Perspectivas
Por Jorge Baudés
Lo viejo, ¿es viejo? ¿lo vemos viejo? O lo envejecido es nuestra visión para ver las cosas?
Dicen que envejecemos a partir del primer día luego de nuestro nacimiento pues la vida es un camino unilateral, sin retorno. Los objetos que rodean nuestra cotidianeidad van perdiendo a nuestra percepción la frescura de los primeros momentos compartidos. Así ocurre también con las relaciones humanas y también con los recuerdos. Hablamos de viejos amigos, de viejos recuerdos, y de glorias pasadas que desempolvamos de la memoria, arrumbadas en algún viejo rincón de nuestra conciencia.
Desechamos por vieja la ropa y los enseres. Remodelamos nuestra casa para que no se le note el transcurso de los años pues sentimos que nosotros mismos estamos caminando al lado de ella en un sistemático deterioro de ambas estructuras. Viejos miedos nos acechan, negros pensamientos que provienen de las lúgubres oquedades de nuestro Ser, envejecido...
En los orígenes del Hombre, sin embargo, el anciano representaba la sabiduría, el acopio de experiencias y el criterio desapasionado, que constituía un bálsamo y guía para sus desorientados jóvenes pueblos. Ellos se constituían en Concejos. Eran venerados por sus consejos. Luego el tiempo comenzó a correr más rápido y la gente con él, tratando de ganarle tiempo al tiempo. De llegar antes aunque sin saber a ciencia cierta hacia dónde o para qué. Entonces el tiempo empezó a envejecer también y tiñó de gris el camino de regreso. El hombre se detuvo, recorrió con su mirada sus propias huellas y se vio reflejado a si mismo en el viejo camino, gris, solitario, silencioso..
Pero un día despertará de su sueño gris, de su sueño aturdido, de su loco frenesí. Despertará mirando delante suyo y rejuvenecerá. Verá entonces que la naturaleza subsiste a pesar nuestro, que el agua aún corre aunque la contaminemos, que el aire se renueva y nos sigue nutriendo aún sin merecerlo y, sobresaltado descubrirá que no existe el tiempo. Que todo es simultáneo. Que lo joven y lo viejo son diferentes facetas de un mismo prisma. En definitiva, distintas perspectivas de una misma realidad.
Entonces, habrá nacido un nuevo Hombre...tal como anuncian las profecías...
Dicen que envejecemos a partir del primer día luego de nuestro nacimiento pues la vida es un camino unilateral, sin retorno. Los objetos que rodean nuestra cotidianeidad van perdiendo a nuestra percepción la frescura de los primeros momentos compartidos. Así ocurre también con las relaciones humanas y también con los recuerdos. Hablamos de viejos amigos, de viejos recuerdos, y de glorias pasadas que desempolvamos de la memoria, arrumbadas en algún viejo rincón de nuestra conciencia.
Desechamos por vieja la ropa y los enseres. Remodelamos nuestra casa para que no se le note el transcurso de los años pues sentimos que nosotros mismos estamos caminando al lado de ella en un sistemático deterioro de ambas estructuras. Viejos miedos nos acechan, negros pensamientos que provienen de las lúgubres oquedades de nuestro Ser, envejecido...
En los orígenes del Hombre, sin embargo, el anciano representaba la sabiduría, el acopio de experiencias y el criterio desapasionado, que constituía un bálsamo y guía para sus desorientados jóvenes pueblos. Ellos se constituían en Concejos. Eran venerados por sus consejos. Luego el tiempo comenzó a correr más rápido y la gente con él, tratando de ganarle tiempo al tiempo. De llegar antes aunque sin saber a ciencia cierta hacia dónde o para qué. Entonces el tiempo empezó a envejecer también y tiñó de gris el camino de regreso. El hombre se detuvo, recorrió con su mirada sus propias huellas y se vio reflejado a si mismo en el viejo camino, gris, solitario, silencioso..
Pero un día despertará de su sueño gris, de su sueño aturdido, de su loco frenesí. Despertará mirando delante suyo y rejuvenecerá. Verá entonces que la naturaleza subsiste a pesar nuestro, que el agua aún corre aunque la contaminemos, que el aire se renueva y nos sigue nutriendo aún sin merecerlo y, sobresaltado descubrirá que no existe el tiempo. Que todo es simultáneo. Que lo joven y lo viejo son diferentes facetas de un mismo prisma. En definitiva, distintas perspectivas de una misma realidad.
Entonces, habrá nacido un nuevo Hombre...tal como anuncian las profecías...
perspectivas
viejo
sabiduría
hombre