LIBRERIAS DEL CHUBUT
Por Jorge Eduardo Lenard VIVES
Sin lectores no habría escritores. Sin un público que aprecie su creación, un autor podría pasarse la vida apilando hojas de una obra; a lo mejor magnífica, pero inédita. En ese caso nunca sería completamente un escritor, ya que el milagro de transformarse en tal, se da cuando alguien abre un libro y recrea, a través del texto, los sentimientos y los pensamientos del otro; y les da nueva vida. Ciertamente, sin lectores no habría escritores. Pero sin librerías no habría ni lectores ni escritores.
Porque este necesario nexo, interfaz entre la creación y la contemplación literaria, es el catalizador de la reacción química que une íntimamente al escritor, al lector y a la obra. También las bibliotecas logran producir tal amalgama; sin embargo, se dejará para otra oportunidad homenajear desde estas páginas tan valiosas instituciones.
El presente artículo quiere referirse, únicamente, a esos locales que suelen ser frecuentados por esperanzados bibliófilos buscando incorporar a su patrimonio libreril una obra anhelada; o que entran persiguiendo el placer de ser sorprendidos por un título del que nunca habían oído hablar y que, sin embargo, al hallarlo, encuentran que encaja justo con su estado de ánimo o sus apetencias, como las dos piezas sucesivas de un rompecabezas.
Dentro del inmenso universo de librerías, se mencionará en particular a las librerías del Chubut; algunas de ellas añosas, tradicionales; otras no tan viejas, pero que aspiran a incorporarse al espacio literario regional. Se excluyen, por ahora, las sucursales de la grandes librerías que, como las cadenas de supermercados, se expanden cada día más en las ciudades del sur; librerías desde ya que son elogiables porque también contribuyen a reunir al lector con el escritor.
Pero la nota quiere mentar, en esta oportunidad, a esas otras librerías, familiares, íntimas, muchas veces atendidas por sus dueños; en las que la clientela se componen más que por clientes, por amigos; que van a encontrarse con otros amigos, algunos de los cuales los aguardan detrás del mostrador; y otros, ordenados en los estantes, quietos, expectantes, ofreciendo su lomo para ser retirados por una mano interesada en prolongar la amistad.
Empezando la recorrida por Trelew, debe mencionarse la tradicional librería “Morón”, nacida hace ya unos cuantos años; sita ahora en la calle Belgrano. Sus estantes ofrecen una amplia colección de temática patagónica. Otra librería, que muestra un tentador tesoro de libros “viejos” y nuevos, es “El rincón del libro”; ubicado hasta hace poco donde estaba, en otros tiempos, “El gato de callejón”; y que ahora abre sus puertas en la calle España. Allí los anaqueles, invariablemente, guardan la sorpresa de algún título patagónico poco común. Y hace poco se agregó a esta lista la librería “Mandala”; que, además de dar un lugar de privilegio a los autores regionales, ofrece otras actividades literarias, como talleres y presentaciones.
En Comodoro Rivadavia, dos librerías constituyen referentes ineludibles de su vida literaria: “Real” y “Erboni”. La primera lleva muchos años en la ciudad; desde su local en la Avenida San Martín – allá lejos y hace tiempo – se trasladó a su actual en la calle Francia. “Erboni”, en tanto, a pocas cuadras de la anterior, reúne una importante cantidad de textos de escritores de la zona.
Hablar de una librería en Esquel, es mencionar la casa “Macayo”. Ubicada sobre la 25 de Mayo, la calle comercial por excelencia de la ciudad cordillerana, ofrece ya desde su vidriera la obra de los autores patagónicos. Sobre la misma arteria, aunque más cerca de la avenida San Martín, “La casa de Esquel” presenta una importante colección de libros usados y nuevos sobre la Patagonia; entre los que se pueden encontrar volúmenes de gran valor.
En Sarmiento, tiempo atrás, se instaló una librería, “La otoñal”; cuyo interior era tan acogedor como su nombre, que recuerda esa estación del año propicia para la lectura. No está funcionado ahora; sin embargo, su propietaria sigue siendo un referente para los lectores y los escritores sarmientinos.
En tanto en Puerto Madryn, la librería “Aykén”, siempre hace un lugar a la creación literaria regional. Nuestro listado es incompleto. Día a día se agregan a nuevos locales que ofrecen su bagaje cultural. Queda, entonces, una deuda: la de incluir sus nombres en un próximo artículo.
Y, a lo mejor, en esta página, donde por ahora va este rápido recuerdo sólo para nuestras librerías chubutenses, se publique alguna vez una nota que hable de todas las librerías de la Patagonia. Será un merecido recuerdo; porque si bien para el amante de la Literatura, en cualquier lugar del mundo, el valor de las librerías es el de constituir esos lugares de culto donde se produce la comunión entre escritores y lectores; en la Patagonia tienen además otra tarea fundamental: la de contribuir a difundir los autores regionales y sus obras; las que no tienen muchas veces cabida en las grandes librerías del norte.
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