martes, 24 de enero de 2012
EL RELATO DE HOY
sábado, 21 de enero de 2012
Lluvia - Federico García Lorca
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.
El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.
Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.
Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.
¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!
¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.
El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentágrama sin clave.
Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.
¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!.
(Enero de 1919)
Lluvia - Federico García Lorca
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.
El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.
Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.
Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.
¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!
¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.
El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentágrama sin clave.
Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.
¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!.
(Enero de 1919)
miércoles, 18 de enero de 2012
EL POEMA DE HOY
Son las seis pe eme.
Parten presurosas
dejando tras de sí estelas nervadas.
Forman bandas, grupos, algunas van solas
atrapando un cielo que se desvanece.
Son las seis pe eme.
Agitan las alas sosteniendo al viento
oteando un refugio adonde ahuecarlas.
¿Qué dejan detrás? ¿Qué estarán buscando?
Ni ellas lo saben, designio instintivo.
Repiten el rito. Prosiguen su vuelo…
Son las seis pe eme.
Ya el cielo recobra su transida calma.
No se ven gaviotas,
las tragó el ocaso.
(*) Escritor chubutense.
jueves, 12 de enero de 2012
EL POEMA DE HOY
I
Hubo una vez -quién puede decir cuándo-
un nombrador tehuelche en tus orillas;
los siglos le narraron las sencillas
maneras que uno tiene de ir nombrando.
Con los ojos de pájaro buscando
el territorio de las maravillas,
no sin asombro, el indio, de rodillas,
bebió tus aguas y te fue llamando.
La soledad, el viento, la meseta,
se volvieron palabra por tu cauce
¿quién puede decir cuándo? Pero el sauce
sintió de pronto que era una silueta
espejadas, con risas, en tu frío.
Supo tu nombre, para siempre, río.
II
Y otros hombres vinieron al misterio
de tu sinuoso trazo. Fue el hispano
conquistador que edificó el imperio
de los Césares con su sueño vano.
(¿Para qué permitir que naufragara
el afán de los oros y las glorias
de aquel monarca que se imaginara
escribir, a tu vera, otras historias?)
Y fue el galés, cantor de libertades,
que dio su espalda, firme, a los retornos,
para plantar, de frente, tus ciudades.
Así hubo paz en todos tus contornos.
¿La espada? ...Fatigado desvarío.
Hay mujeres y versos. Y hay un río.
(*) Corona del Eisteddfod del Chubut - año 1972
rio Chubut nombrador tehuelche hispano galeses paz versos