvimos todavía más cerca y en nosotros, los intrusos, había una mansa agitación sin voces, hasta que por fin, rota la tensión y el mutismo reverente por esa irrupción en un dominio ajeno, todo el mundo comenzó a moverse, buscando una buena ubicación contra la borda y en las escalerillas para disparar sus cámaras, llamando a la ballena, poniéndole nombres familiares y afectuosos, hablándole sin parar, poseídos por una demencia infantil, entusiasta y generosa, un sentimiento nuevo ante la proximidad de esa presencia colosal, una visión que enriquecía y que mientras durara redimía de muchas miserias. La ballena era un gran corazón latiendo en el golfo del sur, un corazón benévolo, irradiando mensajes de serenidad, para nosotros, los que veníamos de pueblos remotos, de ciudades, los hijos despreciativos e intolerantes de una civilización amasada a golpes de furia y de odio. Y alrededor, en la paz del cielo y del mar, algo nos hablaba, nos invitaba a grabar en la memoria esa experiencia, el lugar, la circunstancia, la conciencia de vivir ese momento, la posibilidad de apresarlo en su fugaz grandiosidad. Y entonces la cabeza de la ballena emergió del agua y su ojo me miró, me miró directamente a mí, estuve seguro que a mí, y en ese ojo había piedad, y supe que esa mirada seguiría conmigo,  que en los días futuros me estaría esperando en los recodos de otros  caminos, cuando me encontrara muy lejos de la luz y el espacio y el silencio de un mediodía de un mes de octubre bajo el cielo del sur. Y después la ballena se hundió con su ballenato y pasó paralela a la embarcación, ahí nomás, apenas unos metros bajo la superficie, y tuvimos una percepción todavía más clara de su dimensión, la ballena se iba, su sombra se perdía en la profundidad, nos abandonaba, y en la lancha de nuevo se elevó un coro de exclamaciones, ahora entre asombradas y desencantadas. Y yo también solté mi grito, aunque nadie hubiese podido oírlo, porque el mío fue un grito callado, retumbaba dentro de mi cabeza y decía "ahora, ahora, hay que saltar ahora, vamos, saltá, unite". Pero no salté y allá se fue esa cosa enorme dejándonos la marca de una caricia delicada. 






(*) Fragmento de “El padre y otras historias”, Ed. El Ateneo, Bs. As., 2012








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