![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEishvPMhMDKNQo9letH2S7ZAZP0M1NWA4fwHbvJPoeU4zlAJb6dc2q27ILWBUJRYflvzOz89o7yggG4R0dAu-B_pEA3STEp5u4EywP09S8NtV8kXLRKDayBGglsuMZVsQDFh7ztPfRky5Q/s400/faro_del_fin_del_mundo.jpg)
LA NOVELA DE AVENTURAS EN LA LITERATURA PATAGONICA
Por Jorge Eduardo Lenard Vives
Por Jorge Eduardo Lenard Vives
La novela de aventuras se entronca con las principales creaciones literarias de la humanidad. Porque, ¿qué son, sino, la Odisea o el Quijote? Cierto es que los límites del género son imprecisos; es difícil fijar moldes que permitan determinar cuáles obras lo conforman. Pero tampoco el análisis literario debe ser tan rígido; el concepto de “género” es sólo una abstracción para ordenar el material de estudio. De cualquier manera, el calibre que mide si se está o no ante la literatura de aventuras, es, sin dudas, la presencia de la acción a lo largo de la trama; imperando sobre personajes y escenarios. Y, como elementos secundarios, el misterio, el riesgo, los viajes a lugares exóticos, la incertidumbre, la existencia de un protagonista con rasgos de héroe, sujeto a venturas y desventuras. Es decir, a aventuras.
¿Cuáles son los primeros títulos del género en la Literatura Patagónica? Recurriendo al concepto ampliado de esta vertiente literaria, el de incluir en ella todos los libros que tratan sobre la región cualquiera sea el origen de su autor, podemos citar dos novelas de Julio Verne: “El faro del fin del mundo”, ambientada en la Isla de los Estados, y “Los náufragos del Jonathan”, que tiene por escenario el islote Hoste. Hacia esa misma época, Emilio Salgari también encontró en la América Austral una región exótica, apta para sus fantasías; y escribió “La estrella de la Araucanía”, obra que transcurre entre los mares fueguinos y el sur de Chile.
Cuando los escritores nacionales empiezan a interesarse por la Patagonia, a mediados del siglo XX, surgen valiosas creaciones. Muchas de ellas tienen componentes de la novela de acción; por ejemplo, muestran un personaje principal sometido a diversas vicisitudes. Tal es el caso del Martín Arteche de Juan Goyanarte o del Gaucho Sepúlveda, de Gregorio Mediavilla. Sin embargo, producto de un ambiente literario que hacía especial hincapié en las cuestiones psicológicas y sociológicas, esas creaciones poseen un tono intimista o social, que les otorga una dimensión distinta.
Es recién a fines del siglo XX y principios del XXI cuando se encuentran ejemplos de textos ambientados en la región que retoman el espíritu de la aventura. Entre ellos pueden considerarse a “Misterio en la Bahía Paraíso” de Rodolfo Peña, “Entre nubes, Patagonia y viento” de Marcelo Augusto Conte y “El misterio de la diosa madre” de Geraint Edmunds. A diferencia de las obras de Verne y Salgari, éstas fueron escritas por autores de la zona, o que vivieron en ella durante un tiempo, lo que les permite hablar con propiedad del tema.
En “Misterio en la Bahía Paraíso”, la acción transcurre mayormente sobre un barco que navega hacia la Antártida llevando un grupo de turistas e investigadores; entre los que viajan pasajeros que tienen otro objetivo. En el universo cerrado del buque se tejen las oscuras redes de una conspiración política internacional, que el protagonista deberá conjurar. La novela de Conte, también trata de un universo cerrado, el de la tripulación del avión de una aerolínea comercial que realiza un riesgoso vuelo de ida y vuelta entre Comodoro Rivadavia y Bariloche. El comandante de la aeronave, Martín, se verá sometido a todas las incidencias que los pilotos que vuelan en el área conocen; y deberá sortearlas para arribar a su destino. Al igual que en la novela de Peña, se mezcla en la trama una intriga internacional. La obra de Geraint Edmunds, en tanto, tiene un argumento muy atractivo, narrado en forma sumamente amena, que reúne elementos de las distintas etapas de la historia chubutense: la presencia española, la colonización galesa, los pueblos nativos. Los sucesos se prolongan en forma impensada en el presente, previo paso por algunos importantes momentos de la historia europea de inicios del siglo XX.
Existen varias novelas basadas en la colonización galesa, como “Almas desnudas”, de Susana Biset, que tienen rasgos del género de aventuras. Pero, en general, estas obras hacen más hincapié en la reconstrucción del ambiente histórico; lo que las incluye en ese género. Por su parte, “La octava plaga” de Julia Chaktoura, posee los condimentos de una narración de acción. Sin embargo, se desarrolla en una situación que la aproxima al género de anticipación; en tanto su problemática moral invita a la reflexión. Las observaciones de este párrafo permiten señalar una característica básica del género de aventuras: el de ser un “género madre”; ya que dio lugar a un sinnúmero de géneros derivados (que incluyen el histórico y la ciencia ficción).
Sin dudas, esa es una de las funciones que las obras de acción han cumplido. Pero también tienen otra tarea, tal vez la principal: ser la puerta empleada a lo largo del tiempo, por muchísimas personas, para ingresar al apasionante mundo de la Literatura.
novela
aventuras
Patagonia
Julio Verne
Emilio Salgari