Visita a la 34ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
Transito ahora por un largo túnel de conexión con las distintas áreas y me siento artífice y protagonista de la Feria; por el solo hecho de compartir con tantos mi vocación de lectora. Allí, entre cientos y cientos de estantes y anaqueles, descubro una vez más a los autores que me subyugan, a aquellos que me provocan curiosidad, a los que admiro profundamente... A los de mi tierra, a los latinoamericanos, a los europeos y a los del mundo entero. Me encuentro con los títulos que leí, con los que deseo leer, con los que reconozco ariscos a mi gusto. Y siento goce... pero también mucha impotencia, la frustración de saber que necesitaría de quién sabe cuántas vidas para conocer y leer todo lo que me gustaría. Este pensamiento solo dura unos instantes... Es mucho más poderoso el orgullo de saber que bibliotecas y editoriales de renombre internacional, distribuidoras y librerías, pequeños y grandes emprendimientos, organismos y comunidades representadas por sus folclores, medios de comunicación... todos se encuentran aquí aunados en un mismo esfuerzo: hacer de la lectura un hábito, del libro una necesidad, de la educación una prioridad, y de la cultura un sentimiento.
Quiero reconocer a mi país y a mi gente. Busco el stand de mi provincia y no lo encuentro. Busco a autores de la Patagonia y observo a algunos entre los ejemplares de una editorial que reconozco y aunque lleve nuestro nombre no es de este sur patagónico. No la juzgo, en todo caso le agradezco...
Vivo la feria como ese espacio íntimo del lector que, celosamente, desea albergar para sí, cada una de las vivencias que son posibles ser experimentadas solo allí. Desde las más diferentes y cada vez más novedosas prácticas lectoras, los festejos permanentes, el Festival de la Poesía, el Maratón de la Lectura, las mesas redondas, las conferencias... hasta los más variados cursos y talleres. Todos y cada uno se convierten en un desafío. Y el tiempo apremia. Son los momentos en que deseo vivir más cerca de la Capital Federal.
He caminado horas; el cansancio es superado por la alegría.
Abandono con paso lento el excitante espacio de la palabra escrita.
El predio ferial va quedando detrás... pero aún se agolpan en mis retinas esas imágenes tan reconfortantes.
Olga Starzak