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sábado, 2 de julio de 2011

LA NOTA DE HOY








LA LÍNEA SUR



Por Jorge Eduardo Lenard Vives






La Línea Sur tiene algo de misterioso. Tal vez sea por el resonar eufónico de los nombres autóctonos de muchas de las localidades que la forman, unidas como los abalorios de un collar por el doble cordel de la antigua vía férrea y la más moderna Ruta 23. O, tal vez, por el influjo de la legendaria meseta de Somuncurá, que la domina en gran parte de su trazado.
Su origen se remonta a la construcción del ferrocarril llamado en su época, simplemente, “Del Estado” y, en la actualidad, “Expreso Patagónico”. Este tramo, de San Antonio Oeste a San Carlos de Bariloche, se construyó entre 1908 y 1934; año en que lo usa Roberto Arlt para realizar la excursión sureña descripta en su nota periodística “Hasta donde termina el riel”. Los estudios previos, a cargo del geólogo estadounidense Bayley Willis, quedaron plasmados en una obra que supera el mero informe técnico para constituir una memoria social y física de la región: “El norte de la Patagonia. Naturaleza y riquezas”.


Nace y muere en el agua, la mentada línea. Siguiendo la dirección del tendido ferroviario, la forma natural de recorrerla es de este a oeste; desde las playas del golfo de San Matías hasta las costas del lago Nahuel Huapi. En todos los puntos que toca brilla la belleza natural, pero también una intensa actividad cultural; que incluye, por supuesto, lo literario. San Antonio Oeste es el inicio de este viaje por las letras y el paisaje. Entre los numerosos referentes locales se encuentran Henry Lefebvre, autor de “Mi querido puerto San Antonio", Héctor Izco con “San Antonio Oeste y el Mar... Origen y Destino”, Adolfo Fragoza y "Vivencias del Este", Héctor Julio Meis, poeta de centenares de versos como "Tabaco y Sal", Miguel García y su libro "Internet al Interior". En la vecina Las Grutas están Doroteo Prieto, creador de “Gruterías”, Poul Pedersen con “La Tehuelche colorada”, Silvia Monttoto, realizadora de “Un gallo cantaría”, Silvia de Lazzeri, Ana Yalour, Dedé Sarlo, Leonardo Reyes, Carlos Reigada y Jorge Incol.
Al dejar San Antonio, pasan a la vera de las vías Cinco Chañares, Mancha Blanca, Percy Scott, Aguada Cecilio y Pajalta; hasta llegar a Valcheta, donde se halla Jorge Castañeda, escritor nacido en Bahía Blanca pero radicado desde 1953 en “el oasis de la estepa”. Entre sus obras pueden citarse "La ciudad y otros poemas", "Poemas sureños", "Poemas breves", "Sentir patagónico" y "Suma patagónica”. Otras artistas locales son Mirta Emilse Mortada de Di Clérico, autora de “El Abuelazgo”; y Silvia Bibiloni, quien también incursionó en la plástica.
Siempre sobre la traza del tren, siguen después Nahuel Niyeu, Teniente Maza, Falkner, Ministro Ramos Mexía, Ganzú Lauquén y Sierra Colorada; y se arriba a Los Menucos, hogar de la escritora Leticia Lencina. El recorrido continúa por Cerro Abanico y Aguada de Guerra; para recalar en Maquinchao. Evangelina Pérez, nacida en San Antonio Oeste, crecida en Maquinchao y hoy radicada en Lago Puelo, hace transcurrir allí su narración “Más allá de las piedras”. Debe mencionarse, asimismo, a Zulema Hernández.



Luego de cruzar Los Juncos, aparece Ingeniero Jacobacci. La Literatura reina en ese lugar. Es la tierra de Elías Chucair, creador de muchas obras que reflejan la identidad patagónica; como “Sur adentro”, “El collar del Chenque” y “Quetrequile”, la historia del pueblo para el cual el tren no fue motivo de progreso sino de eclipse. Además nacieron aquí los hermanos Casamiquela: Rodofo, el antropólogo, autor, entre muchos libros, de “Toponimia indígena del Chubut” y “El linaje de los Yanquetruz”; y René, el novelista, cuyos textos incluyen el fantástico “Por los caminos de Ellümgassüm”. Se suman los escritores locales Gustavo Abel Di Crocce, Elba González, Sara Almendra, Viviana Simionatto, hoy en Viedma, y Claudio Amaya Gatica; quien es además uno de los propulsores de los anuales “Encuentros” celebrados en la ciudad.
Las siguientes estaciones son Clemente Onelli, Comallo, Neneo Ruca, Pilcaniyeu, Pichi Leufú, Perito Moreno, Ñirihau y Dina Huapi; población ubicada al final de la estepa patagónica donde está presente la Literatura en la figura de Mirta Santiago. Unos kilómetros más y se llega a San Carlos de Bariloche. La punta de rieles de la “línea Sur” es una ciudad con abundante actividad literaria. Amerita un artículo propio. Sin embargo, para cerrar el recorrido empezado en San Antonio, es menester nombrar algunos de sus autores. Uno de ellos debe ser, sin dudas, Manuel Porcel de Peralta y su “Biografía del Nahuel Huapi”. Se puede mencionar, asimismo, al poeta Nantlais Evans, oriundo de Trevelin y asentado en esa ciudad rionegrina, cuya obra obtuvo numerosos premios; y al escritor Fernando González Carey.
Este artículo se inició señalando que la Línea Sur tiene algo de misterioso. Tiene también algo de mágico, porque parece ser una región asaz fértil para las letras; lo que el presente trabajo exiguamente resume. Se requerirían varias notas más para dar un panorama acabado de su riqueza literaria. Por ahora, queda pendiente.






El autor agradece a “Negrita” Ortiz Ochoa y a Claudio Amaya Gatica la información brindada para redactar esta nota; que ya estaba escrita cuando el triste manto gris de las cenizas del volcán cubrió una parte importante de la Línea Sur. Si bien parece que “ya no es noticia” a nivel nacional, sus pobladores siguen peleando contra el inesperado azote. Acostumbrados a luchar con las inclemencias, como sucede cuando la nevada que aísla y congela cae cruel sobre la meseta, sabrán enfrentar esta situación y resurgirán de las cenizas.



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miércoles, 29 de junio de 2011

EL POEMA DE HOY



a Doña María Epul de Cañuqueo *


machi y camaruquera de Cerro Negro

– Chubut – Patagonia argentina



Por Celia Amanda Sala Davies




Hay viento y quietud
en esta soledad desazonada que desanda caminos,
caminos mesetarios
y que en su fónico andar cautiva cerrojos en círculos cerrados.
Es una agónica ansiedad de piel sufriente en busca de un auxilio.
Es una angustia que crece, crece y se espirala sabulosa en su vientre.
Lo que importa es llegar a Cerro Negro
no importa ni el camino ni el vehículo ni siquiera el peregrino.
Lo que importa es llegar a esas míticas lomadas
a esas manos consagradas al intenso laboreo sanitario
a ese espíritu manso siempre abierto en diagnóstico certero
a esos yuyos procesados con secretos saberes ancestrales.
Y hay quietud y viento
en esta soledad que desanda caminos también camaruqueros.
Y hay amor…
un amor agradecido
que prevalece
en la pertinaz memoria de la gente.




* Primer Premio Poesía, Eisteddfod “Mimosa” Puerto Madryn, 29 de julio de 2006.




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domingo, 26 de junio de 2011

EL POEMA DE HOY




XXXIII



Por Sandra Pien (*)




Los perros huelen un peligro

sube desde el mediodía

un sueño inconcluso

un vaso de agua en la Cruz del Sur

por donde se inscribe el primer aire matinal

lenta descripción de juegos.

Ante los ojos azules

dolorosamente feliz

la trama de laberintos y escenarios

el jardín el mirador el río

respiración de imágenes

que siempre regresan

o que nunca se van del todo.





(*) Poeta y periodista. Radicada actualmente en Buenos Aires, vivió durante un tiempo en El Calafate; experiencia que le dejó una profunda pasión por la Patagonia reflejada en su poemario “Patagonia. Rumbo Sur”. El poema que hoy se publica pertenece a su último libro, “Aquí no duele (50 poemas)”, presentado en el mes de junio de este año.




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miércoles, 22 de junio de 2011

EL POEMA DE HOY





APRENDIZ DE PÁJARO (*)




Por Cecilia Glanzmann



I

¿Soy el que dejó en la cuna

el cortejo de lo impredecible


o soy el que cargó en los hombros

la conciencia,
como un saco
fragante de lavanda y de jazmines

lacerado por cardos y espinillos
para caminar lo impredecible?

">


II

Soy sueño en esta vigilia humana

sucio el pico de tierra

de alada tierra suelta

en mi soy,
picoteo ciego

dormido

desvelado
los akásicos códices
y en ellos
saboreo gozoso el rocío del alba

iluminada de símbolos.


En el Árbol, soy aprendiz de pájaro.



(*) del libro del mismo título: APRENDIZ DE PÁJARO, Vinciguerra, Bs.As. 2010 - Primer Premio-Poesía-Concurso Abierto 2008 “María Inés Ure” GENTE DE LETRAS, en su XXX Aniversario.




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sábado, 18 de junio de 2011

LA NOTA DE HOY





LA “ARQUITECTURA BLANCA” DE GAIMAN


Por Jorge Eduardo Lenard Vives



Adornan el paisaje de la región española de Guadalajara unas típicas construcciones de pizarra, cuyo color obscuro las reúne bajo el nombre de “arquitectura negra”. Bellas en su tosquedad, resultan una genuina manifestación de la cultura local; transformada también en atracción turística. Contemplar esos edificios trae de inmediato a la imaginación las viviendas levantadas por los primeros pobladores de Gaiman, utilizando rocas provenientes de la loma cercana; irregulares sillares de arenisca de tonalidad clara con las que se hicieron casas rústicas como las hispanas, en un estilo que bien podría llamarse “arquitectura blanca”.





Expresiones bien conservadas de esta mampostería son la primera vivienda de Gaiman y la casa de la familia Griffiths; ubicadas allí donde la calle 28 de Julio intenta trepar la loma, sin conseguirlo; y se obliga a hacer un recodo caprichoso en dirección al puente con el nombre de John C. Evans. También en el Cañadón de las Viudas y sus inmediaciones se pueden ver varios ejemplos, incluyendo la fachada del Colegio Camwy. Con seguridad, algún paseante atento descubrirá mucha otras obras de “arquitectura blanca” en la región.



Éste es uno de los dos estilos de arquitectura vernácula del Valle del Chubut que un simple “diletante”, como el autor de esta nota, puede identificar. El otro es el de las sobrias edificaciones de ladrillos a la vista, cocidos en los hornos de la zona y dispuestos en aparejo inglés (en general, alternando una o dos hiladas a soga y una a tizón), techo de chapa de zinc acanalada, sencilla carpintería de madera dónde sólo se destaca, como ocasional ornamento, las cenefas en el borde del tejado; y, habitualmente, arcos en puertas y ventanas. Tal tipo de albañilería se encuentra tanto en el radio urbano de Gaiman, como en la zona de chacras. Se advierte en galpones, viviendas y también en varias de las capillas, por ejemplo, la Bethel “Vieja”. Ambos estilos fueron inspirados en la arquitectura tradicional del norte europeo de fines del siglo XIX; sobre todo en aquella que se observa en las campiñas inglesa y galesa, como la presente en la región de los Costwolds.

Esta arquitectura peculiar es uno de los varios legados de la Colonia; junto con la tradición culinaria, el culto religioso y las expresiones artísticas (en particular, las relacionadas con las letras, en su variante lírica; y con la música, en especial la coral).

Ahora bien… ¿qué hace esta referencia arquitectónica, en una columna por lo habitual dedicada a la Literatura Patagónica? Además de pretender llamar la atención sobre un fenómeno cultural propio del Valle del Chubut, un tanto olvidado, el autor de esta nota encuentra cierta similitud en la forma en que se ponderan ambas demostraciones artísticas.




Si bien en la actualidad existe una valoración importante de la Literatura regional, con numerosos escritores que la cultivan y editoriales que los publican; no sucede lo mismo respecto a los autores del pasado. Las creaciones más tradicionales de la Literatura Patagónica, tan atractivas para el buen lector como la “arquitectura blanca” de Gaiman para el buen observador, están, al igual que ella, un poco olvidadas. E incluso, corren un riesgo similar: que nuevas obras, sin quererlo, las difuminen, las diluyan; si no son rescatadas del olvido para ser disfrutadas.

No se trata en este artículo de proponer una comparación forzada ni una mala metáfora. Sólo se pretende señalar que, en esencia, la aparente postergación de las dos manifestaciones culturales obedece a la misma causa: aún no están difundidas en forma adecuada entre el público que podría interesarse en ellas.



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